Erase una vez…
Yo chiara estando presente en la JEFATURA DE
POLICIA (ya lo investigue) estoy dando vueltas en mi celda, un policía se había
acercado a mi para decirme que tenia derecho a realizar una llamada telefónica,
el problema era a quien la haría… mi madre estaba en Yoroslav y seria una
locura llamarle y darle primero que nada la noticia de donde estaba y después
la razón del por que…
La segunda en la lista fue Maureen pero… era
¡Maureen! Y probablemente despertaría a media humanidad para venir en mi
rescate y si no bastara con eso se encargaría de restregármelo por el resto de
mis días o por lo menos hasta que ocurriera otro suceso con que burlarse de mi…
Entonces la iluminación divina llego a mi
como un ramalazo y decidí llamar a Mia. Ella aseguro comprendería. Pedí al
guardia que viniera, estaba lista. Abrió la celda y Salí custodiada con el
detrás de mi hasta llegar a una amplia sala de estar que parecía colindar con
algunas oficinas importantes. Lo frustante era que no veía por ningún lado a
Misha. Que seria de él en este momento… ni siquiera sabia si lo habían detenido
como a mi o su cargo en el ejercito ruso de alguna manera lo habia salvado y si
fuera asi, de todos modos no conoce a nadie aquí en Macher. Probablemente
estaría afuera de la Jefatura… al menos eso quería creer.
Tome el teléfono que el guardia me señalo
colocado sobre un escritorio que no se veía muy usado. Automáticamente los
números del celular de Mai vinieron a mi mente y lentamente presione numero por
numero, una vez enlazada la llamada en el display del aparato telefónico mostro
la hora…
Los tonos que me daba el teléfono se me
hacían increíblemente largos ¿Qué pasaba con Mia que no tomaba rápidamente su
celular? Esa mujer que no se desprendía de su celular más treinta centímetros,
precisamente ahora le daba por no contestar, seguí sonando el terrible y
angustiante tiiit… sólo tenía derecho a una llamada y sí Mia no me contestaba,
el celular estaba a punto de mandarme al buzón de voz en cualquier momento
-
…bueno… - escuche por fin la voz adormilada de mi amiga ¡Por fin!
-
Bien –exhale- crei que no contestarías… Estoy en la Jefatura de
Policia
-
¿Qué tú qué? – Si necesidad d verla, pude deducir que se incorporo
inesperadamente, seguramente estaba acostada en su cama y la coz sonó más
despierta – ¿Por qué? ¿Qué haces ahí? ¿Estás bien?
-
Ahmm… eh… sí, lo estoy pero necesito que vengas por mi. No traje
mi billetera y no tengo lo suficiente para pagar la fianza de salida
–claramente escuche que diría algo que los nervios me ganaron- no puedo creer
que yo olvidara algo tan indispensable. Me siento terrible y estoy nerviosa y
sí, sí Mia tengo miedo de que madre descubra que estoy en un lugar nada digno
para Dios –Mia hizo una extraña inflecion con la garganta- y estaba
desesperada, pensé en Maureen pero, pero tu mejor que nadie sabe como es ella,
se que es incondicional pero eso tiene un precio y sus burlas en un momento
como este la verdad es que no estoy para soportarlas y… y… -tome un poco de
aire- y pensé en ti yo se que me puedes ayudar, disculpa la hora que es pero no
sé que hacer. No se donde esta Misha…
-
¡Cállate! –me corto de tajo- Y dime exactamente ¿En dónde estás
exactamente?
-
En la jefatura del centro
-
Voy para allá…
-
Sí gracias de verdad te lo agradezco…
Alcance a decir cuando la llamada la corto.
Con eso no me sentí más aliviada pero algo era algo. Indique al guardia
que había terminado y me llevo a otro pequeño cuarto donde me dio una bandeja
con un café humeante y una dona… “con cubierta de chocolate y chispitas de
colores” hubiera dicho Maureen con una terrible cara de alegría, cada que
recitaba su pedido en el expendio donde compraba sus anciadas donas. Recordando
eso me sentía mal por haber desmeritado de pronto su confianza.
*Yo Maureen en no uso de mis facultades
mentales… por el sueño*
De pronto vi un detello en mis sueños por
debajo de mis parpados que me abrumo, lo siguiente paso tan rápido que apenas y
pude tomar aire.
-
¡Maureen levantate y vistete! –era la estridente vos de Mía
sobresaltándome.
