[*Bill Kaulitz*]
¡Qué demonios! Pensé cuando a mitad de la pista vi una gran escena que me hacía perder 50 euros y me reí.
[*Fabiho Lagerfeld*]
No sé cuantas veces pasó por mi cabeza en el trayecto de la noche aquel pensamiento, no era tan difícil de decirlo pero temía por la respuesta, tal vez ilusiones mías y no sería bien correspondido.
Había hablado con uno de los mozos encargados para que adornasen un balcón de los que había en la zona, con muchas velas, afortunadamente también tenían rosas que pedí dejaran en el piso como adorno. Después de bailar un par de pistas la tomé de la muñeca sin decirle nada, ella me siguió, seguramente pensó que era tiempo de tomar un descanso en el living y pasamos por el mismo haciendo, al menos yo, caso omiso a los llamados que nos hicieron ahí. Saqué del interior de mi chaleco una servilleta de tela que pedí, mientras seguía caminando entre la gente, una vez estando en un espacio más libre de gente la ubiqué frente a mí y le cubrí la vista con aquella servilleta, ella quiso decir algunas cosas y la comencé a guiar al balcón. Temerosa daba pequeños pasos diciendo algunas frases para que la dejara de torturar de esa forma.
Un vez en al pie del balcón le descubrí su vista para que observara los improvistos detalles que conseguí…
Un silencio se apodero de ambos, la miraba con expectación y miedo, a ella se le iluminaron de pronto sus grandes ojos y dio un pequeño paso a mí, elevó sus brazos hacía mi cuello y yo la recibí por la cintura, me miró y con una linda risilla me dijo un suave “Sí”… Sí, que repetí y enseguida la besé y la elevé del suelo en un abrazo…
Dio un par de sorbos a su trago y después de haberme dicho a cuenta gotas ciertas cosas que en si me dejaron con aún más dudas y pensar que yo era él de los secretos. Nos habíamos quedado en silencio por un momento, tenía miles de preguntas pero sabía que ella y su arrogancia no me las responderían tan fácilmente. De pronto soltó un “diablos” que me confundió…
El chico ese, Robert, se quedó en la mesa donde estábamos, sonriendo cínicamente viendo como nos acercábamos a la salida. Ella me dijo que la llevara a un lugar. No regresamos a la casa de Mariella por su auto y nos fuimos en el mío.
Manejé tal cual me indicó no estábamos lejos del centro donde nos ubicábamos originalmente pero me intrigaba hacia dónde me dirigía. Al llegar a Gewerbegebiet Nord me hizo bajar por un camino de terracería que a escasos metros se convirtió en un camino hermoso de arboles altos, y el piso cambiaba; pronto me topé con una reja muy alta y un guardia de seguridad nos detuvo, ella me tendió una credencial y me pidió que dijera “Laguna, residencial 09” y sin peros así lo hice devolviéndole su credencial, en silencio seguí por el camino empedrado y poco a poco fueron apareciendo grandes casas, lujosas desde luego, el recorrido fue en línea recta tal vez dos kilómetros y llegamos a un gran portón de acero y un guardia más se acercó, esta vez nos pidió nombres y que aguardáramos unos momentos pues nos anunciarían a la residencial que ya habíamos nombrado en la entrada, un par de minutos más y entrabamos por el portón que rechinaba de lo grande y pesado que se notaba ser. Ahora veía mansiones… muy lujosas, era pequeño adjetivo comparado con lo que había visto, eran enormes y eran escasas; me dirigió al fondo a la “residencial 09” como mencionó, al pie de una hermosa laguna.
Miré la fachada y con eso fue suficiente para quedar impresionado del lugar donde me encontraba, ella por el contrario lucia muy natural, imaginé por segundos si en vez de ser Melissa fuera Mariella caminando así, tan como si nada ante tanto lujo, en definitiva no la podía comparar, Mariella se notaba simplemente más indiferente a ellos.
Era ya bastante tarde, aun así el personal de servicio de la mansión nos quiso atender y Melissa les ordenó retirarse; “conozco esta casa, muchas gracias, pasen buena noche” dijo y la servidumbre se retiró. La mansión era imponentemente lujosa y miraba los alrededores, incrédulo de que ahí pudiese vivir Mariella. Me dirigió a una de las habitaciones que tenía una chimenea prendida, había una fina cantina al fondo, me preguntó por alguna bebida y después se acercó para después sentamos en la sala.
