MEGHAN: Vide Cor Meum
















—8 —dice uno.
—4 —confirma el otro.
—7…
—3…

Los nervios atacan al segundo y comienzan a subírseles las comisuras de los labios.

—6… —niega el primero proclamando su anticipada victoria.
—2… —alarga la vocal.
—5… —da una calada profunda al cigarrillo.
—1…

El Bucle emite esa luz que solo pocos pueden ver con claridad. No habría que ser un experto pero no se debía ser un ser humano bloqueado y dadas las circunstancias había demasiados como ellos a los alrededores por lo que no resultaba un gran problema y sí bastante divertido para ambos.

—¡Gané! —exclama quien había llegado a término su cuenta.
—Meghan, uno; Izaskun, cero —dice el otro—. Ya veré cómo nos recuperamos.

El Bucle se cierra por completo y deja como estela a Meghan y su acompañante.

—Vamos, vamos —apura el ganador—. Cierra las alas Meghan —ve la turba en su rostro—, las apariencias primero después los malestares —aunque apenas si los han visto Damabiah sabe perfectamente en qué condiciones viene Meghan, sabe que está aterrorizada, triste, le duele el estómago y tiene la cara manchada de mugre por haber llorado—. Respira Megh —simula hacerlo con ella, le infunde paz, su fuerte es la Sabiduría pero puede infundir un poco de paz también­—, tranquila y retrae las alas.

Dos pasos a la izquierda de ellos:

—¿Nombre? —la voz es un poco brusca, tal vez él esté enojado por haber perdido la primera apuesta o tal vez solo hable así.

El cuestionado levanta la mirada, tiene las manos sobre las rodillas y jadea. El Pasado no es como se lo imaginaba. En nada. Ni poquito.

—¿Tu nombre? Mientras más pases en silencio mayor será mi causal a cometer un error.

Pero él no puede contestar. Está impactado al haber levantado el rostro y verlo.

—Lezalel… —murmura. A pesar de ser un varón, criado en contextos irreales hasta el momento fuera de lo común. Su línea del tiempo le apelotona todos y cada uno de los recuerdos y las lágrimas están en sus ojos— la última vez…

Las imágenes pasan a la cabeza de Lezalel. Comienzan a reproducirse, son sus últimos momentos, unos no muy hermosos como él se imaginó en aquel mundo donde se originó su ser. El Lezalel de las imágenes lo piensa así. Le falta un ala y le falta la respiración, su ala derecha ha perdido el tono negro con el que se distingue de ser un Divergente e incluso los tonos multicolores que sus alas deberían por naturaleza tener son tan pálidos… Mira a la oscuridad de la ciudad devastada, “Lo primero que harás al verme —toce y la respiración inadecuada lo consume— será patearme el trasero”; el chico niega, el dolor está en todo su ser, todo lo que él conoce está desapareciendo, los seres a los que ama son devorados con las garras de la guerra; “Lo harás, lo harás porque eres fuerte”; las lágrimas del chico dejan unos caminitos limpios en su rostro del hollín que lo cubre; “¡Sí lo harás!”, grita con rabia el Trono, alza su mano y toma el rostro del chico, a pesar de estar en lo que considera sus últimos momentos tiene fuerza suficiente para lastimar ligeramente al chico cuando le presiona la barbilla para reafirmar que está sobre de él y debe acatar sus órdenes. “Tu nombre será Isaac en el pasado, no… —sonríe de lado— suena a un cliché moderno que sea Yitzhak, en hebreo”. Los relámpagos alumbraban el cielo lóbrego y los truenos hacían su eco a kilómetros de distancia, amenazando con llegar a donde ellos estaban. “No te puedes ir, no me puedes dejar”, implora con lágrimas el chico, “¡No te puedes ir!”, gritó; el trueno fue más sonoro que su voz, “Aléjate, vuelve con tu hermana y Scarlett. Ya saben qué hay que hacer, no le des más vueltas”, el chico negó con la cabeza, “Aléjate o la descarga te matará también”, “No”, dijo con gritos, lágrimas y la desesperación del holocausto que Lezalel realizaba. Una descarga eléctrica más cerca paralizó al chico, miró al cielo; “No olvides la patada en el trasero”, fueron sus últimas palabras al ver que sería inútil. Arrastrarse por el suelo hasta encontrar el camino era lo que debía hacer… antes, la crueldad del destino le haría ver cómo es que su guía devolvería su energía: Las descargas electicas fueron cada vez más intensas, una dio justo en el pecho de Lezalel, le atravesó y éste desapareció físicamente uniéndose a la luz azul radiante y convirtiéndose en una gruesa columna que iluminaba y cegaba…

