Apéndice II [ ¿Ella no es un ángel? ]




A lo lejos miro como una pequeña luz se acerca a mi dejándome de pronto en medio de alguna ceguera debido a que es tremendamente fuerte su resplandor, en un abrir y cerrar de ojos la luz desaparece y la busco por todos lados sin encontrar alguna respuesta certera de a dónde fue o qué era y sin más como todo lo que no pasa aquí lo dejo ir, como lo extraño que pasa en este lugar.

  • - Hola Georg – dice una delgada voz en algún lugar, alrededor de mí que no distingo lo suficiente – estoy aquí Georg, abre tu mente un poco más y podrás verme – giré mi cara a ambos lados e incluso tras mío ¿abre tu mente? Qué rayos se significaba eso – significa que respires tranquilo, no pienses en nada que te acongoje y que te relajes – dijo la fina voz y como no tenía nada que perder en ese momento así lo hice…
  • - ¿Suficiente? – dije aún con los ojos cerrados esperando su respuesta.
  • - Ábrelos y sí me vez es que estás listo…
  • - ¿Los ojos? – interrumpí.
  • - Y tu alma para que estés en paz por un momento, yo sé que puedes, ¡vamos hazlo! – me impulsó y temeroso proseguí a mirar lentamente a mi alrededor comenzando por mi lado derecho – del otro lado – su voz me guió y pude reconocer a uno de los seres más bellos en toda mi existencia, tan sólo la luz que irradiaba su ser era enigmática, pacífica y consoladora.
  • - ¡Qué hermosa eres! – dije sin creer lo que mis ojos miraban – eres una hermosa niña – levanté mi mano izquierda para llevarla a su mejilla y comprobar que era verdad.
  • - ¡No soy una niña! – rió pero aun así complacida por mi comentario se sonrojó. Y de inmediato me surgió el cómo no podría ser una bella niña la que estaba frente a mi si su dorado y largo cabello parecían indicarme aquello – Soy un ángel – dijo mirándome con picardía – los ángeles como yo, no somos como ustedes los mortales, somos a género, sólo almas que esperamos el momento de nacer, así nos han dicho.
  • - ¿Qué eres qué? – sonreí por su inesperado comentario, hasta donde mi raciocinio me daba, los ángeles eran algo un tanto indefinible y extraño.
  • - Justamente eso que acabas de describir en tu mente; algo indefinible que a los seres como tú les cuesta trabajo entender las cosas de nosotros – dijo mirándome con ternura.
  • - ¿Lees mi mente? – confundido la miré, para mi seguía siendo una pequeña niña de escasos 5 años.
  • - Tampoco tengo edad como tú – ¡vaya! Al parecer sí que lo hacía.
  • - Y ¿Quién te ha mandado aquí conmigo? Llevo… llevo, no tengo idea de cuánto tiempo sólo buscando una salida a este lugar tratando de ayudar también a que ella salga conmigo…
  • - Pues tal vez no lo comprendas pero quién me mandó fue una Potestad que a su vez fue ordenado por un Serafín y sólo trato de ayudarte – levantó sus hombros esperando a que fuera suficiente su intervención.
  • - ¿Potestad? ¿Serafín? ¿Qué es todo eso? – riéndome de aquello la miraba o lo miraba de dónde había sacado tremenda descripción que en nada se asemejaba al vocabulario de una persona tan pequeña como ella.
  • - ¡Eso me dijeron! – me miró apenada – que no entenderías muchas cosas, pero yo sólo tenía que enseñarte no explicarte…
  • - ¿Enseñarme? – repetí, ella que podría enseñarme en este lugar vacio y lleno de nada.
  • - Sí abrieras tu mente te darías cuenta que hay muchas más cosas de las que tú imaginas y las que tu cansada vista finge ver no son verdad, sólo estas abrumado – me recalcó inquiridoramente – tienes que aprender a usar tu alma no tu cuerpo, tu corazón y no tus sentimientos que son manipulados por tu mente. Tienes que seguirme para que te muestre…
  • - ¡No! – grité precipitadamente – necesito vigilar esa caja de cristal…
  • - Ella estará bien – dijo posando su diminuta mano sobre mi hombro que al entrar en contacto me cegó de una extraña sensación – ella tiene compañía como tú, estará bien, tienes que confiar en mí – en ese instante reparé en sus bellos ojos, pequeños y animados de un color verde intenso que me recordaban a alguien; sus cejas se alzaron haciendo que su frente se llenara de un par de pliegues pequeños, su mirada destellaba en espera y su semblante desde lo alto que yo estaba la hacían verse de un tanto seria y a la vez implorándome decir que sí.
  • - Enseñarme qué…
  • - Cómo es que nace un alma – su voz se desvaneció y me hizo cerrar los ojos mientras sus manitas se enredaban entre las mías y ahora la sentía dentro de mí cabeza.

