Capítulo XXVII [ Parte 1 ] Las flamas me dirigen... hacia ti.




- No puedo llenarlos de falsas esperanzas. No hay nada más que hacer. Lo siento mucho.



Habían sido las últimas palabras del Doctor James acompañado de su colega el Doctor Wolff que todo el tiempo han estado a cargo. Han sido claros dejando expuesta la condición que los acapara.

Sophia y Penélope lloraban amargamente hombro a hombro, abrazadas lamentado una y otra vez la resolución a la que los médicos habían llegado. Detrás de ellas: Melissa, Amélie, Ela, Fabiho, Gabrielle, Carlo, Xavier, David Jost, Gustav, La Reina Olga Dekker, Glen Rolinek, Bill y Tom, Dunja y Sebastián Stiffens lamentaban de igual manera aquella noticia.



- ¡Derek por favor! – suplicó Penélope.

- No, Penny, tanto tú como yo sabemos los términos médicos a la perfección. No es posible albergar una esperanza más, ya no es cosa que esté dentro de nuestras manos. Lo hemos hecho todo, todo lo humano y científico posible para ambos.

- ¡Dios! – envuelta en lágrimas Sophia se llevaba las manos al rostro de incredulidad.

- Él no puede prescindir del respirador artificial y ella no sale del shock y corre riesgo a pasar a de nivel dos a nivel tres al paso que va – volvió a reafirmar el Doctor Derek James.

- Disculpe… – pido una turbada Melissa – ¿no era sólo un shock en el que estaba?

- Y así lo fue en un principio después de que salió del coma – intervino el Doctor Wolff – es por eso que hemos hecho esta reunión. Pasó del shock al coma nuevamente y hoy por la mañana se registro disminución de sensibilidad y funciones, lo que nos arrojó que su estado actual es del nivel dos. Ha vuelto al punto que inició cuando estaba en California y fue traída hasta acá.



Las reacciones no se hicieron esperar:

Melissa se llevaba la mano derecha al rostro cubriendo sus ojos y apretando con fuerza sus sienes con la otra se asía de la de su hermana que miraba como su Abuela paterna consolaba con fuerte bruma a su madre, Sophia. La pareja Minutti se sumergía en un funesto silencio a un lado de Xavier. Penélope se refugiaba en los brazos de su esposo Glen, ambos sollozaban. Dunja y David daban palabras de apoyo para los gemelos Kaulitz, mientras que Gustav y Sebastián se miraban desconcertados. Gabrielle con sus ojos claros irritados por contener el llanto, abrazaba a Fabiho que no se limitaba por dejar rodar sus lágrimas del tremendo dolor que se clavaba en su pecho.

Afuera de esa habitación esperaban tranquilas al cuidado de Andreas y Bernardette, las niñas que empecinadas estaban ahí por la promesa que les habían hecho. Sentadas en un rincón cuchicheaban.



- ¿Crees en los milagros Moniquée? – pregunta Tabatha.

- No lo sé – dice encorvando los hombros – ¿Tú?

- Tampoco, pero últimamente he soñado a un señor que siempre me dice que no los deje que no luchen.

- ¿Y te ha dicho qué estás loca? – Moniquée la mira inocente – a veces no entiendo todo lo que dices – a eso, Tabatha la vio con cierto enfado.



Para ella era difícil saber qué es lo que pasaba en la vida real y se preocupaba ahora por la constante de aquel hombre que le decía cosas en sueños. La puerta de la oficina donde estaban reunidos los adultos se abría, quien salía con sigilo, era Melissa, les decía un par de cosas a su Abuela y cuñado…



- No creo que sea lo mejor – rebaté Andreas.

- Andreas, deja que yo las lleve – pide consternada Melissa – son ingeniosas y si no las llevamos por las buenas esperarán a que alguien se descuide y entraran de todos modos.

- Pero Moniquée es aún muy pequeña, no creo que sea sano que lo vean – replica agobiado.

- Vamos hijo, deja que Melissa las lleve…



La frase de Bernardette se ve abruptamente cortada por Amélie que está dentro de la habitación escondida de manera que su hija y sobrina no la vean llorar. Les pide a ambos que entren lo antes posible, ella no encuentra consuelo. Andreas asustado deja todo aquello en manos de Melissa que roza su brazo en señal de apoyo.



