Génesis [1.001] - Mucho gusto.



No podía creer que ésta pequeña maletita me pesara tanto, me la cambiaba de un hombro a otro para repartir el peso, estaba cansada, había sido la clase más pesada que Cole nos había dado en meses, gracias a Dios era la última de hoy, mi plan era tirarme directamente en la cama para dormir una vez llegando a casa.

Caminaba por los pasillos de A.I.M. chocando con todo el mundo despistada y cansada, hasta que vi a Emma y Loretto paradas a fuera del salón de Jazz Funk, ¿desde cuándo a alguna de las dos les interesaba algo más que no fuera el ballet clásico? Me acerqué a ellas muy sigilosamente sin decir nada, estaban totalmente absortas observando “la clase”, las conocía muy bien para saber que seguro habían encontrado a un chico guapo, al que debían estar espiando, escuché lo que decían, cuando estuve lo suficientemente cerca.

– Míralo, no te parece súper lindo…
– Es muy bueno.

Me levanté en relevé aprovechando que aún traía puestas las zapatillas de la clase de ballet, para ver si identificaba al nuevo prospecto de alguna de las dos, pero no veía a ningún chico que realmente sobresaliera de entre todos los de ahí. Esa clase ya estaba finalizando, estaban todos estirando en segunda, en el piso, así que pregunté:

– ¿Quién?
– ¡Mía! –dijo muy fuerte Loretto al girar para verme, le quedé tan cerca que al querer dar un paso atrás se recargó en la puerta del salón, que se abrió de la manera más estruendosa posible haciendo que ella hiciera una entrada triunfalmente bochornosa al caerse al interior, rompió con la concentración de todos, Emma le ayudó a levantarse.
– Disculpe profesor, mi amiga se cayó –decía mientras cerraba la puerta evitando reírme del percance. Loretto se recuperó y estaba completamente roja de la cara– bueno, ¿Quién es el chico que les gusta?
– ¡Ah no! Mía no es importante –balbuceó Loretto.
– Ay vamos, estaban babeando.
– Es a Loretto a quien le gusta, ese muchacho de allá –me decía Emma señalando la esquina.
– ¿Cuál? ¿El de la playera roja tremendamente delgado o el de los calentadores de movimientos afeminados?
– No, el de más atrás, de cabello negro.
– Ah… ese.

No era gran cosa, pero Loretto nunca se había caracterizado por tener muy buen gusto en chicos, Emma me había dado todo el resumen de una historia que me había estado perdiendo, al parecer Loretto había quedado fascinada un día que lo vio ensayando un solo para la audición de la siguiente presentación en A.I.M., pero no sabía nada de él, ni siquiera su nombre, lo había seguido en algunas de sus clases y lo espiaba por las ventanillas de las puertas.

– Bueno pues esperamos a que salga de su clase y le preguntamos cómo se llama, así de fácil – que otra mejor opción había que dejar la secreta persecución.
– No Mía, por favor, acabo de hacer un enorme ridículo, el chico no sabe qué existo…
– Pues ahora ya lo sabe –la interrumpió Emma señalando hacia el interior del salón, no deja de voltear para acá– Loretto creo que le gustaste.

Loretto se puso más roja aún de lo que ya estaba, su celular sonaba, lo que quería decir que ya habían llegado por ella y debía salir como bólido antes que su madre rompiera en histeria por toda la Academia, tomó su mochila y se fue.

– ¡Te ayudaremos! –le gritamos o más bien yo le grité mientras se alejaba pero se quedó congelada al escucharnos.
– ¡No! –gritó alarmada– prométanme que no harán nada, ya veré yo cómo le hago, para conocerlo, pero ustedes no harán nada, ok ¿Me lo prometen?
– Sí… está bien, cómo quieras…

La puerta se abrió, para dar paso a los alumnos que ya salían de su clase, nos fuimos haciendo para atrás, esperando que saliera.