—Entiendo —pronunció Lezalel—, tranquilo hoy estoy aquí.
—Pero allá no lo estás más…
—Noticias camarada. Tú nunca volverás allí. Vamos, de pie Yitzhak —le tendió una mano­—. Cómo vamos por allá Damabiah.
—Excelente mi capitán. Como los chicos malos que somos, los alumnos saben ahora que Meghan es una rebelde que se junta con nosotros y anda un poco high… tengo una duda Yitzhak, quién muere primero, Lezalel o yo.
—¿De verdad quieres saberlo? —Lezalel voltea el rostro y saca un cigarrillo de un empaque rojo—. Digo, cada quien, pero no crees que…
—No sé quién eres, es decir he escuchado tu nombre pero nunca te vi vivo —corta Yitzhak.
—Oh… —exhala Damabiah con sorpresa.
—No me lo tomes a mal ­—él mira como entrega sus esfuerzos para reanimar a Meghan—, dicho de otra manera, veo que estás muy ligado a Meghan supongo que yo no llegué a conocerte por la misma razón.
—No hay por qué aminorar el golpe; yo muero antes que Lezalel.
—Basta… —pronuncia por fin Megh con un nudo en la garganta y la cabeza amenazadora punza tan fuerte que no duda que explote en cualquier momento­—. Basta…

Las lágrimas ruedan por su rostro y comienza a asimilar todo lo que a su alrededor ha ocurrido mientras se va poniendo de pie. No sabe hasta cuándo volverá a ver a Izaskun, tiene una ligera percepción de que el mundo que conoce no existe más y con eso muchas de las personas qué ama… ¿cuántas?. Qué ha hecho para que las cosas estén tan mal en el mundo de Yitzhak.

­—Hey, hey, no Megh, tranquila —Damabiah la abraza y Megh responde del mismo modo, solo que aferrándose más de lo usual—. Recuerda que las cosas pasan por algo… diablos.
—¿Qué sucede? ­—Lezalel no entiende a primera instancia el cambio tan abrupto de energía de Dabamiah.
—Uno de los tipos que rondan por los pasillos, no sé cómo se les llama, viene hacia acá.
—No podemos dejarlos tan pronto…
—O nos largamos o nos volvemos pubertos… sin ofender —Damabiah mira a Yitzhak y Meghan alternadamente.
—Puedo cuidar de ella —se envalentona Yitzhak— para eso he venido aquí.
—De acuerdo niño, veamos de qué estás forjado y si estás preparado para el mundo de los adolescentes de tu infancia —Lezalel le avienta una mochila negra al pecho—. Esto fue lo último que dejó Izaskun para ustedes.
—Suerte… —grita Damabiah alargando la última letra con exageración mientras desaparecen y su voz se extingue.

Yitzhak abraza a Megh mientras salen de entre el par de edificios que desembocan en el amplio campo de entrenamiento y actividades deportivas. La coloca cerca de las gradas y comienza hurgar en la mochila mientras Megh no para de llorar. Con lo que se encuentra mientras mueve las manos son cosas irrelevantes, al menos por el momento.

—De acuerdo, lo único que hay aquí de utilidad es esta sudadera, puedes colocártela —aunque el proceso lo hace Yitzhak por ella—, hay una toalla pequeña y una botella de agua. Puede servir para limpiar tu rostro —pica con su dedo índice la mejilla de Megh.

Como un súbdito vuelve a realizar la faena de ser él quien haga las cosas por ella.

—Nunca te he visto —pronuncia muy bajito Meghan y detiene la mano de Yitzhak aun sobre su mejilla—. ¿Dónde estás?
—No te lo puedo decir, nunca fueron decisiones mías —Yitzhak baja la mirada—. Siempre supe que existías, que eras lo mejor que le había pasado en la vida a Mila, ella te adora pero yo vivía de sus palabras y jamás pude adorarte como lo que somos.
—¿Me dirás tu verdadero nombre?
—No puedo.
—No importa. Lo vamos a lograr…
—Vaya, vaya señorita Tanneberger ­—se acerca un señor de escaso cabello en la cabeza y una ligera barriga­— ¿Fomentando problemas?

Meghan se despega el cuerpo de Yitzhak y mira al señor Zweig.

