Capítulo X [Parte 2] Algún día nos libraremos de estas cadenas y seguiremos volando.




[*LA, California, EUA*]

  • Esas son ganas de joder – decía con tremendo languidez en el rostro, Tom sentado en una mesa del restaurante.
  • Ni que lo digas, ¡dame!, ¡dame! – ahora con prisa rogaba Georg por la caja de aspirinas que rondaba por la mesa.
  • ¿De quién fue la grandiosa idea de levantarnos a escasas dos horas de habernos acostado? – tomando con la yema de los dedos sus sienes y con los lentes oscuros muy bien puestos recriminaba Bill.
  • La cosa será que iremos a entrevistas, un photoshoot y a un programa de radio – Gustav mucho más tranquilo que el resto de los tres chicos les recitaba lo que el apurado Jost no podía debido a estar pegado al celular concretando pendientes.
  • Eso… nos llevará todo el día – reprochó Bill.
  • Mañana a medio día otra entrevista de radio pero nos moveremos a no sé qué estado, salimos hoy por la noche.
  • Necesito mi cama – entonaba con tristeza de nuevo Bill escondiéndose entre sus brazos. Georg miraba su reloj y hacía cálculos mentales, se levantaba de la mesa sacando su celular – ¡oh! Ahí vamos de nuevo, de verdad quiere quedar bien con la reportera ¿no? – le daba un codazo a Tom, que hizo falsear su brazo sobre la mesa.
  • Seguro ya lo invitaron y con lo torpe que es, se le olvida a cada segundo donde será.
  • Eso significa que nos encontraremos en la misma fiesta – decía Bill ya más animado.
  • ¿Qué estás planeando? – lo miraba Tom algo abrumado.
  • Sólo no hay que decirle que nosotros estaremos ahí también – chasqueaba su lengua y Tom comprendía la treta.


[*Aeropuerto de Oslo-Gardermoen, Noruega*]


Pasajeros del vuelo 1409-A de la aerolínea Lufthansa Regional con destino a Berlín, Alemania abordar por la puerta 6…

  • ¿La Abela ónde está?
  • La Abuela Olga se quedará en casa, nosotras iremos a Alemania.
  • ¿Qué es Alenania? – la delgada voz de una pequeña niña preguntaba desconcertada por lo que pasaba a su alrededor tan precipitadamente siendo cargada en los brazos de ella.
  • Un lugar muy bello, que seguramente te gustará mi amor…

Ella sonrió al ver como los grandes ojos de la pequeña niña miraban todo a su alrededor; con anterioridad habían hecho vuelos similares pero ella era aún una bebé para poder recordarlo con claridad. Impresionada de todo: el avión, la gente, las nubes, los sonidos y todo lo que pasó durante el vuelo la mantuvieron alerta. El viaje tuvo una duración de aproximadamente unas tres horas, había tomado una ruta diferente a la que conocía pero no implicaba ningún obstáculo. Al llegar su seguridad estaba alerta del arribo de las dos, un carrito guiado por personal de seguridad privada tomaba las maletas que ella les iba indicando y les pertenecían que iban pasando por el carrusel. Minutos más tarde caminaban a un hangar privado y abordaban un jet listo con destino al Aeropuerto de Negocios de Magdeburg.


Al bajar de aquel último avión, en completa discreción y sin que nadie las esperara, abordaron una camioneta resguardadas con la misma imponente seguridad detrás de ellas. Un recorrido en el cual aquella niña de ojos grandes se ponía de pie en los asientos de la camioneta y la hacía reír por lo asombrada que se encontraba de hallarse en un lugar completamente nuevo, diferente y algo más cálido que el frió Oslo. Un camino lleno de árboles como los que veía en sus cuentos de hadas, miraba y señalaba; la camioneta detenía su marcha, ella la tomaba entre sus brazos para bajar al pie de las escaleras de una casa, la cual era completamente desconocida para aquella pequeña niña que portaba un bello atuendo de vestido, capa, mayones y pequeños zapatos a juego. Pedía ahora con pequeños empujones bajar de sus brazos, lo cual fue otorgado.


