Capítulo XV [ Parte 4 ] Esto parece tan desigual.





Sin darnos cuenta, el tiempo habéis volado, en un momento el ruido de su móvil nos ha sacado de la entretenida plática, tapando el auricular me ha dicho que es su hermano, se limita a contestarle con monosílabos, al final me dice -Mi hermano te manda saludos- que agradezco con una sonrisa y asintiendo con la cabeza. En seguida que le habéis colgado a Tom y abre la boca para decirme algo, su móvil nos interrumpe una vez más pero esta vez ha colgado muy rápido y no ha dicho absolutamente nada para quien le llamó. Levanta la mano rápido y la cuenta es enseguida llevada a la mesa.


  • - Es hora de irnos o perderás tu vuelo – miré mi reloj, daban las diecinueve horas exactamente.
  • - ¡Joder! Tan guay que me la estoy pasando – me he quejado en voz alta.
  • - ¿De verdad? – pregunta Bill muy apenado y me preguntáis mi cabeza del por qué.
  • - ¡Desde luego! – le he confirmado – dirás que tú no te has percatado de lo rápido que habéis pasado el tiempo.
  • - Tienes razón – sonríe mientras firma rápidamente un boucher cerrando la libreta y se ha puesto de pie.

Justo antes de bajar al primer nivel y aunque comenzara a oscurecer, ambos y al mismo tiempo hemos colocado unas gafas oscuras en nuestros rostros. Que escena tan más divertida, el hecho de que fuéramos figuras públicas en diferentes ámbitos os hacía tener complejos y manías para evitar a la prensa que asediaba sin cesar. Caminamos de prisa a una camioneta con la puerta abierta donde un hombre muy alto y cuando os digo que el majo ese era alto lo era, fijad que sobrepasaba a Bill por bastantes centímetros. Antes de subir escuché el gritar de unas chavalas, el nombre de Bill, el simplemente las ha ignorado, me ha dejado subir y lo ha hecho detrás mío.

Antes de que cumpliera una hora de trayecto, ya estáis parada la van en el estacionamiento del aeropuerto. Bill ha pedido mis documentos, de una manera muy cordial y los ha tendido a las manos del tío de seguridad.

  • - Tu equipaje, con esto será registrado por ellos…
  • - ¡Oh Bill no! De verdad que os puedo hacedlo yo, aún estáis en tiempo – dije deteniendo al tío antes de que saliera por completo de la van.
  • - ¡Vamos! – dijo Bill con un sutil movimiento de vuestra mano que le ha indicado salir.
  • - Conozco perfectamente todo el parafraseo y tramites de los aeropuertos – rebatí una vez más. Él parece no prestadme atención, miraba tras el oscuro cristal.
  • - ¡Como digas! – ha dicho echando un último vistazo a su personal – ¡Woah! Por fin solos.

¿Qué? Me ha dicho enseguida mi cabeza, ¿Cómo que por sin solos?... qué… qué… qué… queréis decid con aquello, estáis por demás que seguramente no he podido ocultar mi terrible cara de sorpresa por aquello de su comentario. Un sin fin de sensaciones os revuelven en la boca de mi estomago hasta causándome un leve mareo, el que escondo, pues mirad, que al final sólo somos unos chavales de 19 años “solos” en una van.

En cuanto os pude recuperarme de tales palabras, miro a Bill que ha pasado de la cara de fastidio que le ha dirigido a su personal a una muy nerviosa, os juro, sus orejas están completamente rojas y alterna vuestra mirada entre el frente de la van y la mía.

  • - Solos… – dije en un tono que bailaba entre la duda y la afirmación.
  • - Solos… – me repitió.
  • - Sí… – confirmé.
  • - Sí… – ha confirmado.
  • - Sí… – lo admite nervioso.
  • - Sí… – os digo con evidencia.
  • - Sí… – termino riendo con aquello que vuelve a repetir, la situación sois por demás embarazosa para ambos. Todo esto era una clara señal de que nos gustábamos ¿cierto?
  • - Sí – respondí a mi pensamiento y hemos vuelto a reír descontroladamente.