—Usted ya no es la misma señorita Tanneberger desde que el señor Flax ha dejado de asistir a esta institución, no digo que usted señor… Schütz sea una mala semilla ­—Yitzhak se encoge un poco de hombros—. Deberían dejar de saltarse clases o tendrán un exclusivo pase bimestral al parque de diversiones de Orientación Vocacional. Sólo un mes y ya dando problemas señor Shütz, no es posible, no es posible —el señor Zweig levanta las manos al cielo implorando paciencia mientras espera una reacción de ambos.

Los chicos se desperezan y se levantan de las gradas con dirección a las aulas de clase, un par de metros después escuchan al señor Zweig recitar: seguramente esa niña ya salió embarazada. Meghan contrae todo el estómago con ganas de voltearse y reírse de él en su cara, estar embarazada sería una situación sin mayor gravedad a comparación a lo que en verdad sufre Meghan ahora mismo.

Ambos lograron sobrevivir pasado el mediodía y el término de las dos clases pendientes en el itinerario de cada uno. Cómo se habían acoplado las cosas, ninguno lo sabía, pero resultaba ser que Yitzhak tenía un mes dentro de la misma escuela que Meghan, compartían algunas clases juntos y la mayoría de los estudiantes tildaban al chico de un súper dotado arrogante con el que Meghan tenía sus qué ver mientras su novio oficial y ahora más famoso cada día dejaba de asistir a clases por semanas enteras. La prueba final y la que ya no soportaba Meghan era fingir poner atención a la clase final de gimnasia por la tarde.

La salvación.

Camino a los vestidores un grupo detrás de ellos se colocó rápidamente y una voz desesperada dijo un par de cosas mientras ejercía cierta fuerza en su brazo.

—¿Dónde rayos te has metido?
—¡Suéltala! ­—intervino veloz Yitzhak sin ser fructuoso.
—¿Qué ha sucedido? Has estado fuera de nuestro radar ¿Dónde se ha metido Izaskun?

Meghan bajo la mirada sin hacer el mínimo esfuerzo de detener la situación y el dolor que le provocaba el apretón a su brazo.

—¡Contesta!
—¡Suéltala imbécil! —volvió a gritar Yitzhak. Él lo ignora y trata de arremeter pero alguien por detrás lo retiene.
—Liam suéltalo por favor —murmura Meghan aún con el rostro fijo en el suelo.
—¿Quién es Megh? —dice este antes de cerciorarse a soltarlo y ella se libra del amarre de Stiffens.
—Es mi hermano.


FIN DE LA PARTE UNO.



ANGEL ON MY SHOULDER
IZASKUN: Ubi mors ibi spes
















Las campanadas comenzaron a sonar en la Torre de Balbal, Izaskun y Scarlett llevaban horas viendo flotar el cuerpo sin sentido de Meghan abrazados sin saber qué más hacer, comenzaba a caer la oscuridad en el ambiente; la paz temprana de Balbal, decían los habitantes del reino más antiguo del Universo.

Al finalizar la última campanada una racha de viento revolvió los cabellos largos y negros de Scarlett impidiendo toda visión, la impulsó contra Izaskun y a su vez los llevó a quedar contra una roca de prominente saliente que lastimaba a Izaskun en su punto más débil. Por más que intentaba impulsar su cuerpo contra corriente mayor era la fuerza del viento.

Con forme éste tomaba fuerza se escuchaba un grito poderoso acercarse.

Más. Más. Más.

Todo se detuvo.

Otro cuerpo impactó contra Scarlett lo que provocó a Izaskun una exclamación brutal de dolor. La piedra le estaba perforando la parte naciente de las alas. El cuerpo recién llegado cayó al suelo sin fuerzas, al mismo tiempo el de Meghan.

Otra vez.

El viento había parado súbitamente. Megan comenzaba a tomar conciencia. Scarlett miraba sin dar crédito a lo que sucedía, su primer instinto era ayudar a Izaskun, el instinto de este era ayudar a Meghan y al tratar de hacerlo a su paso se encontró con el cuerpo del recién llegado y fue a dar de bruces contra el suelo.

¡Meus Tronis! —gritó Scarlett, esto sobrepasaba el número de situaciones que sus manos podían controlar.

Meghan se giraba sobre su costado, todo giraba dentro de su cabeza, lo que hizo girar su estómago y vaciarlo. Scarlett miraba a un lado y a otro ayudando primeramente a Meghan a no tener un percance mayor, la estabilizó junto a una roca. Maltrecho Izaskun se levantaba con ayuda de Scarlett. Le faltaba la fuerza para hacerlo por el mismo y solo había conseguido agazaparse un poco sobre el cuerpo sobre el que cayó.

