GUSTAV: Omnia mecum porto |
DOCE HORAS MÁS TARDE.
La habitación
está a la media luz de la tarde, la temperatura comenzó a descender un par de
grados, la época lo ameritaba, este otoño tenía muchos ventarrones poco
usuales. Meghan continuaba murmurando inflexiones extrañas que el oído de Georg
no lograba comprender, otro caso era Gustav que comprendía claramente la
situación por la que estaba pasando Meghan.
En
las horas transcurridas, Gustav había dado una ardua explicación del porqué sus
cuerdas vocales funcionaban a la normalidad, reticente, Gustav tardó varias
horas en dar su brazo a torcer.
—Tengo
derecho a saberlo.
—No,
en realidad no –replica Gustav con esa paciencia sacada de alguien que ha
vivido milenios, y no sólo eso sino de haber convivido ya por varios años con
los gemelos Kaulitz.
—Estás
consiente que soy tu Guardián —Georg busca arrebatar alguna respuesta que no
sea una negación.
—Lo
eres solo en la Tierra, en el mundo de los humanos, porque eso eres, pero ante
los Empíreos no lo eres.
El
rostro de Georg se contrajo en una pequeña mueca, aquello fue un golpe bajo que
Georg esperaba que le diese alguno de sus allegados en cualquier momento, y por
crudo que sonara, él solo era un simple mortal sin capacidad para luchar contra
los de la especie de su mejor amigo, compañeros de trabajo o peor aún, su
novia. Por orgullo mantuvo el rostro en alto.
—No
fue mi intención —balbuceó Gustav.
—Sí
la fue —con voz cansada le replicó—. Tú jamás dices algo que no sientas…
—Es
más complicado que eso…
—Parece
que le estoy rogando a mi novia que me diga por qué está molesta Gustav —Georg
llevó la palma de su mano derecha a la cara para frotarse parte de la boca y
nariz, exhalando con fuerza, apretando sus pequeños ojos verdes agotados y con
algunas venas reventadas.
Gustav
contuvo una risa.
—De
esto aún nadie puede saberlo —Georg lo miró sin comprender qué parte de todo lo
que sucedía no se debía saber, extendió las palmas de sus manos—. Que he vuelto
a hablar. Cuántos menos sepan y si es posible solo los debidos, no se correrá
el rumor que se nos está proporcionando ayuda a los Caídos tronando todos los
“dogmas y leyes” que La Guardia ha empleado sobre nosotros. Sobre sus castigos.
—¿La
ayuda la proporcionan los Grigori? —Gustav negó con la cabeza.
—Viene
de poderes aún más omnipotentes que una simple legión de Supremos Ángeles
Caídos, a la cual, la causa sirve con vehemencia —hace un pequeño encogimiento
de su hombro derecho, restándole la importancia que de sobra debe llevar—. El
linaje de Meghan es el que está metiendo las manos al fuego por todos nosotros,
para el ridículo y trillado “bien mayor”.
—Es
la razón por la cual Stiffens y su sequito quieren contactar al Abraxas.
—Así
es. Lo que no toman en cuenta es que nosotros somos nada, apenas una minúscula
basura en el cosmos y el Abraxas es el que decide a quien se muestra y en
donde…
—¿Fuiste
con uno de ellos? —pregunta Georg con asombro desmesurado, Gustav solo asiente
con la cabeza—. Pretenden llevar con el Abraxas a Meghan sin saber si quiera
donde sacar cita…
—Él
ya la encontró. Siempre estuvo con ella.
—Dame
un segundo —Georg se levanta de la esquina donde estaba arrinconado en el suelo—.
Esto no es de apenas unas horas, tú… ¿desde cuándo hace que puedes hablar?
—Un
par de meses, tal vez tres…
—¿Tus
alas? —exclamo con fuerza, voz de mando.
Las
enormes alas del verdadero Gustav, Ifriamdiel, se desplegaron tan de pronto y
radiantes que Georg quedo lleno de asombro y respeto, sin saber cómo ni por
qué, obedeció a su instinto de ponerse sobre una rodilla para hacer una
reverencia.
—Vamos,
esto no es un protocolo —dijo Gustav con su tono de voz tímido—. No creo que
incluso lo hayas hecho con Meghan, que es mucho más superior que yo, levántate Hobbit, esto es vergonzoso.
Así
lo hizo y contempló por varios minutos en silencio las alas de Ifriamdiel, lo
veía a él y no a su amigo de años: Gustav. Habían reducido su tamaño, en
posición de descanso a un cuarto de su tamaño real de envergadura extendida.
Definían a la perfección lo que Gustav era; salían rectas de sus omoplatos
hasta su nuca para abrirse en una curvatura alta formando un pico, que hacía
referencia a un gran poder que recaía sobre él, enseguida venía la formación de
las plumas; una especie de ropaje, una simulación de una hombrera con plumas
pequeñas protegían su ancho y comenzaban a caer las plumas de manera recta y de
hasta un metro de largo, pudo ver con certeza la más larga, a su vez distinguió
muy pocas capas de tamaños. Georg seguía impresionado de ser capaz de estar
lucido para presenciar quien era en verdad Ifriamdiel o Gustav a su vez.