Era increíble como de su arrogancia antes mostrada cuando la conocí su mirada ahora era triste y se encontraba algo perdida en el fuego de la chimenea.
Comparé ambas fotografías, por un lado la pequeña niña que era su hija era bellísima, su cabello era rizado, un rosto muy angelical, de una picara niña, sus ojos eran de una azul grisáceo y muy grandes, su piel era blanca (vaya que la genética de su padre no influyó en la pequeña). Luego miré la fotografía en marco que me había tendido; “es Mariella, tenía la misma edad que ahora tiene Tabatha” me dijo de pronto, adivinando lo que tenía en el pensamiento; curiosa se veía de pie en lo que parecía de fondo un jardín, estaba enfocada muy bien su cara, su cabello ya era largo con un prendedor sosteniéndolo de lado, los ojos de Mariella son azules y su cara ciertamente es idéntica al de la otra pequeña niña.
Subimos por las curveadas escaleras, y doblamos en un pasillo abrió la primera puerta de dos que se encontraban ahí, la luz era muy tenue y en una enorme cama se encontraba la pequeña dormida muy plácidamente, se sentó a un lado de ella sobre la cama, la pequeña respondió ante el sentir a su madre presente.
Tomó la pequeña mano de Tabatha y comenzó a hablar…
¡Qué demonios! Pensé cuando a mitad de la pista vi una gran escena que me hacía perder 50 euros y me reí.
- - ¿De qué te ríes? – me preguntó Natalie.
- - ¿Recuerdas a Mariella no? – le dije en obviedad – ella no conocía a Tom y éste cuando la vio se quiso lucir, lentamente claro, ya ves que anda de conquistador de más de dos noches – eso hizo reír a Natalie – según yo, le aseguré que Mariella no caería en sus redes, es mayor que nosotros…
- - ¿Cuánto?
- - Dos años…
- - Vaya asaltacunas tu amiga – se rió y no pude evitarlo hacerlo también.
- - El caso es que le aseguré a Tom que no pasaría y me apostó 50 euros – me llevé el cigarro a los labios.
- - Vaya manera de apostar Kaulitz, tú no entiendes, con las mujeres no se apuesta – dijo ella negando con la cabeza.
- - No puesto con mujeres, Tom me apostó que lograría algo más con ella – repliqué...
[*Fabiho Lagerfeld*]
No sé cuantas veces pasó por mi cabeza en el trayecto de la noche aquel pensamiento, no era tan difícil de decirlo pero temía por la respuesta, tal vez ilusiones mías y no sería bien correspondido.
Había hablado con uno de los mozos encargados para que adornasen un balcón de los que había en la zona, con muchas velas, afortunadamente también tenían rosas que pedí dejaran en el piso como adorno. Después de bailar un par de pistas la tomé de la muñeca sin decirle nada, ella me siguió, seguramente pensó que era tiempo de tomar un descanso en el living y pasamos por el mismo haciendo, al menos yo, caso omiso a los llamados que nos hicieron ahí. Saqué del interior de mi chaleco una servilleta de tela que pedí, mientras seguía caminando entre la gente, una vez estando en un espacio más libre de gente la ubiqué frente a mí y le cubrí la vista con aquella servilleta, ella quiso decir algunas cosas y la comencé a guiar al balcón. Temerosa daba pequeños pasos diciendo algunas frases para que la dejara de torturar de esa forma.
Un vez en al pie del balcón le descubrí su vista para que observara los improvistos detalles que conseguí…
- - ¡Sois hermoso, Fabiho! – dijo mirando las velas y las rosas en el suelo – pero…
- - Esta noche considero que es la perfecta – comencé a decir sin pensarlo – he tenido la oportunidad de conocer a tus hermanas y amigos en estos días, ver el esfuerzo con el que planearon cada detalle, me hizo pensar que quiero mostrarte que sé hacer lo mismo – seguramente ahora sobre entendía mis palabras y fue el momento justa para decirle – ¿Quieres ser mi novia?
Un silencio se apodero de ambos, la miraba con expectación y miedo, a ella se le iluminaron de pronto sus grandes ojos y dio un pequeño paso a mí, elevó sus brazos hacía mi cuello y yo la recibí por la cintura, me miró y con una linda risilla me dijo un suave “Sí”… Sí, que repetí y enseguida la besé y la elevé del suelo en un abrazo…
Dio un par de sorbos a su trago y después de haberme dicho a cuenta gotas ciertas cosas que en si me dejaron con aún más dudas y pensar que yo era él de los secretos. Nos habíamos quedado en silencio por un momento, tenía miles de preguntas pero sabía que ella y su arrogancia no me las responderían tan fácilmente. De pronto soltó un “diablos” que me confundió…
- - ¿Qué te sucede? Estás bie… – no terminé mi pregunta cuando se escuchaba detrás mío:
- - ¡Pero mira que belleza de mujer me he reencontrado!, Melissa, la que dijo nunca volvería a Alemania – volteé de inmediato a verlo, un chico de piel morena, tal vez de mi estatura y cabello rizado, vestido muy sport tenía una sínica sonrisa en el rostro.