—¿Estás bien? —con la voz cargada de pánico Scarlett podía oler y ver la sangre brotar de la espalda de Izaskun que empapaba no solo la playera sino también el pantalón—. Esto no tiene buena pinta Meus Tronis.
—No me interesa —trato de usar todas sus fuerzas restantes para no dejar caer por completo su peso en Scarlett, por más que lo intentaba no contenía los gestos de dolor. La herida era grave y no sanaría con facilidad—. Quién es ese que está ahí tirado —gemidos de dolor…
—Dice llamarse Yitzhak… —fue lo único que logró decir Meghan antes de volver a encontrarse con el mundo revuelto en su interior. Izaskun le indicó con un ligero movimiento de cabeza que la ayudara; él se dejó caer lentamente de rodillas manteniendo el equilibrio sosteniéndose de las altas piedras y acercándose al que había provocado tanto revuelto.
—¡Ey, tú! Despierta —con una mano temblorosa le tomó el rostro por la barbilla—. No es verdad, dime que es un mal chiste —tanto Meghan con los ojos empapados de lágrimas como Scarlett miraban con atención a Izaskun examinar al chico—. ¿Cómo es que él llegó aquí? ¡Despierta! —lo sacudió con más energía aunque no la suficiente que Izaskun hubiese querido pero bastó. Los parpados del chico comenzaron a bailar con rapidez—. Te encuentras ya mejor Megh…

Ella lo miró con miedo. Lo vio como un ser ajeno al jovial Izaskun de 19 años. Era imponente, fuerte, más rubio de lo que el bronceado siempre destellaba en su piel, sus ojos comenzaron a cambiar de color, el cambio era exiguo pero perceptible, Izaskun daba chispasos de ser y no serlo a la vez. Había mechones en su cabello rubio rojizo que no eran compatibles con el castaño que la memoria de Meghan tenía grabada. Las facciones de su rostro eran igual de afiladas pero con esa severidad impregnada.

—Yo… —el pánico rodeaba a Meghan de cabeza a pies.
—Lo comprendo si no lo estás.
—Yo…
¡Meus Tronis! —exclamó Scarlett con alboroto.
—Georg… —susurró Meghan.
—¿Qué? —con una exhalación de gran esfuerzo Izaskun no lograba comprenderlas.
Meus Tronis —ahora fue el chico tumbado aún en el piso que miraba con estupor a Izaskun. El chico se levantó de inmediato y a trompicones—. Mi respeto honorable Meus Tronis.

Yitzhak procedió a una inclinación de cabeza.

—Déjate de payasadas y dime qué estás haciendo aquí… Meghan cómo llegó él aquí —al mirar el rostro de Meghan, Izaskun se quedó de una pieza—. ¿Qué te sucede? Estás mortalmente pálida.
—Meus Tronis —se aclaró un poco la garganta Scarlett y con tono ligeramente sumiso le comunicó—: has dejado el glamour del Izaskun humano, el cuerpo está detrás de ti.
—Oh…

Izaskun miró inerte el cuerpo del chico con el que había estado con él durante casi dos décadas flotando con los parpados cerrados como si estuviese en gravedad cero. Miró sus manos y el resto de su cuerpo desnudo, tanto como el dolor de las alas le permitió, vio su verdadero cuerpo, era tan diferente, no lo había llegado a olvidar pero lo sentía un poco ajeno en esos momentos. Culpa del dolor, otro tanto de haber dejado de verlo durante años. Éste, era de una claridad mayor comprada con el cuerpo humano y pureza se reflejaba al mismo tiempo; el cuerpo del celestial ahora carecía de muchas de las de un humano como el bello por destacar una entre tantas, así mismo notó su grandeza, de reojo notaba lo diminuta que era Scarlett con su ahora escaso metro ochenta para sus más de dos metros. Esta le sonrío y recordó en un segundo la primera vez que lo vio, el azul de sus ojos vívidos revoloteó como la volcadura de una ola de mar.