—¿El
Abraxas te ayudó? —Gustav asintió.
A las
afueras, había oscurecido y la habitación era iluminada por el brillo tenue de
las alas de Gustav.
—¿Va
a ayudar a Meghan?
Ambos
voltearon a ver el cuerpo tendido sobre la cama, Meghan periódicamente movía su
cabeza, sus pupilas se movían con frenesí y el balbuceo cesaba por lapsos
largos.
—Lo
está haciendo e incluso ella sabe lo que pasa aquí y allá donde ella se
encuentra. Alguna de las dos cosas olvidará pero está completamente alerta…
—¿En
dónde está exactamente? —Gustav volvió a negar—. ¡Oh, vete al infierno Gustav! —él
comprimió sus alas a la espalda como el tatuaje distintivo en su piel.
—Nicasi
la llevó a un plano astral que colinda con Balbál.
Georg
miró a todos lados tratando de buscar dentro de sí algo que le diera referencia
de que era eso de Balbál. Su silencio delató su ignorancia al respecto.
—Es
más fácil si lo buscamos en internet.
La
computadora de Meghan se encontraba a un costado de la cama, Georg se acercó
para tomarla y abrirla, la pantalla se iluminó con un documento de fondo
blanco. Era aquel en que Meghan escribía en compañía de todos para hacer
referencia las memorias que deseaba dejara escritas para los que sobrevivieran
a su decisión y si ella misma lo hacía y ocurría algo en su mente que lo
borrase como a últimas fechas venía sucediendo constante.
Georg
curioso leyó la primera línea que se le interpuso a la vista:
«Los
mejores momentos de mi vida han sido una farsa y comienzo a odiar la vida que
me tocó jugar…»
—¿Qué
te sucede? —exclamó Gustav al ver que el cejo de Georg se juntaba gradualmente.
—Meghan
ha estado escribiendo sin nosotros.
—Tal
vez eso sea demasiado privado Georg —dando gala de sus modales, Gustav prefería
continuar con las clases de lo poco o mucho que podía decirle a su amigo que
interferir en lo que Meghan escribía a espalda de todos. Por algo lo hacía en
privado.
—No
te menciona si eso es lo que te preocupa, tus defectos no le interesan.
—Ahá…
—Habla
acerca de sus hermanos —Gustav mostró un gran signo de interrogación en el
rostro—. Melton, Maika y Mosses exclusivamente. No a nosotros.
—Deja
eso…
Gustav
trató de tomar el aparato, Georg se movió más rápido que él.
—Escucha
esto:
«Me
doy cuenta de la guerra sucia que se juega aquí en la Tierra de un modo
escabroso en mi mente. Por momentos no puedo creer la injusticia de ser similar
a alguien más y morir atravesado por una estúpida espada milenaria. Las
personas que han estado en los mejores momentos de mi vida, a las que amo, las
colocan en encrucijadas hilarantes.
Llevo
una semana sin poder contener la furia que hay dentro de mí y la salida más
fácil ha sido quedarme aquí en mi habitación, cansada de darle vueltas a un
asunto que no comprendo. Hubiese dado incluso mi vida por no haber hecho pasar
a todos por esa situación, no sé cuánto sufrieron todos, percibía tanto miedo y
dolor pero el mayor emanaba de Izaskun, una de las experiencias más crueles de
su vida puedo asegurar, recordar nuevamente el rostro desencajado y después
todo en finos pedazos al ver partir a Scarlett con Rooney en brazos…
Hay
un recuerdo…
Me
siento extraña, las imágenes vienen a mi cabeza como una tropa enfurecida
dispuesta a tacar y salirse por mis ojos.
…Yo
tiemblo todas las noches, claro, yo sufría dolor durante muchas noches. Yo lo
viví.
Fue
mi transformación.
Recordaba
el dolor pero jamás las situaciones en las que ocurrían, mucho menos las horas
en las que se presentaban, nunca había racionalizado que eso era de extrema
incoherencia.
Sucedía
en la habitación principal, en la que correspondía a mi mamá, donde no hay
nada. Está completamente vacía y una cortina blanca translúcida se menea con el
viento y a pesar de aquello los sonidos no salen de la habitación. Debajo de mi
cuerpo que se retuerce constante hay una ligerísima colchoneta que está tan empapada
de sudor como yo…
Me
estoy mareando por este recuerdo.
…me
es imposible estar sobre mi espalda, es doloroso hasta respirar, como si
estrujaran mis pulmones y en ellos el aire rebotara nuevamente hacía afuera.
Parte de mi piel en la espalda, hombros y brazos brilla con una luz azulada que
es suficiente para iluminar la habitación junto con la luna que se cuela por la
ventana.
