Capítulo V [ Parte 2 ] El día revela la terrible traición




Luego de darme algunos topes con la pared, salí de la ducha; tomé mi bolso y saqué mi celular, lo conecte a la energía; estaba a milímetros de poner un pie sobre la cama y olvidarme de ¡todo!, tal vez durmiendo en mi propia cama podría por lo menos olvidarlo por un par de horas y mi subconsciente trabajaría en aquellos pensamientos para empezar a tomar cartas en el asunto… cuando el celular sonó.

“Numero privado” me indicó el display. ¿Qué rayos? Quién llama de un número así a las 6am, ¡diablos!”

- ¿Hallo? - contesté.
- ¿Cómo estás? – solté aire de mi boca.
- A punto de ir a dormir un poco… ¿y tú?
- ¡Exactamente lo mismo! Pero no quería deberte la llamada que tanto me propusiste.
- ¡Bueno la llamada es lo de menos!; creo que nos debemos muchas cosas mas – me reí un poco.
- Juro que habrá tiempo. Descansa, duerme, te veré pronto, ¿de acuerdo?
- Ok, buenas noches…
- Serán días – me corrigió – ¡Suerte! – colgamos al mismo tiempo.

“¡Maldita sea! Que esto no se ponga peor, es muy pronto” me dije dejándome caer bocabajo en la cama, arrastrándome para enredarme en la sabanas, cubriéndome por completo con ellas y quejarme un poco más de mis tonterías. Me quedé dormida con facilidad y para cuando reaccioné pasaba del medio día; no había ni un solo ruido dentro de la casa; me asomé por la ventana y la mayoría de los autos no estaba… “¡Que tal! Estos haciendo planes y ni me toman en cuenta” me quejé conmigo misma y comencé a analizar la situación:

Había dejado botado mi trabajo dos días, a mis amigos, tenía un auto que no era mío en el garaje y debía llevarlo a la casa del dueño antes de que le ocurriera pasar por la cuidad… pensándolo bien debía un par de explicaciones a varias personas y antes de que eso pasara, me vestí y salí de la casa en el auto de Xavier rumbo a su apartamento. Meditando el dejar el ahí el auto pensé que era buena idea subir y darle un vistazo al interior, periódicamente lo limpiaban y yo casi no podía visitarlo muy a menudo.

Recordé que no había desayunado y seguramente en la hielera ni agua congelada abría así que antes de subir fui a pie al café cercano. Ese lugar fue para Ela y para mi como lo era ahora la cafetería de Christine para el grupo; sin duda me traía recuerdos buenos y malos…

Entre inspeccionando el lugar; ahora que volvía después de mucho tiempo, todo era diferente, ya nada, ni las personas, ni la decoración me traían recuerdos aunque el delicioso olor del café quisiera intentarlo. El ruidito del celular me hizo detenerme en la terraza.

- ¿Qué te dignas a contestar? ¡pues qué rayos te pasa! ¿eres inconciente? ¿estás bien?
- Ela, ¡tranquila! – respondí.
- ¿Cómo quieres? si no has estado en casa desde ¡el viernes! Es domingo por sino te has dado cuenta – me hablaba con su tonito desesperado de siempre.
- Sé en que día vivo, no pasa nada…
- Pero mínimo un mensaje, señales de humo, que sé yo Mariella.
- ¡Sí mama! – eché la mirada hacia atrás riendo.
- Debería acusarte con tu madre en verdad pero que bueno que traes buen humor porque lo que te voy a decir…
- ¿Qué? ¿pasó algo malo? – dije ya más seria.
- ¡RH! – dijo.
- ¡Ah! - ¿Cómo? ¿RH que? Pensé porque no le comprendí.
- RH esta en la cuidad, volvió y me llamó hace unos minutos – “RH” pensaba de nuevo cuando…
- ¡Ay no! ¡Robert! ¡Robert! – resoplé un tanto nerviosa.
- El mismo…
- ¿Estás segura Ela? Sabes que con eso no se juega – amenacé, antes de caer por completo en nervios.
- ¡Estás mal! Jamás jugaría con eso.
- ¡Te dije que cambiaras tu número! ¡Te lo dije! – me recargué con la mirada al cielo en un poste de luz.
- Los negocios son más importantes, no me puedo dar ese lujo…
- ¡Ya sé, ya sé! – la corté desesperada - ¿Qué fue lo que te dijo?
- Como tu celular, bueno tu ex número no le dio línea, me llamó a mi y me dijo porque nadie le abría en el departamento si pudo ver que había autos ahí…
- ¡Aghh! – exclamé.
- Le respondí que no estábamos ahí…
- Ela le hubieras dicho que… que… ¡que lo vendimos a un matrimonio árabe!
- ¿Disculpa? – dijo fuerte – pero no tengo tanta imaginación – se quejó.
- ¡Nooo si de eso ya me di cuenta!
- Además cómo quieres que le diga si los autos traen la calcomanía del banco ¿eh?
- ¡Ah! Pues entonces le dices que era un matrimonio árabe que trabaja en el banco…
- ¡Mariella! Deja de decir sandeces – se burlaba de mis evidentes nervios.
- Ok ¡ya! Lo siento – me giré hacia el barandal mirando al suelo - ¿Qué más te dijo?
- Pues nada más, Kart venia hacia a mi y le dije que tenia que ir… además ya no sabía que otra cosa decirle.
- Entiendo y supongo que con lo bien que nos conoce imaginará que justo después de su llamada me llamarás.
- ¡Tú lo conoces mejor que yo! – hizo una pausa… dudo tal vez – y ¿puedo saber en dónde estás?
- Vine al departamento justamente, exactamente ahora estoy en el Starbucks – respondí.
- ¿Has estado ahí todo este tiempo?... utilizando las suite para tus sucias perversiones con… con… ¿Georg se llama? – pude imaginarme como sus ojitos se encogieron.
- ¡Calla, calla! No y no; no he estado aquí, es más ni estaba en Magdeburg.
- ¿Perdón? – dijo casi dejándome sorda.
- Luego te cuento… me voy, muero de hambre y quiero…
- ¡Sucia, insaciable, perversa! Seguro aún estas con él.
- ¡Ela cállate! – me reí – estoy sola te veo en la casa, de acuerdo – terminé la llamada y fui directo a la barra.

