Capítulo XVII [ Parte 4 ] El amor es un riesgo.






Todo aparentemente vuelve a la normalidad. Cada joven en su respectivo asunto; como si el tormentoso mes no hubiese pasado, unos en Europa, otros en América; todos creen que ya todo está olvidado...




Tom Kaulitz...

Debe haber una manera en la que ella pueda pasar suficiente tiempo, convencerlo que le llame... pero con qué pretexto, cuando lleguemos a Alemania iremos... ¡no! cerraremos compromisos, nos darán nuestras respectivas ganancias, nos iremos de vacaciones, volveremos en Enero... para esas fechas debo saber algo más, es demasiado tiempo muerto y las cosas se pueden enfriar... debe existir alguna manera, piensa Tom, piensa...

  • - ¿Manera de qué? – pregunta Bill a mi espalda.
  • - ¿A qué hora entraste? – lo miro alarmado por su sigilo.
  • - Te estoy llamando a la puerta y por tu nombre pero veo que tus pensamientos son muy entretenidos – nervioso por lo que pudo haberse enterado me quedo callado – ¿Manera de qué? – vuelve a cuestionar dejándose caer sobre la cama.
  • - Esta noche quiero a dos chicas – lo miro con mi mejor cara de inocencia.
  • - ¿Juntas o separadas? – es irónico en su tono de voz debido a lo fastidioso que es para él mi gran vida sexual y descaro en muchas cosas.
  • - A eso me refería "con la manera", juntas, separadas, juntas, separadas; ¿ves? es un lío.
  • - ¡Seguro! si eliges separadas y gustas, puedes dejarla con nosotros para que nos quedemos a platicar en lo que te espera afuera en el recibidor.
  • - ¡Suena bien! – apremio su gran idea; seguro algún día me será útil – juntas, separadas, juntas, separadas – muevo mis manos balanceándolas y noto que ya lo he logrado despistar; en medio de aquello Jost entra a la habitación con Dunja.
  • - Bill necesitamos saber cuándo...
  • - ¡Buenos días señores estrellas de rock! ¿Podemos pasar a su honorable suite? – les interrumpo su dialogo; Bill se ríe y Jost se enfada.
  • - ¡Nock, nock! – toca la superficie de una mesa cercana a él – ¡Cállate y déjame trabajar! – me dice ceñudo, después de eso Dunja se ríe y sienta a un lado mío en el sillón donde he meditado todo este tiempo.
  • - Necesitamos saber cuándo regresarán de vacaciones; los de Prato Theater und Studiotechnik quieren saber cuándo planeas comenzar o si necesitarás a la chica... – Jost se detiene en medio de su largo discurso, pensando quién sabe en qué cosa dejándonos muy intrigados – la chica del estudio ¿es la misma que se llevó a Dagen de regreso a Alemania? – ¡Bingo! amo a mi manager...
  • - ¡David! ni si quiera hemos elegido el día que nos iremos de vacaciones, es más ¿Qué día nos regresarás a Alemania, eh? – se queja mi hermanito. Bill deja de darle vueltas y contéstale. Lo que recibo a cambio es que me voltee a ver muy mal encarado.
  • - ¡Dejen de secretearse mentalmente! – alega Jost.
  • - ¡Sí, es la misma! Mariella Dekker – responde con fastidio.
  • - ¡Qué pequeñito es el mundo! – dice alegre Dunja – y qué no es también muy amiga de la reportera de Bravo…
  • - Exacto… qué curioso ¿no? ¡Lo mismo digo! – le hago segunda y Bill comienza a fastidiarse bastante rápido desde mi punto de vista, de todo lo que le dice Jost.

No pude sacar nada más de aquella conversación, Jost se puso a recitar mil cosas y como loco, de hechos, los cuales ni eran realizables este año. Es hasta tres días después de andar de un lado a otro por USA que él vuelve a tocar el tema, según él debido a la presión que ejerce el mentado estudio para programar el calendario de trabajo; y es ahí cuando una oportunidad surge...

