Tom Kaulitz: Monitos etiam atque etiam volo. |
Abordamos una camioneta negra, una van, cuando me adentré, al dejar que los caballeros me cedieran el paso a mí primero vi que en la primera fila de asientos estaban un par de chicos que me miraron sumamente raro cuando entré.
—¿Cuántos
años tiene? —escuché exclamar al otro tipo que acarreó al par de chicos
anteriormente a otra camioneta.
—Diecisiete,
creo —le respondió Stiffens.
—Y me
quejaba de los tatuajes que tiene el mocoso de Bill, mira lo que lleva ella en
la espalda.
Demonios,
volvíamos al tema de mi espalda, seguramente eso era lo que uno de los chicos
se había quedado mirando, el de cabellos con un novedoso look como cebolla y
gel mal colocado. No comprendía qué de interesante era mi espalda. Estaba a punto de ir a comprar una gran cantidad de
playeras de manga larga para que dejaran ese asunto de la espalda de una vez
por todas…»
—De
verdad se te hace muy difícil creer que, cuando los demás mortales te mirábamos
eso —pude sentir el dedo de Bill picando mi brazo—, no era descomunalmente
impresionante… ¡lo es! Mira, no las toco.
Y
pensé: «Así nunca voy a terminar» pero era claro, que esa parte de mis
pensamientos no eran tan explícitos, a menos que así yo lo deseara y la verdad
es que extrañaba comunicarme con las personas como lo hacía antes.
—¿Recuerdas
la primera vez que alguien te hizo mención de…? —ahora era Tom quien estaba
detrás mío, en cuanto posé la mirada en él por dejar incompleta su pregunta, me
indicó con la mirada a que se refería.
Asentí
con la cabeza y comencé a escribir de nuevo para responderle…
Rooney Vesprick |
«Rooney.
Es
una excelente chica, pasó por tantas cosas que probablemente no merecía, aunque
ahora que lo veo desde otra perspectiva, será que lo único que nos acontece en
la vida son pruebas para superar la misma.
No lo
sé.
Aquella
ocasión en que tuve el primer contacto con Rooney fue un tanto extraño, estaba
recluida en mis últimos pensamientos, mis sueños ahora se convertían en unos
muy fatigosos y me dejaban en que pensar a lo largo de todo el día; el salón de
clases me parecía un muy buen refugio para que nadie me molestara.
—¡Wow!
Es increíble lo que tienes.
Levanté
un poco la vista del pupitre para mirar quién me hablaba.
—¿Huh?
Expresé
con un ruido desde la garganta, desconcierto.
Frente
a mí estaba de pie una de las que había catalogado como "a las chicas que
mientras menos trates, menos problemas con los de Servicios Escolares
tendrás" y básicamente era por la pinta y facha que tenía. Cuando me había
fijado en ella parecía una chica encantadora con su cabello negro y sus grandes
ojos más grises que tintes azules. Ahora, era una piltrafa muy rara, seguía
siendo mona pero ahora llevaba varios piercings
y dermales distribuidos por su cabeza, cara y cuello. La admiraba por soportar
el dolor de dichos agujeros y más aún por los tatuajes que empezaban a decorar
su cuerpo.
—Sí,
ahá ya me habían hablado de ti chica cara
de ángel.
Esperé
que mi rostro no reflejara mi gran desconcierto.
Si
quería meterme una paliza aquella chica por cualquier razón, sería la primera
pelea de la que seguramente no iba a salir bien parada pues ni un alma nos
bordeaba y yo tenía en ese momento ni las más mínimas fuerzas, las había
derrochado todas para haber venido a la escuela. Así que alardear de todas
las peleas que había tenido con Melton no me iban a servir de mucho.
—Dicen
que tu voz es como la de un pájaro que pocas veces se escucha y que tu rostro
es tan… tan… cómo dijo el tipo que nos da clases de Literatura… como si cuando
hablaras los rodearas con céfiros. Desde luego todos pusimos cara de idiotas
cuando dijo esa palabra y después tuvo que explicarla.
Ahora
sí mi expresión me delató.