-
¿Qué? –dije pestañeando- apaga la luz… - (había entrado lo más
abruptamente posible, sin consideración por mi sagrado sueño había prendido la
luz, supe como mis pupilas se había dilatado)
-
Chiara está en la jefatura de policía.
-
¿Qué? – me levante de un solo golpe sin importar que tenia sobre
mi un brazo de Tom
-
¡Aaah! –grito al ver que al sabana resbalo de mi pecho y se tapo
los ojos- ¡Vístete! Tenemos que ir por ella… y Tom maneja
-
Voy… -refunfuñé y me enrosque en una sabana. Coloque los pies
sobre el frio suelo y las piernas se me doblaron al instante- Woah! Sigo
dormida
-
¡Despierta a Tom! –fue hacia él con toda la intención de patearlo.
Recobre el nulo equilibrio y me pase la mano por los cabellos.
-
De acuerdo, de acuerdo… sin hostilidades –la detuve enseñándole la
palma de mi mano- Tom, Tom… -lo movi- despierta debes conducir.
No me contestó, sólo fue un gruñido lo que
salió de él y volvió a meter la cabeza debajo de la almohada.
-
¡Tom, que despiertes! Que no estoy en condiciones de manejar, anda
muévete que tenemos que ir por Chiara – le gritó Mia acercándose pero sin
llegar hasta la cama.
-
¡Cállate! ¿Qué haces molestando aquí a las tres de la mañana?
Tom se incorporo exhalando con
desesperación hasta sentarse y quitándose la almohada de la cabeza y poniéndola
entre sus piernas, claramente a el tambien le molestaba la luz porque en más de
dos ocasiones trato de enfocarla.
-
Tenemos que ir por Chiara.
-
¡Deja de gritar Gato! Y deja dormir a la gente y a todo esto ¿Qué
demonios es un Chiara y para que quieres uno a esta hora de la madrugada?
-
No es “un Chiara” es mi amiga.
-
Arrrrggggg –gruñó más que enfadado- pero no es la mía –le renegó
mientras se levantaba de la cama aventando la almohada con furia. Yo me movi
como un zombi a la puerta. Auqnue no distinguía si era la puerta del cuarto de
baño o la de la salida de mi habitación.
-
¡AAAAh! – volvió a gritar Mia a Tom, se bajo inmediatamente el
antifaz de seda rosa que traia en la cabeza, para no ver a Tom- ¡tú también
vístete! – le volvió a gritar, yo medio escuché los pasos de Mia pero como no veía
casi nada, por no decir completamente aun estaba dormida y chocamos – Moo
quítate, déjame pasar – la diferencia de su inflexión de voz al dirigirse a mí
era totalmente otra que cuando hablaba con Tom, se le escuchaba en el fondo
avergonzada.
-
¡Ahh sí, sí, sí! -musité comprendiendo que seguramente a Tom
le valio un reverendo y se levanto desnudo frente a Mia- Vamonos, vámonos hay
que ir por un Chiara a la Jefatura Mia, apurate –con una mano me sujete bien la
sabana, daba traspiés y con la otra empujaba a Mia- vamos…
-
¡Pero vístete mujer! – y sentí que sus manos me giraban de regreso
a la habitación.
*Tú Mia Dumarc en pleno uso de tus
facultades mentales*
Los nervios no me dejan pensar con claridad,
fui lo más rápido posible a mi habitación para tomar mi bolso y ponerme unos
zapatos, para salir lo antes posible de casa para poder sacar a Chiara de aquel
lugar, pobre seguramente estaba asustada, me preguntó que fue lo que hizo para
que la llevaran a aquel lugar, seguramente se trataría de un mal entendió, la
pura , casta y bien portada Chiara Borts en una jefatura ni siquera era
concebible .
Tuve que ir a apresurar aquellos dos que, no
dudaría que se hayan quedado dormidos nuevamente, toque y toque la puerta de su
habitación, hasta que por fin salió Moo mal vestida seguramente tomo la ropa
que estaba toda desperdigada en el suelo de su habitación al igual que Tom, con
la camiseta al revés y sin sosten, era evidente, jale del brazo a Maureen para
el asesor y Tom nos seguía.
Cuando bajamos a la recepción estaba ahí
Edward, con una ligera mochila al hombro ¡Edward estaba ahí! ¿Por qué Edward
estaría ahí a las tres de la mañana?