  • - ¡Necesito una asistente! – alega por millonésima vez Stiffens que viene junto con su otro ayudante Häring.
  • - Y dicen que los quejumbrosos somos nosotros – dice Georg tapándose la cara ante la cámara de esos dos.
  • - ¡Bill! necesito que me des mínimo una fecha aproximada, tengo a los idiotas del estudio ese, presionándome – veo divertido como la paz de Bill se merma con la llegada de Jost.
  • - ¡Ya déjame en paz! ¡qué no sé! – le gritonea de una manera en la que sino fuéramos parte de un mismo equipo por ya varios años, me hubiera alarmado. Bill se recarga sobre su codo en la mesa y se dispone a ignorarlo.
  • - Acompáñame – le ordena más serio – en cinco minutos tengo una llamada virtual con ellos y ya tengo a un par de ejecutivos aquí para hacer el enlace a Alemania.
  • - ¡Mierda! – exclama Bill.
  • - ¡Vamos anda! – lo impulso y lo pateo – el trabajo es el trabajo y debes cobrar tus Euros para que me mantengas.

Todos comienzan a reír y yo lo único que gano es entrar a una junta en la que no tengo nada que ver. Los ejecutivos ahí presentes, me son familiares, tal vez sean los hombres que vimos aquella vez que acompañé a Bill al estudio en Magdeburg; exponen las razones que tienen para apresurar el proyecto, hablan y hablan y Bill se aburre; yo me dedico a ver las imágenes que han puesto a transmisión en una pantalla bastante grande frente a nosotros; Stiffens que se coló y que también es requerido para no sé qué intereses de parte de Jost, me hace la plática.

¡Oh gran sorpresa! en la pantalla aparece de pronto una rubia a quien yo conozco; Amélie y otra voz femenina que recita mil y un cosas inentendibles, me hace suponer quien es.

  • - Quién quiera qué sea la mujer que habla, sabe demasiado de cine – me dice muy intrigado Stiffens, al parecer él sí comprende lo que ella dice.
  • - ¡Es ella! – la señalo, han movido la cámara y es enfocada hablando con un hombre alto y rapado – se llama Mariella, es la que ayuda a Bill con lo del doblaje.
  • - ¿La chica que se llevó a tu ebrio amigo? ¡Vaya! es muy joven para saber demasiado – intrigado, se rasca los tres cabellos que aún le quedan en la coronilla de la cabeza y la mira detenidamente. Me acerco a Bill para preguntarle si sabe qué estudio; me mira desconcertado y señalo su imagen en la pantalla, responde rápido y vuele a poner su falsa atención a la junta.
  • - Estudio cinematografía – le paso el dato a Stiffens, que se queda, básicamente, anonadado.

Si no fuera yo habilidoso, dejaría escapar tan preciada oportunidad de las manos...




Amélie Dekker...


Aprovechar cada que Mariella se va a Hamburg o Berlín me sirve para visitar a Melissa, que siempre, me sale con una sorpresa de cualquier índole.

  • - ¿Qué le hiciste a tu cabello? – con los ojos como platos, la miro sin parpadear. Ella sólo sonríe.
  • - No es obvio linda...
  • - Bueno sí, pero por qué.
  • - No tenía nada que hacer – responde con simpleza y a pesar de que se le ve genial ese tono castaño al que ha convertido su rubia cabellera, sigo sorprendida – oye, te ves demasiado delgada – me dice de pronto y me examina con la mirada de arriba abajo.
  • - ¡Me devuelves mi ropa! Gracias – simulando ofensa, me burlo por cómo me mira – ¿tú crees?
  • - ¡Sí! ¿qué no comes?
  • - Desde luego que lo hago – me quejo – tal vez sea el cambio de rutina, comida, la altura, que se yo...
  • - ¡Ahá! – reniega mi hermana con cierta incredulidad en su tono al hablarme.

