El trayecto fue extremadamente corto, estacionó el auto en una acogedora residencia, el lugar se parecía al lugar donde vivía con mis amigos… “y está es mi casa aquí en Hamburg” dijo y salió del auto ayudándome.
- A ver si entiendo, aunque te adelanto que no – me reí.
- Ok – decía él mientras abría la puerta de la casa.
- Tú vives o alternas tu residencia entre Magdeburg y Hamburg… por… por tu trabajo, ¿cierto?
- Así es, aunque paso poco tiempo en ambas casas ahora que lo pienso – cruzábamos la recepción, una estancia amplia y llegábamos por una puerta a la cocina.
- En definitiva no te entiendo por qué tanto misterio para decirme a que te dedicas.
- Pues…
- ¿A caso eres narcotraficante, hum?
- ¡No! – soltó con tremendas risas – te propongo algo – lo miré, ya qué más podía perder – hagamos el desayuno y comencemos a hablar de nosotros pero desde el pasado.
- ¿Desde el pasado? – repetí – no estoy segura…
- A caso quieres saber desde ahora…
- Sí, en definitiva es una mejor idea, no creo que deba hablar con un relativo extraño de mi vida.
- Pero acaso – tomo mis manos – no confías en este extraño, todos tenemos alguna parte de nosotros que de vez en cuando es bueno hablarla con alguien que no nos conoce al 100%.
- ¿Has oído hablar de la caja de Pandora? – dije con expresión más seria.
- Está bien… – me dio un abrazo – si no quieres en definitiva no soy quién para pedírtelo – terminó un fugaz beso en la frente.
- Hagamos de desayunar – le dije separándome de él deslizando mi mano por su abdomen.
- Bien… déjame buscar cosas, ¡ah! Por cierto de ese lado en esa puerta al fondo hay un cuarto de baño por si gustas – miré a mi derecha que era donde señalaba, sin dudarlo me dirigí a la puerta.
- Gracias – salí mirando curiosa.
Me dirigí al cuarto de baño, ahora que lo meditaba, ¿qué tan desaliñado aspecto traíamos?, bueno él no mucho, los hombres son más simples y él desde que lo conocí trae su cabello recogido en una coleta en la parte baja yo sin embargo… me miré al espejo y los estragos de la noche anterior no fueron muchos para mi suerte. Unos cuantos pases mágicos y lista de nuevo.
Miré por la pequeña ventana de la puerta de la cocina para descifrar qué era lo que hacía, lo vi muy entretenido moviendo las manos, no veía con certeza ya que me daba la espalda. Entre muy lento, me senté en una mesa que se ubicaba en una esquina, pasado unos minutos y viendo que no notó mi presencia por lo entretenido me acerqué sigilosa.
- ¿Qué tanto haces? – le dije por detrás.
- ¡Oh! – dio un brinco.
- Así tendrás la conciencia – le afirmé.
- Casi termino…
- Muy bien, podría ayudarte con… – ¿puedo buscar en tu hielera?
- Adelante – concedió.
Para vivir en ambas casas, esta por lo menos sí tenía bastantes cosas; tomé un jugo y fruta que se veía recién cortada en días anteriores y los coloque sobre aquella mesa. Él se dio la vuelta minutos después con un platón de waffles.
- Oye… si mi ebria memoria no me falla…
- ¿Euh? – reí – ¡ebria memoria!
- Dijiste que eras noruega ¿cierto?
- ¡Ah sí! – dije dando un sorbo al jugo.
- Bien, cuéntame de tu país.
- ¡No! Aclaremos yo soy alemana, toda mi vida la he hecho aquí.
- Me gusta tu modestia.
- ¡No, lo juro! Es en serio, yo sería en Noruega como un turista más, sólo pisaba el país para visitar a los abuelos y cosas por el estilo, nosotras nos aburríamos horrores.
- ¿Nosotras? – me cuestionó como normalmente lo haría cualquiera y reaccionaba en mis propias palabras dichas en plural y mi hábil mente pensaba rápidamente en algo.
- ¡Oh sí! Ela y yo. Siempre le rogaba a mis padres que Ela fuera conmigo.
- ¿Entonces siempre te ibas con ella?
- Sí, era muy gracioso porque un tiempo mi abuela creyó que Ela era su nieta – recordé aquellos momentos con singular alegría.
- ¿Y cuándo la desengañaron?
- Por principios de cuenta, mi abuela se sentía confundida de porque Ela era más rubia que nosotros pero quiero imaginar que pensaba que la genética Noruega había surtido efecto en ella a comparación mía, por otro lado le disgustaba y se hacía la ofendida al no comprender por qué jamás le daba ni los buenos días en noruego…
- ¿Así que dominas esa lengua?
- En realidad muy poco, odiaba en serio cuando Papá me ponía a estudiar idiomas a diestra y siniestra – eché la mirada hacia atrás – si con duras penas podía con el Alemán.
- ¿Era estricto?
- Qué yo recuerde… no, no mucho pero sobre adoraba Noruega, un dato curioso – recordé de pronto – él jamás me habló en alemán, sólo sí era estrictamente necesario.
- ¡Ah vamos! Entonces dominas el idioma, dime algo.
- Min tale er svært dårlig.
- ¡Traducción, traducción! – me pedía como un niño pequeño e inquieto.
- Que: mi habla es muy mala.
- ¿Hablas más idiomas? Aparte de según tú, “tu mal noruego”
- Ingles y francés.
- Supongo que tu amigo François te ha enseñado.
- ¡Fíjate que hasta eso no! – repuse – a esas horrendas clases me refería pero con él obviamente práctico y Kin me ha llegado a enseñar algunas cosas en castellano, Kart Italiano pero en definitiva ese no se me da.