—No creo que puedas salir durante algún tiempo del Balbal, Meus Tronis.
—¿De verdad estoy en el Balbal? —el chico los ignoró, miraba a todo lo largo y ancho no creyendo aquello. Lucía en mejores condiciones que cualquiera de los otros tres y por supuesto había conservado su ropa más no sus armas y sus alas estaban plegadas a al espalda.
—¿Qué infierno, estás haciendo aquí? —la voz de Izaskun fue tan fuerte que aunque seguía estando en cuclillas denotaba ferocidad. Meghan se agazapó contra sí sin importarle si iba a dar contra lo que había digerido su estómago. El brillo que desprendía el cuerpo desnudo de Izaskun la ponía intranquila.
—Permítame explicarme Meus Tronis —con una ligera reverencia y un tono respetuoso pidió el chico, Izaskun asintió sobrellevando el dolor—. Si bien usted me reconoce, mi placer en encontrarlo vivo ha sido mayúsculo, mi hermana y yo —­miró un poco a Meghan esperando su reacción pero prosiguió pensando en apañárselas después con ella—, hemos hecho hasta lo imposible por encontrar el punto donde nuestro mundo colapsó. Nuestra existencia es imposible donde nos encontramos, todo se ha salido de control. Los accesos al Balbal que Meus Scarlett nos relata como comunes han sido sellados, no se sale ni se entra a otras dimensiones, todos y cuando digo todos, son todos los seres convivimos juntos en una misma dimensión lo pinto como lo peor que le puede suceder a la pequeña comprensión del humano y su cerebro con más de la mitad del uso bloqueado; las fuerzas de unos poderosos nos controlan en el Nuevo Orden. Ella —miró a Scarlett con la misma reverencia que a Izaskun— es lo… único del pasado que está aún con…
—No hables del tiempo que no existen. No tengo intención de indagarlo, mucho menos fuerzas para tomar el té aquí y darte un tour por el Reino —dijo con ímpetu Izaskun­—. Harás una sola cosa.
—Lo que usted me ordene Meus Tronis, lo que sea necesario, por usted, por ella, por todos los que son como nosotros —recitó valiente.
—Primero que nada déjate de reverencias y tratos de realeza niño. Segundo: llevarás de vuelta a Meghan mientras yo encuentro la manera más rápida de curar lo que me has provocado —la voz de Izaskun había cambiado, Meghan seguía en completo shock y aunque pronunciaban su nombre ella era incapaz de hacer algo coherente más que mirarlos­—. Serás el encargado de cuidarla… —Izaskun perdía sangre, fuerza y la respiración era trémula, sus alas colgaban sin fuerza y goteaban líquido—, me entregarás tus alas para limpiarme el trasero si así no lo cumples y serás el único encargado de revelarle las cosas, pagarás con tu dolor por el resto de tu existencia si fracasas en tu misión, lo has de saber mejor que yo. Tendrás estrictamente prohibido acercarte a Hariel, Mitzrael, Mila y por supuesto a… —Izaskun movió la quijada como si con ese gesto lo empujara.
—Lo comprendo Meus Tronis… comprendo Izaskun no tiene… no tienes que decir más. Hemos estado estudiando todo y estoy preparado para actuar en el pasado… es decir, con ustedes en este tiempo y pagaré con mi sangre si mi trabajo no es preciso.

Izaskun comenzó a levantarse, con decoro tanto Scarlett como Yitzhak le ayudaron a acercarse a Meghan. El pánico la envolvió con sus delicados mantos de pies a cabeza y la sujetó con fuerza de hierro por los brazos. En su vida había visto a un angélico en todo el esplendor y tampoco imaginó que estos fueran escasos de ropa y fueran una parte importante de ella, lo cual el pudor se mezclaba con el terror dejando a un lado el pánico.

—Escucha Megh… Yitzhak estará ahora contigo como el lugar que yo debo ocupar, todo saldrá bien —Izaskun alargó el brazo para tocarle la mejilla, está se cobijó con el miedo lo rechazó, Izaskun quedó petrificado—. Entiendo. Mi verdadera apariencia te abruma pero sigo siendo yo Megh —sonrió todo lo que pudo, aunque parecía más una mueca de gran dolor—. Soy el mismo Izaskun que tú has conocido todos estos años, desnudo, pero el mismo.
—Eres tan como Georg —Meghan lo miró a los ojos y el ellos encontró un roce de seguridad, extendió su brazo mientras se levantaba para tocar el rostro de Izaskun que ahora estaba más lejos de su alcance. Él sonrió.
—Es por eso que no puedo estar cerca de él con este aspecto Megh —ella miraba con atención las facciones afiladas de Izaskun que en su mente se mezclaban con las de Georg—. Todo estará bien para cuando pueda regresar, sólo será un poco de tiempo. Niño, demuestra la casta de la que provienes.

