Capítulo I [ Parte 4] - No sé por qué cosa merece la pena luchar.

Georg y Mariella salieron del auto dejando a Fabiho y Kin dentro.

- Muchas gracias por la compañía – dijo Georg muy cerca de ella.

- ¡No! Al contrario gracias a ti – mirándolo fijamente soltó con gracia.

- Ahora sólo me falta una manera de poder contactarte... supongo que tu número de celular me serviría de mucho – cruzó los brazos impaciente buscando respuesta.

- Ok... pero hagámoslo a mi modo – Georg la miró raro y dejó que terminara su frase – préstame tu teléfono.

- No suelo hacer eso pero veamos qué es lo que tienes en mente... – sacó su celular de su bolsillo y se lo tendió.

- No será difícil solo divertido, no me mires raro – decía Mariella mientras anotaba el número de celular en el teléfono.

- Eres espontánea, me gusta eso de ti – le dijo él ahora recargándose en una pequeña barda.

- ¡Listo! – le tendió su teléfono y de inmediato se arrepintió acto seguido lo metió al bolsillo de donde él lo había sacado – voy a esperar tu llamada – le dijo muy coqueta.

- ¡Suena a reto! ¿qué habrás hecho en mi teléfono? – la tomó de la mano jugando con ella sin quitarle la mirada.

- Tendrás... ¡sólo espero tu llamada, pronto! – le guiñó el ojo.

Él aún la tomaba de la mano jugueteando un poco, para despedirse de ella no la soltó y su beso fue a parar provocativamente cerca de la boca de Mariella y justo cuando se separó de ella alzó las cejas, le sonrío complacida por ese fino coqueteo que él demostraba. Ella giró al ver que Kin venia travesando el jardín, sacudió su mano para despedirse de Fabiho a lo lejos, él esperaba dentro del auto, lo último que hizo Mariella antes de alejarse por completo fue tocar el hombro de Georg, Kin llegó a donde se encontraba y se despidió de él y Georg regresó al auto con Fabiho.

- ¿Tienes el día de mañana libre? – le dijo de inmediato al momento que Georg entró al auto chocando su mano con la de él en forma de éxito por la cita del día de hoy.

- Tengo que ir al estudio mañana estaré libre como a las...

- ¿A la hora de la comida?

- Supongo... – le dijo él tratando de hacer cuentas - ¿cómo te fue con Kin?

- La invité a salir mañana a la hora de la comida ¿y tú?

- Quedé en llamarle...

- ¡No! – soltó seguido de una carcajada – cuando te lo propones eres lento ¡eh! La chica es guapísima, ¿viste sus ojos? son muy bellos.

- ¡Ya sé! Ni lo digas, pero parece que comienza un juego divertido con esta chica.

- Ósea que juntarte con Tom ya te volvió un mujeriego...

- ¡No! – dijo de inmediato – ¡sabes cómo soy! No seré un santo pero tampoco un abusador como Tom.

- Entonces no te entiendo.

- ¡Y me dices lento inútil! – le soltó un certero golpe en el hombro que lo hizo gritar - ¿qué nunca has coqueteado con una chica?

- ¡Nop! Ya sabes o es sexo o amor no hay términos medios ni picones.

- ¿Y Kin qué es?

- ¿Sexo? – expresó con una enorme cara de duda.

- ¡Uhhhh! El buen Fabiho en unas cuantas horas se enamoró de una linda chica ¡eh!

- ¡Bájate de mi auto pero ya! – le gritó Fabiho una vez que se vio vencido por admitir que en verdad Kin le gustaba.

- ¿No te quedarás un rato?

- ¡No man! Tengo cosas que hacer y si quiero ver a Kin mañana a tiempo será mejor que me vaya... ¿tú vendrás conmigo mañana?

- Te confirmo al medio día pero no lo sé...

- Oky Doky.

Fabiho arrancó su auto y se alejó, Georg se detuvo unos momentos en la puerta de metal que le daba acceso al edificio donde vivía, sacó un cigarrillo, aspiró del mismo y sonrío un poco...