En verdad moría de hambre y ahora tenía cierta ansiedad, ¿Qué demonios pretendía? Regresar y buscar a la gente como si se hubiera congelado el tiempo y estuviéramos esperándolo o… o… en realidad no tenia idea, ni la más remota idea pero por mi bien necesitaba dejar de pensar en aquello, que haya encontrado a Ela no significa que a mi si. Salí convencida de aquellos pensamientos con mi bolsa del almuerzo en mano, empujando la puerta y a pesar de traer los lentes puestos no me percaté que había alguien del otro lado… obviamente y sin querer lo empujé.

- ¡Ouch! Disculpa – dije distraída reacomodando mis bolsas.
- No te preocupes Mariella, a ti se te perdona todo…

“Todo” ese “todo” fue sumamente lento, el aroma alrededor lo recibí y de nuevo una descarga de recuerdos se desató sin control en mi mente aturdiéndome. Subí la mirada de golpe, aún con la mente confundida y lo miré… sin duda era él, físicamente con cambios pero era él.

- ¡Uh! – abrí los ojos más de la cuenta haciendo notar mi sorpresa – ¡que bien! – solté serena – ¡que bueno que no hay rencores! – le di un par de palmadas en el hombro que me llegaba a la altura de mi rostro y me retiré hábilmente esquivándolo de lado.
- ¡Ehmm! – alcancé a escuchar cuando iba dando un par de pasos.

No sentí a nadie detrás de mi por lo que caminé con naturalidad. Iba cruzando la primer intersección de tres cuando una mano hábil me tomó de la cintura y con la misma que me tomaron me solté.

- ¡Has cambiado eh! – me dijo.
- ¡Aha! – idiota, no voy a seguir manteniendo la misma mentalidad ni seguiré vistiéndome como cuando tenia 16 o ¿sí? El tiempo pasa…
- ¿Por qué vas tan rápido? – pasó su brazo por mi hombro y con un paso largo me separé de él.
- Tengo cosas que hacer – lo miré de reojo.
- Vamos, te invito a desayunar…
- Lo siento tengo que ir a trabajar.
- ¿En serio? – soltó sorprendido – ¿se sacan copias también en domingo? – ¿eso fue un chiste? Acaso ¿me tengo que reír? Le devolví una mirada bastante agresiva.
- Puede ser… – grandísimo tonto, si vuelves por lo menos infórmate de la vida de los que frecuentabas… no nos quedamos en un a banca esperando a que volvieras.
- Bueno, te invito a comer.
- Sabes… – me paré en seco cerca de la segunda intersección en la calle – de verdad tengo muchas cosas que hacer, te veré después…
- Sigues siendo fría ¡eh! – plantó una burlona sonrisa en su rostro.
- Cautelosa… – lo reté con la mirada y él me tomó del brazo.
- ¡Ey! ¿Dónde esta la chica visceral de la que me… – quité mi brazo de su mano antes de que terminara su pregunta y todo me viniera como balde de agua fría – no me trago el cuento de que has dejado de serlo, admítelo – que prepotencia y descaro el suyo, si venia a remarcar mis defectos de carácter, ¡gracias!, pero hasta dónde tengo uso de razón me conozco bien y sé que no a todos les puedo mentir pero el juego de ser mi conciencia me pone de malas, sobretodo siendo tú quién se lo esta proponiendo.
- ¿Perdón? ¿ahora te tengo que rendir cuentas?
- Ese temple con el que te muestras… no es muy de ti.
- ¡Indiferencia!
- Como digas, lo puedo solucionar muy fácil – se acercó a mi con rapidez a mi rostro.
- ¡Qué rayos! – alcancé a decir cuando me tomaba de la cintura y ponía mis brazos en su pecho para resistirme.
- ¡Mariella! – una voz muy enfadada que no reconocí sonó - ¿me puedes explicar qué pasa? – eso provocó que nos quedáramos pasmados viéndolo salir de su auto y acercase con paso veloz. Muy oportuno, pensé.

3 Alas:

Karla Díaz dijo...

por que no me sorprende la aparicion de RH!!! jaja
amiga quitale la musica!!! no me gusta!!!
jaja
en fin ya tratare de ser más mmm bueno leerlo más seguido ya que la historia ya me empieza a ser completamente nueva!

Karla Díaz dijo...

por que no me sorprende la aparicion de RH!!! jaja
amiga quitale la musica!!! no me gusta!!!
jaja
en fin ya tratare de ser más mmm bueno leerlo más seguido ya que la historia ya me empieza a ser completamente nueva!

shaira beluga dijo...

rh??? mmm ya me confundiiii mmmmmm mmmmm necesito maaas informacion jajaja pq ahora si me hice bolas pero es alguien q descontrola a todos... y q onda con mariella...se dio un pasesote o q jajja pq tan ida.. en fin era broma..pero q buen fin el q se avento eh jajaja
saludos mi parny