Capítulo XXV [ Parte 3 ] Abre los ojos ya.





Dejemos en manos de lo que creemos desconocido todo lo que pedimos y que no podemos hacer con nuestro propio esfuerzo, las fuerzas de unos, serán el aliciente de otros. Aunque eso a veces no baste lo suficiente para erradicar los problemas que llevamos a cuestas como grandes piezas de mármol sobre la espalda.

Se han detenido en tiempo y cada uno piensa cómo es que fue que llegaron a este punto donde la vida juega con lo más preciado de cada uno. Nadie quiere ver la realidad y mucho más a eso, nadie la quiere afrontar. De pie frente a un espejo, el reflejo mudo de nosotros mismos nunca nos hace llegar a ningún lado. Ver la efímera imagen que nunca se desgastará ante los ojos de los menos observadores y que remarca sin embargo el paso lento de que las circunstancias, nos erosiona el alma.

Tener el mundo a disposición en la palma de la mano, los ha hecho sentir que pudieron logarlo todo y ahora no tienen nada. Encontrarse en el camino correcto es cuestión de unos pocos, mirar en el horizonte azul podría darles muchas respuestas del por qué la vida cambia de oscuro a claro, de lo bueno a lo malo, de arriba o abajo, todo o nada. A pesar de que todo podría significar estar vacio por completo y nada anhelar más de un millar de cosas…

Él sentado al pie una cama, como lo ha hecho durante varios días, no ha comprendido que las diminutas cosas se mueven aprisa…


- Has de estar arto de mí y mi voz – alega en un suspiro – de mi ridícula forma de estar aquí dejando que pase el tiempo esperándote a que vuelvas a abrir los ojos. No sé si sirva de algo pero recapitular los mejores momentos de nuestras vidas me hace creer que el tiempo no ha pasado y que seguimos teniendo 23 años. Cuando éramos locos y conocimos lo que es el amor. Cuánto trabajo les costó lograr ser lo que son – cruzado de brazos no deja de imaginar un tiempo específico en el pasado – es de valientes hermano, lamento que no tuvieras el camino tan fácil como a mí me lo trazó el destino con esa pequeña mujer que comparto el día a día. Nos falta mucho, les falta mucho – en un suspiro amplio sus últimas palabras sueñan más a una súplica que a un simple comentario – debo ir con ella un momento, hace un par de días que no la veo, no ha pasado nada más alentador, volvió a dormir como tú hermano, ayúdame por favor, ayúdate te lo ruego.


Tocarle la mano es un símbolo de despedida. Se toma un par de minutos antes de enfrascarse de nuevo en lo frío de la habitación contigua que alberga el cuerpo y alma de su mejor amiga. Con la frente recargada en una de las paredes y los ojos cerrados trata de sacar fuerzas de donde sea que su cuerpo pueda. Anhela entrar y encontrar un rostro rebosante, cálido y alegre en espera de que le pueda ayudar salir adelante a quien más allá de la sangre considera un hermano completamente. No deja de pensar en las miles de posibilidades de cambiar el destino con tan sólo un esfuerzo que salga desde un lugar desconocido.

Con el mismo miedo de todos los días, con el que se ha despertado en las últimas dos semanas, toma el picaporte de metal de la habitación. Que en esta ocasión, no es lo que está acostumbrado a ver en primera instancia: una alta cama con una joven de rubios cabellos, con una quietud dominante sobre ella. Esta vez no, hay un par de chiquillas con voces repicoteando un sin fin de frases recargadas sobre el colchón.



- ¿Cómo lograron entrar pequeñas traviesas? – les dice él con un tono paciente.

- ¡Oh, oh! – dice la mayor de ellas.

- Tío Fabiho, ¿nos vas a regañar? – dice la pequeña bajando despacio de la escalerita.

- Claro que no – responde con una amplia sonrisa para quitar todo el miedo que pudieron sentir al verlo entrar – lo que me parece curioso son dos cosas: una, cómo lograron entrar y dos, qué hacen aquí.

- Ya sé que no es un lugar para niños, lo he escuchado cientos de veces – le responde apresuradamente la más grande.

- ¡Vaya! Me impresiona que lo sepas Tabatha pero no lo acatas ¿eh?

- ¡Queríamos verla! – su vocecilla chillona hace que a Fabiho se le levanten las comisuras de los labios en una fina sonrisa.

- ¡Y queríamos verla despertar! – dice con inocencia aquella pequeña que desconoce lo grande del problema. Con una mirada osca, su prima la voltea a ver, cosa que no pasa desapercibida para quien llama tío.