Yitzhak asintió, no le tomó mucho tiempo comprender a Meghan que esa era una despedida y a su vez que Yitzhak era el encargado de encontrar el Bucle al que Scarlett los condujo, aquello era como una eternidad para ella. Yitzhak la tomó con calma e intentó reprimir sus impulsos por realizar una despedida llena de reverencias como a lo largo de su vida le habían enseñado el respeto con que se trataba a un Trono de las altas Esferas; cayó en cuenta que el mismo lugar por donde había entrado al Balbál era el Bucle que lo llevaría hasta la dimensión terrenal, jaló un poco más a Meghan para tomarla de la mano e intentó darle su mejor sonrisa de despedida a Izaskun pero las lágrima comenzaron a brotar de inmediato.

Sintió ese destello de luz y las sensaciones ensimismándose, ya no estaba en el Balbal.





—Te sostengo Meus Tronis. Te sostengo —Scarlett pujó para sostenerlo; Izaskun gritó de dolor—. Haz hecho lo correcto —apretando la mandíbula, comenzó a colocar a Izaskun boca abajo—. Cuidaré de ti con tanto esmero como una vez tú lo hiciste conmigo —Scarlett le acarició con fervor la mejilla de su Izaskun—, la diferencia ahora es que sé quién eres, hablamos el mismo idioma —sonrió de lado— y sobre todo que te amo —se inclinó para besarle la mejilla, Izaskun tomó aire y un poco de fuerza que aún quedaba en el fondo de su ser, le giró el rostro y le besó en los labios.
—Disculpe bello ser pero no le entiendo ­—Scarlett soltó un bufido mezclado con risa—Pero puedo decirle desde lo más profundo de mi corazón que yo también le amo Meus Scarlett —ella sintió que todo en su interior se revolvía de felicidad—. No entiende mi idioma lo sé bello ser…
—Todo saldrá bien —decretó Scarlett colocando su índice sobre los labios—. Descansa Meus Izaskun.
—Eso espero. Confío en que su hermano sepa cómo hacer las cosas.
—Haziel lo hará bien…

Dicho esto de la boca de Scarlett, Izaskun cerró los ojos.




ANGEL ON MY SHOULDER
YITZHAK: Veni, vidi, vici 
















Después de aquellas explicaciones que parecían revelarle más secretos a su baúl personal de indefinidas cosas en las que se debía preocupar Meghan sintió que era una de las tantas cosas a las que debía acostumbrarse y sobretodo tomar cartas en el asunto como parte activa de algo a lo que ella no había pedido llegar… así como de la nada llegó también la oscuridad.

Meghan yacía tendida sobre el suelo de piedra milenaria de Balbál en una de las montañas que rodeaba la Gran Torre del mismo nombre. El estrépito de su cuerpo al caer fue lo bastante crudo para los oídos de Scarlett como para los de Izaskun que no logró llegar a tiempo para frenar el impacto, fuese de donde fuese la dimensión ocupada, la física básica en muchas de ellas lograba conservar algo de sentido común pero en Balbál, una vez que se originó la caída su cuerpo comenzó a levantarse lentamente de la piedra en la misma posición en que Meghan había caído. Un par de segundos después ambos alados no podían comprender qué era lo que había llevado a Meghan a estar sin conciencia.