Con prisa y algo de paso torpe por su corta edad subía los escalones de mármol, triunfante corría a la puerta principal que lentamente se abría. Ella se quedaba tremendamente sorprendida porque no se cohibía, ni asustaba por el contrario se detenía muy cortés, estiraba su pequeño brazo lo más que pudo para captar la atención de quién se encontraba al pie de la puerta para saludar y entonar con su fina voz:


  • Hei, god morgen, mitt navn er Tabatha…



  • Lo tenéis que hacer así…

La frase de Gabrielle fue interrumpida por singular ruido que se escuchó de pasos y voces muy alegres llegando al departamento, la primera en entrar fue Ela, enseguida Deieu, Kart y por último alguien nuevo para ambas chicas: Fabiho. Rápidamente los presentaron y él quedaba impactado por ambas bellezas, Amélie no podía ocultar el tremendo parentesco con su hermana mayor más sin en cambio la joven Gabrielle era totalmente diferente a las mellizas, comenzando porque su cabellera era de un rubio muy contrastante con respecto a las castañas cabelleras de las mellizas, segundo porque el atributo de “pequeña” se lo ganaba sólo por ser la menor de las tres cuando era todo lo contrario y superaba en estatura a sus hermanas por alrededor de 20cm.

Una vez que Fabiho salió del encanto y placer de conocer a su respectiva cuñada y amiga salían presurosos rumbo a un restaurante. Esta vez evitaron traer tan tumultuosa caravana de autos y salían en el auto de Kart y Fabiho (desde luego ellos como conductores).


  • Dee – dijo Gabrielle a Deieu – sois mi imaginación o ese auto negro viene siguiéndonos desde que salimos del piso.
  • ¿Qué? ¡hay Gaby ya comenzaos a ponerte paranoica! – se burlaba mientras se giraba en el asiento y mirar sobre la cabeza de Gabrielle.
  • ¡Bueno! he de deciros que no sé con qué clase de gente os has juntado que, hasta viaje en jet privado he tenido.
  • ¡Que no te enteras! guapa que hacéis lo mejor para que la pases bien y caprichos reclamad – Deieu miraba aún hacia atrás viendo el misterioso auto.
  • Es un auto de seguridad privada – confirmaba Fabiho mirando por el retrovisor de su lado izquierdo.
  • ¿Te han mandado seguridad Gabrielle? – con incredulidad exclamaba Deieu.
  • ¡No!
  • ¿Debería?, ¿Qué ella también tiene sorpresas?
  • ¿Qué? – dijeron ambas.
  • Digo… que a qué se dedica o por qué debería traer seguridad.
  • Porque sois…
  • Bailarina de ballet, modelo… – interrumpió Gabrielle a Deieu – a ratos actriz y mis padres me sobre protegen y sois muy exagerados.
  • ¡Oh muy bien! Ahora entiendo porque ella no tiene el acento tan marcado como ustedes.
  • ¡Calla tío! – Deieu le daba un pequeño golpe a Fabiho en el brazo y al mismo tiempo sacaba su celular.


En el auto frente al de Fabiho venía Kart indicando el camino…


  • ¿Y eres igual de enfadosa que tu hermana? – decía con burlas Kart.
  • ¡Hey! – reprendía Ela. Amélie reía, pues era algo que no le recordaba a Mariella.
  • ¿Por qué lo dices Kart? ¿Tan mal se llevan ustedes dos? – intrigada Amélie lo miraba de lado.
  • Se llevan como perros y gatos – interrumpía Ela antes de que cualquier cosa saliera de la boca de Kart.
  • “Es mi cuñis favorita” – burlonamente respondía él.
  • ¡Quiero saber esa historia! Lo juro…
  • Y es una muy divertida – Kart miraba de pronto a Ela que desesperada buscaba en si bolso, su celular sonaba. Cuando lo encontró activó la llamada en altavoz.
  • Guapa mirad que Gabrielle decís que hay un auto siguiéndonos…
  • Uno del tipo de seguridad privada – completaba Fabiho.
  • ¡Oh, oh! – exclamaba Amélie y Kart la miraba extraño por el retrovisor, Ela giraba y la miraba.
  • ¿oh, oh? – repetía Deieu – eso no sois una buena respuesta maja…
  • No se preocupen chicos, que ya sé de QUIÉN ES – enfatizaba claro mientras Amélie entre risas se encogía en el asiento.
  • ¡Ay seguro Mariella y tú también tienen uno todo el tiempo detrás de ustedes! – reclamó Amélie. Kart no dejaba de darle constantes vistazos por el retrovisor por supuesto de confusión.
  • Sólo no presten atención, ya estamos próximos al restaurante ahí les explicaremos, bye, bye – Ela cortaba la llamada.

Pronto entraron los seis chicos al restaurante y desde luego de singular categoría. Se podía observar como todos disfrutaban de su comida, algunos más de la plática, las sorpresas que se llevarían las otras dos chicas. Era hora de que comenzará de diversión para todos.

