- Hola… – trato de decirle de la manera más sutil. La veo sentada con la mirada baja y un par de lágrimas rodándole por el rostro. Un largo suspiro y una gran bocanada de aire, viene después – quieres ir a casa – me mira con los ojos muy abiertos y tal vez mi frase se mal entendió – quiero decir, linda, irnos de aquí.
- No entrarás mami – con un hilo de voz y sentimiento atorado en su garganta, logra pronunciar.
- Sabes bien que las cosas son difíciles…
- Te entiendo mami, no te preocupes, ella está muy bien, ella… va a estar bien – titubea de forma muy notoria en sus palabras y no me es difícil saber que algo oculta, algo más que haber entrado a hurtadillas a la habitación.
- Sabías que mentir no es tu fuerte ¿verdad? – la abrazo contra mí y noto como se pone dura, aprieta todo su cuerpo como puede, conteniéndose – ¿Qué pasa cariño? Tranquilízate, por favor – de lo duro que su cuerpo se puso ahora es tan frágil y tembloroso como el de una gelatina – respira de la manera más tranquila que puedas o te hará daño Tabatha…
No hubo manera de que pudiera tranquilizarla, tuvimos que salir del lugar casi de inmediato. Al lugar que Sophia nos llevó fue un gran pent-house no muy lejos del hospital. Es la una de la mañana y el lugar está poblado de gente. La Abuela Bernardette reposaba en un sillón amplio con sus nietas, que hacían preguntas sin parar. Miraba cada uno de los rostros ahí, mientras Amélie y yo escuchábamos lo que Ela con clara y firme intención por ayudarnos a estar al corriente con lo sucedido.
- …Dicen que hay un porcentaje y hay otro tanto que no tienen idea del por qué están reaccionando así – llena de una serenidad que está a punto de caer en resignación, nos dice Ela para finalizar todo aquel espeluznante relato.
- Georg es un chico muy fuerte, no es para menos, yo sé que podrá – Amélie severamente nerviosa pone un poco de optimismo.
- ¿Irás a verla? Melissa – Ela, precavida, me lanza una mirada fugaz.
- No lo sé, tengo miedo – soy clara al hablar de mis sentimientos.
- Debes – me interrumpe Amélie.
- Y a caso crees que no lo quiero.
- Olvida todo ya, Mel, olvídalo – Ela toma una de mis manos temblorosas.
- ¡Vamos! Dejen atrás esa estúpida idea ya. No es por eso que no entré, es sólo que hay recuerdos que quiero que se queden intactos dentro de mi cabeza, no quiero atormentarme todas las noches pensando en cómo es que luce tumbada en una cama de hospital…
- ¡Vamos será divertido!
- Tienes problemas…
- Y unos más nos harán felices como siempre ¿Qué dicen chicas vamos?
- Y tú crees que no se darán cuenta.
- Ela por favor deja de ser dramática. Alguna vez nos ha ido mal en todo esto.
- No, pero Melissa vamos, debemos admitir que hemos corrido con suerte.
- Me gustaría saber que opina la Realeza de las ocupaciones ociosas de dos de las herederas.
- ¡Ay tan bien que íbamos! Y tú sales con ese tema.
- Logras imaginarte a Mariella con todas esas reglas que se deben acatar al pie de la letra, Ela.
- Si no es capaz de seguir las órdenes de Sophia de que limpie se habitación, crees que pueda con un protocolo enorme de cosas que no se deben hacer.
- ¡Por eso! He mandado al diablo todo eso de la Realeza…
- De acuerdo, creo que todos debemos irnos a descansar, Carlo y yo estaremos en el pent-house de abajo, con el resto de los chicos – miro a Ela fijamente y caer en cuenta que ya nos somos esas niñas de 16 años en busca de problemas me hace pensar que yo también quisiera mandar al demonio a la Realeza.
- He escuchado que los chicos de la banda vienen mañana – Amélie parece un tanto nerviosa con aquello.
- Así es, Bill, Tom y sus padres vendrán, ya han hablado con Sophia por la tarde…
- Estaremos en la habitación del fondo Amélie – interrumpe Andreas y al mismo tiempo Tabatha se acerca mi de la mano de Bernardette. Amélie asiente y camina con el resto de los chicos, los mejores amigos de Mariella, que me dedican extrañas miradas.
- Podemos irnos a la cama, mamá – vuelvo aprestar atención a Tabatha, luce sumamente cansada y tiene la mirada un tanto perdida.
- Fue un día muy duro para ella ¿eh? – Bernardette me mira con un anhelo, el anhelo que todos esperan que yo cumpla.
- Parece que sí – contesto, acaricio los rizos rubios y largos de Tabatha que adornan su rostro – vamos – extiendo mi mano para ambas y su andar es lento.
Este lugar extraño es tan caótico que es difícil mantener un poco de serenidad, tanta gente tratando de evitar el tema principal, queriendo asimilar que todo pronto pasará y volveremos a una vida normal, como si estos días jamás hubieran existido…
- Existe algún momento divertido que aún recuerdes de cuando eran niñas y vivía el Abuelo Alun – el cuarto está a media luz y puedo ver el rostro de Tabatha lleno de expectación para que no me niegue a responder aquello.
- ¿Por qué te empecinas en querer saber del pasado, linda?
- Quisiera saber cómo eran de niñas, yo no tengo hermanas – me contesta tan simple y sin dificultad como siempre lo ha hecho para cada cosa que uno le rebate…
- ¿Qué es lo que quieres pedirle a Papá Noé que te traiga está navidad? – pienso la pregunta y miro a mi hermanita en la alfombra de la sala, sentada con un vestido blanco con rojo, era un vestido muy bonito.