– Bien Emma en cuanto salga, te le acercas y le preguntas cómo se llama, porque se lo quieres presentar a una amiga…
– ¡No! ¿Por qué yo? –remilgó– además ya la escuchaste, Loretto no quiere que hagamos nada.
– Pero si nosotras no tomamos la iniciativa ella nunca lo hará. Además yo ni enterada estaba de esta historia, así que tú eres la indicada para…

Estábamos hablando, aún discutiendo, de quién debía acercarse a él pero fue demasiado tarde, se había ido y ni siquiera lo habíamos notado. Tan simple e insignificante era el chico que ni para percibirlo, tal vez era lo que necesitaba Loretto, alguien igual que ella.

– Y eso no era muy sutil que digamos Mia.
– Era mejor que nada, de todas formas Loretto puede estar tranquila, no pudimos ni acercarnos a él.

Estábamos ya en la puerta principal de A.I.M., casi con un pie en la calle cuando escuché a Cole llamarme. ¡Ay no! Pensé. De verdad que si había terminado muy cansada, si quería que me quedara para ayudarle cubriendo la clase de Ballet de primer grado, iba a ser la muerte para mí.

– ¡Mia! ¡Mia adorada! Ven, pon atención –en cuanto dijo aquello Emma se alejó de nosotros me tomó por los hombros y comenzamos a caminar hacía una de las jardineras con la fuente activada mostrando su hermosura– esta noche es la cena que ofrezco para mis alumnos avanzados. No habías tenido oportunidad de asistir a un evento de esta magnitud por tu edad lindura pero este es uno de tus momentos, el momento de lucirte; sólo asiste la gente más importante de todo Mancher e incluso de academias del extranjero; hablé con tus padres y creen que sería bueno que asistieras, es una buena oportunidad para ti –tan rápido como lo expresó, tan rápido como mi mente divagó. Era uno de los sueños perfectos, de esos que tenía constantemente por las noches.
– Ah, ¿Esta noche? Sí, pues si ya tengo permiso de mis padres, está bien –me entregó la invitación con una alegría rebosante en su rostro y luego remató con algo inesperado.
– No te preocupes invité a Dirce también para que no te sientas tan sola.

De todas las personas a las que podía invitar para no sentirme «sola» se le ocurrió ¡Dirce!
Cole seguía pensando que algún día podríamos llevarnos bien, pero eso nunca ha sucedido, ni sucederá; de cualquier manera tenía razón era una buena oportunidad para mi, mi futuro, mi carrera. Se conseguían grandes donaciones para la academia, excelentes becas para muchos alumnos, inmejorables e incontables contactos.
Esa noche con ayuda de Leonora el ama de llaves, deliberamos que usaría mi vestido color azul, muy fresco con transparencias, se veía coqueto y romántico al mismo tiempo. Con un vuelo digno de una princesa, con el cual me veía como tal, acostumbrada ya a una vida diferente a todas las de mi edad, los tacones eran presa fácil para mí, el maquillaje que aunque era ligero no borraba el rastro de niña angelical. Mis cabellos rubios recogidos en un perfecto chongo a la altura de mi nuca, fue como me engalané.
Cuando llegué ya había mucha gente, el comedor estaba puesto para al menos veinte personas. El buen gusto, de mi maestro favorito y representante, se hacía presente en cada detalle, incluso en la distinción de sus invitados. Estaba recorriendo todo con la vista, maravillándome con todo lo que veía…

– Mia –escuché su vocecilla.
­– …Dirce, pensé que no vendrías.
– No quería venir, mi papá me obligó. Me trajo aquí saliendo inmediatamente de una entrevista con la agencia –con su típica cara de enfado, la cual me sabía perfectamente de memoria, no tenía mucho que decirle.
– Eso lo explica todo. También buscas un mecías en esta cena.
– Yo no necesito nada de eso –brincó.
– ¡Niñas! –nos gritoneó a voz de regaño Cole en cuanto nos distinguió– me da gusto que ambas pudieran venir, por aquí –a cada una nos puso en uno de sus costados evitando alguna riña– quiero presentarles a alguien importante y mejor aún uno de mis grandes amigos.