—No
pongas esa cara. Lo dijo el día que te pasó al frente a leer, seguro no lo
escuchaste. Te pusiste a hablar y hablar como pregonero, de hecho creo que ha
sido en la única clase en la que todos hemos puesto atención aunque la mayoría
de los chicos sólo te ponían atención a ti.
¿Y yo
qué había hecho?
Ni si
quiera podía recordar lo que ella me había dicho. En realidad últimamente tenía
serios problemas para recordar con claridad lo que había hecho, incluso,
minutos atrás y las lagunas mentales me estaban dejando agotada en cuerpo y
alma.
—También
me habían dicho eso…
Levanté
la vista nuevamente a sus ojos que parecían sumamente divertidos por mi
confusión. Mi ceja se arqueó a modo de que siguiera con su monologo.
—Que
tienes la capacidad de irte “al infinito y más allá” y tu rostro parece labrado
en fino mármol. Muchos dicen que seguramente eres una gran fan de los vampiros
y te la pasas imitando los rostros impasibles y casi no respiras y sobre todo
nunca comes, ya ves que hay muchas películas de esas cosas que están de moda.
Pero un día un chico de 12º estuvo sentado a un lado tuyo durante todo el
receso y afirmó que si respirabas.
¡Claro
que lo hacía! Pues soy un ser humano. Qué le pasaba a los chicos de la escuela
por qué no perdían el tiempo en otras cosas más entretenidas que estarme
vigilando.
—Aunque
la mayoría apuesta porque tomas drogas —se encogió de hombros—. A mí me da
igual.
—Ja…
Logré
por fin exclamar.
—¿Y
tú también vienes a indagar si puedo girar la cabeza 360º?
—Oh
no. Yo venía a alabarte que lo que tienes en la espalda es GE-NI-AL —exclamó
con reverencia y yo me sentí más confusa que antes.
—Es
sólo una espalda.
—Oh,
no —volvió a repetir—. Vamos no seas modesta, por moda o por lo que sea que lo
hayas hecho es que todos los chicos del 13º te adoran, adoran eso.
Señaló
nuevamente mi espalda.
—¿Puedo
tocarlo?
—¿Qué…?
—traté de mirarme—. No, no voy a dejar que me toques, ¿Para qué…?
—¡Meghan!
—inmediatamente reconocí aquella voz en ese grito—. ¡Megh!
Izaskun
estaba justo en el marco de la puerta con la respiración agitada, severamente.
—Ese
gran chico del Hauptschule es tu
novio ¿Cierto?
—¿Qué?
—le exclamé mirando cómo se acomodaba la camiseta blanca Izaskun.
—Bueno
eso suponemos, siempre estás con él, esa es una de las tantas razones por las
cuales casi nadie se te acerca. El chico impone, incluso más, que tu propio
hermano y eso que estamos hablando del terrible Meltón Tanneberger.
—Como
sea —dijo Izaskun interrumpiendo a… a… demonios, cuál era el nombre de esa
chica. Cuál—. Megh ven conmigo.
—¿Qué?
¿Estás loco? —de verdad lo miré como si lo estuviera—. Tengo clase en diez
minutos…
—Sí y
no me tomará más de eso. No te preocupes, yo también tengo una beca que
mantener del otro lado de la escuela en el edificio más lejano. ¿Nos disculpas?
—dijo para la chica.
—De
acuerdo —se encogió de hombros y salió del salón.
—Bien…
—miró su reloj—, creo, que mejor lo hablaremos después, debo regresar al
edificio H. Nos vemos Megh.
—¿Qué
diabl…
—¡Ah,
ah, ah! Recuerda lo que hablamos —me movió su dedo índice de manera negativa—,
nada de malas palabras.
—Pero
no están mis hermanos aquí y además eres un cavernícola, ¿sólo viniste desde
allá para salir con una sandez?
—¡Nos
vemos luego Megh! —gritó y sólo pude ver como salió disparado, lo último que le
vi fue la suela de su bota de uso rudo ligeramente desgastada.
