Capítulo XXII [ Parte 1 ] Chica conoce a chica. Chicos conocen a chicas.






Mariella Dekker…

- ¡Oh! Ok. Suena bien… me repites tu nombre – pregunto a la chica que me dio la bienvenida a lo que será nuestro piso, ella es la recepcionista de este lugar.

- Calliope Erichsen – tan raro como es su nombre, tan raro como lo pronuncia.

- No eres de aquí ¿cierto? Tu acento es curioso – mientras caminamos a lo largo de un pasillo, trato de crear confianza con ella.

- Así es, soy de Dinamarca.

- ¡Woh! – alcanzo a musitar.

- Bueno mi turno a terminado aquí, ésta es tu oficina – señala la puerta de cristal que tiene colgado un curioso letrerito con mi apellido – está equipada, creo debes tener una lista con algunos pendientes por realizar y esa chica – sí, hay una chica de cabello castaño claro sentada en uno de los sillones mirándonos impacientemente – es una de tus primeras encomiendas.

- ¡Muchas gracias Calliope! Si necesito algo iré en tu ayuda – prosigo a darle un beso en la mejilla antes de enfrascarme en lo que sea que me espere aquí.

- ¡No lo creo! – responde con una gran sonrisa, que me deja un tanto desconcertada – habla con esa chica y no será necesario.


Se da la media vuelta y me deja al pie de mi galante oficina, aquí todo es de cristal, así que no hay forma de ocultarse o al menos eso parece. Me doy cuenta que lo que creí ser mi oficina, es sólo una pequeña sala de espera. Un poco más al fondo hay otra puerta, donde al parecer, tengo que entrar y hablar con quién quiera que sea ella.


- ¡Hola! – la saludo de una forma muy cordial. Se pone de pie justo cuando entro y dirijo mi paso hacia la puerta del fondo. Juguetea con un sobre en su mano y después me responde.

- ¡Hola buenos días! – con un tono juguetón, me da la impresión de que es una linda chica, de igual manera me percato de su peculiar acento en su voz, podría jurar que es inglesa – antes de que ocurra cualquier cosa, me dijeron que te diera este sobre, que lo leyeras y posteriormente fuera un: ¡manos a la obra!


Me extiende un sobre blanco con un garabato en el centro, lo agita y sonríe diría yo traviesa. Lo tomo y reparo en la rúbrica sumamente familiar, la hago pasar para examinarla mejor. La cosa es, que no le hayo el sentido, la carta y la chica. Que no excederá mi edad. Demasiado joven y ¡vaya! Generalmente Xavier mantiene su vida personal muy alejada de… pues de… ¡toda la familia! Ella es muy bonita, no creo que nadie le diga que no…


Veo que es un poco confianzuda y se ha sentado en una silla frente a mi escritorio mientras yo ahora lentamente abro el sobre por una de sus esquinas, saco la hoja que no tiene demasiado contenido en sí y sin duda es la letra de Xavier.


- Y bien ¿qué dice? – gira la mitad de su cuerpo para verme mejor. Me está llegando a desesperar toda la alegría que desborda esta mujer.

- ¡Ah! Bueno, yo aún no la leo… dame un segundo… y…


Y mi celular es quien me interrumpe. Con premura me dirijo al escritorio para hurgar en mi bolso y sacar a tal aparatito que en su pantalla despliega: Kin y enseguida libero la llamada.


- ¡Amiga! ¿qué haced? ¿ya me extrañas? ¿qué decid la vida allá en Hamburg? ¿Cómo estáis la familia?

- ¡Hola Kin buenos días! todo parece ir bien por acá, considerando que llevo sólo 20 minutos aquí. Me dijo Amélie que te hiciste de dos perritos.

- ¡Sí! Lindísimos los condenados, Chester y Chetos, pero os dejé en España, imaginaos la casa apestaría a perro…

- ¿Chester y Chetos? Kin, qué eso no es el nombre del dibujito de algo de comida chatarra.

- ¿A poco no sois creativa? Venían juntos y que mejor nombre para ambos guapa.

- Ok, sí tú lo dices… hey, me está entrando una llamada, debo dejarte, ¿de acuerdo? Nos veremos el fin de semana.

- Ciao guapa, nos vemos pronto…


- ¡Hola! Buenos días solecito, mira hacia fuera a la torre de enfrente – es Ela quien ahora me llama y aunque mi cerebro procesa que ella no está en esta ciudad, miro primero a la chica que sigue conmigo en mi oficina y mira para el lugar que Ela me indicó.

- Creo que alguien te llama allá en el helipuerto del edificio de enfrente – me indica ella y estira su mano. No es una zona de edificios muy altos, la torre de enfrente tendrá tal vez unos 3 ó 4 más por lo que no es difícil ver cómo, sí, Ela me saluda desde la barda.

- ¿Qué rayos haces ahí? – sorprendida y enfocándola le pregunto.

- Mi jefe ósea tu tío fue por mi y sin tanto rollo hay cosas que tratar aquí en Hamburg y quería que te hiciéramos una pequeña visita. Llegaremos a tu oficina en 10 minutos – ella es la que termina la llamada sin darme oportunidad a decir algo más.


Bufo un poco y doy una última mirada a la ventana para cerciorarme de lo que vi aunque Ela ya no está ahí. A mis oídos se cuela la voz de la chica que no sé por qué razón parece estar tan divertida.


- Yo en tu lugar leería esa carta cuanto antes.