Nos presentó a más de una persona, nos deteníamos a cada instante, Cole ponían especial énfasis en mi, su pequeña joya del ballet, creo que eso crispaba los nervios de Dirce, no le gustaba que alguien le robara toda la atención, tenía ella su cara de puchero.
Mientras era presa de saludos sin importancia relativa, veía a unos cuantos alumnos de A.I.M. que caminaban de aquí para allá, de los diez que seguramente éramos, reconocía a tres, todos de clases mucho más superiores que la mía, la mayoría sobrepasaba los 17 años yo era la única de catorce…

¡Oh por Dios…. Ah… ese de allá… es el que le gusta a Loretto!

La vocecilla de mi alter ego me desprendió de la aburrida plática. Esta vez sí podré preguntarle su nombre.

– Él, es mi amigo, Orlando Roethlisberger, Ingeniero Bioquímico de la C.U.M. uno de los más grandes –la voz de Cole llamó de nuevo mi atención cuando iba a salir corriendo.
– Mucho gusto.

Dijimos las dos al mismo tiempo, su amigo estaba vestido todo de negro, era un poco más joven que Cole, definitivamente no le interesó ni mirarme, se concentró totalmente en Dirce, ella se puso toda feliz pues hacía como tres personas que no le ponían atención, esto me sirvió para escurrirme de esa conversación sosa.

– Me disculpan… con su permiso…

Los dejé ahí, muy a gusto conversando mientras, yo buscaba al «susodicho» de Loretto, pues ¿dónde se había metido…? lo acababa de ver hace apenas unos instantes. Volteaba incansablemente a todos lados hasta por fin encontrarlo, ahí enfrente de mí, con un trago en la mano, parece que se dirigía a la terraza.

– ¡Hola! ¿Oye te gusta mi amiga?

El pobre chico casi escupe lo que traía en la boca, quizás no fue muy sutil que digamos mi pregunta.

– No sé quien es tu amiga…

Dijo relamiéndose los labios para limpiar el líquido que se derramó ligeramente. Y luego pude ver como se acercaba peligrosamente Cole, seguro querría presentarme a más de sus amigos súper aburridos, no recordaba ni la mitad de los nombres que había mencionado antes.

– ¡Ven corre! antes de que nos atrape –le decía al chico mientras lo tomaba de la mano para emprender la graciosa huida, pero Cole llegó antes.

Lo tomó por el hombro antes de que pudiera echar a correr.

– Veo que ya conoces a Edward, es uno de mis mejores alumnos Mia, en unos meses más será profesor adjunto. Trátalo bien es la primera vez que viene a esta cena y tú –dijo para el chico que lucía como un pavorreal por el halago de Cole– cuídala.
– Edward mucho gusto en conocerte –le daba la mano en una presentación formal.
– Así que una veterana en estas fiestas –susurró y Cole desapareció.
– Asisto desde los seis años, Cole me enseñaba a bailar desde antes de dejar el pañal. Así que Edward… ¿Qué?
– Rotmensen, Edward Rotmensen… Así que Mia Dumarc.
– ¿Cómo sabes mi nombre? –sorprendida, de él, enuncié.
– No es difícil si participas en todas las puestas en escena de tu nivel como bailarina principal, todos los carteles dicen tu nombre y dichos carteles los pegan por todo C.U.M.

… Γ έ ν ε σ ι ς …


Estaba aburrida platicando con este tal Ingeniero en no sé qué demonios, mi cara era bastante obvia. Esa Mia había logrado escaparse de éstas conversaciones enfadosas de negocios, no sé dónde diantres se había metido. No le prestaba mucha atención al Don de lo que me decía hasta que mencionó las palabras mágicas.

– Soy dueño del grupo editorial NORS y tú podrías ser nuestra nueva imagen…

No podía creer lo que aquel hombre me estaba diciendo. Era un ingeniero y dueño de revistas ¡Wow! Y además me proponía ser la imagen de portada de las revistas adolecentes más importantes, esto me lanzaría al estrellato de inmediato, mi fama subiría como la espuma, no pude evitar que mis ojitos se iluminaran de la emoción. Me contaba de todos los proyectos que se avecinaban para Teen Vogue, Stars Girls, BRAVO y muchas más donde yo podría ser la estrella. De pensar que yo no quería venir…
Ya me imaginaba como toda una diva que soy, apareciendo en todas las portadas, cobrando cantidades insulsas por entrevistas a cualquier otro medio.
Entre la plática de los beneficios que acarreaba un contrato con el Señor Ingeniero, Cole anunciaba la sorpresa de la noche, su “adorable Mia” nos deleitaría con alguna coreografía acompañada en segunda por todos los demás estudiantes avanzados, por supuesto, a Mia no le bastaba con ser el centro de atención en cada conversación, debía subir al escenario y ser el centro del mundo.