- ¡Chicas! – las llama Melissa – vengan acá conmigo, por favor – las pequeñas se sientan una de cada lado de Melissa – quiero que me prometan que se van a portar como todas unas niñas grandes y que en el momento que ya no quieran estar aquí me lo digan en seguida.

- ¿Por qué mamá? – Tabatha no encuentra coherencia.

- ¿Por qué tía? – a coro Moniquée también pregunta.

- Bien – suspira Melissa tratando de olvidar el gran trago amargo que hace unos instantes se suscitó con los doctores – iremos a la habitación donde Georg está, pero no es igual a la habitación donde está Malle. El tío Georg está más enfermo que la tía Malle.

- Pero están dormidos tía. Nosotras vamos a estar bien – asegura con fuerza la pequeña Moniquée.



Melissa no esperaba menos de las pequeñas, que parecían firmes en su deseo de querer verlos a costa de lo que fuera. No pensaba subestimar a ninguna de las dos y sabía perfectamente que Tabatha era extremadamente inteligente para que se le hablase con rodeos.

Al entrar a la habitación, las pequeñas al ver a Georg con más aparatos comparado con Mariella, comenzaron a preguntar qué eran o para qué le servían. No podía deshacerse de la imagen en su cabeza, de su hermana, imaginándola similar a la que miraba en él. Eso, le provocaba menor fuerza dentro de ella y que el equilibrio con el que debía mostrarse ante las niñas se viera amenazado con un llanto abrupto…



- Hola – recitó Tabatha – Hola Geo – repitió con una gran sonrisa.

- ¿Para qué lo saludas si no te escucha Tabatha? El tío Georg está dormido.

- No Moniquée… – le dijo un poco exasperada – él nos puede escuchar, sabe que estamos aquí.

- ¡Ah! – musita incrédula Moniquée por todo lo que le dice Tabatha.



Melissa sorprendida, las mira desde una esquina. Reafirma todo lo que ha imaginado acerca de las cosas que sabe su hija, intenta preguntarse cómo o por qué y deja eso a la deriva cuando cae en cuenta que los niños son muy hábiles y aunque pequeños se dan cuenta de las cosas perfectamente por mucho que los adultos se esfuercen por lo contrario.



- Geo… como sé que también me escuchas como Malle – a susurros Tabatha le hablaba y lanzaba discretas miradas a su madre que espera no le preste atención – sólo quiero decirte que todo está bien, ella está bien, un poco triste porque no estás a su lado pero te aseguro que encontraré la forma de convencerlos de que los dejen dormir juntos.

- ¿Para qué quieres hacer eso? – en diminuta voz se le acercó Moniquée al oído.

- Deben estar juntos, sino estarán tristes todo el tiempo, es como cuando tu mamá se pone triste cuando tu papá debe salir de viaje ¿Entiendes? – le responde Tabatha.



En la misma esquina y haciéndose la desentendida, Melissa, presta mucha atención por el reflejo de la ventana a todo lo que hacen ese par de chiquillas que pareciera que sólo juegan a querer hacerse las importantes.



- ¡Ah, sí ya te entiendo! – le responde la pequeña Moniquée – y ¿Cómo vas a lograr eso? – su voz no deja de ser más que un pequeño bisbiseo.

- No lo sé, debo encontrar la manera pronto – Tabatha pasa el dorso de su mano por el rostro de Georg que aparente está en calma – te prometo que lo lograré de algún modo tío. El otro día ella me miró, parecía asustada y yo también me asuste…

- Pero a mí no me quiso mirar tío – interrumpió Moniquée colgándose de la cama.

- Tomó mi mano muy fuerte – continuó Tabatha – como si no quisiera que me fuera pero la Abuela Bernardette me sacó de su habitación.



Melissa quieta fruncía el cejo, era ilógico lo que Tabatha decía, rayaba en la línea de la fantasía y comenzaba a hacerse preguntas si era acaso eso lo que al tenía tan ausente cuando estaba con el resto de los familiares y amigos…



- Y también la vi llorar – volvió a murmurar Tabatha – sentí muy feo cuando hizo aquello. Nunca había visto a Malle llorar.