- Bueno pequeñas – con pasos lentos se acerca al pie de la cama para observar a Mariella que por el momento sólo lleva puesta una máscara de oxigeno – saben que la tía Mariella y el tío Georg están un poco enfermos – la pequeña asiente de manera rápida con la cabeza mientras que Tabatha sólo mira a su tía postrada sobre las finas sábanas de color blanco – ellos están cansados y duermen todo el tiempo – Fabiho que tiene un lazo más cercano a la pequeña la abraza a su costado mientras acaricia su rubio cabello con ternura.



Él y la pequeña se alejan un poco, van al sillón que está cercano a la ventana, donde se puede apreciar como siempre una nublada cuidad, sin poca vida. Comienza a darle una explicación acuerdo a su edad para que pueda comprender que no debe estar ahí.

Al pie de la cama sigue Tabatha examinando todas y cada una de las facciones de Mariella, se pregunta por qué las cosas no funcionan como la última vez que la vio y piensa precipitadamente que aquello pudo ser justo como lo pensó: sólo producto de sus nervios, de estar en ese frio lugar. Mira sin cesar y por mucho tiempo deja de parpadear esperando alguna señal, estando también al pendiente súbitamente de lo que Fabiho le recita a su pequeña prima y entre tanto logra captar una pregunta.



- Y al tío Georg lo podemos ver también – sus oídos se ponen alerta de la respuesta que vaya a dar Fabiho, ansiosa, espera los segundos que él se ha quedado en silencio.

- Bueno – resopla, él no está completamente de acuerdo de que ellas estén aquí, sin embargo como el adulto que es, prefiere hacerlo bien que a hurtadillas como lo han hecho y que lleguen a meterse en algún serio embrollo – podemos ir, sólo que el día de hoy no será, ya tuvieron suficiente mirando a la tía Malle.



Ese comentario lo festeja la pequeña, esperando a pronto poder hacerlo.

Tabatha, sin ánimo alguno sigue mirando a Mariella, desilusionada de que las cosas no hayan sido ni en lo más mínimo parecidas a lo que fueron y le repite en voz baja lo que Fabiho dijo.


- Veremos al tío Georg – toma su mano inmóvil y de una temperatura un poco más fría que la de ella, lo que le provoca estremecerse – se terminaron las travesuras tía – resopla con una pequeña risilla – espero que sea pronto, lo extraño mucho. Yo creo que tu también aunque no puedas decírmelo. ¿Es por qué la traje? ¿Es por qué llegó Fabiho, que no me quieres ver? – su tono de voz es casi nulo – no lo volveré a hacer.


Callada recapacita todo lo que ha hecho.


- Fühlst du mich. Wenn niemand da ist? – le pregunta. [Me sientes. ¿Si no hay nadie ahí?]


Mira una vez más con anhelo.


- Fühlst du mich. Wenn du atmest? – porque de algún modo sabe que las cosas son así. [Me sientes. ¿Si tú respiras?]


Y por fin sus deseos se han cumplido, ella le ha dado una respuesta. Una que tendrá que descifrar.


- Ich seh dich weinen – con una voz estrangulada le dice lo que ve. [Te veo llorar]


Ha dejado de tener miedo ante cualquier cosa que mira de ella.



- Nicht weinen! Nicht weinen! – repite apretando la mano de Mariella fuertemente. [¡No llores! ¡No llores!]

- ¿Tabatha? ¿Estás bien? – Fabiho se ha dado cuenta de que la pequeña hace cosas frente a Mariella y está curioso por saber qué es – estás pálida.

- Ja, jeg er. Jeg har det bra – le responde un poco aturdida y en su trance se desubica y le responde en noruego. Fabiho con una enorme duda en el rostro de lo que dijo mira a la pequeña que tiene a un costado. [Sí, lo estoy. Estoy bien.]

- Dijo: que estaba bien – replica la pequeña alzándose de hombros y mirando sin saber que más decirle a Fabiho. Tabatha trata de evitar a cualquier costa enfrentarse directamente con la mirada de él.

- Debemos irnos, no es sano que estén aquí – enuncia Fabiho poniéndose de pie y sobresaltando a Tabatha.

- ¡No! – suelta desesperada Tabatha sin soltarse de la mano de Mariella.

- Vámonos Tabatha, ella tiene sueño y no despertará – ingenua y con infantiles argumentos su prima cree que puede ayudar.

- ¡Un poco más! – implora y Fabiho sin saber cómo actuar debidamente se queda callado.



Al mismo instante que suelta su suplica, las lágrimas de Mariella se derraman una vez más, sus ojos pueden verse mover debajo de sus cerrados parpados.



