Capítulo XXV [ Parte 2 ] El mañana viene con un sólo deseo.




Tom Kaulitz…


Oh no… ahora no…

Pienso lentamente, es de un sueño pesado del que me está algo despertando.

¡Oh qué diablos! Vamos estúpido teléfono deja de vibrar…

Me siento pesado y atorado.

¿Atorado…?

Abro los ojos abruptamente y me doy cuenta que estoy, en un lugar que no es mi lugar habitual para dormir, no es mi casa, es el pent-house de Phoebe y yo, yo, la abrazo a mí como si fuera un osito de peluche y ella ni en cuenta. Déjame recapitular un segundo que pasó.

¿Qué hiciste Tom…?

Reparo lentamente y como puedo, levantar un poco mi cabeza, de que esté vestido y sí, sí lo estoy aunque a medias y ella también.

¡Oh vamos Tom no tuviste sexo! Ya despierta…

Ya, rápidamente me despabilo por completo, sintiendo por última vez el vibrar de mi celular, ya puedo imaginar quién es…

Sin querer Pheebs ya se ha despertado…



- ¡Oh por Dios! – dice ella asustada y me asusta, yo que le iba recitar un bonito “buenos días” – ¿usaste condón?

- ¡Qué! – es lo primero que se me sale.

- No es cierto, es broma – dice ya con una gran sonrisa – me quede dormida ¿cierto?

- Sí… bueno… ahá eso hiciste – torpe en mis palabras por su broma le afirmo.

- ¡Ahhh! – grita después de ver el reloj – ¡son las ocho y media! – trabado por aquello caigo en cuenta que estamos en problemas.

- ¡Oh! Pheebs me tengo que ir…

- De acuerdo, no hay problema, Tom – dice ella caminando rápido por la cama y de un brinco baja de ella – nos vemos después… o al rato o cuando sea que nos tengamos que ver…

- Bien… – por la prisa que ella lleva y saca cosas de un cajón se devuelve a mí para llevarme a la entrada del pent-house y recuerdo lo que anoche sí hice – conozco el camino, no te apures – la detengo ligeramente, ya que está de frente a mí, sin dudar repito mi acto de nuevo, en el marco de la puerta de su habitación, la beso esperando a que no sea mal correspondido.

- ¡Ahmm! Pues… – dice después de los segundos que demoró este buen beso.

- Buenos días – le recito sin dejar de verla.

- ¡Buenos días! – me repite. Tomo mi sudadera y la playera que sí me quité, para salir de la habitación.



En cuanto entro al auto activo una llamada para el mosquito que me despertó…



- ¡Hey! ¿Qué hay? – le digo una vez que contestó.

- Estoy en el estudio ¿Me golpearás por no esperarte? – me dice, parece concentrado.

- ¿Me regañarás por no haber llegado? – digo en un tono burlón que a él también le causa gracia.

- ¡Oh sí! Te estoy esperando con la sandalia en la mano Tom – amo cuando mi hermano amanece de buen humor – ¿Te desperté?

- En realidad sí y, qué bueno que lo hiciste o ve tu a saber a qué hora lo hubiera hecho y Pheebs…

- Y ¿Quién perdón? – grita muy emocionado – ¡Eres un loco! – escucho sus risas.

- Vas a tener que regalarme un auto nuevo por lo que hice…

- ¡Ay Tom! Es de mal gusto, hombre, guárdate tus experiencias en la cama…

- No idiota – lo interrumpo – no tuve sexo con Pheebs – festejo.

- Creo que hay interferencia, sabes y no fue claro lo que dijiste… nos vemos a la hora que se te dé la gana venir al estudio… adiós – alarga la última vocal sonando muy gracioso.



¡Qué cobarde es mi hermano! Río para mis adentros y llego a casa a darme una ducha…




Mariella Dekker…


Las cosas se han puesto difíciles dentro de mí desde que a Phoebe se le ocurrió abrir la boca con su estúpido comentario.



- Ya los he visto a los dos – salíamos de ver las tomas con la voz de Bill acopladas a las voces de los demás personajes.

- ¿A quiénes?

- A Georg y a Tom – de inmediato brinco por su inesperado comentario.

- ¡Ah! – musito de forma que eso no sea percibido y llamó demasiado mi atención – hay otro chico, el que toca la batería, Gustav, creo es su nombre.

- Y Bill que canta pero ellos no me importan…

- ¡Ah! – mi tono sigue siendo efímero pero no sé a qué punto quiere llegar con su comentario – ¿Y?

- Pues Tom es divertido – se recarga sobre una consola y su tono soñador me enerva los nervios, su mirada profunda al techo la hace ver como toda una quinceañera enamorada – es lindo chico, aunque digas lo contrario, deberías tratarlo un poco más.

- Lo veo casi todos los días, si no es aquí está metido con Andreas en casa…

- Es lindo tu apartamento.

- ¡Gracias! – la verdad que no sé a dónde quiere llegar con tanto punto a la deriva.

- Además creo que el otro chico, Georg, es más lindo.