- Tabatha, yo no la vi llorar – asombrada le remarca Moniquée.

- Tú te fuiste con Fabiho y no la viste.

- ¿De verdad lloró? – su inocencia y raciocino a veces no era tan grande, era el normal de una pequeña de sólo ocho años.

- Sí – exhaló Tabatha.



Incrédula, Melissa estuvo a punto de interrumpir toda aquella fantasía que las niñas recitaban, en especial su hija y creía prudente reprenderla ligeramente por decir cosas que a su prima también la hacían fantasear, cosas que no podían ser verdad, cosas que no eran lógicas de alguna manera. Fue hasta que la voz de Tabatha la sacó de aquellos pensamientos.



- ¡Mamá! – pronunció ella con un poco de dificultad – ¡Mamá! – su voz comenzaba detonar cierto miedo – Mamá ven, Geo…



Melissa enseguida dirigió su mirada par ambos, Tabatha tenía entre sus manos una de Georg que se sacudía.



- ¡Mamá!



Volvió a repetir la pequeña Tabatha que ahora no sólo veía como no era la mano sino todo el brazo y a eso le prosiguió el cuerpo por completo.



- ¡Vamos a fuera! – dijo desesperada Melissa, sabía que en cualquier segundo entrarían los doctores por indicación de los monitores y la alerta que se había disparado con una sirena que se había activado – ¡Vamos Tabatha!

- ¡Mamá no me suelta! ¡Mamá! – grito desesperada Tabatha que sentía por completo las convulsiones que a Georg atacaban – ¡Mamá! – en llanto profirió…






Ha pasado bastante tiempo que no sé nada de ella y ahora que hemos regresado al estudio me he encontrado con la sorpresa de que nos enclaustraremos en este proyecto por varios días sin salir por completo. Estamos en una fase especial de grabación y necesitamos estar por completo juntos para tomar muchas de las decisiones.

Hay gente mucho más temprano de lo normal aquí en el estudio, pareciera que festejan algo; Gustav y yo nos miramos bastante confundidos por el movimiento inusual, imaginando que se trata de algo relacionado con la grabación del disco o posiblemente Interescope ha venido de visita y dar sus puntos de vista personalmente, aún tenemos un par de canciones que no hemos podido de escuchar pero nos aseguran que están completamente terminadas en arreglos.

Mientras saludamos a cada uno que pasa por nuestro camino hasta llegar a encontrarnos alguien que nos explique qué pasa esta mañana. Al que distinguí entre un tumulto de gente fue a Tom. Luce muy diferente el día de hoy, puedo asegurar, se ve renovado. Tom no es de los chicos que se enclaustran con cosas tristes y al parecer el trago amargo de hace un par de meses se ha superado por completo.

Desdichadamente, justo después de aquel día; Melissa se había comunicado conmigo, fue una llamada por demás triste y abrupta. Llamó aquella noche para despedirse entre lágrimas; me decía que volvía a Noruega con Tabatha. Sin detalle alguno y por respeto de mi parte no quise hacerle ninguna pregunta del por qué si aún no se cumplía el lapso de un año que ella misma había estipulado para su estancia aquí. Hubiera deseado esa misma noche poder salir a despedirme de ella hasta Magdeburg pero su vuelo salía a escasas horas por el aeropuerto de negocios, en un vuelo privado directamente a Noruega. Su despedida fue una promesa, una que veía completamente difícil en que se hiciera realidad.

Gustav y yo nos hemos quedado mirando lo que pasa y hacen los demás. Es el mismo Tom que se acerca a nosotros muy animado.



- Te gustará la sorpresa que nos enseñarán – dice frotándose las manos y una enorme sonrisa en el rostro. Ese comentario fue directamente para mi persona. Gustav me mira más confundido a cuando llegamos.

- ¿De qué hablas? – le dice Gustav mucho antes de que pueda formular alguna cosa en mi cabeza.