-
¿Qué haces aquí? – le dije en cuanto se acerco a nosotros pero sin
determe.
-
A cabo de llegar de la gira y pensé en venir a sorprenderte… y tú
a dónde vas ¡En camisón!
-
A la jefatura de policía a sacar a Chiara
-
¿Chiara? Hablas en serio ¿qué fue lo que hizo?
-
Eso pretendemos averiguar
-
Voy con ustedes
-
¡Entonces a que chingados voy yo, que te lleve Mister Mallitas por
tu Chiara para llevar! Y me traes una hamburguesa… vegetariana acuérdate –se
señalo la sien y tomo a Maureen por los hombros para girar sobre si misma –
nosotros nos regresamos a dormir – declaro Tom , yo le dirigí una mirada
asesina.
-
De todos modos yo he venido en un taxi –agrego “Osito”.
-
¡Ay que su puta madre! Pues vayan en un taxi, haz algo bueno
Mister Mallitas –enseguida mire a Maureen sin ninguna consideración.
-
Tom, Tom tranquilo –dijo en voz tranquila y abrazandose a si
misma, el ambiente era fresco- también es mi amiga, tenemos que ir por ella –de
pronto se vio más lucida, tal vez por escuchar a Tom gritar.
Ya no dijo nada
y salimos al estacionamiento, que nos recibió con una fría ráfaga de viento,
Edward se quitó la sudadera y me la dio para que cubriera, ya era demasiado
tarde para pensar en que no me había vestido realmente, aún traía mi camisón de
seda rosa y encaje negro. Tom abrazaba a Moo, él tampoco traia más que su
playera; con una mano desactivo los seguros y subimos a la camioneta de Tom. Ya
adentro y con la calefacción encendida Moo remato.
-
Aunque, sí deberíamos pasar por comida.
Yo eleve los ojos al techo, pero ya
pensándolo bien también tenía hambre.
Llegamos a la jefatura de policía en un
santiamén, si cuando se lo proponía Tom si servía para algo, derrapamos hasta
el mostrador pero Tom me gano por a penas unos segundos y soltó:
-
Queremos una Chiara para llevar con todo – el oficial levantó la
vista, al escuchar aquello.
-
¡Tom! – le grite y le solte un codazo
-
Qué, pues no dijiste que sólo queríamos una…
-
Discúlpelo oficial, nuestra amiga Chira Borts está aquí , hemos
venido a sacarla, pagando la fianza o lo que sea que proceda en estos casos. –
antes de contestarnos y decir nada me recorrió entera con la mirada lasciva,
pese a que ya tenía la sudadera de mi “osito” me llegaba a la misma
altura del camisón, así que bien podría parecer que no traía nada debajo
y después miro a Tom y la inconsistente forma que iba vestido, el oficial
nos fulmino con la mirada y negó con la cabeza. No comprendi el gesto.
Volteó a otra
pila de papeles que tenía a su derecha buscando los papeles con el nombre de
Chira, los leyó y nos dijo de cuanto sería la fianza a pagar
-
10 mil euros, le vamos a cobrar todo lo que consumió.
-
Pues que carajos come – dijo Tom
-
Café y donas
-
Serán las donas más costosas de la historia ¿Cuánto dinero traes
Tom?
-
¿Yo? Además pretendes que pague – gritó y su voz retumbo en toda
la jefatura, ya no pudo decir más porque justo en ese momento sonó su celular
me miro e indico con el dedo mostrándome la pantalla de quien se trataba: Bill.
-
Nos permite un momento por favor oficial…
Jale a Tom de la playera.
*Bill a las tres de la mañana en pleno uso
de sus facultades mentales llenas de preocupación*
-
¿En dónde estás Tom? –dije de inmediato cuando la llamada se
liberó a la mitad del segundo timbrazo. Eso me sorprendió.
-
Estoy en la jefatura de policía del Centro...
-
¿Qué? –escupí enseguida– Voy para allá, no hagas nada más, no te
muevas, no hagas nada estúpido...
Pensar que mi hermano estaba en la jefatura
de policía, no bueno, no lo concebí. Hacia ya tiempo se había metido en un lio
con una fan y aunque esto no era con una fan sino con Maureen, que significaba
algo mucho peor. Creía a mi hermano capaz de cualquier cosa, hasta de aventarse
a las vías del servicio de metro de la cuidad a querer intentar detener el
tren, por supuesto, no a matarse, sino solamente impulsado por pura furia. A
estas alturas de la relación entre ese par ya no era desquiciante ir a salvar a
alguno de los dos de algo.