—¿Me
lo vas a seguir negando? —dijo muy altiva en el marco de la puerta la chica que
me había acosado con preguntas instantes antes—. Los novios suelen hacer cosas
estúpidas a con tal de ver a su chica aunque sea por dos segundos y eso incluye
cruzar la mitad de la zona escolar para lograrlo —rió con ganas.
—Él
no es mi novio y a todo esto… cuál es tu nombre. No te ofendas pero la verdad
es que no lo recuerdo —la verdad era que tampoco recordaba que estuviéramos en
alguna clase juntas hasta que mencionó la clase de Literatura y aparte de eso
sólo recordaba mi auto advertencia de no meterme con ella a menos de no querer
problemas. Aunque sinceramente me parecía muy inofensiva cuando hablaba.
—No
te preocupes —suspiro teatralmente—, tampoco es gran cosa acordase de mi
nombre, es un nombre aburrido. Soy Rooney —caminó unos cuantos pasos hasta
llegar a mi pupitre y estiró la mano derecha, sin dudarlo mucho también le
extendí la mía.
—Meghan…
—Sí,
como te dije, la escuela entera sabe quién eres, no era necesario la aclaración
—volvió a encogerse de hombros. La sentí un poco ofendida.
Hasta
ese momento no fue que me pareció divertida, desenfada y rebelde, bueno
ligeramente, era mejor dicho, un poco confianzuda pero no caía mal. Así que
reconsideré cambiar mi juicio acerca de ella.
—Bueno,
tenemos unos cinco minutos antes de que comiencen a llegar a clase y
probablemente jamás me vuelvas a dirigir la palabra el resto del ciclo escolar.
Así que, ¿Me dirás en dónde te hiciste eso?
—¿Qué?
—volví a mirar sobre mi hombro y exhalé—. Demonios, de verdad no sé de qué
hablas, tengo una espalda tan normal como la tuya, qué le ves de impresionante,
hasta donde sé los lunares vienen por herencia genética.
—De
acuerdo, entonces mi teoría es que tus padres te tatuaron cuando eras un bebé…
eso debió haber dolido…
Comencé
a poner una cara muy torcida por lo que decía, entonces pensé agregarle a la
lista de cualidades que le había hecho: posee una gran imaginación. Encabezaba.
—Deja
de decir locuras Rooney.
—Sí,
no te preocupes, supongo que quedaste traumatizada por el dolor, yo juré que no
volvería a hacerlo una vez que obtuve mi primer tatuaje pero —se dejó caer
sobre una banca desparramada—, la verdad es que fui débil y te vuelves una
adicta a ellos —guiñó el ojo como si aquello fuera lo más cierto del mundo y yo
la comprendiera.
—¡Hey
tú, loca! —otro que entraba con la respiración agitada—. Noticias —era Meltón y
en cuanto se sentó eufórico frente a mí, Rooney se enderezó de un modo rígido e
incluso temeroso, acaso… ¿acaso Rooney estaba temblando?
—Oye
qué le haces a las personas en tu tiempo libre que parece que todo el tiempo te
tienen miedo, mírala, no estaba así hasta que no llegaste —Rooney me miró de un
modo acusador por haberla delatado y torció la boca.
—Ay,
nada, la gente que a veces es… eso no importa, a lo que venía, sí, ah sí:
¿Quieres venir hoy por la tarde a patearle el trasero a papá? Me han dicho que
cobró viejas deudas y antes de que lo gaste en alcohol de muy mala calidad… —me
solté a reír—. Creo que a los enanos les irá bien cenar su cereal favorito por
lo menos una semana. Huh, ¿Vamos?
Iba a
responderle pero la cara de desconcierto de Rooney me des estabilizó.
—¿Qué
sucede? ¿Estás bien? —le pregunté pues no dejaba de mirar a Meltón.
—¿Tu
novia está celosa de mí? —dijo Meltón, mirándola también con desconcierto.
—¡Ah,
cómo eres torpe! —dejé que los cuatro dedos de mi mano derecha se estrellaran
contra su frente, su cabeza se hizo un tanto para atrás por el golpe—. Te dije
que algo le haces a la gente que todo el tiempo me la paso escuchando por los
pasillos que les das miedo. ¿En qué estás metido?
