Todos salieron del lugar donde me quedé con Tabatha, explicándole detalle por detalle lo que mis amigos habían elaborado, ella fascinada estaba mirando cada cosa. El tiempo se fue increíblemente rápido y la compañía de la pequeña me hacía sentir extrañamente bien.
- Necesita ir a comer – escuché una voz, por inercia la espalda se me irguió y algo por dentro comenzó a arrecirse con fuerza. ¿A alguien se le había olvidado comentar que estábamos bajo el mismo techo? – ¿Te molestaría un poco que viniera conmigo sólo un momento? – acaso… esa era una pregunta. ¿Para mí? Aún, dándole la espalda, bajé lentamente a la niña hasta que pudo tocar el piso y equilibrarse por sí misma y corrió hasta los brazos de ella.
- ¡Mamá! – gritó con sumo deleite y sólo pude atinar a apretar los ojos lo más que pude, mi cuerpo estaba tan rígido de la sorpresa que me era difícil asimilar que algo así estaba ocurriendo.
- Tabatha, linda, afuera te está esperando Eleonore con tu platillo favorito, quieres acompañarla un segundo – dijo ella con una voz, que nunca antes le había escuchado. Era un matiz hermoso. Las pisaditas se fueron alejando con ritmo y supe que Melissa seguía de pie tras de mí. Era ya demasiado por un día ¿no? estaba claro que no me soportaba, pero soy lo suficientemente cobarde para girarme y salir del lugar, como, con furia lo hubiera hecho en alguna otra ocasión.
Escucho un par de pisadas que se mueven hacia la entrada y no dejo de estar a la expectativa, porta un par de tacones que se escuchan perfectamente en el suelo de mármol. Otro par de pasos y la puerta, logra hacer su característico chirrido; el seguro, en medio del silencio se escucha como si le hubiesen puesto un altavoz. Ahora estábamos, juntas y solas en el salón. ¿Es que definitivamente soy tan cobarde? Sus pasos se devuelven en la misma dirección y los escucho muy cerca de mí.
- ¿Qué va a pasar? – dejo escapar con apenas un hilo en la voz – Sí el problema soy yo, no te preocupes, este no es mi país, me iré ahora mismo – giré sobre mi eje para salir de inmediato – siento haber distraído tanto tiempo a Tabatha – di dos pasos más hasta llegar a un costado suyo y una mano estiró impidiéndome el paso, el cual frené enseguida y lograr no tocarla me costó desequilibrarme un poco.
- Nadie aquí está enfadado contigo – soltó con el mismo tono que le habló a Tabatha – esto, incluye a la Abuela Olga, deja de crear mundos contra ti. Yo ya no vivo en ésta mansión y me iré pronto. Compartiremos espacio el día de mañana en la cena, no quiero hostilidad – dudó un poco sobre sus palabras y luego continuó – por el bien de Tabatha, ella aunque pequeña hace muchas preguntas, sobre ti. Eres importante para ella y sí lo eres para ella también lo…
- ¿Soy para ti? – me apresuré a responder. Lo que logré fue que su mirada se posara con fuera sobre mí. Bajó lentamente su brazo de la rígida posición en que lo mantenía y salió como un bólido contra la puerta.
- Más de lo que imaginas – logró musitar deteniéndose con la mano en el picaporte, jalarlo con fuerza descomunal fue su siguiente acto antes de verla desaparecer y quedarme con u millón de palabras en la boca y regresarlas a mi cerebro para dejarlas convertidas en ideas simplemente.
La noche pronto cayó, la tranquilidad de la casa era aterradora. Esos pensamientos giraban una y otra vez por mi cabeza. Los recuerdos se hacían insoportables de asimilar. Nunca me había dado a la tarea de pensar mucho acerca del tema y me estaba dando dolor de cabeza…
- Es hora…
- Lo sé…
- Te voy a extrañar muchísimo…
- ¡No! Lielie no llores, eso es lo peor que puedes hacer. Te prometo que nos veremos pronto.
- Admítelo, esto dejó de ser una familia hace mucho tiempo y a la que se llevaron entre los pies fue a mí…
- ¡No! por favor no digas eso, sólo que las cosas… las cosas…
- ¡Vamos admítelo! Nunca aceptarás ir allá…
- Me sorprende que aceptaras venir y quedarte aún más tiempo.
- ¿Qué? – expreso con desconcierto.
- No escuchaste cuando entré ¿verdad? – no sé que le vio de gracioso Amélie, su rostro enmarca felicidad – Melissa me dijo que cruzaron dos insignificantes palabras.
- “Más de lo que te imaginas” – con mis dedos simulo citarla.
- Sí, tampoco le creí mucho. Aunque sí la vi entrar al salón y hablando del dichoso salón, la Abuela quiere dejarlo así lo más que se pueda.
- ¡Estás loca!
- Es en serio, quedó fascinada con todos y sus ocurrencias, tú porque agachabas la mirada como siervo pero en varias ocasiones tuvo que morderse los labios frente a los chicos.
¡Vaya! Después de todo Melissa tenía razón…
…
La estancia final no fue, nada desagradable. La verdad es que a pesar de todo estaba muy feliz, pude ver de nuevo a mi hermana y saber que no le era desagradable del todo y que por lo menos podríamos compartir el mismo techo sin hacer que el resto temiera por nuestras reacciones.
Ha comenzado el 2009 y tenemos que irnos, hay pendientes, un trabajo, una escuela a la que hay que asistir, quiero ver a mis amigos, quiero saber cómo les fue en sus vacaciones. Los extraño.