- ¡No llores! ¡No llores! – vuelve a repetir a un tono a nada de ser nulo y siente su mano ser ahora apretada por ella – yo iré a verlo, le diré que lo extrañas, te amo…

- Vámonos, Tabatha, por favor – Fabiho retira la mano de Mariella de Tabatha a la cual está aferrada, la toma por su hombro y la dirige hacia la salida.



Callada durante el trayecto y el resto del día, ha decidido irse a la que temporalmente es su habitación dentro del gran y extraño pent-house en Berlín, sin decirle nada a nadie, olvidando toda norma de educación, quiere irse a refugiar y pensar en lo que ha visto el día de hoy. Sabe que la gente ahí no piensa en otra cosa que lo que ella en parte sabe y ellos no saben lo que ha visto, gira una y otra vez dentro de la cama pensado si algún día le creerán.

En la soledad de esa fría habitación que no le es reconfortante, mira hacia el ventanal que posa frente a ella, ve pasar los aviones, con sus luces a veces de tonos diferentes y los maldice eternamente a sabiendas de que eso está mal. Inquieta le da vuelta una vez más al por qué Mariella esta vez no la miró pero al enunciar a Georg lloró.

Se estruja la mente lo más que puede y lo único que consigue es desesperarse. Harta, se cubre la cabeza con una manta, en cuclillas sobre la cama sólo se distingue el brillo de sus ojos en la oscuridad.



- ¿Qué tanto haces Tabatha? – a la habitación entra Melissa que deja a media luz la iluminación.

- ¡Nada! – responde ella enfurruñada.

- ¿Qué es lo que te perturba? – ha dicho, Melissa, las palabras exactas para definir su sentir.

- ¡Nada! – la mira de soslayo y eso sólo le confirma que es todo lo contrario.

- ¿Estás enojada con Fabiho porque te encontró en la habitación de tu tía? – paciente Melissa trata de encontrar el punto en que puede conectarse a Tabatha.

- ¡No! – en un tono mohíno le responde y se abraza a su madre – quiero de vuelta a Malle – Melissa queriendo expresar las mismas palabras, acaricia los largos rizos de su pequeña hija, con los ojos acuosos, insuflando aire hasta llenar sus pulmones para tratar de ser fuerte.






“Debo ser fuerte, debo ser fuerte”

Repito varias veces dentro de mi cabeza. Más de un millón de cosas me están poniendo de malas, cosas que nunca imaginé, cosas a las que yo no había prestado atención y no me interesaban hasta que ella y sus actitudes me han hecho ver las situaciones que pasan cuando “no estoy”. Ahora que sí estoy, no sé si lo hace para llamar mi atención y que mis comentarios le importaron más de lo que debían y acata órdenes tal cual desde que llegó.

¡Dios! Por qué la mandaste a mi camino ¿Por qué?



- Dejaos de mirarlos, les das demasiada importancia, guapa, relajad por favor – la cantarina voz de Kin distrae mis pensamientos más no mi vista del punto donde se halla.

- No puedo – le respondo sin interés.

- Joder, ni peros ni peras...

- No quiero – le aclaro – sólo míralos, repugnante que se ve coqueteándole.

- La niñata esa es toda una chica de bandera, Malle no veas cosas donde no – chasquea sus dedos frente a mí y esa acción me hace enfadar aún más – la tía esa sólo estáis platicando con el macho alfa, ni siquiera estáis a menos de un metro de distancia…

- La distancia no importa cuando coqueteas – vuelvo la mirada a donde ambos platican muy a gusto.

- Bueno el tío ese está más bueno que el queso – me dice alegre.

- ¡Kin, a ti no te gusta el queso! – le reclamo.

- ¡Te trae coladita eh! Complicaos vuestra vida tu sola – me toma de la mano y coloca una cámara fotográfica profesional – ¡Qué corra el aire! – me señala a Bill que ya está completamente listo.

- ¿Qué? – pregunto retorica y confundida.

- Os prometiste que tomarías las fotografías que debo llevar a Bravo, junto con mis 5 preguntas que le puedo hacer a ese majo el día de hoy.

- ¡Oh Kin! – reniego.

- ¡Andáis! Que yo no sé usad esa camarota – me da un empujón que para todos es notorio – ¡Ah! Y no olvidéis que no sé como sacad las imágenes una vez que la conecto al ordenador – a cambio recibe un gruñido de mi parte.



