Capítulo VIII [ Parte 1] Ahora que estamos aquí.




[*Bill Kaulitz*]



Salíamos del salón de juntas en completo silencio. Tom iba a mi lado, “como llegaba a odiar las juntas” pensé; – Las odiamos – me respondió Tom y le afirmé con la cabeza por su certero comentario hacia mi pensamiento. La gente que unas horas atrás estaba congregada en la sala de espera ya no estaban; después de que Ela y Fabiho comentaran lo pasado por la mañana quería imaginar que más de uno decidieran irlos a ver.

  • Apuesto 5 euros a que quieres un café – me dijo Tom dándole un cigarrillo a Gustav.
  • Te los has ganado – movió su cabeza de arriba hacia abajo sin dejar su expresión seria – vienes con nosotros Gustav – le decía ahora a él mientras caminábamos fuera del estudio para poder fumar.
  • ¿Van ir a verlos? – preguntó dejando escapar el humo al hablar.
  • Considero que no, aunque aún queda una visita por la noche, lo haremos mañana – dijo Tom.
  • Lo apoyo – dije llevándome las manos al rostro.
  • Regresamos a Hamburg – dejó caer su cigarrillo Tom y lo apagó – vámonos, ¿te llevamos a tu casa Gustav?
  • No, mejor a la casa de mi hermana…
  • Vale, pero vámonos ahora mismo – finalizó tomando la delantera en la camioneta.

Nos despedimos de la gente que nos encontramos al salir del estudio, diez minutos después dejábamos a Gustav con su hermana, que jugaba con sus hijos en el jardín, por cortesía bajamos rápido a saludar abordamos de nuevo el auto y me dispuse ahora a manejar yo, con velocidad normal y lo una sicótica con la que Tom acostumbraba embarrarme en el respaldo del asiento del copiloto. Aún así llegábamos pronto a casa en cuanto bajé como bólidos me recibían mis perros, Tom lidiaba con el suyo camino al jardín. Recordé aquel día hace muchos años ya cuando Mariella, Tom y su perro tuvieron un encuentro fugaz y no pude evitar sonreír con emotiva nostalgia de por medio.

  • ¿Por qué ríes como idiota? – me tomó por sorpresa Tom, supuse que me había visto por el reflejo de los ventanales.
  • Recordé el día en que tu perro se puso necio en el estudio y de casualidad estaba ahí Mariella…
  • Sí, ya hasta ahí, ni me lo recuerdes – con pesar me dijo.
  • Que no pudiste evitar coquetearle… – una sonrisa se me escapó junto con un suspiro.
  • Eso… y muchas cosas más de las cuales recuerda: sería muy cruel recordar ahora que ellos están así deja el pasado en su lugar de donde no se puede mover lo hecho, cargo con mi propia culpa.

Entramos a casa, un gran refugio después de todo, ambos fuimos directo a la cocina. Tom comenzó a preparar con singular esmero algunos sándwich, yo los cafés, de la nada me previno con un “revisa la grabadora del teléfono”, lo miré y parpadeaba, le puse reproducir y la voz más encantadora sonó metiéndonos un susto.

“Niños, los extraño y estoy preocupada por todos, Gordon y yo vamos hacia allá. Los quiere mamá”

“Mierda” soltó en automático Tom azotando algo en la barra, lo que me causo gracia, a pesar de los años él seguía temiendo cada que mamá sólo avisaba con mensajes que nos visitaría para tomarnos o tomarlo (mejor dicho) desprevenido.