Si Tom se había metido en equis lio no podía
ir solo, llamé a Jost, el cual recitó su desgracia en nombre de mi progenitora
en más de dos ocasiones; llamé a Natalie, necesitaba con quien ir hablando para
tranquilizarme; Dunja me regresó la llamada por orden de Jost, no saldría del
edificio hasta que llegara una camioneta con el personal de seguridad. Cuando
llegó Natalie lo hizo acompañada de Hagen y Gustav el dúo dinámico de la fuerza
complementaria para: agarrar con fuerza a Tom entre alguno de los dos y el
tercero para tomar a Maureen y calmarla, ese trabajo por lo general le tocaba a
su hermano.
Salimos de inmediato.
*Mia Dumarc en pleno uso de sus facultades
mentales sin querer soltar la tarjeta de crédito*
-
En la jefatura de policía del centro… -fue lo único que dijo Tom–
no, no –se despegó el teléfono para ver en la pantalla en la que Bill ya le
había colgado– yo no fui… –le susurro al celular. Me causó una gracia infinita
su cara de “ahora sí yo no fui”. – crees que si le llamo de nuevo a mi hermano
me conteste.
-
En lo absoluto, no.
Nos acercamos todos a las sillas donde estaba
sentada, más bien dormida, Moo.
-
La fianza es de 10 mil euros ¿Traen dinero?
-
Amor yo traigo a penas lo que me sobro del viaje son como – mi
osito sacó todo su dinero de cartera, para contarlo – mil euros.
-
Moo, Moo despierta –la zarandeé- traes dinero…
-
Lo que traigo es un sueño inmenso. ¿Para qué quieres dinero? –me
dijo sin abrir los ojos.
-
Son 10mil euros por el chistesito de querer una Chaira para llevar
–dijo Tom.
-
¡Quééééé! –eso fue suficiente para que abriera los ojos y se
mostrará de nuevo completamente lucida- no traigo ni sostén y tú quieres que
traiga dinero.
-
Yo tampoco, no traigo efectivo ¿Aceptarán tarjeta? Esas sí las
traigo todas.
Salimos nuevamente Tom y yo de ese pequeño
cuarto de espera donde estaban Moo y mi osito.
-
Disculpe oficial ¿Aceptan tarjeta? – la pura mirada
que me lanzó quedó claro que no.
Regresamos nuevamente con Moo y Edward.
-
¿Tú traes dinero Tom? – aunque pensé que iba a seguir gritando y
quejándose, se metió las manos a las bolsas del pantalón e iba sacando unos muy
arrugados billetes.
-
Aquí hay diez – dándonos el primer billete – acá traigo más ¡oh!
mira este es de cien –con las bolitas totalmente arrugadas que Tom usaba como
billetes juntas fueron unos 600 euros más.
Teníamos que hacer algo Chiara no podía pasar
más tiempo ahí encerrada, por una injusticia, espero, la verdad es que aún no
sabíamos lo que había hecho, volvimos a salir de aquel cuartito al estilo sala
de espera para preguntarle al oficial si había algún cajero cerca, estábamos
frente al mostrador cuando se empezó a escuchar mucho ruido, voces y alboroto,
gire la vista, pero los muros me obstruía la vista sólo veía la cara de mi
osito a través de un cristal que separaba ese cuarto de donde estábamos, con su
dedo al nivel de su boca vi como asentía y negaba como si estuviera
reconociendo o no a las personas que seguramente estaban pasando, vi claramente
como así un sí luego un no, luego dos sí y muchos no.
El que entró primero con una cara de aflicción
como aventando unas puertas de cristal invisibles era Bill que gritó:
-
¡Venimos por Tom!
-
¡Qué yo no fui! –rezongó más para sí mismo Tom.
-
Mia, ya lo sacaste ¡Muchas gracias nena hermosa! No sabes cuánto
te agradezco que te hayas tomado la molestia, digo, sé que este tarado se la
pasa dándote molestias… ¡Ah, vaya! Mi alma descansa –Bill me abrazaba y me
llenaba de besos la cara- ¿Qué fue lo que hizo ahora?
-
Acaso no me escuchas que YO NO FUI.