- ¿Ah sí? ¡Qué bien no! me da gusto que hagas tus amigos a los amigos de Tom – le respondo con cierta envidia.

- Son tus amigos también ¿no? has estado en múltiples ocasiones con ellos. Yo creo que harías linda pareja con Georg, sal con nosotros más seguido…

- No lo creo, esos chicos no son mi estilo – interrumpo su discurso, que comienza a picarme en las costillas y molesta.

- Deberías, deberías Mariella, eso de ir y venir a Magdeburg debe ser agotador – agotador es la manera en que me quedó a menudo pensando cómo es que esta escuálida mujercita sabe tantos detalles de mi vida, a veces sólo los deja salir como si nada dejándome con la quijada en el suelo.

- No definitivamente no lo creo – caminamos a lo largo del pasillo para ir a la oficina. Después de la forma en que he tratado a Amélie y que Andreas me lo hiciera ver, le mandé un texto para poder verla en mi oficina.

- Piénsalo – su vocecilla retruena detrás de mi – Andreas y Amélie, Bill y Gabrielle, Georg y tú, Tom y yo…

- Así que todo esto es por Tom, si fueras más inteligente no me inmiscuirías en saliditas para quedarte con Tom…

- No es por Tom – me interrumpe – es para que salgas con Georg.

- ¡Vamos niña! Deja de fingir que quieres a Tom.

- Y tú deja de hacerte la que no sabes y no quieres nada con ese chico…

- Sí tanto te interesa Tom, no me necesitas de escudo…

- Dale otra oportunidad a Georg, una más…

- Una más de tus palabras Phoebe, deja ese tema que no te incumbe…

- Es lindo…

- Entonces quédatelo, quédate a él y a Tom…

- Deja de pensar en Tom enfócate en Georg…

- Con ninguno de los dos…

- Sé que Tom no es de tu gracia pero él te puede ayudar…

- Quítate basurita. No eres competencia para mí. Tom no me interesa.

- ¡Eso ya lo sé! No creas que no me he dado cuenta que al pobre no lo soportas, cuando la mayor parte del tiempo él sólo bromea y quiere hacerte pasar un buen rato.

- Entonces es todo tuyo ¡Quédatelo y cógetelo!



No le bastaba con meterse con alguien importante en mi vida y sin embargo fue más allá…


- Quién merece una segunda oportunidad y quién no…


Me pregunto en voz alta, dejar ir las cosas. Quiera que las cosas fueran diferentes…




Bill Kaulitz…


Tom desde que ha llegado se la ha pasado metido con Stiffens, no salen de la oficina, ríen a carcajadas. No hemos hecho gran cosa el día de hoy, todos estamos un poco agotados y yo sigo a la espera de la respuesta de la canción que grabamos con Phoebe.


Nos fuimos a casa temprano. En cuanto me baje de la camioneta me tomó de los hombros y me guió por lo largo del jardín como si fuera un niño pequeño…



- ¡Ey! ¡TOM! Suéltame idiota me vas a tirar.

- ¡Cállate y camina! – ordena y no ve que los perros al vernos se alebrestan y nos brincan.

- ¡Tom si piso a tu perro no te estés quejando!

- Y tú no te vayas a quejar por lo que acabo de hacer – me suelta y se queda quieto tras de mí.
- Ya me enojé – me giro, cruzo de brazos mostrando mi enfado – habla ahora…

- Aquí afuera hace frío, mejor adentro en la casa ¿sí? – queriendo hacerse el gracioso. Lo sigo a la casa nada ganaré con enojarme aún más de lo que ya comienza a crecer en mi.



Después de que le diera largas con querer hacer café, té y galletitas, pusiera los manteles en el comedor, en el que jamás que yo haya recordado nos hemos sentado ahí se decidió aplastarse y dejar de dar vueltas.



- Bueno Bill la cosa es muy sencilla – se aclara la voz – Stiffens por fin aceptó ir a hacer un photoshoot al estudio donde trabajas con Mariella.

- ¡Qué! – trato de no escupir el trago que le di al té – ¿Eso qué tiene de sorprendente? ¿para eso es todo el drama?

- Es que bueno…

- Bueno qué, eso no es ni más ni menor trabajo para mí, eso es para Stiffens.

- Por eso – dice con un tono de obviedad que no comprendo – porque él siempre se la pasa quejando de que tiene mucho trabajo y que no se da abasto y todas sus patrañas.

- ¿Y? Tom sigo sin entender el punto – lo miro desconcertado, sabía que Tom hacía cosas tontas y sin sentido pero hoy ni cuerdo está – esas fotos se iban a realizar algún día de todos modos, eres un tarado.

- ¿Ah sí?

- Sí, sí lo eres en muchas ocasiones te lo he dicho…

- No idiota no me refiero a eso – se queja azotando una mano en la mesa – a lo del shoot.

- Pues sí, es parte de la promoción pero falta mucho para eso…

- ¡Pero es mejor ahora! – se recarga en el respaldo de la silla con una nueva actitud, una de victoria.