– Parece que se siente el ombligo del mundo –justo lo mismo que había pensado.

Volteé a ver quien decía aquello, el Señor Roethlisberger ya no estaba, en su lugar quedaba un chico de cabello castaño, tan guapo que me quedé como hipnotizada hasta que él dijo:

– Hola Dirce me llamó Drako –me estiró su mano.
– ¿Sabes mi nombre?
– ¡Claro! Eres la fabulosa teenmodel Dirce Burkhard, sigo tu carrera desde hace mucho tiempo. Soy tu fan y no sabes el gusto que al fin me da conocerte y poder hablar contigo.
– Igualmente Drako, mucho gusto –sonreí como una boba.

No podía creer lo perfecto de su sonrisa, su cabello, sus ojos y todo lo que me decía, me ganó por completo cuando dijo:

Esa tal Mia, no me cae nada bien. La he visto bailar, es buena pero demasiado…demasiado… a demás no es tan bonita como tú. Tú deberías ser la que recibiera todos los aplausos, admiración de la gente.

Ese chico sí que sabía distinguir lo bueno. En eso, él tenía razón y estando aquí con él me causaba una extraña sensación su cercanía; como si un imán me atrajera vulnerablemente, como si lo conociera de antes, quería estar con Drako, a pesar de ser ésta la primera vez que lo veía.
Ahora si por gusto, cuando Drako me lo pidió, me quedé cerca del Señor Roethlisberger, tendría que ponerse de acuerdo con mi papá, quien manejaba mi carrera para todos esos asuntos de los contratos y seguramente las cosas serían más fáciles por la amistad que había entre el Señor Roethlisberger y Cole dado que era el mejor amigo de mi papá, además Drako venía incluido en el paquete, por lo que entendía Drako era su protegido.
Después de unos minutos más el Señor Roethlisberger se fue y lo mejor que me pudo pasar fue estar toda la noche con Drako, platicando de todo, todos los temas existentes en el mundo los abordamos, estuvimos hablando por horas, no podía creer lo mucho que teníamos en común. Era perfecto. Perfecto para mí.

– No me tomes por atrevido, pero deberías tomar en cuenta la propuesta de Orlando. Puede darte todo lo que siempre has soñado. A mí me ha ayudado mucho, siempre, es como mi segundo padre, mi gurú.
– Sí eso veo.
– ¿Por qué te cae mal Mia? –preguntó de sopetón.
– Creo que es muy engreída, soberbia, no sé, es como si sintiera que el mundo debe rendirle pleitesía.
– Así es Mia Dumarc, mira que con solo verla, fuera como si la conociera de toda la vida. Como me gustaría que por una vez las cosas no le salieran perfectas…
– Jajaja ¿Te gustaría jugarle una broma? –sugiero.
– ¡Claro!

Después de todo se lo merecía, por su culpa mis papás se habían enterado de mi bajo desempeño académico de los últimos meses, pero qué es lo que pretendían, no tenía la vida de cualquier niña de trece años, yo trabajaba y me desvelaba, no podía ser la mejor modelo y la mejor alumna al mismo tiempo con las rutinas que exigía mi prometedor futuro. También por su culpa había perdido una buena oportunidad para ser la portada en Enero de LOOKs.

«Ay una bailarina de verdad ¡Qué lindo!»