Verás que es una mañana muy distinta a todas las demás, porque ella no está bien, luce cansada, triste desde hace un par de días y ninguno de los dos sabe el por qué. Se miran por horas escrutando en sus miradas esperando a que llegue un halo de luz y les de las respuestas que quieren. Necesitas ir a otra ciudad por tu trabajo y dudas en dejarla debido a que todas las mañanas salen juntos al mismo rumbo y en esta ocasión no lo será, ha pedido permiso para poder descansar, de verdad ella no se siente bien, con un suave beso te alejas con pesar de ella y sales con el ferviente deseo que regresaras mucho antes de que caiga la tarde para estar a su lado.

Al medio día y después de un poco más de horas de sueño para ella, el timbre de tu departamento se hace soñar, y con parsimonia llega a él; con lo primero que se encuentra es con un joven rostro de unos escasos once años…

  • - ¡Wow! Vaya que luces mal – dice aquella niña que para su edad es bastante sincera y directa.
  • - ¡Gracias Tabatha! Yo también te he extrañado – le dice ella con cansancio notorio en el rostro – ¡pasen!
  • - Necesito la verdadera respuesta al típico y trillado ¿Cómo has estado? – le cuestiona su hermana mayor, que de verdad la mira con preocupación.
  • - Me siento muy cansada, con demasiado sueño.
  • - ¿Has trabajado mucho, tía? – pregunta una dudosa Tabatha.
  • - Algo, Stiffens nos tiene editando videos, audios, traduciendo y un sin fin de cosas para los próximos proyectos en la web, pero considero que es lo normal – ella alza los hombros en simplicidad.

Pasan un rato más platicando de cosas que les han sucedido desde la última vez que se vieron; increíble cómo es que las cosas cambian y ustedes no se dan cuenta. Con forme a la plática preguntan por sus allegados y la más joven de esas tres mujeres implora por ver a Bernardette… –Gran y Majestuosa Bisabuela Bernardette– le hace saber a quién llama por tía, y todas ahí ríen por singular comentario, ellas no se explican cómo siendo una niña le gusta convivir con una persona tan adulta y por tanto tiempo. Aun así las mujeres mayores no se quejan y acceden a su petición, resulta el plan perfecto para la mayor de ellas, mientras su única hija se entretiene en cosas que no le afecten, ella llevará a su hermana, necia y empedernida, a una revisión con algún doctor de la familia Dekker.


El trayecto es simple y Tabatha les desea la mejor de las suertes, no le gusta que sus allegados se sientan mal, en ningún sentido; al llegar a la casa se encuentra con una bella sorpresa… –Moniquée– grita justo a la entrada para una niña que sólo es menor que ella por cuatro años, ellas reparan hacia la entrada de aquella gran casa y se alejan con un gran saludo. El resto del trayecto parece normal hasta que, ella, mientras platica sufre de un súbito desmayo que provoca que los nervios de su hermana crezcan y entre en pánico. Detiene a la camioneta que lleva por seguridad en la parte trasera para que la auxilien y uno de ellos sube al auto rápidamente sin mover a la joven desmayada, su hermana en nervios sube en la parte trasera. Arriban rápidamente al hospital donde se le da un rápido servicio y pasadas unas horas la dejan pasar a la habitación a verla.