¡Yo en tu lugar! ¡Yo en tu lugar cerraría la boca! Le dirijo una mirada sin chiste alguno y tomo la hoja de un jalón, ¿Qué se supone que hay en esta hoja? ¿De qué debo enterarme? Y ¿Por qué Xavier viene aquí sin anunciarse? Mis ojos comienzan a deslizarse por las letras de la blanquecina cuartilla que hacen que se me desorbiten los ojos ante lo descabellado que leo.


- Extraño ¿cierto? – dice ella – a todo esto mi nombre es…

- Phoebe puedes salir y esperar afuera un poco en lo que hablo con Mariella – la voz de Xavier se hace escuchar en la oficina con un gran eco que nos hace sobresaltar a ambas.


Ella, despreocupada, acepta sin más, no retira su linda cara de alegría con la que la he visto desde que llegué y por alguna extraña razón comienzo a sentirme entre nerviosa y furiosa. Ela un poco más al fondo puede verme y con un modismo me indica que me calme. ¡Cómo si eso diera resultado!


Nos dejan solos y Xavier toma asiento en un sillón que hay en un rincón.


- ¿Qué tal tu nuevo trabajo? – me dice él bastante tranquilo.

- Así que ella se llama Phoebe.

- Veo que ya tuvieron la oportunidad de conocerse. Es buena chica ¿no crees? – ¡buena chica! Ay por Dios, ahora tengo que ser la nana de su aventura.

- No he tenido el placer, realmente.

- Bueno, como escribí en la carta, quiero que tomes en cuenta que ella puede ser para ti tanto como tu asistente personal como una buena amiga, ella es nueva en la cuidad. Ha vivido en Inglaterra la mayor parte de su vida y algo en Estados Unidos, probablemente le falle un poco su alemán – así que tenemos santo y seña de cuáles son sus debilidades Xavier – es joven y tú, Amélie y ella pueden llevarse bien y salir por ahí a hacer cosas de jóvenes – manotea a manera de quererse dar a entender.

- Lo tomaré en cuenta.

- No estés nerviosa – se levanta y me toma por un hombro para avanzar lentamente hacia la puerta – todo irá bien. Mucha suerte.


¿Nerviosa? Qué diablos, sí estoy furiosa, quién dijo que yo estaba nerviosa. Nerviosa que se ponga esa niña trepadora. Veo a Ela levantarse enseguida de uno de los sillones de una plaza donde revisaba seguramente el sin fin de pendientes por hacer en su agenda electrónica y espera a Xavier a que avance para seguirle el paso por detrás…



Phoebe Hollins…


¡Creo! Que no le pareció ni tantito y no lo digo por la forma en que me mira y echa fuego por los ojos. Yo sabía que no era una buena idea y a caso alguien se detuvo a preguntarme: hey Phebs y que te parece si lo hacemos de este modo… y sin embargo la que sufrirá las consecuencias aquí voy a ser yo, porque, puedo notar que el carácter que se carga Mariella no es nada comparado con el de los peores catedráticos que me tocaron en mi periodo de enseñanza escolar. ¿En qué momento se le fue la felicidad de las manos?


Ya sé, una de las tantas cosas que tiene que investigar Súper Phoebe ¡sí!


- ¡Ey! Disculpa – un chico bastante alto con toda la pinta de un rapero me llama – ¿trabajas aquí?

- Efectivamente – respondo con una sonrisa. Ya había visto a este chico merodeando por el pasillo junto a la chica de llamativos dreadlocks en blanco y negro, que es de un perfil muy delineado, es muy linda y puedo jurar que es uno o dos centímetros más alto que el chico éste que me habla, si no fuera porque trae una gorra ladeada y abultada – Soy Phoebe ¿te puedo ayudar en algo?

- En realidad quería saber si ésta es la oficina de Mariella Dekker – tamborilea un poco sus dedos en la puerta de cristal.

- ¡Oh claro que lo es! Yo soy su asistente.

- ¿Asistente? – murmura la chica – no sabía que tendría una asistente.

- Tú nunca sabes nada Bill – ¿Bill? O por Dios es él y no ella. Discreta trato de poner atención en… él y ver sus facciones detenidamente, que, con el maquillaje, son difíciles de diferenciar.

- ¡Cállate idiota! Te dije que si, ahí decía Dekker, era porque era la oficina de Mariella – le da un leve empujón al otro chico de ropas muy anchas – Hola, lo siento, soy Bill y él es mi hermano Tom – el chico galantemente se recarga en el cristal y sonríe, a su vez me saluda con su mano, le respondo con la misma sonrisa animada – venimos a ver a Mariella.

- Ok, denme un segundo, ella está…

- ¡Así que si nacieron juntos, irán juntos a todos lados! – Mariella sale de pronto de su oficina. ¡Esperen! ¿Nacieron juntos? ¿a caso estos dos son gemelos? Reparo un poco más en sus rostros encontrando una señal divina. Yo no le veo el parecido por ningún lado a esos chicos.

- Me recuerdas a Andreas, se la pasa quejándose de lo mismo ¡todo el tiempo! – se ríe el que se presentó como, Bill con Mariella mientras se saludan con un beso en la mejilla. No me doy cuenta cómo pasa pero el otro, Tom, ya está a un lado mío.

- ¡Y somos gemelos idénticos! – me recita discretamente – sólo que Bill prefiere lo incomodo para caminar – reparo en el atuendo de “Bill” que es sumamente ceñido a su cuerpo a diferencia de lo holgado de “Tom”.

- ¿Gemelos? – vuelvo a repetir y el asiente con una sonrisa muy divertida en el rostro.









2 Alas:

OreoEffeckt dijo...

muy bien, al fin algo de acción...

shaira beluga dijo...

no solo phoebe subre esas confusiones con los gemelos jajajja XD