Nos hemos quedado callados después de que pudimos controlar vuestros espasmos y la respiración ha vuelto a la normalidad. Si alguno de los dos os era capaz de volver a decid esa palabra las consecuencias serían grandes. Afortunadamente nada de eso pasó y su guardia de seguridad le ha llamado de nuevo al móvil, me pude percatar que el majo ese, estaba a unos cuantos metros de vuestra van acompañado de otro tío que para nada se acercaban.

  • - Ya está todo listo, tu equipaje lo registraron – miró su reloj – tenemos unos minutos más – sonrío de una forma maravillosa dejándome ver un poco más de él – ahora estaré más al pendiente de los rostros que en las revistas mire – ha dicho cambiando de tema abruptamente.
  • - ¡Gracias! – cohibida por su halago le hago saber de mi, mirad que significará que se tomará el tiempo para buscarme aunque sea en una fotografía hasta que vuestro encuentro se realice de nuevo.
  • - Te va a ir muy bien, mucha suerte…
  • - Y recordad – lo he interrumpido en su frase – ¡os vemos en Liverpool!
  • - ¡Oh! Pero por su puesto que sí, será una noche magnifica con el sólo hecho de que tú estés ahí – agradecí sus palabras con un tierno gesto – te pido una disculpa – ha bajado la mirada un segundo, cosa que me confunde – no podré acompañarte hasta el interior como quisiera, ¿sabes? Es por seguridad…
  • - No, no Bill os no preocupéis, mirad que, haced todo esto sólo por mi, ya es bastante. Hasta pareciera que no salí de Madrid y yo creyendo que en ésta ocasión haría todo, sola – reí para aminorar su repentina preocupación – entiendo perfectamente todo esto de la fama y los acosadores paparazzis – mi sonrisa lo ha calmado y hemos caído en un silencio.

A pesad de que sólo os tenemos 19 años, el ritmo de vida desde muy jóvenes que hemos llevado, se hace notar en nuestra forma de pensar, Bill tiene un madurez impresionante en la forma de hablar y expresar sus ideas que sorprende a cualquiera a su alrededor, pero aún así no dejamos de ser unos simples chavales que se intimidan a la menor provocación. En otra situación probablemente os estuviera haciendo otras cosas pero, joder, que su manera ser tratarme sois muy diferente y me llenáis de timidez. Al cabo de unos minutos donde sólo hemos mirado vuestros ojos con detenimiento, tose un poco y anuncia -Es tu hora, muy buen viaje- tímidamente os he acercado a él y un beso delicado en la mejilla como despedida final nos damos, una gran sonrisa nos regalamos y la puerta de mi lado es abierta.

El personal de seguridad me tiende la mano para poder bajar con precaución, le sonrío y agradezco, camino detrás de él; cuando entró al inmueble me doy cuenta que otro tío viene detrás mío y me hace pensar un tanto en lo paranoico que podéis llegar a ser Bill. Justo en ese momento mi móvil suena, es un texto, de él:

“Recuerda que nos veremos en Liverpool, Ciao”

Decid el mensaje, sonrío con fervor, me percato que ya estoy frente a los detectores para ser registrada de cabo a rabo, el tío que venía detrás de mí se ha quedado parado pero el otro ya ha pasado los detectores sin yo haberme percatado de aquello, una ves que habéis terminado toda la faena sigo siendo guiada por él hasta la sala de espera y se ha quedado conmigo a una distancia considerable hasta que es momento en el que tengo que abordar el avión. Me despido y doy las gracias, comienza a hablar por su micrófono y desaparezco entre la gente. Unos minutos más y estoy en el aire de regreso a Madrid.




Los días han pasado rápido a pesar de que no todo el tiempo Tabatha ha estado a mi lado y sólo la veo hasta antes de la comida. Esta mañana Georg ha salido muy temprano, dice que aunque sólo la vio una vez, ya extraña a la pequeña que me roba los suspiros, pocas veces hablamos de Mariella, tratamos de hacernos las noches amenas con pláticas de banalidades e infinidad de cosas que nos gustan y lo cómico del caso es que él y Mariella tienen una gran lista que comparten por igual.