Hamburgo, Alemania.
- ¡Ostias! ¡Qué vacaciones eh, majos! – una alegre Deieu hace mención.
- Dilo por ti misma – Kin con un semblante serio camina a lo largo del ante comedor y la cocina.
- ¿Y ese gran humor con el que has llegado? – pregunta Carlo, hurgando entre los restos de la hielera, con orgullo saca una cerveza.
- ¡Hola Carlo! ¿Me extrañaste? – escucha una voz familiar que lo hace dar un gran brinco de la barra de la cocina donde se había sentado.
- ¿Ashir? ¡Ashir! – se lanza contra él en un abrazo fraternal – vaya, es un gusto tenerte de nuevo aquí – dice él bailando los ojos entre los de Deieu y los de hastío de Kin, lograba comprender que para ella su regreso a la vida de su melliza no era del todo agradable.
- ¡Buenos días! a… todos – Jean Paul, nuevo miembro de la casa. Saluda a todos sin saber quién es el chico de cabellos castaños.
- Bien, esto será más complicado que antes, logramos echar a Mariella y a cambio adquirimos tres inquilinos más – Ela, mira como se empiezan a reunir dentro de una sola habitación.
- Mirad, que como yo veo ya todas las habitaciones ocupadas, he decidido que me quedaréis con la habitación que a Mariella le correspondía – parece que Gabrielle astuta como siempre, ha hecho planes ya.
- Mmm, muy cierto no había pensado en dónde te quedarías tú – Ela, se dispone a meditar un poco las cosas y deliberar si es correcto o no.
- ¡Vamos, amor! – toma la iniciativa Carlo – no creo que a Mariella le moleste.
- ¡De acuerdo! – acepta sin problemas, dejando a todos boquiabiertos por su reacción tan precipitada y poco metódica – ¿Qué? Mi propósito de año nuevo es que toda la energía fluya…
- ¡Ay ahá! – dicen a coro entonado.
- Bueno no discutiremos eso ahora, Mariella me dejó una nota… ¿Qué hora es?
- Faltan cinco para las 14 horas – responde François.
- ¿Ella no vendrá a visitarnos este fin? – Kin, hace notorio que ya extraña a su amiga.
- No chicos, aquí dice – desdobla una hoja de papel – que ella llegará hoy directamente a Hamburgo con Amélie y el día de mañana descansarán, para el Lunes comenzar sus actividades correspondientes de cada una… ¡pero! Deja buenas noticias – un claxon se hace sonar al pie de la gran casa – ¡eso! Señala aquí dice que alguien llegará a las dos. La sorpresa es para Kin y Deieu.
Todos bajan con andar veloz. Pueden ver una enorme grúa con dos autos.
- Mariella dice – Ela continua leyendo la nota – Para que vean que soy una increíble persona y sus deseos son órdenes. Deieu, aquí está tu auto, rojo, pequeño y convertible. Espero que te agrade, lo único que pude imaginar fue un Audi TT – Deieu ve descender dicho auto y se asoma a la cochera, donde no se había percatado que su viejo auto ya no estaba ahí con el resto – Kin – prosigue Ela – ¿de verdad creíste que usarías el auto de Deieu? – Kin mueve la cabeza en afirmación para todos los que la miran – pero, amiga sabes que soy una buena persona y ¡mira! Se me ocurrió que podrías ahora usar un bello Mini Cooper… sí ya sé tú querías un Audi, pero no te preocupes que tu amado Fabiho puede prestarte el suyo o tomarás el de Deieu como siempre. Disfrútenlo chicas. A todos, los iremos a visitar dentro de una semana. Atte. Mariella y Amélie.
Oslo, Noruega. Mariella Dekker.
- ¿Qué hora es?
- Tranquila hija, aún es temprano para que tomemos el vuelo – me dice Bernardette.
- No Abuela no es por eso, sólo quiero saber la hora.
- Las 14 horas – Amélie entra con Tabatha en brazo – seguro ya les han llegado los autos, seguro están felices ese par de majas.
- Seguro que sí – tomo a Tabatha entre mis brazos – tú, pequeñita te tienes que cuidar mucho y cuidar a mamá ¿de acuerdo? – sus bracitos me rodearon, entendía que esto era una despedida.
- La verás pronto – dicen a Abuela, mi madre y Amélie.
- Eso es lo que más deseo…
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...
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Y entonces así fue... sí que como últimamente he sido despistada y no publico a tiempo... pero eso no es el punto les voy a mostrar tres imágenes el día de hoy...
- Por aquí Ashir Vatíz, novio de Deiue Castella, que regresa a la trama re-loaded xD. Aclaro que YO no lo escogí, no me gusta y ni lo conocía pero ya ven que lo que me pidan lo cumplo.
3 Alas:
vaya! al fin algo de... no espera. no estoy nada conforme con tus pinches cachitos de capitulo. *fin*
jajjajjajjjajajaj si fue un mini capítulo... oye esas dos hermanas me desesperan...un sape para malle y melissa >_<
P.d. ay como hay gente fic-inconformes jajajajaj
jajaja!
si como hay gente fic-inconforme!! jaja
hay amiga hasta parece que me conoces como la palma de tu mano jaja si iba a empezar a resongar, pero me hizo reír la Nota de advertencia jaja y si cada que pueda tomare el audi de la fic melliza y de mi fic novio aunque tenga que sacar todos los fic autos antes jajaj!!!!
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