  • - ¿Puedes creerlo? – le pregunta casi en burla, llena de felicidad. Ella gira los ojos en ironía y le responde.
  • - ¡Desde luego que no Melissa! ¿Qué iba a saber yo de todo esto? – ríe, a pesar del cansancio que tiene desde hace días.
  • - ¡Georg! Tu marido, hay que hacerle saber todo esto – congratula ella que rápido busca ya el número en la agenda de su celular…

Has terminado de laborar regresas a casa lo más pronto posible arrojando tus cosas personales sobre la mesa en la entrada para correr a los brazos de tu esposa, a la que ansias ver… reaccionas sobre el ambiente en casa y percibes un aroma nuevo, frunces el cejo y vas en busca de ella a tu amplia habitación que está completamente vacía, le gritas un par de veces por su nombre pues no hay muchos lugares en los cuales pueda meterse aquí los espacios son abiertos y las puertas son casi nulas. Pasas por la estancia y con reflejo tomas el teléfono, marcas a su móvil sin recibir respuesta tras varios intentos, llamas a su hermana menor que desafortunadamente te niega algo acerca de haberla visto en el trayecto del día causante de la carga de trabajo, llamas a su mejor amiga, ¡seguro ella sabe!, otra gran negativa te recibe y sólo provocas que se alarme y quiera salir corriendo a buscarla, has logrado apaciguarla y convencerla de que tú lo harás.

Desde que ella se convirtió en una mujer casada las escapadas sin aviso terminaron, ya no había secretos entre nadie, ahora eran libres. Lo único que atinas es tomar de nuevo las llaves de tu auto y salir con rumbo definido… sabes qué lugar puede ser el que la tenga como compañía, suele hacer eso cuando necesita tiempo y espacio; no es muy lejos de lo que llamas hogar. Es un departamento en una opulenta zona casi al centro de la cuidad que te hace recordar muchas aventuras, peleas, reconciliaciones y sin fin de cosas, que, mientras manejas y al subir por el elevador vienen a tu mente como aquellos triunfos que sobrepasaron para ser lo que ahora son.

Tocas el timbre un par de veces a manera de precaución por sí se encuentra realmente ocupada y temes que te eche a patadas, no hay respuesta e introduces la llave… el departamento también está solo…

  • - ¡No odias que haga eso! – reclama aquella joven sentada cerca de la cama.
  • - Ya me acostumbre – recita su hermana.
  • - ¿Nunca se le quitará la maña de dejar el móvil abandonado? – ella sólo a tina a subir los hombros mientras da un largo bostezo – ¡Dios! ¿Dónde se metió tu marido? Hay que ponerle un chip y rastrearlo por una red GPS.
  • - ¡Oh que boba! Cállate – le dice riendo por su comentario y dejando su bostezo muy interrumpido – déjalo así tengo una mejor idea para decirle…
  • - Señoritas Dekker, buenas tardes – entra una joven enfermera – me alegra que esta visita, aunque con un gran susto, las haya traído aquí – dice la enfermera retirando con precaución el suero de la mano de ella.
  • - ¡Gracias Kuri! – dicen al unisonó ambas hermanas.
  • - Justo en estemos momentos están firmando tu alta y podrás ir a casa con la noticia para todos – dice Kuri muy feliz sintiéndose parte de la familia – regresaré para traer lo resultados de la química sanguínea como prueba fiel.

Ambas hermanas asienten y comienza una plática bastante complicada para una de ellas, todo lo que está por pasar es completamente nuevo y le da miedo que se mezcla con una enorme felicidad porque ha llegado tan inesperada que la hace temblar. Han salido de aquel hospital con rumbo a la mansión dónde su hermana pasará el resto de su estancia junto a su ya no tan pequeña hija y ella es regresada a su casa por uno de los choferes al servicio de la familia. Antes de salir guarda el sobre que llevaba estrujando todo el camino en su bolso, da las gracias y sube con miedo por las escaleras lentamente hasta que se ha cansado y toma el ascensor para llegar a su piso. Abre la puerta y busca con la mirada a su marido, un fino aroma a cigarrillo que le es un tanto molesto en ese instante le da señal de que él se encuentra en el balcón, avienta el bolso en un sofá y camina hacia él.