—¿Qué hacemos? —reaccionó Scarlett— ¿La sacamos de aquí?
—Hey, Megh despierta —Izaskun tentó la mejilla de la chica que, acusa de las malas pasadas y ayunos innecesarios ésta se encontraba muy hundida dejando al hueso como una gran protuberancia—. No sé si sacarla de aquí sea lo correcto, incluso moverla si su cuerpo astral no está aquí…
—¿Qué te hace asegurar que es un viaje astral Meus Tronis Izaskun? ¿No sólo puede ser un desmayo de humanos?
—Ella no es humana, es una Abraxas —la miró rudamente—, y su cuerpo está flotando, eso debería decirte algo… —Izaskun buscó en su mirada entendiendo que alguien más había llamado a su ser astral.
—¡Oh por el Gran Reino! Cómo dejaste que esto pasara… que no está ella bajó tu cuidado.
—Sobrepasa mi poder Scarlett —la miró con reproche—, me sobrepasa en infinidad de cosas y ninguno de nosotros sabe exactamente cómo salvarla. Lo único que sabemos es que si no la mantenemos con vida el eslabón de su cadena…
—El Caos. El Caos. El Caos —dijo Scarlett con su tono de voz aún muy marcado por aquel idioma extraño que nadie más que ella hablaba—. Magnus Bane el Brujo y el Vidente del SchwarzLinie me lo han dicho antes Meus Tronis Izaskun.
—Ya, y la mafia que la busca no nos ayuda… perdemos el control, no hay leyes, La Guardia parece mover muchos hilos desconocidos.
—¿Su madre Pectus Nicasi? —Izaskun negó con la cabeza— ¿Su padre…? — Izaskun respiró profundo.
—Él nos mantiene a base de reglas y retos, supongo que después de todo La Guardia no es un juego de niños pero ambos no pueden estar demasiado cerca de Meghan o sería un foco rojo encendido todo el tiempo, han alejado a los demás.
—¿Quiénes, Meus Tronis Izaskun? ¿Hay más? ¿No dices que ella es la última?
—Las razas están cambiando, ni yo sé toda la información completa Scarlett —las palabras del nombre de Scarlett se deslizaron sobre la lengua de Izaskun tan suaves que ambos se desconcentraron y sus ojos se fijaron los unos en los otros, los ojos de Izaskun revelaron su verdadero tinte: un verde magnético que parecían anhelar el azul vivaz de Scarlett. Izaskun carraspeó un poco—. Mitzrael se encarga de una parte…
—¿Mitzrael Dominio? ¿El Señor del Equillibrium et unionem? —Izaskun afirmó con la cabeza mientras examinaba las pupilas dilatadas de Meghan.
—El Grigori Sebastianus se encarga de otro tanto —Scarlett ahogó un grito—, vamos, no finjas. Seguramente tú debes tener algún cargo importante en este asunto o no nos estuvieran reuniendo de esa manera —el fuego azul de los ojos de Scarlett se revolvió. Indignado.
Meus Tronis Izaskun, yo no soy alguien importante en esta lucha, sólo soy alguien que no sabe sobre su origen.
—Saca cuentas Scarlett —Izaskun se puso de pie quedando frente a la mujer de delgado cuerpo y tan alta casi como él—: un Abraxas, un Serafín y un Avatar juntos, un Dominio, un Trono, variedad más que completan los Coros con el poderío de los Divergentes, un Brujo, un Vidente, un Grigori, Cofres humanos, Guardianes Pasivos, Caídos, nuestra reciente adquisición de un Plasma, dos doppelgänger y una "alada mestiza" de origen sin precedentes… vamos Scarlett esto no es una broma pesada, no es una lucha de honor o reputación; esto va más allá.
—Lo comprendo, Domine Hariel no sería capaz de jugar con nosotros. ¿Sobreviviéremos Meus Tronis Izaskun?
—Por nuestro bien —Izaskun dio un paso más que lo acercó al cuerpo de Scarlett—… espero que así sea Dilectus meus.

Izaskun la tomó por la espalda baja uniendo su cuerpo al suyo mientras que Scarlett pedía refugio en los labios de él, quien no se lo negó, no ahí en el Balbál.




Trato de aclarar mi vista pero hay demasiada luz frente a mí que me ciega en el instante. No me muevo de mi lugar, no sé si habrá piso debajo de mis pies si intento dar un paso al frente. No. Estoy sentada, poco a poco comienzo a sentir la frialdad de la piedra en la que estoy recargada, es decir mis sentidos comienzan a activarse. Los ojos me lloran y los oídos me zumban, parece que hay algo produciendo una horrible sensación de malestar continúa sobre mi cabeza. Hay algo cerca, alguien… dos… vienen con sus alas extendidas, logro discernir como se han elevado más del nivel del suelo y sus pies se han colocado con tanta coordinación, ambos dan un paso con la pierna derecha, izquierda, derecha, izquierda…

La cabeza me pesa. Ya vienen.

Sus brazos se mueven alternados con sus piernas y la misma irritante coordinación. De pronto echan a correr hacía mí. Coordinados.

—¿Lo logramos? —dijo una voz masculina.
—¡Qué horror! ¿Y tenía justo que funcionar hasta la punta de esta montaña? —una voz a niñada y enfadada.
—¡Funcionó! —celebró la silueta masculina, brincando como un niño pequeño mientras se acercaban cada vez más— ¡Está aquí! ¡Funcionó!

Trae a la espalda dos espadas, sus alas se han movido y la luz las ha revelado con un brillo inusual.

—Bien. Eso es genial. Contente un momento quieres —dijo la voz femenina con un dejo de preocupación—. Creo que no está del todo bien. Ehm… —ella ya está demasiado cerca. Ambos lo están. Me sofocan— Ahmm… hola Meghan…
—Te trajimos en son de paz —muy cerca de mi rostro.

