Capítulo IX [Parte 2] Muéstrame lo que estoy buscando.




[*Oslo, Noruega*]

- ¿A dónde vas? – preguntaba la chica de estatura media, con una figura de envidia, de piel blanca, con un cabello rubio oscuro, largo y con unos rizos naturales muy bien marcados.
- A acampar al bosque… – decía la otra chica asomada levemente desde una de las puertas de su gran armario. Ella era más alta que la primera, su piel era de igual un blanco que la hacia parecer de porcelana, su aspecto físico era tan similar al de la otra chica, su cabello a comparación, era un rubio dorado que brillaba con la luz, un tono muy peculiar que la hacía verse más tierna.
- Déjate de bromas, para qué llamó Ela – preguntaba con altivez, cruzada de brazos al pie de la cama, viendo como pasaba la mirada por toda la ropa colgada una y otra vez sin parar y sin tomar nada en específico.
- No creo que te interese o ¿sí?, sabes para que ha llamado y por cómo te alejaste cuando me dejaste la llamada, ahora me dirás que quieres asistir al cumpleaños de Mariella – decía con ironía la más pequeña de las Dekker.
- Debiste quedarte con ella y no venirte con nosotros – respondió ella enfadada por la forma en que expresó su comentario.
- Créeme que no vine por mi voluntad, eso, te lo aseguro – dijo, previniendo lo que haría una vez tocado el tema.
- ¡Qué insolente Amélie!
- Deberías aceptar de una vez por todas que él tuvo la culpa – Amélie salió de su armario y la miró con la misma arrogancia que la miraba – y por el contrario aceptar que la extrañas – se cruzó de brazos esperando la reacción de ella a sabiendas, que Amélie tenía razón, le pesara o no.
- ¿Cuánto tiempo te vas? – al contrario de lo que pensó Amélie, ella no salió maldiciendo de la alcoba y dudó en contestarle ese pregunta – ¿Cuánto tiempo? Te estoy cuestionando.
- ¿Me vas a acompañar? – insistió para ella, a tal vez nada de una batalla campal, Amélie aseguraba que: la arrogancia con ella no funcionaba, Mariella podría doblegase un poco ante ella pero Amélie había aprendido mucho de ambas y a pesar de ser la más joven era, sin duda, la más astuta.
- Tienes deberes escolares…
- Los cuales no son de tu incumbencia.
- Mi madre no esta en el país.
- Ya me dio permiso. Tengo en que irme. La Abuela ya sabe. Tengo a donde llegar. Xavier no esta en Magdeburg. Ya tengo 19, se me cuidar sola. ¿Iras, no verdad? Visitaré a la Abuela Bernardette, le daré apreciables saludos tuyos. No lo arruines, no es tu estilo, lo sé. ¿Algo más?, ¿alguna duda…? – miró, como la furia de la chica frente a ella crecía y su rostro se coloreaba de un rosado intenso y pese a ello, ella seguía de pie frente a Amélie articulando uno y mil pensamientos que el orgullo y la arrogancia le impedían decir libremente.


[*Los Ángeles, EUA*]