Es el
tatuaje de mis alas.
El
aire que azota no me produce ninguna sensación e incluso mi cuerpo arde por
dentro en llamas. Las ganas de sacar todo lo que hay dentro de mi estómago son
tan fuertes que los oídos me zumban. Las coyunturas de mi cuerpo parecen
aumentar su tamaño, en cualquier momento me reventará todo.
Sale
un grito desde lo más profundo de mí.
Siento
dos segundos de paz y enseguida entra un pánico presionado mi corazón en lo más
profundo de mis costillas, no me sería una locura pensar que mi corazón
atravesó mi pulmón.
El
proceso se ha de repetir enésimas veces.
En el
escaso momento de paz donde se van las sensaciones mis ojos se abrieron, en
realidad, no mis ojos humanos, esos que contienen el velo de la ignorancia, no.
“Los reales”, me dice algo en el fondo y profundo de mi cabeza. Puedo ver la
misma habitación, pero no tiene la misma facha, sigo siendo la principal fuente
de luz pero se ha sumado una ligera niebla alrededor.
—¿Qué
me sucede?
Logró
articular con profuso miedo.
—¿Qué…?
Me
gimoteo. Me coloco sobre mis rodillas, he dejado de percibir que corre por mi
rostro, si son las lágrimas o el sudor.
Con
seguridad, aunque intuitivo a la vez, sé que mis ojos no son de mi color
habitual, el azul pálido, ahora brillan con un azul fuera de lo racional. Me
recuerdan al fuego azul que contienen los ojos de Scarlett.
Me
arden.
Después
de mirar a mi alrededor, el reflejó del cristal de la venta me lo confirma,
ése, azul no es el mío. Advierto la presencia de alguien más, mis nuevos ojos
no me dejan mentir, las imágenes se parten en dos: la del lugar donde me
encuentro y por detrás el lugar en mi casa en el que estoy situada, es algo
ensimismado y lo primero que aparece a mi vista es una formación extraña de
cuatro figuras muy parecidas a las humanas, su colocación parecía por
importancia, en forma de pico, una al frente, dos detrás y una tercera un paso
atrás del lado izquierdo. “Representando el pasado”, respondió nuevamente algo
dentro de mi cabeza.
La
figura de la punta dijo en un tono de alegría algo en algún extraño idioma que
no pude comprender, era tan suave, con cadencia y un timbre que le
proporcionaba paz, aunque esta fue abruptamente interrumpida por el recuerdo de
mis ojos humanos y los recuerdos de cinco figuras misteriosas saliendo de lo
más profundo de la noche que se presentaron ante mí una noche, luego otra,
otra, y cada vez tenía más miedo cuando mis ojos se situaban en la oscuridad
del sueño y que la mayoría de las veces nunca recordaba hasta que hicieron su
horrorosa presentación oficial: La Guardia.
Mis
nuevos extraños ojos volvieron a predominar en la visión, aunque ahora era de
un modo espeluznante. Se creó una dualidad, lo que veía con ambos ojos y pude
identificar las figuras de mis hermanos sobrepuestas por las figuras de una
gran altura, mis hermanos eran ellos y ellos eran mis hermanos. Habitando ambos
en el mismo espacio en diferentes planos astrales. La gran figura imitaba los
movimientos de las pequeñas correspondientes a las de mis hermanos o tal vez a
la inversa.
Era
increíble lo que miraba, el dolor pasó a segundo plano al seguir escuchando ese
idioma extraño, no lograba comprenderlo conscientemente pero infería sin error
lo que ocurría. El ente más alto, a la punta en el plano extraño, correspondía
al cuerpo de Mila. Era ella la que hablaba. Después de tratar de enfocar con
ambas visiones, ambas figuras hablaban sus respectivos idiomas y lo que
comprendía al cien por ciento era lo que Mila iba diciendo, mientras que lo que
sucedía en el plano extraño se entendía por sí mismo con lo extraño. Mila
pequeña parecía llena de una fuerza e imperiosidad digna de altos mandos así
como la figura que se ensimismaba en ella.
Hablaba
y hablaba. Pero mis sentidos estaban lo suficientemente atrofiados y no
lograban enfocarse a una sola cosa.
Después
de un corto tiempo todo tuvo sentido: la figura detrás de Mila a la derecha era
Maika, la de la Izquierda era Mosses y la del fondo pertenecía a Melton.
Y
aquellas figuras sobre mis tres hermanos explicaban que simplemente no existían
en el plano terrenal.
Mis
hermanos no existían…»
1 Alas:
*Scarlett corre en círculos tirando de su cabello y gritando*
¡Por Dios! ¡No son reales! ¡No son MALDITAMENTE REALES! Ö
¡Me tienes que dar más capítulos antes de que me desespere!, eso fue... fue... fue como...
*Scarlett se va llena de frustración*
Amo este fic :'3
Pero más te vale que publiques más o te voy a golpear a través de whatsapp xD
Besotototes! :P
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