—¿Es
verdad que la chica de octavo desapareció por culpa tuya? —los ojos se me
abrieron como platos al escuchar la voz temblorosa de Rooney.
—Demonios
—dijo Meltón—. No, claro que no —dijo con voz ahora ruda—. No deberías saberlo
pero aquí va: esa chica se embarazó de uno del 12 y ahora está en un mejor
lugar…
—¿La
mataron verdad? —dijo bruscamente Rooney.
—Oye
Megh, tu novia tiene mucha imaginación…
—No
es mi novia, retrasado y ya va siendo buen momento para que te saques de aquí y
sí, acepto ir. Te veo a las dos en punto en la bandera.
Meltón
salió justo cuando una horda de chicos comenzaba a entrar al salón, Rooney se
relajó en seguida y quise preguntarle la razón pero eso seguramente daría pie a
que siguiera preguntándome por lo fascinante que encontraba mi espalda y
sinceramente ya me había hartado de esa pequeña conversación.
—¿Algún
día me responderás? —demonios. Me di de golpes imaginarios en la cabeza.
—Si
sigues con eso me obligaras a patearte el trasero.
—De
acuerdo, esperaré…
Alcanzó
a musitar antes de que entrara el profesor y ocupara su lugar, Rooney se quedó
en la misma banca, una chica intento dirigirle una mirada para hacerle evidente
que estaba ocupando un lugar que no solía hacerlo, ella indicó con su dedo
hacia la parte trasera y le espetó un «muévete» nada agradable, la chica con
pesar aceptó vencida y se fue a la parte trasera. No sabía de qué se quejaba
Rooney de mi hermano si ella era exactamente igual con las personas con las que
evidentemente podía ejercer dominio.
A
media clase me di cuenta que Rooney se había quedado dormida, seguramente
hubiera hecho lo mismo yo pero estábamos demasiado a la vista del profesor para
ser dos que se dormían en clase y seguramente pararíamos en la suite de
Servicios Escolares, que, desde luego no me convenía, pero por desgracia si
notó que Rooney había sucumbido al sueño profundo.
—Señorita
Tanneberger haga favor de despertar a la señorita Vesprick —supuse a quién se
refería pero tenía que ganar tiempo.
—Disculpe,
a quién profesor —dije mientras le daba una patada a Rooney. El profesor se
giró al pizarrón, Rooney levantó el rostro.
—Estoy
despierta —dijo ella valientemente al ver la situación.
—¿Ah,
sí señorita Vesprick? Bien, dígame qué fue lo último que dije —la cara de
pánico se le borró exactamente, cuando pensé…
«Los acontecimientos durante la
edad media hacían que todos los textos literarios hicieran referencia a asuntos
religiosos y a su vez se clasificaban en: lugar de origen, lenguaje y género
siendo este último el más amplio y despectivo con respecto a las mujeres».
—Los
acontecimientos durante la edad media hacían que todos los textos literarios
hicieran referencia a asuntos religiosos y a su vez se clasificaban en: lugar
de origen, lenguaje y género siendo este último el más amplio y despectivo con
respecto a las mujeres —dijo al mismo compás de mis pensamientos Rooney.
—Gracias,
señorita Vesprick, sólo le pido de favor que no imponga el desorden
recargándose así sobre el pupitre. Bien, la clase terminó —el profesor miró su
reloj y yo lo hice con el de la pared, faltaban aún quince minutos de clase—.
Todos fuera.
A
tropel y sin chistar lo hicieron todos. Rooney seguía de pie, cuando el salón
estuvo con apenas unos cuantos se volteó entre furiosa y desconcertada.
—Tú
—me señaló— ¿Qué diablos fue eso? ¿Cómo lograste meterte en mi cabeza? ¿Cómo…?
—dijo Rooney con el rostro desencajado…»
—¿Podías
hacer eso sin saber lo que eras? —dijo Tom.
Que,
en ese momento era el más entretenido con lo que estaba escribiendo. De todos,
él era al único que no le veía mucho interés por el acuerdo al que habíamos
llegado. Él quería dejar las cosas tan normales como se pudiera, se reservaba
siempre su opinión pero muy dentro de sus ojos sabía que no deseaba nada,
absolutamente nada de los desconocidos efectos del acuerdo.