Aléjense, aléjense… quise decir pero nada sucedió. Tan cerca que sólo podía ver la mitad de cada rostro y aquello era relativo, pues seguía siendo borroso.

—¿Te trajimos en son de paz? Qué te sucede no somos marcianos —la chica prosiguió a darle un buen trancazo en la nuca. El tipo ni se inmutó. No dejó de sonreír—. Discúlpalo Megh…

"Discúlpalo Megh" ese timbre de voz juvenil… lo había escuchado antes, en un tono alegre e infantil. "Discúlpalo Megh". Volví a sentir la piedra sobre la que estaba recostada, tumbada como un borracho en posición de ele y sus cuerpos bloqueando la luz de más atrás. "Discúlpalo Megh". Clic, sonó en mi memoria.

—Tú no eres Melton, no puedes serlo. No eres Mosses, no puedes… —balbuceé, no podía ser ninguno de mis hermanos, mis…— pero tú eres Mila… tú eres Mila.
—¡Te reconoció! —gritó el chico.
—¿Quieres callarte? Está aturdida y tus gritos no son de ayuda —movió su rosto para mirar al chico pero yo sólo pude verle nuevamente la otra mitad, seguía incompleta la imagen—. Bien Megh, soy Mila, estás en lo correcto —sonreí, yo siempre reconocería a Mila—, es decir… —hizo una pausa— una versión del futuro de ella.
—¿Futuro…? —ladeé la cabeza un poco para aclarar mis pensamientos, pero no lo lograba. No comprendía las cosas del todo y la luz molestaba a pesar de que se colaba entre las mitades de rostros de ambos.
—Una versión de la vida que lleva actualmente —contestó el chico.
—Actualmente…
—Es decir Megh que las dimensiones cambiaron cuando… —dijo ella que pareció sufrir.
—Cuando dejaste en manos de Mitzrael a Mila —la intervención del chico parecía neutral, no molesto, no disgustado.

Todo me dio vueltas y sentí arcadas.

—Tranquila —su mano tocó mi mejilla y el alivio vino a mí de inmediato. Quise enfocarme su rostro pero solo veía el perfil de Mila, era como verla pero desde otro ángulo con un lente borroso.
—¿Hice algo mal? —me dolió pensar en todas aquellas posibilidades en las que hubiese metido la pata.

El futuro me daba vueltas revolviendo mi estómago. La tierra cimbró. Qué diablos pasaba en este lugar. El futuro era agobiante.

—Qué sucede aquí —la fuerza que tenía en mi cuerpo era nula.
—Esos idiotas mal paridos.
—Cállate —dijo Mila.
—Aquí nadie me puede escuchar, y si quiero hablar como a mí se da la gana, lo haré —miró a Mila y luego a mí—; lo que sucede aquí es que Las Guardias han mandado a derrumbar todo…
—Una larga historia —Mila intentó restarle importancia.
—¿Por qué?
—Los lugares altos provocan sombras, las sombras escondites. Esas explosiones son seguramente de algunos lugares que aún siguen en pie. Lo mejor de este futuro es que no utilizan los métodos comunes de los humanos, les ha importado un carajo la imagen que los humanos conservaban de los ángeles y se han dispuesto a rehacer las cosas a su manera.
—Oh dios… —balbuceé.
—Arrrrg. —gruñó con odio el chico—. Eso no existe.
—Es tu creador —dije como la trillada frase que cualquier humano diría. Yo sólo quería que se quitaran de mi vista. Que me sacarán del futuro.
—Quién sea que haya sido nuestro creador seguramente fue algún tarado que le gustaba la zoofilia y  esa es la razón por la que salimos defectuosos. Con estas cosas —señaló a sus alas.
—Detente —gritó Mila—. No estamos aquí para explicar el origen de las especies. Megh puedes decirme en qué lugar estabas antes de llegar aquí.

La cabeza se me fue completamente de lado, era tan pesada.

—Balbal…

Ambos ahogaron un grito en la garganta. Su coordinación.

—¿Existe… aún? ­—la trémula voz del chico me hizo entran en pánico.
—No, Megh, tranquila. Tranquila. No sabemos qué consecuencias pueden suscitarse si retamos más de lo que ya lo hemos hecho con la física y el tiempo y todas esas cosas que implica tenerte aquí.

Inhalé. Exhalé. Como un millar de veces antes de poder decir algo.

—Sáquenme de aquí…
—Lo haremos… es decir. Él lo hará… partirá contigo.
—No sé quién eres…

—Puedes llamarme Yitzhak.




ANGEL ON MY SHOULDER