- ¿Qué rayos te pasa Tom? Andas más estúpido de lo habitual – me levanto de la silla – ¡Ah! – me regreso dos pasos de algunos que ya había dado alejándome de él – dice Andreas que ni se te ocurra acercártele a Mariella, mínimo en un par de días.

- ¿Ah sí? Que lastima porque el shoot es mañana y ahí estaré contigo a primera hora del día.

- ¡Tom deberías irte al estudio a trabajar! – me quejo dándole la espalda.



Sé que nos encanta estar juntos pero sí puede ver a Phoebe sin estar las 24 horas del día pegada a ella no sé qué necedad tiene de estar en el estudio todo el tiempo, aquello sólo hace que Mariella se ponga de malas y se desquite con la pobre de su asistente, asistente qué no tengo idea de cómo le soporta tantas cosas. Es difícil verla como a menudo suele ser tan déspota, no conocía esa parte de Mariella, una chica que a simple vista se ve encantadora, seria, trabajadora, generalmente con un buen humor, dispuesta a enseñar lo que sabe para que el trabajo salga a la perfección.

Además Tom y su necedad de molestar a las personas, no sé si ya lo hace personal o sólo por maldita costumbre que su diversión es ver molestos tanto a Mariella como a Georg, y ese idiota que, más de lo habitual, soporta cada uno de los comentarios de él. Que si fuimos a cenar con las chicas, que si Andábamos con Andreas y paramos en el pent-house de Mariella, que si todo el tiempo estamos con Mariella en el estudio. Es como si no encontrara otra palabra mejor que decir frente a Georg que “Mariella, Mariella, Mariella”. Debería dejar ese tema de lado, creo que el Hobbit ya ni se acordaba de su mal ligue del año pasado y Tom con nuevos bríos se lo recuerda a cada instante…




Phoebe Hollins…


- ¡Vamos Pheebs ya casi empiezan! – me grita Tom detrás de la puerta.

- Dame un segundo en un momento los alcanzo – digo un poco nerviosa dentro del baño.

- Bien, sólo te digo que llegó también la reportera de Bravo, la que es su amiga, está aquí. Date prisa…



Escucho como sus pisadas se alejan con prisa y en cuanto puedo respirar de nuevo veo que las situaciones se han salido de control. ¡Dios! ¿En qué momento pasó? Seguro no es normal, llevo años haciendo lo mismo, a todas horas y nunca había pasado absolutamente nada y ahora… ahora veo mi reflejo en el espejo. Estoy sumamente asustada y un malestar siento en mi estomago, veo en mi boca un filo hilo de color carmesí, tan a vivido en tonalidad y fresco que mis manos tiemblan. Viene a mi mente el pequeño recuerdo de hace un par de segundos, por medio de unas terribles punzadas en la boca del estomago, de que todo lo que salió de mi boca sólo fue sangre.

Sin pensarlo más tomo mi cepillo dental y lavo mis dientes a profundidad, hay gente afuera y Tom se pondrá nervioso si sigo tardando tanto. Lo que menos quisiera es ponerlos al tanto de por qué pierdo el tiempo tan a menudo en el sanitario.

Llego al estudio donde están, hay bastante equipo de iluminación, un par de cámaras y a Bill lo tienen sentado en un banco, una chica rubia le acomoda el peinado y maquillaje. Lo saludo de lejos para no interrumpir. Del otro lado está Mariella platicando con una chica de cabello castaño como el mío pero muy pequeñita, parece una niña, sino es por la advertencia de Tom de que es la reportera de Bravo, no lo creería y de pronto a mi memoria viene que a la chica ya la he tratado. Las veo muy animadas y tampoco me atrevo a acercarme a ellas, no sé en dónde se ha metido Tom. Miro a todo lados pero no lo veo entre tanta gente.



- ¡Hey Pheebs! – escucho su voz detrás de mí. Después de varios minutos de ver como se divierte Mariella y su amiga y Bill y la chica que lo maquilla.

- ¿Dónde te metiste? – le pregunto recargada en el marco de la entrada. Viene con dos chicos más.

- Estábamos por ahí – mira a sus acompañantes – él es Christopher Häring y Sebastián Stiffens, ellos son nuestras cámaras en el grupo. Häring tomará también un par junto con el equipo de Bravo.

- Mucho gusto – extiendo mi mano para cada uno y de inmediato se alejan.

- Ese es el plan – dice orgulloso.

- ¿Cuál plan? Yo no le veo cara de plan a nada de esto – me quejo, el mal humor me ha salido de la nada.

- Primero lo hará Bravo y una vez de eso, lo harán los de nuestro equipo, es ahí donde Mariella debe entrar en acción de algún modo – me levanta las manos para que yo prosiga hablando.

- Ese algún modo lo tengo que provocar yo – sugiero a algo que seguro es más probable.

- Exacto – me pica la nariz con su dedo índice y respingo de inmediato. De cuándo acá Tom es tan delicado con su manera de tratarme – acepto ideas.

- Déjame pensar…

- Piensa…

- Lo único que podría ser útil es que se queden a solas. No se me ocurre nada más, ella deberá ser hábil y si le dejamos una cámara a su disposición puede que se vea tentada a hacerlo…