La pequeña jefatura de policía ya estaba
llena de gente, pues Bill no había llegado sólo, atrás de él venía Natalie,
Gustav, Hagen, Dunja, David y otros tres de seguridad, todos haciendo un
alboroto tremendo con sus pisadas y respiraciones, el oficial miraba como todos
llenaban la jefatura y hablaban al mismo tipo creando un caos atroz, movía la
cabeza negativamente, seguramente el pobre hombre no sabía si reír o llorar.
El siguiente en hablar a gritos, haciendo por
fin caso a lo que decía Tom, fue Hagen.
-
Si no eres tú rata mal vestida el que está allá dentro entonces es
mi hermana ¡Imbecil! Por tu culpa encerraron MAUREEN.
-
¿Cuánto dinero traen? – ya que estaban todos ahí seguro juntábamos
para la fianza.
-
Idiota, como voy a creer que dejaras que metieran a un lugar como
este a mi hermana –musitó con furia mirando de refilón a Tom.
-
A ver niños, cállense –dijo Jost- cuánto dinero falta.
-
Ya sólo faltan 8,400 euros.
-
¿Qué? –soltaron al unísono.
-
Vas a pagar muy caro que Maureen esté aquí.
Hagen fue el primero en animar a todos en
buscar en sus bolcillos y sacar dinero. Los apresuró y Tom se quedó quieto
queriendo que alguien le hiciera caso.
De entre tanto alboroto para conseguir el
dinero Moo seguramente por haber escuchado su nombre en ese alboroto de voces
familiares, sacó la cabeza de la sala de estar.
-
¿Qué yo que?
-
¿Estás ahí? –le dijo su hermano lleno de sorpresa
-
Sí…
-
¿No estás allá dentro?
-
No…
-
Ya sólo faltan 200 euros –dije con emoción.
-
¿Alguien trae más cambio? Aquí hay una maquinita monona de dulces
y Edward ya no me quiere dar dinero.
Moo puso una cara triste y Hagen se le fue de
inmediato en un abrazo.
-
¡Mia! –me gritó Jost- si no es Tom, ni Maureen por quienes estamos
aquí. ¿Para qué nos pides dinero?
-
¡Eso es lo que es lo quiero decir! –gritoneó Tom- Es su
amiga Chiara a la que hay que llevarnos. ¡Osh!
Por fin logramos juntar todo el dinero para
la fianza de Chiara y los dulces de Moo. Ya todos más tranquilos esperábamos
solamente a que Chiara saliera de aquel horrible lugar, Edward me tenía
abrazada, susurrándome cosas lindas al oído de lo mucho que me había extrañado,
mi osito podía llegar a ser en ocasiones tan impredecible, esos ataques de
romanticismo y elocuencia le daban pocas veces pero me encantaban.
No hacía falta decir que todo aquel mal
entendido David se había enojado conmigo, aunque yo no entiendo por qué yo no
lo había involucrado, todo era culpa de Tom, como siempre. David me arrebato el
dinero de la mano y fue el quien personalmente se hizo cargo de todo el
papeleo.
Mientras a Tom lo seguían regañando por lo
que no había hecho, lo cual me daba una gracia increíble, no alcanzábamos a
escuchar todo lo que decía, hasta que muy fuerte Tom dijo:
-
…Llegó Míster Mallitas…
-
Qué yo qué – dijo mientras deshacía el abrazo en el que me tenía –
yo no traigo más dinero – se metía las manos a las bolsas del pants y se
acercaba a ellos, con todo el animo cooperativo.
-
¡Ay es tan dulce, mi osito!
-
¿Tú qué?
-
Edward, Edward quise decir… - Moo ladeo la cabeza para ver a
Edward.
-
Será un osito… sin relleno…
-
¡Ay Moo! Ya déjalo. Que por cierto amiga – me lleve la mano a los
ojos, como si no quisiera ver, pero con todos los dedos abiertos viendo a
Moo – yo no vi nada pero Tom…
-
¡Mia! – me reprendió- aunque no me puedo quejar, mi novio si que
está muy bien – me dijo con malicia en el tono de voz.
Después de un par de minutos más sin hacer nada, el oficial nos dijo que
mi amiga estaba completamente libre. Como sacado de pelicula, la escena que
vieron mis ojos fue de un gran alivio. Chiara estaba saliendo de lo que parecía
un largo pasillo con la cabeza gacha y revisando un sobre de color amarillento.
Contuve las ganas de verme maternal y correr a ella en un abrazo, pues el Moo y
Tom llegaron a flanquear a la Moo y Bill lo hizo para conmigo. Después de dar
algunos pasos fuera del mostrador que nos separaba mi amiga levantó la vista y
puedo jurar nos miró con pánico a todos.