- ¡Hey ahí están! – dice Bill a lo lejos señalándonos con una chica a un lado suyo.



Le hace un par de señas y ella se queda junto al resto del Staff. Corre a nosotros.



- No les has dicho nada… ¿cierto Tom? – inquiere con una mirada muy pesada para su hermano, lo que me deja más intrigado.

- ¿Qué pasa? ¿Hay fiesta? ¿Celebramos algo? – atosigo con preguntas y ambos gemelos sólo se ríen por mi actitud.

- Vamos relájate Hobbit – repela Tom – sólo deja que llegue Stiffens y él nos mostrará…



Tom habla pero Bill actúa. Me toma por los hombros aprovechando de la altura que sobresale entre nosotros y me lleva hasta el comedor. Tom le da empujones a Gustav y manotean mientras caminamos. Podría insistir en hacer más preguntas pero de nada serviría conociendo como es ese par cuando algo saben y no quieren que los demás se enteren.

Lo único fantástico que le vi a la espera de que llegase Stiffens fue que Tom se puso de hacendoso y elaboró waffles para nosotros. Después de varios minutos Dunja se apareció y nos dio indicación de que fuéramos a la sala de juntas, la más grande del estudio. Eso significaba algo grande y serio. No siempre acudíamos todos a ese lugar si no era para despedirnos de alguna gira o iniciar un largo proyecto. Lo último que me espere fue hallarme con aquella noticia que me dejó la quijada hasta el suelo y una sensación extraña que no iba a poder quitarme durante un largo rato…



- ¡Chicos buenos días! – anunció David muy sonriente.

- Buenos días – recitamos. Éramos, pues, creo que en ese momento me pude percatar que estaba congregado todo el Staff cercano con el que laborábamos día a día.

- Las noticias que les daré hoy entre tantas es que vamos ya a la mitad de las grabaciones, hemos logrado obtener por completo varias versiones en alemán. El proceso creativo va en buen camino. Eso por la parte en la que estamos aquí – y de pronto una gran sonrisa le marca el rostro a David – por otro lado el día de hoy tenemos de nuevo con nosotros a Christopher Häring, que como sabemos tuvo un varoncito hace un par de meses y hoy lo acompaña una nueva chica con él y a todos nosotros.



Al decir nosotros y ver la alegría en el rostro de David me dieron ganas de vomitar. Todos expectantes esperamos a que la puerta del estudio se abriera de nuevo, con su mano nos indicó mirar hacia ese lugar. Ahí con la mano en el picaporte estaba Benjamín y Stiffens que en cuanto la puerta, abrieron por completo, al primero que vi fue a Häring como lo había bien dicho David.

Fueron menos de dos segundos en lo que ella apareció. Era otra, tenía una expresión de timidez, caminaba con seguridad pero no dejaba de mirar todos los rostros que posaban sus ojos sobre ella. Vestía con vaqueros de mezclilla y una chaqueta del mismo material con dos blusas blancas ensimismadas y unas altas botas café. No pude quitarle la mirada, me era imposible verla ahí, aquí…



- ¿Linda sorpresa no?



Dice a mi oído Tom y sin verlo sé que sonríe de puro placer. La pregunta es: ¿Placer por qué?



- Chicos – atrae de nuevo la atención a él, David – ella es: Mariella Dekker y ahora es una más de esta caballería – todos voltean su mirada a ella quien saluda amable con su mano y una delicada sonrisa – estará trabajando con Stiffens y Häring, con las cámaras, grabaciones, ediciones y en todo eso en lo que ellos pierden el tiempo y dicen que es mucho su trabajo – la mayoría suelta risas por las palabras llenas de sarcasmo.

- A esto, no le procede nada bueno – musita a mi oído Gustav, cosa de la cual ella se percata al verme. Probablemente sintió mi hostigosa mirada que no le despegué desde que entró y nos dirige cierto enfado con su mirada, como si adivinara que de ella hablamos.



Y como todo un viejo profeta, Gustav, marcó con sus palabras lo pesado que se convirtieron los días para ambos al estar en el mismo lugar…



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Lo viste... espéralo... = )

PD: Gracias una vez más a Harlu que hizo ese vídeo.