- ¿Por qué, por qué Andreas? – decía con una gran risa plasmada en el rostro un chico igual a él pero diferente en muchos aspectos, Tom.
- ¡Vamos! Fue el primero que se me ocurrió, seguro en cuanto esos dos pisen Alemania se desaparecerán y a Andreas tiene mucho que no lo vemos y no pienso hacer mal tercio contigo y Mariella, cómo si no supiera tus perversas intenciones – enumeraba Bill, mientras comían en la pequeña estancia en su cuarto de hotel – lo único que me consuela es que ella… ¡Nahhh! No tendría chiste que lo diga – se rió al igual que su hermano.
- ¿Crees que esa chica se resistirá a mí? – dijo con ironía y presunción recargándose en el respaldo del sillón.
- Sólo sé, que ella es más astuta que tú, es más grande que nosotros – alzó los hombros como si de pronto fuera un pequeño niño.
- ¡Ah! ¿cuánto? Un año, Bill no dramatices.
- Dos, más lo que las mujeres nos superan mentalmente, a eso réstale tu inmadurez, duplícalo por tu estupidez, créeme, es un gran lapso – el tenedor iba directo a su boca y se vio interrumpido por un veloz cojín que iba directo al explotado cabello que ya había peinado, logrando él, esquivarlo con habilidad – Eres… un idiota… – le gritó y Tom entre risas logró levantarse antes de que Bill lo pudiese alcanzar.
- ¡Todos contra Bill! – gritó Gustav irrumpiendo en la habitación junto con Georg que sólo río y entraba con paso lento.
- ¡No idiota, contra Tom! – gritó Bill tomando un poco de ventaja tomándolo del brazo.
- Mejor contra los dos… – presuroso decía Gustav acercándose a los gemelos – ¿Georg?, ¡hey Hobbit! – los tres detenían su zafarrancho para ver a Georg aún parado viéndolos con pereza.
- ¿Qué te pasa? – le decía Tom zafándose de las manos de Bill – ¿qué el cambio de horario te seca el cerebro? Así, no me sirves en este grupo… – las risas de Gustav y Bill resonaron – ¡Oh! Ya sé que le pasa a nuestro amigo, seguro extraña a la reportera…
- Deberías llamarle – completó Bill con el característico tono para molestarlo.
- A los únicos que vamos a llamar será a nuestros hombrezotes de seguridad… – ahora era el turno para entrar a la habitación de Bill a una chica de estatura promedio, una ex modelo, de cabello rubio, muy buen físico, siempre al pendiente de lo que necesitase Bill, ella era su mano derecha y su mejor amiga y confidente, Natalie Franz su maquillista – Jost nos ha conseguido la reservación del restaurante.
- ¡Justo a tiempo! – gritó Tom – comenzaba a aburrirme con estos dos.
- Pero YO creo que el Hobbit, NO quiere ir; tiene QUE gastar una jugosa cantidad de DINERO para una LLAMADA de larga distancia a Hamburg – se mofaba Bill una vez más de Georg, quien no hacía absolutamente nada por detenerlo, al contrario, sabía que mientras más luchara peor le iría.
- ¿Llamarás a la reportera de Bravo? – dijo Natalie sin mucha atención a todo lo que decían mirando su celular.
- ¿Tú también sabes? – asombrado entonó Georg.
- ¡Ahmm! – miró para Bill, luego para Tom, finalizando en Gustav – ¿sí? Pero a comparación de lo que puedas creer no me dijeron ellos – los señalo con las manos poniendo una sonrisa picara – fue Dunja – Georg se cruzó de brazos y río en decepción, ahora era la comidilla seguramente de todo el equipo de Tokio Hotel – mira, tú no te preocupes, sólo llámale y veras que tu llamada le sorprenderá y se pondrá feliz…


Natalie le recitaba consejos a Georg, mientras Gustav yacía muy cuajado en el sillón frente al televisor, Tom acompañaba a Bill a su temporal armario, su maleta, para sacar alguna chaqueta que combinase con su atuendo de esa tarde y buscaba con desesperación algunas gafas oscuras, mientras Tom jugaba con las suyas en las manos mirando por la ventana del hotel la vista que le daba el décimo piso.

- ¡Aquí están! – dijo con triunfo Bill.
- Y eso qué, el desordenado soy yo hermanito – mientras salían le daba un certero golpe en un brazo, mirando que ya no había nadie en la estancia de la habitación – llámale a Natalie, que groseros al no esperarnos.
- ¡Seguro! – dijo con ironía Bill girando los ojos – cómo si no supiéramos dónde están – ambos se miraron escrutando su mirada – ¡En el lobby, tarado! – le dijo en voz alta Bill pues el pensamiento que le dirigió había sido erróneo.


En una de las estancias del lobby del hotel ya aguardaban: Gustav, Natalie, Dunja y Jost junto con el personal de seguridad que los acompañaría, se les estaba por unir los gemelos con presura y Georg… Georg aguardo un momento en su habitación con el dedo índice en el número cero del teléfono para contactar a la operadora, un impulso de nervios y “sin querer” lo presionó, la operadora no tardó en conectar la llamada al número deseado para él. El tono de llamada entrante le parecía cada vez más largo cada que sonaba y no obtenía respuesta.



[*Magdeburg, Alemania*]

- ¡Tú! Ayúdame, mi celular esta sonando – se dirigía a François que era el más libre de los tres.
- ¿Está en tu bolso?
- ¡Sí! Vamos apúrate – le decía con desesperación, François miraba el display y ponía cara de confusión, libero la llamada y colocó cual fiel siervo el celular en la oreja de Mariella – ¿Hola?