Dijo aquel inversionista que de entre muchas en la agencia me habían por fin seleccionado ¡Ah no! Pero la señorita Dumarc tenía que haberse aparecido… Patrañas, pero ya planearé como vengarme de eso luego.
Sin que ella se diera cuenta, entre Drako y yo le estábamos poniendo chorritos de alcohol a su bebida, ya me reiría de cómo se pondría, pues Mía no tomaba… ¡ni consejos!
Para variar estaba ligando con un chico que seguramente conoció ahí, pero de verdad que era una mala mujer, no tenía respeto por nada ni por nadie. ¡No recordaba que tenía novio! Pero ya me encargaría yo de informárselo a Zac. Nos dábamos la vuelta por toda la fiesta para que nos vieran por todos lados y no nos incriminaran por la borrachera que seguro se pondría, pasábamos constantemente por donde estaba Mía y su ligue para no dejar que su vaso quedara sin el toque de whiskey, vodka… o el alcohol que nos quedara a la mano.
Ya pasaba de media noche, cuando nos dimos cuenta que habíamos cumplido nuestro cometido, Mia ya no podía mantenerse sin balancearse, se reía a carcajadas, sin guardar la compostura y posé, solo debíamos asegurarnos que todo el mundo la viera así.

… Γ έ ν ε σ ι ς …


Estaba siendo la mejor noche de mi vida, la hermosa Mia Giole Dumarc se había acercado a mí, echando abajo toda la planeación que había hecho por meses, sobre como acercarme a ella, escoger las palabras correctas, no podía creer la enorme suerte que había tenido.
No sabía quién era su amiga, ni me interesaba tampoco, lo único importante es que estaba aquí esta noche con ella; era mejor de lo que había imaginado, era interesante platicar con ella. Sin duda una niña muy divertida, no habíamos parado de reír. Empezamos a hablar de cuando la vi asomarse a mi clase de Jazz Funk y aquella chica había entrado de un sentón causándole enfado al maestro y la risa de todos nosotros. Después de que la vi tan cerca y tan lejos, no pude recuperar mi ritmo cardiaco, necesitaba hacer algo ya, aprovecharía que estaba a fuera de mi salón para acercarme, presentarme…

– La verdad me acobardé, te vi cuchicheando con tu amiga… quizás si hubieses estado sola te habría dicho algo… «Pero de mañana no pasa» me dije a mí mismo –le confesé.

Pero las cosas se acomodaron mejor de lo que esperaba, justo cuando me decidí a acercarme a ella esta galante noche, ella se acerca a mí, preguntando si me gustaba su amiga… era difícil saber quién podría ser su amiga, si ella era lo único que podía ver cuando estaba cerca, todo lo demás se volvía difuso.
Después de varias horas de plática y muchos vasos de té helado, Mia arrastraba las palabras, empezaba a reírse de todo, me contó ese mismo suceso desde su punto de vista.

– …por eso es que Loretto se cayó en tu salón, jajaja te estaba espiando jaja. Es que… no le vayas a decir, pero tú le gustas mucho ¡La traes tonta! Jajaja Loretto, Loretto, Loretto jajaja

Era indudable que Mia ya estaba alcoholizada, no entendía cómo, sólo había tomado té helado toda la noche, a menos que su resistencia a las bebidas alcohólicas fuese tan nula que esa única piña colada que se tomó la hubiese puesto así. Necesitaba hacer algo antes de que alguien la viera así, se reía de todo lo que veía y escuchaba, yo no estaba poniendo mucha atención a todo lo que me decía, estaba más preocupado porque ninguno de los inversionistas que habían estado interesados en A.I.M. la viera así, pero sobre todo me preocupaba Cole.
Intentaba hacer que caminara para sacarla de ahí y quizás tomar un taxi para llevarla a su casa o a una cafetería para que se le bajara todo el alcohol que parecía tener en el cuerpo, pero ella no cooperaba mucho, caminaba lento, con traspiés, se distraía con todo lo que veía, era tan simpático verla así, ella siempre tan seria en sus ensayos. Me gustaba, me gustaba mucho…

– Ya no quiero caminar…

Me dijo antes de dejar de sostenerse por ella misma, vi que Cole pasaría cerca de nosotros y Mia ya no estaba ayudando en lo más mínimo, seguía hablándome, ese era un buen signo, no decía nada coherente, pero seguía consiente. Rodeé su cintura con mi brazo y de esa manera poder cargarla, no me causó el mayor esfuerzo por lo ligera que era, la puse contra la pared, para que no se viera que la cargaba y que seguía parada por ella misma, de esta manera su cara quedaba oculta entre la mía, que seguía intentando que no dejara de hablar.
Cualquiera que nos viera pensaría que estábamos romanceando y no que ella estaba completamente ebria, la tenía tan cerca de mí, era tan frágil, totalmente hermosa. Y ese momento era sólo para mí. Me olvidé de todo por un instante, cuando ella me miró a los ojos sin decir nada. Por fin mi sueño se había materializado, junto a Mía todo parecía posible… le acaricié su rostro perfecto con rasgos redondos de aún ser una niña y la besé…