Por el contrario, en otro pequeño restaurante dentro del mismo centro de Magdeburg, no se notaba tanta alegría.

  • ¿Quién te ha puesto tan pensativa estos días?
  • ¿Qué? – repetía Mariella – ¡Ah! Paulo son ideas tuyas – reía dándole vueltas a su tenedor por la comida.
  • Sí no te conociera, no te lo preguntara Malle – él miraba como bajaba la cabeza y reía por ser descubierta – vamos, por qué te lo guardas en esta ocasión, qué hombre misterioso te tiene así…
  • ¡Paulo! Qué tal que no es un hombre…
  • ¡Ahá! Ahora resulta que te gustan las mujeres ¡eh!
  • ¡Ay vamos! No seas ridículo – rió fuertemente – sí… – dijo en un tono rogante y vacilador – es uno de los de tu clase, un hombre – Paulo reía por el drama que tanto hacia Mariella frente a viarios comensales.
  • Ahm… cariño estamos en público, las clases de actuación sólo se dan dentro de la empresa – Mariella calló y recuperó la compostura – Pero por qué tanto drama… – su frase se vio interrumpida con la señal de Mariella le hacía mostrándole su celular que sonaba…





Contesta, por favor, contesta. Rogaba dentro de mí para que no me dejara colgado.

  • ¿Hola?
  • Hola, qué tal hermosa.
  • ¡Oh! Georg, muy bien muchas gracias.
  • ¿Qué hacías?
  • Aquí es la hora de comida y vine con un compañero a comer cerca del trabajo.
  • ¡Y debo ponerme celoso!
  • ¿Perdón? – escuché como su melódica risa algo nerviosa surgió.
  • ¡Qué si está sabroso!, la comida, desde luego…
  • Sí, seguro lo está… la comida por su puesto – pude contener la risa por su respuesta…
  • ¡GEORGE! It’s time to say goodbye, we’ve the photoshoot right now…
  • ¡Ah! Sí, seguro – dije sin prestar atención que Dunja me hablaba en inglés y yo aún le contestaba en alemán y caminé tras ella.
  • ¿Eres modelo? – dijo de pronto.
  • ¡Modelo! No, para nada de hecho, de mi trabajo es lo que menos me gusta. Me siento tonto al hacer photoshoots.
  • Ahhhh, ok, olvídalo, sé que no me dirás.
  • Bien – dije algo agitado, íbamos caminado a paso rápido hacia las camionetas – te propongo un nuevo trato.
  • Soy toda oídos – al parecer eso le levantó una sonrisa.
  • Tú ganas, en cuanto regrese a Magdeburg te diré, ¿de acuerdo?
  • ¡Así tan rápido! Me dejarás ganar la batalla tan fácil.
  • Me interesas y eso importa – dije sin pensar mucho sobre mis palabras, de su parte no escuchaba absolutamente nada – ahmm… ¿Mariella?
  • Sí, sí aquí sigo – dijo muy rápido.
  • Bien, tenemos un acuerdo, no lo olvides. Me tengo que ir, te veré pronto – dije sin esperar su respuesta y colgué tenía ya detrás al resto.
  • ¿Por qué estás rojo? – la voz de Gustav me sacó de los pensamientos que iban a comenzar a gestarse en mi cabeza.
  • Porque… tengo calor – dije no encontrando mejor escusa.
  • ¡Idiota! Son las 6 de la mañana, dime qué calor hace aquí – dijo Tom entre risas – está templado, pero no es para que tus bellas mejillas se pongan coloradas George.
  • ¡Hey! Ya no le coquetees, qué va a pensar su novia la reportera cuando te escuché expresarte así de él – dijo a mi no defensa Bill.
  • Entonces es cierto lo de la reportera – dijo Dirk, uno de los apodados “hombrezotes de seguridad” por Natalie, lo miré de reojo pues venía a mi lado derecho y él con disculpa respondió – ¡Lo siento! En una plática ayer Jost lo comentó – los Kaulitz comenzaron a reír de inmediato.
  • Eres la comidilla de todo el Staff – alcanzó a decir en una pausa de su risa Bill.

2 Alas:

OreoEffeckt dijo...

x3

¿me creeras que no me puedo concentrar pensando quien es quien? xD

Primero que si, ya se quienes son las castella pero ahora creo que quien es Ela en Gabrielle y ya no se...
¿por que es rubia y castañas asdfgh?

xD

b@llen@ belug@ dijo...

poniendome al corriente.. mmmm solo q tanto jet no lo se jajajjajaa