- - ¿Qué quieres?, ¿Por qué no te…
- - Ohhhh no, ni te enojes – dijo pasando a un lado mío – hey chico ¿puedo? – señaló a la silla para poder sentarse y sin responderle la giró y posó sus brazos sobre el respaldo – dime… cómo está la madre ejemplar del año.
- - A punto de mandarte un reconocimiento por el padre del año Robert – dijo Melissa con un singular enfado.
- - Pero seguro aquí tu… tu… – hacía ademanes con la mano señalándome y ninguno de los dos le respondía que éramos – te aceptará con un bebe de otro ¿cierto? – me miró a modo de burla.
- - Ya no es UNA bebe, si te tomaras la molestia de poner atención a las cosas, pero como veo que eres el mismo inmaduro de siempre.
- - Ay cariño volviste porque creíste que yo ahora podría ser un padre…
- - En definitiva no volví por ti imbécil – se levantó de la mesa, al igual lo hice yo, tomó su bolso con furia y me miró para hacerme una señal de que nos fuéramos.
El chico ese, Robert, se quedó en la mesa donde estábamos, sonriendo cínicamente viendo como nos acercábamos a la salida. Ella me dijo que la llevara a un lugar. No regresamos a la casa de Mariella por su auto y nos fuimos en el mío.
- - No te preocupes por el auto, ella esta seguramente con tu amigo y no creo que regresen justo ahora – dijo haciéndome sentir nada a gusto con su comentario, pensar que Fabiho estaba ahí con ella, de qué diablos se trataba, ambos sabían que yo regresaría hoy.
- - ¿A dónde me dirijo? – pregunté haciendo caso omiso a su comentario.
- - Tomaremos la autopista… ¿vives aquí? – cuestionó.
- - Sí, dime a dónde vamos – serio le contestaba.
- - Bien no te enfades, iremos por la autopista y tomaremos la 71 y doblaremos a la derecha en Hundisburger Str hasta llegar a Gewerbegebiet Nord…
- - Espera ahí no hay más que fabricas – reclamé.
- - Puedes manejar hasta allá o te quedas con las dudas de tu amada.
- - De acuerdo – doblegué.
Manejé tal cual me indicó no estábamos lejos del centro donde nos ubicábamos originalmente pero me intrigaba hacia dónde me dirigía. Al llegar a Gewerbegebiet Nord me hizo bajar por un camino de terracería que a escasos metros se convirtió en un camino hermoso de arboles altos, y el piso cambiaba; pronto me topé con una reja muy alta y un guardia de seguridad nos detuvo, ella me tendió una credencial y me pidió que dijera “Laguna, residencial 09” y sin peros así lo hice devolviéndole su credencial, en silencio seguí por el camino empedrado y poco a poco fueron apareciendo grandes casas, lujosas desde luego, el recorrido fue en línea recta tal vez dos kilómetros y llegamos a un gran portón de acero y un guardia más se acercó, esta vez nos pidió nombres y que aguardáramos unos momentos pues nos anunciarían a la residencial que ya habíamos nombrado en la entrada, un par de minutos más y entrabamos por el portón que rechinaba de lo grande y pesado que se notaba ser. Ahora veía mansiones… muy lujosas, era pequeño adjetivo comparado con lo que había visto, eran enormes y eran escasas; me dirigió al fondo a la “residencial 09” como mencionó, al pie de una hermosa laguna.
- - Baja, aquí es la casa que pertenece a los Turner – dijo bajando por ella misma sin espérame a que por cortesía le abriera la puerta.
Miré la fachada y con eso fue suficiente para quedar impresionado del lugar donde me encontraba, ella por el contrario lucia muy natural, imaginé por segundos si en vez de ser Melissa fuera Mariella caminando así, tan como si nada ante tanto lujo, en definitiva no la podía comparar, Mariella se notaba simplemente más indiferente a ellos.