-
Pero a todo esto –dijo Jost- ¿Qué fue
lo que sucedió? –Chiara se pasó por toda la gama posible de colores en su
rostro.
-
Mia ¿Qué hacen todos ellos aquí?
–petrificada me dijo desde el lugar donde se había frenado.
-
¡De nada! –rezongó Tom- todavía que
juntamos hasta el cambio para poder sacarte de aquí te pones rejega.
-
Una muy buena manera de disculparte por
hacernos venir a media madrugada es decirnos qué fue lo que hiciste…
Chiara poco a poco fue relatando lo sucedió que para empezar en cargo
era “faltas a la moral”. Enseguida las carcajadas no se hiceron esperar.
-
No, no, espera amiga… ya… ya –dije
tratando de insuflar el mayor aire posible a mis pulmones por el espasmo de
risa y sobre todo tratar de controlarme- es que eso no es de Dios amiga…
Y no pude contener nuevamente una oleada de risa junto con el resto de
los chicos.
-
Ya amiga, lo prometo que ya… -pero la
risa parecía tener voluntad propia- ya. De acuerdo, qué fue lo que hiciste.
-
Estaba con Misha en el parque de
enfrente –dijo con voz casi nula- y tenía mucho tiempo de no verlo, recordé la
propuesta de compromiso que tiene para conmigo y en medio de la noche, con la
luna en lo alto comenzó a recitarme todo lo que he significado para él y una cosa
llevo a la otra…
-
¡No bueno! –interrumpió Gustav, que
hasta ese momento volví a caer en la cuenta de que estaba ahí- a quién se le
ocurre seducirse en frente de la jefatura…
-
El oficial dijo que si en otro modo me
hubiera encontrado, probablemente no me hubiera tenido que llevar… -agachó la
mirada y se volvió a sonrojar.
-
¿Qué fue…? –preguntó ansioso Jost.
-
A la señorita –dijo el oficial con tono
cansino- se le encontró sin la blusa, con el sostén sobre puesto y con el
pantalón mal abrochado –se hizo un silencio terrible, cómo iba a ser posible
que mi amiga la que tanto pregonaba a Dios hubiese caido en una gran tentación.
La encargada de romper el silencio fue Maureen.
-
Por lo menos dime que traes calzones
puestos.
Eso desató otra oleada de risas, los comentarios
de la Moo se excedían, a la pobre Chiara nuevamente sele subieron los colores
al rostro.
-
Misha ¿Dónde está Misha?
Todos nos encaminamos a la salida para por
fin terminar con aquel episodio, seguridad en la cabeza de la fila, los Tokio
Hotel todos arremolinados juntos haciendo chistes por lo bajo de la penosa
situación en la que habíamos venido a para, Chira ya estaba afuera, al parecer
el tal Misha estaba ahí esperándola.
Edward me tenía de la mano, junto con Maureen
y Tom seríamos los últimos en salir, estábamos casi en el pasillo cuando nos
detuvo de pronto el oficial.
-
¿Mia? – eso hizo que Edward se detuviera y que yo volteara a ver
al oficial- Usted joven es ¿Mia Giole Dumarc? La bailarina de ballet
-
…Sí - conteste tímidamente.
-
Y tú joven eres de la banda esa famosa, junto con los otros tres
chicos – señalaba a Tom.
-
¿Eso qué tiene que ver Señor oficial? No me diga que ser famosos y
bellos es un delito.
-
¿Me puedo tomar una foto con ustedes? –dijo de pronto quitándose
esa terrible cara de hartazgazo que portó durante toda nuestra estancia.
-
¡No! Nada de fotos – gritó inmediatamente David abriéndose paso
entre los que trataban de salir se notaba perfectamente como tenía los nervios
de punta- ¡Nada de fotos! ¡Nada! –sentenció.
-
Bueno un autógrafo… – ahora era el oficial el que nos miraba con
ojos suplicantes, un poco encorvado y las mejillas ligeramente rosadas, en otra
situación me hubiera parecido tierno.
Con toda la ironía del mundo, regresamos
sobre nuestros pasos para darle nuestros autógrafos, todos los de la Banda, mi
osito también le dio su autógrafo, hasta Maureen firmó, salimos de ahí entre
risas y comentarios sarcásticos. ¡Ah que nochesita!
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