Tumbado en mi cama toda la noche me la había pasado pensando en la cena, la había besado, había besado a Mia Giole Dumarc… aunque de verdad dudaba que ella recordara lo que pasó. Sería sólo mi secreto.
Haciendo uso de todo mi ingenio, había logrado que Cole de verdad creyera que Mia estaba muy cansada y con dolor de cabeza, para que me dejara subirla a una de las habitaciones para que durmiera. Cuando me dispuse a bajar las escaleras una chica más o menos de la edad de Mia Giole se me acercó.

– ¡Hola Soy Dirce! ¿Cómo está Mía? Me quedé muy preocupada… la vi extraña ¿sabes?
– Ella está bien, sólo necesita descansar.
– Oh, qué bueno. ¿Tú eres…?
– Edward un compañero de la Academia.
– Y ¿Eres su novio?
– Eh… no ojalá –dije sin pensarlo mucho.
– Hacen linda pareja, si quieres yo te ayudó. Te puedo decir que mañana sale temprano del C.U.M. de su clase de Algebra, tiene una hora libre antes de ir a A.I.M. porque no la ves ahí…

La había dejado descansar un rato, después le subí una taza de café para que se sintiera mejor. De cualquier forma me había quedado preocupado por ella y lo que podrían decirle en su casa. Tomaría el consejo oportuno que me había dado aquella chica Dirce, me había dado todos los detalles, salón, maestro, horario, etc. Esa chica es una bendición.
Dispuesto a buscar de nuevo a Mia me salí diez minutos antes de mi clase de Física para cruzar todo el Campus y llegar a la mentada clase de Algebra del otro lado del C.U.M, buscar el salón, para estar afuera para cuando ella saliera y fue de las primeras en hacerlo, junto con algunas de sus amigas, no creí reconocer en ninguna de las dos de las chicas que espiaban por la clase de Jazz Funk. No tuve ni tiempo de decirle “Hola” cuando inmediatamente que salió, la jaló una de sus amigas y se la llevó de mi alcance, creo que si alcanzó a verme, tendría que buscar otra oportunidad.
Aunque no era para nada difícil soñar con esos ojos encantadores.

… Γ έ ν ε σ ι ς …

No cabe duda que si uno quiere las cosas bien hechas debe hacerlas uno mismo. Con éste tal Edward había encontrado la forma perfecta de vengarme de Mia por haberme quitado aquella portada, pero era un tonto, la había dejado ir, se la puse en charola de plata y él sólo se quedó ahí parado sin hacer nada.
Tenía clase de Filosofía, debía correr al otro lado del C.U.M. miraba mi reloj, cada dos segundos, mi plan tendría que esperar, salí disparada de ahí donde estaba ese enjuto parado a mi salón de Filosofía cuando un texto sonó en mi celular, lo leía mientras corría, pero lo que decía me hizo dar la vuelta y correr hacia el lado contrario de donde venía. Se había suspendido mi clase, entonces corrí para ver si aún alcanzaba a Edward y convencerlo de que se acercará a Mia.

– ¡Edward, Edward! –se estaba alejando ya, después de su nada exitosa misión. Me saludó a lo lejos con la cara y una leve sonrisa. Definitivamente tenía cara de bobo.
– ¡Hola Dirce! ¿Cómo estás?
– ¿Qué paso con Mia? ¿Cómo sigue? –fingí demencia nuevamente. Como si no la hubiese visto.
– No lo sé, no tuve tiempo ni de preguntarle nada, una de sus amigas se la llevó.

Seguramente había sido la tonta de Chiara, siempre con sus histerias, además de que Mia no se caracterizaba por tener muchas amigas, me pregunto por qué será…

– Deberías darte una vuelta por el Gran Salón de Artes como a las cinco pm si quieres volver a verla, ahora tengo que irme ¡Suerte! –palmeé su hombro y me alejé.
– ¡Gracias! –gritó con una mano en alto despidiéndose.