- Decía fuera de área – escuchó decir por el otro lado a una voz masculina después de la respuesta de Mariella.
- Hola, ¿interrumpo? – decía con confusión Georg al no reconocer por completo la voz de quién estaba con ella.


- ¡Ahm!... no, no interrumpes – dije tratando de identificar quién me llamaba.
- Aún no es muy tarde en Magdeburg ¿cierto? – justo ese dato, fue suficiente para saber quién me llamaba, de inmediato sonreí y vi como François ponía atención a mis expresiones.
- En efecto no lo es, y dime que ha sido de ti.


- Pues… – diablos, porque me tenía que preguntar eso; bien aquí vamos – salí de viaje, ya sabes el trabajo, estoy a la mitad, un par de días y regresaré.
- ¡Vaya! Y se puede saber cuál fue el paradisíaco destino que tiene el placer de tenerte como huésped – esa; era una pregunta, que… si podía contestarle, así que no me limité.
- Estoy en Los Ángeles.
- ¡Woh! Yo quiero un trabajo como el tuyo definitivamente – dijo entre risas, lo que también me hizo reír a mí.
- Sí, tiene sus ratos buenos como todo… – el vibrar de mi celular me hizo saltar y mirar en la pantalla el nombre de Tom – dame un segundo – le pedí.
- Ok.


- ¿Qué?
– escuché que soltó en un tono algo molesto – no Tom, ahora bajo, dame unos minutos más – “Tom, Tom” pensé… era la segunda vez que le llamaba ese Tom, mientras estaba con él, bueno ahora no estaba físicamente – ¡10 minutos! espérate otros 10 y no pasara nada, el lugar se quedará ahí – hizo un silencio, supuse que estaría por salir, miré el reloj de la pared de la clínica e hice un conteo de más o menos la hora que sería en LA, algo así como la una – mándalo, en lo que sube Gustav, me da tiempo perfecto para mi llamada, de acuerdo aquí lo espero – al parecer ahí terminó su llamada y seguía viendo como François le dirigía miradas a Kin burlándose de mi, al parecer sobre entendían quien me llamaba.


- Es su novio el misterioso – escuché a la misma voz que había hablado al inicio de mi llamada.
- ¡Cállate! – dijo bajito Mariella.
- ¡Cómo si no supiéramos cariño mío! – se escuchaba la voz burlarse y pude identificar exactamente quién era en ese momento.
- Dale mis saludos a François – dije para que me pusiera de nuevo atención – disculpa la interrupción.
- Yo se los daré, no te preocupes – y escuché un quejido de parte de él, algún pequeño golpe le ha deber propinado por indiscreto.
- ¿Estas con tus amigos?
- Con Kin y él – dijo en un tono muy feliz.
- ¡Oh!... pues extiende mis saludos a Kin también, dile que mi amigo la ha de extrañar.
- Mmmm, no lo creo, han salido a tomarse un delicioso café hace un par de días – su tono burlón hizo que varias risas se escucharan.


- ¿Ah si?... mira que… astutos son ¿no?
– “¡astutos! Eso qué tiene de astucia”; no entendí su comentario.
- Sí… supongo… – dudé mi respuesta al igual que él lo hizo con su comentario. Escuchaba como se movía, ahora alguien más estaba con él.
- ¿Puedes apurarte? Georgy – esa burla provenía de la voz de Gustav, la pude reconocer al instante.
- Ahora me toca a mi mandarle saludos a Gustav, ¿es Gustav, tu amigo cierto?
- Así es mi inoportuno amigo Gustav – decía entre risas y algunos gritos, tal vez Gustav lo molestaba o algo parecido – creo que debo dejarte o será imposible que continuemos nuestra llamada.
- De acuerdo, me dio gusto saludarte, síguetela pasando súper.
- ¡Gracias! Igualmente, suerte besos, bye, bye – dijo en su despedida efusiva, lo cual me sorprendió sin duda – Mariella te manda saludos…


Fue lo último que escuché, lo dijo tal vez mientras colgaba el teléfono o algo similar.

2 Alas:

OreoEffeckt dijo...

mai gad, amo las estrellitas *-*

y por qué no sueltas el nombre de la otra dekker!?

se me hace que aun no te lo inventas xD

shaira beluga dijo...

jajajjaja vaya si es caotico cuando intervienen tantas personas en una sola llamada! XD

y la fiesta?? jajajajaj