Veo el reloj de mi muñeca sin parar, espero en esta ocasión a Shopia en la terraza de una cafetería, vendrá junto con Bernardette y Ryszara. Comentó por la mañana cuando me llamó que este día podríamos estar juntas hasta la cena. Amélie ira un vez más con Mariella al trabajo pero pasada la tarde ella debe irse a Hamburg a una junta importante, por lo que Amélie regresará a casa y nos acompañará en la cena. Sigo pensando en un mundo de cosas que quiero y no hacer… cuando de pronto, unas pequeñas manos cubren mis ojos.

  • - ¿Quién soy mami? – se escucha en un perfecto alemán y las risas de las tres mujeres se hacen sonar.
  • - Déjame pensar… – le digo siguiéndole el juego – eres… ¡Avin, la prima de Tabatha!
  • - No – dice con una risita muy traviesa – no sabe quien soy – le habla a alguna de las tres que la carga, en tono bastante bajito.
  • - Eres… ¡Julie!, la mejor amiga de Tabatha…
  • - ¡No! – se queja y me descubre los ojos; parpadeo varias veces para volver a enfocar correctamente y ella es puesta en el suelo. Veo sentadas frente a mí a Bernardette y Ryszara que ríen.
  • - ¡Soy Tabatha, mamá! – se queja.
  • - Me picó un ojo – les digo muy bajito y comienzan a reírse – ¿Tú eres Tabatha? – le preguntó y la miró con falsa confusión – Shopia, ella no es Tabatha – le habló a mi madre que acomoda la carriola en un lugar cercano y que esta próxima a sentarse de mi lado derecho.
  • - ¿Tú crees qué no lo sea Melissa?
  • - ¡Sí soy! – alega mi pequeña.
  • - ¡No! – reclamó – mi niña Tabatha no habla en alemán, ella habla un bonito noruego.
  • - ¡Mi Tía Malle me enseña! – se jacta ella dando un brinquito y alzando su dedo índice apuntando al cielo.
  • - ¡Ven aquí mi amor! – le recitó, le abro los brazos a los que se deja ir corriendo.

Nos quedamos después del desayuno un par de horas platicando de infinidad de cosas, la buena noticia que según ellas me tenían me esperaba para la hora de la cena, vendría el Tío Xavier, el gran Tío, que tenía sin ver desde que me fui de aquí; las miraba muy felices aunque a mi madre la notaba un tanto nostálgica y sentimental.

Yo las tomé por sorpresa cuando les hice saber que esa mañana no iríamos a un parque o alguna plaza comercial para que Tabatha no se aburriera. Casi se desmayan cuando sería el Jardín de Niños, al cual asistí junto con Mariella, al que iríamos; el trayecto fue suficientemente largo para explicarles que deseaba que mi niña pasará por lo menos un año dentro de la enseñanza alemana y sería justo aquí en Magdeburg, en el mismo al que mis padres en el pasado tuvieron la magnifica razón de inscribirnos. Imaginaba sus cabezas hechas un lío seguramente que ya pensaban más de la cuenta creyendo cosas entre Mariella y yo, pero por otro lado era muy sabido en la familia que mi Abuela Olga me tenía presionada día y noche para que yo aceptara ser ya nombrada oficialmente como La Segunda Heredera al Trono de Noruega, alegando que era el mejor futuro para Tabatha, una vez que la vida perdiera la lucha contra este terrenal mundo…

Tantas cosas en las cuales debía pensar para bien y futuro de ambas.

Hablando con Georg, deliberamos que una buena idea era que la niña conviviera un poco con su cultura alemana un tiempo para después regresar a Noruega y tomar lo que por sangre nos corresponde, quedando aún pendiente Amélie, empezando un gran proceso y jucios ante la Realeza que seguramente mi Abuela Olga Dekker haría que salieran victoriosos a nuestro favor. Pronto así, Tabatha y yo seríamos oficialmente Las Princesas de Noruega, que estrés, pensar en aquello que me daba taquicardia…




1 Alas:

shaira beluga dijo...

me perdi en eso del linaje! jajaj t sugiero un arbol genealogico pq eso del pedigree me falla XD ajjaja ich liebe dich.. pd. tabatha rules!