Aquella tarde, lo único malo fue que Tabatha por primera vez en toda su pequeña vida no quiso acercarse a mí pero ni de broma; me miraba con resentimiento, enojo tal vez; ambas deliberamos que era por la repentina separación de muchas personas que tuvo por la ocurrencia de mi hermana al querer que estudiara aquí. Siempre que intentaba acercarme a ella pedía a gritos por Melissa.

La situación cada que las veía, por nada mejoraba, sus desplantitos y ley del hielo que se sacó de la manga fueron tema de conversación por más de una vez, yo le alegaba a Melissa que su hija se estaba volviendo berrinchuda pero como buena madre que es, me calló en casa de la Abuela una tarde diciéndome que sólo tenía esa actitud hacia mí.

A mediados de mes Mariella y todos sus amigos entre una de tantas convivencias que se les ocurrió tener en la cafetería cercana a donde ella vivía, armaron toda una gira artística, como si fueran a darle la vuelta al parque, ir al cine, comer y regresar. El viaje comprendía la visita de los países de origen de los amigos de Mariella; el primero sería la cuidad de Madrid, iríamos por Gabrielle para que se nos uniera a la siguiente parada: Francia, un par de amigos de François y haríamos parada en Italia para terminar la última semana del mes en "El Reino muy, muy lejano" en Noruega; después de que Mariella confesara abiertamente qué es de nuestra familia en aquel país.

Me bastó muy poco para darme cuenta que, cuando algo se les metía en la cabeza a esos chicos, no había quien los detuviera. El gran poder del que gozaban unos cuantos para sólo tomar el auricular del teléfono hacer un par de llamadas y todo estaba completamente arreglado; Ela que se la vivía pegada a cualquier aparato con comunicación paranormal era una de ellas, la otra era mi hermana, que me sorprendió al darme la noticia que en menos de un mes ya tenía el lugar donde viviríamos en Hamburg.

Y hasta Hamburg, fuimos a parar un fin de semana junto con François para reunirnos con algunos colegas de él. Mientras ellos debatían de qué color pondrían las cortinas, que quitaban y que agregaban; Andreas llegó a hacer más ameno el día; merodeamos por cada uno de los rincones del departamento, abrimos y cerramos puertas como niños curiosos, emocionados a pesar de que aún está vacío.

Nos metemos a una de las habitaciones, la única que tiene una cama, lo cual se nos hace bastante extraño y nos reímos de aquello.

  • - ¿Tu hermana está molesta conmigo por lo que paso en Liverpool? – me pregunta mientras sujetada a su mano observamos la habitación pintada completamente de blanco, sin chiste alguno, con una delgada y sencilla cortina translucida que impide por completo el paso de los rayos del sol.
  • - No – contesto distraída mientras dirijo mi vista al cuarto de baño – no se enojó, sólo se preocupó y se le juntó otra cosa por ahí... tenía demasiadas cosas en la cabeza como para enojarse por aquello.
  • - ¿Eso es bueno? – me gira y jala a él para quedar a escasa distancia de sus labios.
  • - Supongo... – digo con la voz entrecortada de la pura emoción.
  • - ¿A sí? – juguetón se acerca y aleja de mi boca.
  • - ¡Ahá! – balbuceo acercándome más a él antes de terminar delicadamente acorralada entre en colchón y él...



3 Alas:

OreoEffeckt dijo...

ay mi vidooooooo (L)


y... ay mi vida!! XD

Tenías razón, inchis muchachos co*elones :L

Harlu dijo...

OwO

¡Amelié me provoca una ternura! Cosita, está bien tierna. También Andreas es un lindo con ella.

[A mí me gustaría tener esa mágica habilidad de hacer 2-3 llamadas y resolver el mundo con una Blackberry. ¡Qué envidia me dan estos fulanos! XD]

shaira beluga dijo...

dos nalgadas y con eso le quitaban los berinches a la Kleine jajajajajajjaja