Era ya bastante tarde, aun así el personal de servicio de la mansión nos quiso atender y Melissa les ordenó retirarse; “conozco esta casa, muchas gracias, pasen buena noche” dijo y la servidumbre se retiró. La mansión era imponentemente lujosa y miraba los alrededores, incrédulo de que ahí pudiese vivir Mariella. Me dirigió a una de las habitaciones que tenía una chimenea prendida, había una fina cantina al fondo, me preguntó por alguna bebida y después se acercó para después sentamos en la sala.
- - Quiero cerciorarme… – dije después de darle un trago al whiskey y encontrando algo con que poder hablar con ella y aquella situación en el bar me había dejado muy intrigado – el chico que nos encontramos en el bar es…
- - Un idiota – dijo fastidiada y con el semblante triste, había bajado la mirada – tu duda es sí ese miserable es el padre de mi hija, lo es…
Era increíble como de su arrogancia antes mostrada cuando la conocí su mirada ahora era triste y se encontraba algo perdida en el fuego de la chimenea.
- - Si te sirve de algo, puedes desahogarte – le propuse, ahora ella se veía un poco indefensa.
- - Mariella nunca te ha hablado de mí cierto – dijo con evidente tristeza.
- - La conozco de hace muy poco y así como yo le he guardado cierta información de mi vida, ella creo tiene todo el derecho de hacer lo mismo.
- - Supongo que tiene… – con cada una de sus palabra salía un tremendo dolor, mezclado con furia – a veces lo único que me reconforta es ver el bello rostro de Tabatha, es igual a cuando Mariella era pequeña – se estiró en busca de su bolso, sacó su cartera y me tendió una foto, se levantó del sillón y se acercó a la chimenea tomó una foto de encima y se volvió a sentar a mi lado, la miró de reojo y me la tendió.
Comparé ambas fotografías, por un lado la pequeña niña que era su hija era bellísima, su cabello era rizado, un rosto muy angelical, de una picara niña, sus ojos eran de una azul grisáceo y muy grandes, su piel era blanca (vaya que la genética de su padre no influyó en la pequeña). Luego miré la fotografía en marco que me había tendido; “es Mariella, tenía la misma edad que ahora tiene Tabatha” me dijo de pronto, adivinando lo que tenía en el pensamiento; curiosa se veía de pie en lo que parecía de fondo un jardín, estaba enfocada muy bien su cara, su cabello ya era largo con un prendedor sosteniéndolo de lado, los ojos de Mariella son azules y su cara ciertamente es idéntica al de la otra pequeña niña.
- - La he traído conmigo, debe estar dormida en estos momentos – dijo en un tono muy maternal – ¿quieres conocerla? – me dijo ya algo más tranquila, sin arrogancia, ni tristeza. No le respondí, en realidad si estaba dormida debía dejarla así pero me hizo una señal para que la siguiera.
Subimos por las curveadas escaleras, y doblamos en un pasillo abrió la primera puerta de dos que se encontraban ahí, la luz era muy tenue y en una enorme cama se encontraba la pequeña dormida muy plácidamente, se sentó a un lado de ella sobre la cama, la pequeña respondió ante el sentir a su madre presente.
- - ¿Es o no igual a Mariella? – me dijo con una sonrisa.
- - Sin duda lo es… – y era de verdad, aunque la niña aún era pequeña tenía un gran parecido a Mariella, no me atreví a decir nada más, era muy extraño ahí estar con su hermana y su sobrina, y tenía miles de dudas ahora por cuestión a ellas y su de notable tristeza cada que hablaba de Mariella.
- - A pesar de todo, es lo mejor que me ha pasado – le pasó una mano por el rizado cabello acomodándolo detrás de sus orejas, la niña suspiró y le sacó una tierna sonrisa a Melissa.
- - Puedo preguntarte… cómo es que ella vino al mundo – me recargué en uno de los ventanales de la habitación quedando de frente a ellas.
- - Eso te llevará a saber algunas cosas de Mariella – me miró con las cejas en lo alto – ¿estás seguro?
- - A cada momento que estoy contigo, algo pasa que me nacen más dudas – le respondí.
Tomó la pequeña mano de Tabatha y comenzó a hablar…
1 Alas:
aaaaaaaaaay carajo.. q dijo q dijo! parny pq le cortas por diooos!!!!
ash! jajajaj q relajo... la familia de los locos adams era mas normal..pq tanto misterio!!!
en fin... bubububu escribe anda! >_<
ahora si gane? o me equivoque otra vez en el comentario jajjaa
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