- Melissa, por qué no le respondes a papá – mi mamá toma a Mariella, la carga y la acerca a donde estoy con papá sentada en su regazo.
- Es que… – dudo tantito para responderles y miro a Mariella – no quiero que Malle escuche lo que quiero.
- Cariño mío – dice papá abrazándome a él. Ríe de la ternura que le provocó mi comentario – ¿Por qué? ¿a caso ella quiere lo mismo que tú? – niego con la cabeza precipitadamente.
- ¿Entonces? – vuelve a preguntar mamá, batallando con el cabello de Mariella y que los prendedores que le colocó por la mañana en el cabello no se resbalen por completo.
- Quiero una hermanita – veo como mis papás se miran abruptamente entre ellos y luego nos miran con una gran sonrisa.
- ¿Así que la princesa quiere una hermanita? – dice con una gran sonrisa papá – pero ya tienes una, Mallie.
- Yo ta’bie quelo una ‘anita – dice Malle.
- Pero a Malle no le gusta jugar a las princesas papi – me quejo de la manera más abierta y sincera que puedo…
- Está bien veremos que puede hacer Papá Noé para traer una nueva hermanita a esta casa…
- ¿Qué te ocurre? – Andreas desde el sillón me pregunta.
- Quiero irme a casa y pensar que todo esto no fue verdad.
- Mi amor – dice entre suspiros y se acerca a mí. Lentamente me salgo de la cama con sigilo – todo va a estar bien.
- Quiero tomarla de ahí y que de nuevo esté lista para sentir, que vea que el sol brillará.
- Todo eso y más – me abraza contra su pecho donde un melodioso corazón lleva un ritmo, al cual presto atención para poder calmarme hasta que llegue el amanecer.
Amanecer en el cual me doy cuenta lo lluvioso que se encuentra afuera, un cielo gris que no profesa muchas cosas buenas. Todo está tranquilo, o al menos eso parece y aparentan todos aquí, un café caliente me acompaña en la mesa, mientras pienso…
- ¡No seas miedosa!
- Eso dices porque no eres tú la que lo va a hacer.
- Melissa hizo exactamente lo mismo conmigo, no es difícil después de todo.
- ¿Te quieres vengar?
- No.
- Nunca me vas a soltar.
- Todos los días estaré contigo, si me necesitas.
- ¿Lo prometes?
- ¡Lo prometo!
Aquel día por más ridículo que suene, Mariella fue mi mayor héroe, ella estuvo ahí, para enseñarme, para no dejarme caer, para demostrarme que siempre estaría conmigo. La más chiquita de las tres y la más consentida por todos, pocas veces me dejaban hacer algo sola y aunque en esa ocasión quería sentirme grande, no lo hubiera logrado si no hubiera sido por ella.
- ¡Hola! – Tabatha se sienta a un lado mío y su voz suena muy animada.
- ¡Hola! ¡Tabatha! – Mariella se lanza contra la pequeña – ¿Cómo estás? – dice ella cegada de la emoción de verla de nuevo.
- Lo prometido es deuda y vinimos a pasar el año nuevo con La Reina – dice Bernardette muy animada. Mariella entabla plática con Tabatha y al parecer soy la única ahí que siente algo extraño en el ambiente – pero que colorido está este lugar – dice entre risas.
- Los amigos de Mariella lo decoraron para despedirse de “La Señora Reina de Noruega, Abuelita de Mariella” – la risas se hacen presentes y malos gestos de Malle también.
¡Y ahí está! La puerta se ha quedado entre abierta y se ha detenido en seco al ver a su hija en brazos de su hermana, aquellas mujeres por el contrario no se han percatado y a la Abuela Bernardette se le ha olvidado comentarlo ¡eh!
Melissa me mira con nervios, ella misma no se imaginaba estar en la misma casa después de tanto tiempo junto a su hermana…
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Y sí se preguntaban qué hago que no publico a tiempo xD
Aquí una de tantas... busco imagenes en la web y encontré dos (para mí muy interesantes).
Aquí una de tantas... busco imagenes en la web y encontré dos (para mí muy interesantes).
- Del lado derecho tenemos a "Gabrielle Castella" (Frida Gustavsson) con su hermana mayor -pero no en estatura- "Deieu Castella" (Freja Beha Erichsen)
- Y más por acá "Mariella Dekker" (Lindsay Ellingson) con su amiguísima "Deieu Castella" (Freja Beha Erichsen) tan animadas como en la vida real pueden serlo !Uf! divertidas, las que se dan, sino me creen miren sus rostros. Que bien puede ser una bella representación de alguna escena del capítulo "Bonus en España"
- Y algo muy atrasado también que traigo y no he dado las gracias... pelada persona de yo. Es el video que hizo Harlu para este su fan-fic. GRACIAS NENA. ESTÁ HERMOSO!!!!
2 Alas:
disculparas mi sutileza pero ahora si no entendi ni una puta nada de nada! D:
y ya vi mi gran horror en este fic.... LOS RELOJES NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOoooooooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOoooooooooooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOooooooooooooooooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOooooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOooooooooOOOOOOOOOOOOooooooOOOOOOOOooooOOOOOOOoOOOOOOoOOOOOOOOooooooo
YO TAMBIÉN FUI VICTIMA DE LOS RELOJEEEEEEEEEEES >_< ay carajo jajajajjajajaja
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