  • ¿De cuándo es el mensaje? – dijo desesperado pero sin dejar de comer.
  • Ayer por la noche – me indicó la pantalla del teléfono.
  • Ósea que significa qué…
  • Que llamo ahora mismo para que te relajes Tommy.
  • ¡Cállate y llama! – ordenó.
  • No hace falta – se escuchó una delicada voz en la puerta de la cocina.
  • ¡Mamá! – grité y me fui contra ella en un gran abrazo mientras detrás de mi escuchaba a Tom toser sin control. Lo mirábamos divertido en medio de su muerte – hace cuánto que estás o están, ¿Gordon dónde está?
  • Llegamos por la tarde, ya no estaban y Gordon está en el jardín jugando con tus perros.
  • ¿Ya te has recuperado Tom? – mamá lo miraba sin duda divertida – ¿ya puedes saludarme? – él tosió un poco más, le dio un trago al café y se acercó a saludarla.
  • ¡Hola mamy! – dijo en ese ridículo tono consentido del que muchas veces él se burlaba de mi por hacerlo.
  • Yo no comprendo aún por que a pesar de que soy tu madre te da pánico que yo llegue sin avisar y vea el desorden de hijo que eres. No puedo reprenderte y mandarte a acomodarlo – mamá río y eso me provocó lo mismo a mi.
  • ¡Ya bien! Sólo pensé que algún día podría darte la sorpresa de que mi habitación se veía decente pero estuvimos toda la mañana rogándole a Geraldine que no se fuese de vacaciones y nos dejara a la deriva con nuestras sucias habitaciones…
  • TU sucia habitación – corregí a Tom – Pero vamos Tom hace cuánto mamá no te regaña y más sin en cambio termina arreglando tu habitación…

Después de enfrascarnos con algunos recuerdos similares de nuestra tremenda infancia y lo sucio de la antigua habitación de Tom; mamá nos decía que sólo venían por un par de días, ellos querían saber cómo se encontraban Hagen y Mariella. Había recibido una llamada de Sophia que le avisaba que llegaba Berlín en unos días, mamá al parecer no sabía bien sí Sophia ya estaba aquí o no. Tom se encargó de confirmarlo y le platicaba cabizbajo lo que había pasado exactamente y los evidentes resultados, en que hospital de Berlín se encontraban y su estado de salud, le comentábamos las visitas que habíamos realizado, las altas expectativas de los doctores para con ellos. Después de un rato en sigilo Gordon se nos unió la plática y comentaba acerca de todo lo que los noticieros comentaban por el suceso en el aeropuerto, lo alerta que se encontraban los países que reclamaban repatriar a la gente envuelta en aquel insólito suceso.

Analizábamos la situación con respecto a las visitas, seguro ellos querían verlos, Tom se ofreció a llevarlos diario o cada que ellos quisieran siempre y cuando se quedaran con nosotros el tiempo que nos implantaron las vacaciones; mamá por su parte no puso objeción, Gordon prometía ir y venir dado que tenía que atender la escuela de música que dirigía. Mamá anhelaba verlos lo más pronto posible, a todos, con el tiempo que llevábamos en Tokio Hotel nuestras familias incluyendo a muchas del Staff llevaban una gran relación fuera de los escenarios. Éramos una enorme familia, hacíamos constantes reuniones, fiestas, parrilladas, viajes juntos e infinidad de cosas. Nos dolía de más que dos de nosotros estuvieran mal.



[*Fabiho Laggerfeld*]

Una vez que estuvimos todos en un penthouse que Xavier nos habilitó, ordenaron la comida; por un lado estábamos: Penny, Zahnarzt, recién había llegado el padrastro de Georg, Glen, y yo poniéndolo al tanto. En el comedor principal: Ela, Sophia y Xavier que hablaban sin parar. Cerca de la terraza: Kin, Deieu, Carlo, François y un chico que no identifiqué. Los ánimos eran bajos para cualquier parte que uno quisiera voltear, no era para menos pero verlos a todos con sus caras largas y preocupadas me ponía mal.

No regresamos directamente al hospital debido a que perdimos la hora de visita por la tarde y aunque un familiar podía estar las 24 horas en cada habitación, el resto debían de esperar. Acordamos que la visita nocturna (en la cual no faltaba ya mucho tiempo) iríamos todos y a pesar de que éramos demasiados tendrían un promedio de 10 minutos cada uno para poder verlos.