No estaba segura de si haría lo que le dije pero parecía que estaba fascinado con la «dulce Mia». Seguía mi camino, completamente acelerada, como ya me había acostumbrado, corriendo para todos lados, su imagen a través de las personas hizo que me distrajera girando mi cabeza para conservar su imagen el mayor tiempo posible, cuando salió de entre la gente me detuve por completo, creo que mi corazón hizo lo mismo, era Drako.

– ¿Qué haces por acá? –dije agitada no por la caminata, sino por él.
– Después de ayer no creí resistir mucho tiempo estando lejos de ti. Esa es una de las más tangibles razones y la otra pues básicamente la mitad de Mancher estudia o hace algo aquí en el C.U.M. y yo no soy la excepción, ya sabes Orlando es maestro por aquí.

Cada que hablaba este chico lograba derretirme, solo me escuché un suspiro.

– Orlando me platicó hoy toda la mañana que tiene excelentes planes para contigo como la Súper TeenModel del momento que eres.
– ¿De verdad? –asombrada de nuevo e ilusionada por recordar aquella buena proposición mi sonrisa se ensanchó.
– ¡Claro! Orlando tiene, puedo asegurarte, un muy buen ojo clínico y confía en ti aún sin conocerte…

Y de pronto todo lo que existía ya no. Podía percibir que toda mi vista periferia se mantenía borrosa y solo podía enfocar con claridad a Drako, sus ojos, su cara, podía percibir el marco pero no el objeto; sus labios se movían una y otra vez sin parar. Mis pupilas, aunque no las viera yo misma, sabía perfectamente que estaban dilatadas.

Estar con nosotros será lo mejor que te podrá pasar. Conocerás la verdad y entenderás el por qué de las inmundicias humanas…

Todo es tan oscuro como la verdad lo es.
Tan extenso como la realidad pueda ser.
Tan fuerte como quieras que sea la existencia de tu sentir.
Las respuestas en tu camino son encontrar la diferencia.
Todo es tan nítido tal cual lo ves.
El equilibrio es un juego de niños.

… Γ έ ν ε σ ι ς …

– ¡Hola Mia! ¿Cómo sigues? ¿Qué tal te sientes?

Era Edward afuera de mi ensayo, inmediatamente sentí los ojos furiosos de Loretto sobre mí.

– Ahhh, ya mejor gracias, con un poco de dolor de cabeza aún, el ensayo fue un desastre.
– Ah sí que tú eres él que se quería pasar de listo con mi novia.

No vi en qué momento se apareció Zac, sólo vi como le estrelló el puño en la cara al pobre Edward.

– ¡Qué te pasa! Déjalo en paz ¿Por qué le pegas? –gritoneé asustada.
– Así que tú eres el que me quiere quitar a mi chica. O me vas a negar qué anoche no estabas con ella…

Le iba a soltar otro golpe más y se escucharon los gritos de todas las chicas que estábamos ahí. Tuve que meterme entre ellos dos arriesgándome a que el puño de Zac fuera a dar directo a mí.

– Es cierto anoche coincidí con Giole en la cena del Maestro Cole Osment pero yo sólo vine a ver a Loretto –Edward blanco como el pulido mármol, temblaba notoriamente.

Y aquello que dijo me descontroló un poco, y por supuesto a Loretto se le fue el alma al cielo, los ojitos más brillantes que le había visto jamás refulgieron en ella, hasta ese momento no había hecho el recuento de la cena de anoche, me sentía muy mal y recordaba haber pasado mucho tiempo platicando con Edward. No sé si lo soñé o realmente me besó… seguro sólo me lo imaginé.

– Pues claro, no seas bruto –enuncié tan pronto pude salir del dilema que en mi cabeza se creaba como si alguien tomara de pronto mando de mis pensamientos– le dije a Edward que viniera hoy al ensayo para así poder presentarle a Loretto.