- ¿Y qué vas a hacer? – le preguntó Kin a Mariella dándole un vaso de agua.

- ¡Nada! – soltó con simpleza.

- Así tan como si nada hubiera pasado hoy, nada, nadita...

- No, enserio ¿por qué?

- Pues... pues... – Kin trataba de buscar algo – el chico es guapo.

- ¿Y? ¿qué hay de nuevo en ello?

- Coqueteaste toda la tarde y noche con él.

- No es ni el primero ni el último con el que lo haré... – se levantó de la mesa de la cocina – de qué te preocupas.

- De la indiferencia....

- ¿Qué? – dijo Mariella girándose sobre su eje para ver a Kin un en la mesa.

- ¿Qué de plano no crees en el amor Malle?

- ¡Sí! sí creo en él pero los chicos de ahora no buscan amor sino ¡sexo Kin! Sabes que respeto la burbuja y el mundo rosa en el que vives pero la mía se reventó hace ya mucho tiempo y decidí hacerlo tecnicolor para cambiarlo cada vez que yo quiera.

- ¡Ash me chocas! – le gritó al verla salir de la cocina con la misma indiferencia y despreocupación con la que siempre deambulaba Mariella.

Salió de la cocina y subió las escaleras se detuvo en el descanso de las mismas que era donde se encontraba la puerta de su habitación, sobre el mismo descanso seguía un pasillo que dejaba ver el estudio hasta el fondo y observó a François muy entretenido en su computadora. Jugueteó un poco con su bolso y giró su cara hacia arriba para ver la habitación de Ela entreabierta, por un momento pensó ir pero lo dejó para el otro día, suficiente tiempo habría y pintaba ser un viernes prometedor. Abrió su puerta, dejó el bolso sobre el tocador y se dirigió al baño, se enjuagó la cara y se alistó para irse a la cama, salió del baño dejando la luz del armario prendida, distraída aún encendió la TV al girar para ir a la cama se llevó un gran susto...

- ¡Ahhh! – gritó un poco al verlo placido sobre su cama - ¡Eres un tonto! – tomó un cojín del suelo y certeramente le dio en la cara antes de que pudiera reaccionar.

- ¿Quién es él? ¿qué quiere de ti? ¿hace cuánto lo conoces?

- ¡Kart si piensas sacar tu lado “soy el cuñado celoso” salte de aquí!

- ¿Por qué tan tarde? ¿a dónde fuiste? ¿fue con él?

- ¡Ya cállate! – le gritó Mariella – ¿te puedes conformar con qué Kin estaba conmigo?

- ¡Sí! tal vez... un poco – dijo haciéndose a un lado para dejarla recostarse.

- ¿Quieres detalles? – le dijo en un tonito burlón para torturarlo.

- ¡De ninguna manera! – dijo emberrinchado.

- Entonces conoces la ruta exacta qué te lleva a tu habitación ¿verdad?

- Odio cuando te pones en un plan de diva...

- Pero me amas cuando soy dulce y encantadora – le dijo viéndolo salir de su habitación y riendo porque sabía que ella tenía la razón.

Perdió el tiempo en algunos detalles para el día siguiente y poder ir a trabajar...

“¿Dónde rayos lo puso?” pensaba Georg en voz alta sentado en la sala de su apartamento, mientras buscaba arduamente en la lista de contactos nombre por nombre, después pasó por la sección de mensajes “¿Tal vez en algún borrador lo colocó?” pensaba una vez más y aun así ahí no había nada, “En el recordatorio del calendario... puede estar...” buscó desde un año antes hasta un año después y no encontró nada. Estaba algo intrigado y por un momento dudó que ella hubiese guardado el teléfono. Su última opción fue buscar en las notas y vaya sorpresa la que se llevó con una serie de números y unas palabras anotadas encontró...

“Los sueños no son reales hasta que los revives una y otra vez”