Una llamada entró a mi celular, era Tom, me caía raro él que me llamara si apenas nos habíamos visto y por lo mismo me apresuré a contestar. En realidad quién me contestó fue Bill, más sorpresa para mi, a medida que platicábamos me decía que sus padres estaban con ellos en Hamburg y deseaban ver a todos, me puso al tanto que en la junta a la que ellos se quedaron les impusieron dos semanas de vacaciones e irían diario a visitarlos; con eso trató sutilmente de decirme que tenía que decirle a Kin, aunque seguramente Dunja se pondría en contacto con ella en cualquier momento. Mientras hablaba con él, el celular de Penny sonaba e iba de inmediato con Sophia, Bill me decía que justo en ese momento Simone llamaba a Penny. En cuanto terminé mi llamada la voz de Kin sonó de tras mío – “quiero hablar contigo” – dijo.




  • ¡Hola! – dije apresuradamente.
  • ¿Cómo estáis Fabiho? – dijo en un tonito en extremo amable.
  • Bien gracias, que sorpresa tu llamada.
  • Me he preguntando si estáis libre para ir a tomar un café o un helado…
  • ¿Acaso me estas invitando a salir Kin? – pregunté incrédulo de que lo estuviera haciendo, me recargué con galantería en la silla del escritorio y sabía que reiría con mi comentario.
  • ¡Sí! Por supuesto majo… pensé que sería una buena idea hacedlo esta vez yo… ¿Por qué no? Me he dicho a mi misma: invitáis a salir a Fabiho, guapa, que seguro él aceptará complacido – esta vez reí yo.
  • Acepto tu invitación pero tú pagas – escuché un silencio de su parte y enseguida reí – ¡No se te ocurra colgar! – articulé – era broma.
  • Mis motivos, tío, me impulsan a querer verte, en serio y estoy dispuesta a pagar por vuestros consumos – “vaya chica que lanzada” pensé.
  • Siendo así, solamente no limitaré tus impulsos de verme enseguida, el resto olvídalo ok.

Esa chica era fuera de serie, tenía de repente ideas muy espontáneas. Así como acordamos nos reunimos en una cafetería tranquila no muy lejos del lugar al que habíamos ido a comer la vez anterior. Cuando la vi su expresión era seria y sinceramente me descontroló.

  • Gracias por venir – fue lo primero en decir cuando me vio.
  • No te preocupes, bien, aquí me tienes. Veo que te encuentras preocupada – era bastante notorio.
  • Me iré sin rodeos, porque considero que no es un juego – me quedé pensando qué era lo que trataba de decirme mientras que de su bolso iba sacando un folder con un logo que no distinguí muy bien a primera instancia, pero tenía diferentes colores – y no sé qué trae en manos vuestro amigo.
  • ¿Mi amigo? – le preguntó mientras me giraba el folder y distingó el logo de la revista Bravo. Abró el folder desconfiado alternando mi vista entre ella y el folder. Miró la foto dentro y lo cerré de inmediato exclamando – ¡Georg!
  • Georg Moritz Hagen Listing – repitió cruzando los brazos, ahora me estaba viendo en serios problemas. Nunca platiqué con él por algún plan B para cuando pasara algo cómo esto...

4 Alas:

OreoEffeckt dijo...

Estaba a punto de volver con mi: No entendí

Pero... si entendiiii hahahaaha...
al principio me quede así de: creo que me perdi de 1234565432 capitulos! D:

Pero los relojitos me salvaron la vida xD


esto ya se esta poniendo buenooo

Zeltzin dijo...

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

te ammo <3

shaira beluga dijo...

mmmm?

Karla Díaz dijo...

haber como le explica esto a la adorable Kin?! jaja
babas!
siempre se debe tener un plan b, c, incluso d!!! jeje
ya habias dejado un poco atras la historia del hospital, hasta ahora la recorde!
por fin termine de ponerme al corriente!!!
sentia que no se acababan!jaja