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- - ¿Puedes… explicarme…? – dije saliendo de la camioneta de Tom, que básicamente no se percató que me había dejado dentro, encerrado. Corrí a la entrada principal de la casa donde abría la puerta – ¡Tom! ¡Tom, te estoy hablando!
- - ¿Qué? – me miró de pronto muy desconcertado, parecía que salía de sus más profundos pensamientos bruscamente.
- - ¿Qué fue todo ese show de “conoces a Georg y ya nos vamos”?
- - ¡Ay! vamos, Bill no fue nada…
- - ¿Ah, no? – Tom se quedó callado mientras nos sentábamos en estancia…
- Cómo no iba yo a querer salir de ahí, sí es que todo lo que me dijiste es verdad- me dijo con el pensamiento. Analicé un poco sus palabras y me quedé callado por unos segundos.
- - Tal vez no lo sea – dije en voz alta.
- - ¡Cómo no Bill! Generalmente pones más atención a las cosas que yo… – expresó cabizbajo.
- - Espera, espera, espera… – dije incrédulo del cómo lo veía. Él me miró un tanto cohibido – TÚ, Tom Kaulitz, tratas de decirme con esto que…
- - ¡CÁLLATE! – me gritó y se quiso levantar del sillón. De mi parte recibió un empujón que se lo impidió. Estaba frente a él mirándolo sin querer con una sonrisa burlona.
- - Me estás tratando de decir que…
- - ¡Bill déjame en paz! – comenzó a manotearme para que me quitara de él.
- - ¿No querías a Mariella sólo para una noche? Eso es lo qué te orilló a salir así…
- - No quiero pelear con nadie, mucho menos con Georg y analizando su comportamiento… ¡ahhhh, no sé Bill! Sólo quería salir sin darle la cara al Hobbit, Mariella no era… es un premio.
- - Te entiendo aunque igual no sé expresarlo, además de que en otra situación me pondría de tu lado, pero estamos hablando no sólo de ti y de cualquier chica que conocemos en algún bar y mucho menos de cualquier tipo con el que vas a tener rivalidad por ella; estoy hablando de una muy buena amiga y de Georg.
- - Ves lo contrastante de las cosas – dijo alzando los hombros y de nuevo me senté a un lado de él.
- - ¿De verdad querías dejar de ser un Casanova? ¿Querías algo como…
- - ¿Enamorarme? – enarcó en demasía las cejas que se ocultaron en la banda de su frente y su mirada se clavaba con fuerza en la mía, quedándonos así por minutos, recibía toda su energía y sus deseos –Tal vez no era mi momento, ni mi oportunidad, ni mi chica– retumbó en mi cabeza, su fuerte voz –Y es que cómo nos íbamos a poner a investigar lo que ellos dos querían– me recitó nuevamente, por la mente. Tenía sus dos puños cerrados a la altura de su barbilla y lo miraba cómo nunca antes en mucho tiempo –¿Lucho o me hago a un lado, Bill?– su mirada era implorante. Desvié mi mirada pues ya no pude evitar no parpadear. Medité lo que me dijo – Me voy a dormir – anunció dejándome como tarea pensar en todo aquello, en el fondo él sabía que algo bueno se me ocurriría… pero la verdad, no tenía alguna idea buena…
Fui a la cocina a dar vueltas, no tenía sueño y la empatía con Tom me había dejado algo hiperactivo. Comencé a hacer café y miraba constantemente por la ventana y de pronto Tom y sus problemas se me borraron de la cabeza con un electroshock de mi memoria al recordar a Gabrielle… me quedé ahí sentado sin hacer absolutamente nada quién sabe cuánto tiempo.
- - Deja de pensar así en ella – la voz de Tom me hizo dar un leve brinco.
- - ¿Qué? – fue lo primero que cavilé.
- - ¡Olvídalo! ¿Te caliento de nuevo ese café? Ni si quiera lo tocaste Bill – enmarcó una leve sonrisa y negaba con la cabeza.
- - Tenemos problemas Tom – entoné y ponía mi codo sobre la barra recargando mi cabeza en la palma de mi mano.
- - ¡Oh, no! tú tienes problemas Bill, yo como sea encuentro a alguien más pero tú sí estás en el hoyo y eso que no me he metido en tus bellos y rosados pensamientos por ella.
- - ¡Eres detestable Tom! – alegué, en ciertos momentos me desesperaba la frialdad con la que Tom tomaba a las mujeres como objetos de placer. Hace unos momentos se encontraba como un pequeño niño pidiéndome un consuelo y ahora…
- - ¡Te estoy sintiendo hermanito! Deja de hablar pestes de mi – movió su dedo índice de un lado a otro.
- - Deja de ser tan patán – le refuté.
Imaginaba que era el momento más incomodo de su vida, todo el camino desde que regresamos al hotel por su equipaje, mantuvo los ojos cerrados en una posición en extremo erguida y tensa. Me alejé de la caravana de autos que iban acompañando a sus amigos, manejé con la velocidad más rápida que pude y en menos de 30 minutos estaba estacionado en la acera de su casa, miré de nuevo su camioneta y a un costado el auto de Fabiho; suspiré, me crucé de brazos y tarde un par de segundos para dirigirle la palabra…
- - Mariella, ya llegamos a tu… – me quedé callado, sus ojos se abrieron lentamente, no me miró, sólo su vista se fijó en el horizonte – los demás aún no llegan, he conducido lo más rápido que pude para hacerte… pues para…
- - ¿Por qué no me dijiste quién eras? – dijo con un deje muy suave en la voz – ¿Te era muy complicado? ¿Ocultas algo más que tu inminente fama? ¿Qué querías de mí? – su expresión aparentaba ser tranquila, pero sabía que tenía un trasfondo que le dolía y lastimaba día a día, tanto como a Melissa.