  • - Hola – recita tímidamente.
  • - Por Dios dónde te has metido, me asustaste, linda – le haces saber precipitadamente al verla que se encuentra mejor de cómo las has dejado por la mañana, ella sonríe y pide disculpas.
  • - Vino Melissa, de visita inesperada y salimos a comer – buena escusa y mentira pues ella llevaba todo el día sin ingerir alimentos y a pesar de ello no siente hambre.
  • - ¡Vamos! Qué malas hermanas son – te jactas – me hubieran llamado para acompañarlas…
  • - ¡Y lo hicimos! – se queja tu esposa – pero nunca contestaste, tu mala costumbre de abandonar el celular no se te quita a pesar de los años amor – se burla ella de ti y la abrazas y das palmaditas en su espalda para que deje de molestarte.
  • - Y a todo esto ¿ya te sientes mejor? – preguntas pues tienes algo que decirle que seguramente le caerá de maravilla.
  • - ¡Sí! – responde de inmediato con una gran sonrisa que de verdad te convence y sabes que es suficiente su mirada para hacérselo saber.
  • - Te tengo una buena noticia – dices llevándola lentamente por lo largo de la estancia para llegar a las pequeñas escaleras y llevarla en vilo hasta la habitación, esperas hasta ponerla cómoda en la suave cama que comparten todas las noches. Ella en su mente piensa “y vaya que yo también te tengo una sorpresa”. La miras y le das un suave beso – tenemos que alistar maletas – ella imagina uno de esos viajes de inesperado que tanto le gusta hacer a los productores para alguna promoción en cualquier parte de país por lejana que ésta se ubique de Alemania – Jost creo que ha notado las terribles ojeras que nos cargamos y nos ¡ha dado vacaciones amor! ¿te gustaría Hawái? – enuncias precipitadamente mientras el rostro de ella se llena de gran emoción – ¿llevamos a las niñas con nosotras? hace tiempo que no las consentimos como los tíos favoritos que somos – ella balancea sí en esta ocasión es debido hacerlo dado que necesita hacerte saber algo que no quiere que se expanda por el reino antes de lo previsto.
  • - No lo creo debido en esta vez, amor – dice con su tierna voz – Tabatha tiene compromisos Reales que atender, ya sabes cómo es aquello y Moniquée aún asiste a clases.

Esa misma noche la tomas entre tus brazos y expresas todo tu amor y lo que ella te hace sentir. En un abrir y cerrar de ojos la privacidad de una habitación de un lujoso hotel, es el que les da los buenos días y las tiernas noches y ella todavía no anuncia su noticia pero se ha escabullido con la administración y ha pedido que antes del medio día coloquen un gran letrero cerca de la venta principal donde ustedes duermen y sea lo suficientemente visible desde el nivel donde se ubican. Una noche divertida fue aquella, la has dejado cubierta únicamente por la sábana blanca; admiras su cuerpo y lo bello que es en cada una de sus curvas y extremidades. Ella ha despertado y te vigila cada movimiento aunque tú no lo percibas. Te acercas a una mesa cerca del balcón y tomas los cigarrillos mientras comienzas lentamente a abrir el gran ventanal deslizable para no molestarla. Lo que no sabes es que ella ya está de pie tras tuyo con esa sábana enredada en su cuerpo, la sostiene con miedo entre sus manos cuando tú alzas la cara para dejar salir el humo de tu boca mirando el cielo y bajando lentamente tu vista al mar hasta reparar en la fina arena llena de líneas y surcos mientras el agua amenaza con borrar las marcas que se han hecho en ellas no por la propia naturaleza sino por ayuda de alguien.