Me vuelvo a saludar con Bill que me mira sorprendido de que sea yo quien porte la cámara, también saludo a Natalie, recuerdo que ella asistió a mi fiesta de cumpleaños. Comienzo una divertida plática con Bill y él comienza a hacer poses de todo un rockstar debidamente. No es hasta que terminó y que he obtenido unas 30 fotografías que reparo en toda la gente que se acumuló en la pequeña sala, que están en completo silencio y nos miran. En especial y profundamente una mirada siento que se clava directamente en mi espalda, es un tipo que llegó junto con Tom, no tan alto como él. La verdad es que no recuerdo su nombre por mucho que lo haya visto en diferentes ocasiones. Tom a su lado se ladea para decirle algunas cosas mientras levanto un poco la mirada y Bill mira atento el monitor de la laptop de Kin en cómo han quedado las fotografías que tomé. Kin entusiasta parlotea maravillas y Bill recita que soy buena con la cámara.

Poco tiempo después Kin le hizo sus cinco preguntas y partió rumbo a Bravo Hamburg, luego iría por Gabrielle que tenía algunas citas con su agencia para algunos photoshoots y volverían juntas a Magdeburg. Le deseé lo mejor y nuevamente la gente se movilizaba en la pequeña área en la que nos ubicábamos, era el turno del equipo de Bill para hacer el trabajo correspondiente. Lo sorprendente es que un chico llamado Christopher se acercó a mí.



- Disculpa Mariella – me llamó cortes mientras seguía platicando con Bill.

- Dime…

- Vi el trabajo que hiciste con la reportera de Bravo y los ángulos de luz captados me parecieron buenos de tu parte ¿estudiaste fotografía? – lo miro confundida por su pregunta.

- Bueno… ahmm… no. Un familiar mío es fotógrafa y sé un poco de esas cosas.

- Vaya eso explica porque tomaste con naturalidad esa buena cámara.



Sonríe él y lo dejo hacer su trabajo con Bill. Me repliego a donde se encuentra Tom y su Staff incluyendo Phoebe que parece llevarse genial con Natalie. Lo que me causa conflicto es por qué el otro chico, el que porta una cámara grabando lo que se hace, no deja de mirarme cada que no graba. Me provoca una sensación de malestar, tener su pesada mirada sobre mi constantemente.

Al cabo de un par de minutos se acerca mi, serio y erguido.



- Disculpa, podrías ayudarme a realizar, unas tomas – parece disgustado en cada una de sus palabras.

- ¡Claro! ¿En qué puedo ayudarte? – ahora resulta que soy la asistente de media humanidad y mi asistente se la vive de risa en risa con Tom.

- Quiero imágenes de Bill pero que no se vea comprometido a ser serio frente a mi – junto las cejas pues me parece extraño lo que me pide – lo quiero alegre, en confianza y veo que contigo ríe de cualquier cosa. Te dejaré la cámara e iremos a la cabina.

- De acuerdo – respondo demasiado insegura de lo que el chico plantea.



No tiene sentido pero no pierdo nada con hacerle el favor. Poco a poco y discretos salen las personas de aquí del estudio. Bill se mira bastante entretenido con la carpeta que contiene todos y cada uno de sus diálogos. Me acerco a él con una gran sonrisa.



- ¿Qué haces? – le pregunto mirando por la pantalla de la cámara que ya graba. No me fue difícil manipularla, recuerdo haber usado una parecida cuando estaba en la universidad.

- ¿Qué haces tú con esa cámara? – sonriendo y sorprendido veo su reacción por la pantallita una vez más.

- La pedí prestada para jugar un rato.

- ¡Oh claro! Y nuestro Stiffens te la prestó así como si nada – la cámara tiene varias funciones mientras uno graba y me veo tentada a hacer algunas ediciones sobre lo que tomo.

- No lo sé Bill pero deberías practicar más o volverás a tener que grabar todos tus diálogos.

- Sí, tienes razón – dice con una enorme sonrisa – es que sabes, la que se dice mi maestra se la pasa perdiendo en tiempo con su hermana en el piso de Diseño e Imagen. Nunca está conmigo.

- ¡Oh! Que mala persona es ella, deberías acusarla con su mamá – divertida hago mofa de mi misma.

- ¡Eso haré! Es más la enfocaré con la cámara – me despoja del aparato con cuidado y me capta ahora él.

- ¿Qué tal, es linda tu gurú en esto del doblaje?

- ¡Es linda!




2 Alas:

Karla Díaz dijo...

pasando lista!

OreoEffeckt dijo...

primero chillo por la primera parte y luego me cag* de la risa con el "esta más bueno que el queso" hahahahaha xD