Efectos
que todos desconocíamos.
La
verdad era que Tom siempre se mantenía al margen de lo que pasaba, eso sí, le
encantaba refunfuñar y hacer comentarios que nos llevaran la contraria en todo
y para todo pero cuando se trababa de una situación seria, lograba cuadrarse y
solía (no siempre) ser lo más objetivo posible cuando su hermano se aventuraba
a tomar decisiones impulsivas, lo gracioso era que las cosas siempre se
estaban invirtiendo entre ellos. Los sentimientos y actitudes iban un día en
Tom y en otra temporada en Bill, a veces era difícil saber en qué modo estaba
prendido cada uno u otro.
—Ella
no lo sabía —contestó Izaskun relajado.
—¡Oh,
ya entiendo! —dijo alegre Tom—. Claro, es por eso que llegaste a tratar de
interrumpir a Rooney.
—Por
lo general siempre trataba de salvarle el pellejo pero muchas de las veces era
imposible —sonreí, a mi manera claro. Por más que intentará mover mis
expresiones faciales, estas comenzaban a ser menos… movibles.
Una
de las verdades que me fascinaban es: Izaskun era una de las personas más
indispensables en mi vida y sinceramente a veces me cuestionaba mi propia
decisión, que si lo que en realidad amaba valdría la pena para pagar el precio
tan alto como su vida, su vida terrenal por la mía, su destino por un capricho
mío.
De
reojo vi que el negó con la cabeza. La capacidad que tenía de estar en mis
pensamientos, solía ser a menudo un poco bochornoso. Podría haber estado
pensando en pornografía y él lo sabría…
—Puedo
suponer lo difícil que es ¿Puede compararse a cuando Bill y yo sentimos ese vacío
en el cuerpo por alguno de nosotros?
—Las
veces que alguno de los dos ha sentido miedo por el otro —los señaló a ambos—.
Puede tal vez significar un tanto de lo que llego a sentir cuando Megh no está
«cerca» de mí. En términos un poco más coloquiales lo compararíamos con un
drogadicto que al que le han quitado de su alcance todo lo que le hace feliz y
lo han amarrado a una pared ¿tiene alguna alternativa? No, por lo que la
impotencia es lo que se acrecienta dentro de su mente.
—¡Claro!
—dijo Bill recargándose en el respaldo de mi silla—. Como aquella vez en que te
pusiste como loco cuando había chocado la camioneta…
—Te
advertí que no salieras —gritó Tom como habitualmente lo hacía cuando su
hermano no contaba las cosas como exactamente él quería o no le parecía el modo
correcto, claro, a los gritos ya me había acostumbrado, parecía que ellos mantenían
un nivel de sordera impresionante.
O
necedad por siempre mostrar quien era mejor y a los gritos se entendían.
—Bueno
—dijo Izaskun antes de que ambos comenzaran a pelear—, recuerdas aquella
impotencia.
—Sí,
por supuesto —rumió Tom mirando de manera mordaz a Bill.
—Pues
tal vez unas mil veces más intenso.
—En
resumidas cuentas —agregó Bill—. Megh es lo que conocemos mejor como un: pain in the ass —todos explotaron en
risas, incluso yo, que aunque no emitía ningún sonido propio como tal en sus
cabezas claramente pudieron escucharla.
—Sí
que lo es —afirmó Izaskun—. Vamos, anda cuéntales la primera vez que casi muero
—estiró el brazo con la palma de su mano hacía el techo para alentarme a seguir
escribiendo.
Sonreí
con malicia recordando con exactitud aquel día…
1 Alas:
Del 100% de información que hay aquí, estoy entendiendo un 0.00000000000000000000000000000001%
¡Ya me hice bolas!
¿Qué le pasa a Megh? ¿Se está transformando o qué? Esto no es justo. Me vas a dejar sin neuronas ¬¬' pero aun así, bastante interesante.
Aunque me obligas a esperar hasta el otro jueves :/
Besos!
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