- - Cometí un error – dije sin meditar mucho que eso era parte de mi pensamiento, seguía sin mirarme y sentía que no podía soportar esa situación, no quería ser yo quién la lastimase, no quería ser una aflicción – No quería… – tomé delicadamente su barbilla con mi mano y la giré para que me viera – Sólo pensé que sí me conocías primero como la persona normal que soy y no por lo que dicen los medios de comunicación todo sería más fácil… no sabías quién era yo, e imaginé… en fin… todo salió diferente y contraproducente – me quedé unos segundos mirando sus ojos que se clavaban en los míos, bajé mi mano a su hombro y lo acaricie – Yo también me hice ilusiones – confesé soltándola y dejando de mirarla, presioné el seguro del cinturón de seguridad para librarme de él y me crucé de brazos.
Ella siguió mirándome por un momento, mientras hacía toda la faena, con mis últimas palabras estaba más que claro que le declaraba lo que sentía por ella. Recargó su cabeza en el asiento mirando al cielo del auto… ¿Qué pensaba? ¿Qué deseaba? ¿Por qué no me decía nada?... sólo veía sus tristes reflejos en su mirada como sí recordara muchas cosas… cosas, las cuales eran predecibles para mí aunque ella no lo supiera y eso me hacía sentir aún más culpable.
Un clac son sonó a un lado nuestro, bajé el cristal de su lado, era François, -Vamos a cenar- recitó para ambos, deshabilité el seguro de su puerta, posó su mano sobre mi brazo que aún se mantenía entrelazado con el otro y recitó un ligero -Gracias- salió del auto abriendo la puerta trasera para sacar su pequeña maleta que llevaba consigo. Aspiré todo el aire que pude por mis fosas nasales exhalando con pesadez por la boca, coloqué de nuevo el cinturón de seguridad, una señal para François a manera de despedida y arranqué el auto.
Llegué a mi departamento y me dejé caer enseguida en la cama y no quise pensar nada el resto de la noche…
Los demás autos fueron llegando poco a poco y la algarabía se hacía presente, François en todo ese lapso no me dijo nada, ambos estábamos fumando. Cuando todos estuvimos ahí reunidos Fabiho fue el primero en hablarme.
- - Hey Mariella, te vez rara con lentes – me hizo saber, y con una extensión de mis labios simulé una sonrisa.
- - Cuestión de que te acostumbres a verme con ellos.
- - Sí, supongo y dime dónde está Georg – miró a todos lados buscándolo con la mirada y traté de ponerme en calma, de pronto Kin a un lado suyo le dio un no disimulado codazo y lo jaló hacia el jardín donde me percate estaba su auto.
- - ¿Quieres ir a descansar en vez de cenar? – me dijo Amélie llegando a mí con un brinco, abrazándome por la cintura y recargando su cabeza en mi hombro. Asentí con la cabeza recargando también la mía en la suya.
- - Pero vamos al departamento, de acuerdo – ella aceptó y les hicimos saber al resto nuestros planes.
Acompañada de mi hermana subí a mi habitación por una maleta de ropa y cosas, había dado el pretexto de que sería mejor que cada hermana estuviera junto a las demás por lo que Gabrielle se quedaría en casa con Kin y Deieu, Amélie y yo iríamos un tiempo al departamento. Nadie puso objeción, antes de ir a cenar Gabrielle pasaría por sus maletas.
Al llegar nos despedimos del resto y cuando estuvimos solas, Amélie me dio un gran abrazo –Te he extrañado horrores Mallie– el mote por el que me llamó, me sacó una gran sonrisa, un grupo reducido de 4 personas me decían así; fue un invento en tiempo de ocio que tuvo nuestro Padre mientras teníamos una vacaciones, cuando “Lielie” como hizo llamar a Amélie tenía sólo un par de meses –Ya no estés triste– me dijo mientras caminábamos a la habitación principal donde dormiría. Nos dejamos caer en la cama, ella bocabajo y yo bocarriba.
- - ¿Sabes? Hubiera sido perfecto…
- - Aún puede serlo, no seas tan tajante – se acomodó sobre su brazo recostada sobre su costado izquierdo – te imagino más con Georg que con el chico ese, el rapero…
- - ¡Tom!
- - Tom, él…
- - Me dijo antes de irse que él también se había hecho ilusiones – mascullé y a pesar de eso entendió perfectamente lo que le dije.
- - ¡Vamos Mallie! – tomó un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja – dale una oportunidad, no todos son iguales a él…
- - No sé si vale la pena, Lielie.
- - Date una oportunidad tú, sino se la quieres dar a él – fue lo último que escuché que me decía antes de caer dormida…
1 Alas:
oye no t cobran por letra eh? hahha me cortaste rapido la trama q paso mi parny!
ay estos muchachos y esos incomodos momentos ajajaja
hubiese sido genial q en el traslado pusieran el radio y saliera una canciond e tokio XD hahahhaa
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