- Prácticamente arrasas con los idiomas.
- Lo básico, lo básico – manoteé – recibimos llamadas internacionales todo el tiempo.
- Mínimo un “Hola” en todos los idiomas deben de saber contestar – asentí – puedo imaginar lo que se siente estar de pronto rodeado por gente que no hablan tú mismo idioma.
- ¡Adivino! ¡Por tu trabajo! – lo interrumpí para hacer mofa de aquello que no me quería contar.
- Efectivamente.
- El cual no me dirás o por lo menos aún no.
- Así es.
- Comienzas a estresarme ¿sabes? – le regalé una fina mirada un tanto antipática.
- ¡Oh vamos! Quedamos que desde el principio ¿no?
- ¡Sí! Pero hasta ahora sólo hemos hablado de mi y los idiomas – le reproché.
Sin darnos cuenta habíamos finalizado el desayuno, faltaban un par de horas para el medio día; me era increíble cómo es que me podía perder en una simple plática, tan… bueno, al menos yo sentía que el tiempo se iba rápidamente, cuando era todo lo contrario y ya teníamos bastante de estar juntos.
De pronto hizo ademán de buscar algo en sus bolsillos y sacó su celular y fue ahí cuando recordé el mío. Hurgué en mi bolso y pulsé el botón central recibiendo una hermosa imagen de una batería en rojo “¡oh no!” solté en automático, él levantó levemente la mirada sin quitarsela por completo a la pantalla, me preguntó qué me había pasado, breve le expliqué mi desaventura con la batería del teléfono y trató de buscar una solución pero recordó que su laptop no estaba ahí por lo que mi única oportunidad de revivir a mi teléfono con un cable USB se había esfumado y tan pronto le dije que olvidara el incidente me preguntó:
- Tengo una duda – puso su celular dirigiéndolo a mí en la mesa y lo deslizó.
- ¿De qué? – tomé el celular y vi la pantalla con un tanto de desconfianza. “Los sueños no se hacen realidad hasta que los revives una y otra vez” leí y dudé al ver mis propias palabras escritas hace un par de días.
- ¿Qué quisiste decir con esa frase? Es muy linda pero…
- Pero – lo corté – no sé, en ese momento sólo se me ocurrió ponerlo – alcé los hombros.
- ¡Vaya si! Pero digamos que en esos momentos qué pasaba por tu mente, para mi sin duda significo algo cuando lo leí, fue curioso ¿sabes? pero puede ser que no sea lo mismo para ti.
- ¿Qué fue lo que pensaste? – suspiró y comenzó a hablar muy concentrado.
- ¿Has deseado algo?, lo que sea y en todos los sentidos, ¿te has visto con aquello qué deseas? ¿tanto, que llegas al punto se soñarlo? – puse mi codo sobre la mesa llevándome la mano a la barbilla mirando con suma atención lo que él me decía – y pones tanto empeño en aquello que aunque no sea inmediato, por cuestión de excluir las cosas materiales que puedes adquirir con facilidad a comparación con otras que necesitan: tiempo, cuidados, empeño, algo como entregarte y dejar el alma en ello que cuando menos te has dado cuenta lo tienes a tu lado haciéndote sentir también, tan feliz que es ahí donde, al menos yo, pensé en la parte que escribiste: “hasta que los revives una y otra vez” para lograr que se hagan realidad – me quedé perdida en el sonido de sus ojos y el brillo de sus palabras, algo por demás extraño sin duda pero así lo había percibido en ese momento, como si estuviera atravesando el muro de lo imposible hacia mis ideas simplemente con enfocarse en mis ojos, más allá de sus palabras – ¿no? ¿no crees?... algo así…
- Como ahora… – sin sentir solté.
Lo vi ladearse y cada vez más cerca de mí, mis labios ya lo esperaban entre abiertos y para ser sincera deseosos.
Su aliento estaba mezclándose con el mío, me giré un tanto con mi cuerpo, besarlo de lado no era lo más cómodo en ese momento, él se separó de mi levantándose con facilidad y su aroma me hipnotizo, provocando que lo imitara al instante, como un imán mis brazos fueron a enredarse a su cuello, los suyos tomaron con firmeza de mi cintura, sus besos y los repentinos deslices de sus labios por mi cuello me estaba haciendo salir de mi… o mejor dicho era únicamente cuestión de admitir que estaba ya muy perdida en el cálido juego de sus caricias que pretendían ir mas allá. Su hábil mano se detuvo en mis caderas y con la otra rodeo mi espalda, un poco de presión a él sentí, un impulso hacia arriba y me sentó sobre la mesa. Pude escuchar el golpeteo de algo, algo, que en definitiva no merecía mi atención en esos momentos.
Mis piernas al aire rodearon su cuerpo, estaba a punto de perder por completo el poco control que tenía sobre mí, sus brazos jugaban estratégicamente por mi espalda y metiéndolas por debajo de una de mis blusas; acariciándome sobre la que quedaba debajo. Qué decir de nuestras agitadas respiraciones. Deseosa por despojarlo de la playera; deslicé con lentitud mis manos por debajo de ella y sentir como se estremeció su cuerpo provocó que el mío lo hiciera también. Las cosas ya estaban dichas, en ese mismo instante sentí que en uno de mis muslos algo de él vibraba.
3 Alas:
cochinotes! jajajajajja
"me quedé perdida en el sonido de sus ojos y el brillo de sus palabras" concentrancia equipo!!!!
si que te dejaste llevar!!! jaja
no le querias contar tu vida apartir de un pasado, pero si te fugas con el extraño...
que después de esto si que lo conoceras a fondo!!!
jaja
uhhhh <3
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