… Γ έ ν ε σ ι ς …

Todo es tan blanco como lo quieras ver.
Tan extenso como tu mente pueda ser.
Tan frágil como quieras que dure la existencia de tu sentir.
Hallarás la respuesta en tu camino si encuentras la diferencia.
No todo lo que puedas ver será nítido.
Siempre habrá que encontrar el equilibrio.

Abrí los ojos de golpe, sentía el sudor en mi espalda. Una taquicardia me atacó justo al despertar pero no podía enfocar un punto en especifico a pesar de que todo era blanco percibía el fulgor de lo borroso. Nada era nítido más que lo que ahora sabía.

– ¿En dónde estás?

Con la garganta irritada y la boca seca traté de que mis palabras fueran lo suficientemente audibles. Lo que recibí a cambio fue un zumbido como el de un televisor sin correcta recepción. Me levanté sobre mis brazos apoyándome en los codos. Giré mi cabeza por toda la habitación esperando que todo fuera más claro y sobre todo ubicar en dónde se encontraba, no me cabía que me hubiese dejado sola, estaba estrictamente prohibido. Lo único que pude distinguir fue un punto de un color café entre todo lo blanco.

– ¿Eres tú? ¡Estás ahí! Responde…

El mismo zumbido recibí a cambio, era extraño como si su dialecto fuera ese, el zumbido.

– ¿Qué ocurre? Maureen, oye no me siento bien –el zumbido comenzaba a amedrentarme– me siento, no… sé ¿Maureen? Maureen…

La sensación de frustración vino a mí como una ola de mar abierto que me revolcaba y me aplastaba contra el fondo aunque suave sobre la arena. Debía estar consciente, estaba ya aquí. Los brazos me tambalearon y sentí una mano sobre mi hombro, tibia, que me impulsaba a recostarme nuevamente peleó conmigo por mi reticencia. Todo lo que podía ver era un manchón ahora un poco más oscuro aunque sin duda era su silueta.
Comencé a sentir las extremidades frías como hielos y el pánico ya era latente dentro de mi cuerpo, podía sentir las manos de Maureen sobre mi frente y después sobre mis hombros intentaba relajarme pero ocurría todo lo contrario, no me respondía, mi visión era mala, mis oídos no escuchaban.

– Maureen, qué pasa, qué es esto –alardeé– deja de tocarme y contéstame. Logré saber que pasó, quién fue, lo logré… en la cena, no hubo nada implantado, rompí el bloqueo, fue completamente hecho por el libre albedrio de ella, aún era ella en ese entonces, nada que le hubiesen corrompido, no en ese entonces…

A tientas la tocaba para cerciorarme de que era ella. Me sentía como un sordo y a la vez un invidente, desvalida de cierta forma. Desesperada por hacer que me entendiera si es que no lo estaba haciendo, me preocupaba que no se enterara lo que había descubierto, aunque no sabía con exactitud cómo lo había logrado. Tal vez era darme cuenta ahora de muchas cosas pero a estas alturas era difícil remediar algo de lo ocurrido aquella vez.

– Maureen, demonios, contéstame…

Y de la nada mi vista se nubló por completo, dejándome en la oscuridad.

– Respóndeme Mia –escuché como un murmullo la voz de Maureen– Mia, por favor, mantente en ti –quería responderle pero de pronto fue como si mi garganta y boca fueran de mármol. Duras–. No dejes de hablar, Mia reacciona, sé que no me vez. Es un bloqueo, es una consecuencia, gastaste mucho de ti… Mia… ¡Mia! ¡MIA!


2 Alas:

Anónimo dijo...

amiga un excelente capitulo para empezar no se pero me hace recordar la serie que te gustaba mucho la de los modelos
cuidate naye

Itzel dijo...

Ya acabe!..

Sí, me tarde mucho, pero es que me hacia bolas con tanto cambio y nombre. Digamos que nunca he sido buena para eso, ni para las caras…Aunque con la de Bill soy bastante buena para recordarla. :D


No entendí nada de lo último, fue un poco confuso, pero te deja con la intriga de que es lo que pasa entre todas ellas además de las típicas diferencias y guerras entre… Jovencitas.

Muy buen capitulo.

Espero y pronto se aclare, porque nunca acabo de entender nada… jajajajA
Besos…

S.K