Volteas bruscamente y sí, ella está detrás de ti estrujando la sábana cerca de su boca que enmarca una enorme sonrisa. La miras muy sorprendido de aquello que lees en la arena y ella mueve la cabeza de arriba hacia abajo en pequeños movimientos llenando tu ser por tal mensaje plasmado. Ella extiende los brazos dejando caer la suave tela blanca que la cubría pues le estás rogando con la mirada que se acerque a ti para recibirla con un gran abrazo y hacer girar su cuerpo desnudo pegado al tuyo por toda la habitación, ríes de la emoción, gritas con euforia, la colmas de besos en el rostro hasta dejarla de pie en medio del lugar así, desnuda como está, la miras sin poder creer aquello y con tus manos acaricias el borde de su cuerpo, no con deseo sino con un inexpresivo amor que no te es suficiente con tan sólo hacerlo, has rozado por su cuello después de tocar sus labios con los tuyos, sigues un firme camino por sus pechos, la boca de su estomago, reparas en su cintura pequeña y juntas tus pulgares que rozan alrededor de su ovalado ombligo y acaricias un vientre aparentemente vacio. Sentado sobre ella al borde de la cama rueda una tramposa lágrima por tu rosto que ella detiene con su mano y te abraza lo más fuerte que puede…

Los días han pasado y en una sola reunión han logrado congregar a familiares, amigos y compañeros de importancia en sus vidas. Las preguntas no se han hecho esperar mientras los abrazos abundan, se escucha por todo el lugar: ¿Cuánto tiempo?, ¡Serán muy buenos padres!, ¡Ya les hacía sentar cabeza!, ¡Nuestro tercer bisnieto Olga, ya estamos viejas!, reparan sus miradas mientras la algarabía es mayúscula, en dos pequeñas que están ligadas a ustedes familiarmente, Tabatha toda una princesa y a sus escasos once años ya es muy conocida en las realezas, comparte favoritismo con Moniquée su edad es menor a comparación de la otra, sus padres decidieron llevar una vida tranquila alejada de todo aquello, son sus sobrinas. Miras del otro lado a quién lo es sólo por los lazos fuertes de amistad que conllevan, es un rubio niño, Dante-Luther que es un par de años menor que Moniquée y es todo un caballero gracias a la educación que le han brindado sus padres mezcla de orígenes Alemanés e Italianos. La pregunta más concurrida les hace llegar una vez más sus oídos.

  • - ¿Qué es lo que desean, una niña o un niño? – dice un feliz presente.
  • - Niño – dice ella al tiempo que tú dices.
  • - Niña – con clara voz y ambos se miran por la gran disyuntiva y peleas que provocará eso durante los meses de espera.

Meses en los cuales diario has dotado a tu esposa de abrazos y notas como el tiempo se encarga de distanciarte de su cuerpo por un vientre redondamente abultado y su piel tensa alberga lo que más deseas en la vida. Han decidido después de una gran pelea en meses atrás mantener el sexo del producto como sorpresa hasta que… una madrugada de aquellas donde todos están despiertos en un estudio debido a que planifican un nuevo trabajo en equipo y salen a relucir mil y un ideas; ella pega un sonoro grito que los desconcentra y levantas como bala hacia ella.

  • - ¡Me duele! – se queja ella tocándose la parte baja de su abultado vientre, toma tu mano y la estruja.
  • - ¿Qué te duele? – preguntas desconcertado por aquello y miras como una mujer se acerca a ti.
  • - ¡Vamos Hagen! Tenemos que llevarla al doctor es su hora – Dunja toma a ella de la mano y la hace caminar mientras sigues petrificado de que el tiempo se haya terminado – ¡Gustav! Maneja tú, Hagen sufre ataque de pánico, así no llegaremos y tendremos a su bebé en medio del estudio.

A empujones eres sacado del estudio por un par de gemelos, que a su vez te dan la mejor de las vibras mientras en plena madrugada se encargan de avisar a todos los involucrados. Vistes ahora de un color azul por las batas y equipo sanitizado que el hospital exige. Sabes que ya hay gente reunida afuera esperando un grito de victoria por parte tuya y así fue...

En tus brazos pronto recibiste a un diminuto ser… es una niña que te mira sintiendo su nuevo ambiente moviendo sus bracitos, oliendo y reconociendo todo a pesar de tener plasmado lo frio de un hospital. Te acercas a ella y la dejas en sus brazos temblosos y la mirada suspicaz de tu primogénita no deja de asediarte. Son unos diminutos ojos verdes que te dan las gracias y te ruegan seguir adelante…



1 Alas:

shaira beluga dijo...

poooots q paso??? o el café me altero de mas o ese georg se puso un buen pase jajajajjajaja