Capítulo XIV [ Parte 3 ] Es difícil cambiar la manera de perder.






Después de pasar toda la tarde fuera de casa con Amélie, mi mamá, la Abuela y la mejor noticia que hubiesen dado durante muchos años con mi pequeña sobrina Tabatha, les hice una invitación para que fueran a conocer a mis amigos con los que compartía la casa desde hace años. Rápido hemos llegado y lo mejor era que: veía estacionados en sus respectivos lugares a todos los autos. Con la niña en brazos he bajado antes que todas para abrir las puertas de la casa e invitarlas a pasar. Bernardette ya se quejaba por lo pequeña que aparentaba ser comparada con la casa Turner y me hacía girar los ojos.



Subía enfrente de todas para indicarles el curveado camino; en la estancia he visto un cúmulo de grandes maletas, pensando precipitadamente que eran las de Gabrielle giraba para darme paso al nivel del comedor y recibía una embestida y un empujón hacia atrás que me hizo tambalear por el peso de Tabatha y todo eso gracias a Ela.



  • - Malle, Malle… ¡Hola Tabatha! – dijo en un tono arrebatadoramente dulce y quitándome a la niña de los brazos dejándome boquiabierta – tenemos problemas, la familia de…
  • - ¡Hey! Detente… ¿Sabías qué tenía una sobrina y nunca me dijiste? – reclamé.
  • - ¡Sí! Pero no es mi culpa que sigas peleada a muerte con tu hermana – la miré con el cejo muy fruncido y siguió hablando – tenemos problemas, la familia de las Castella han venido y sin avisar…
  • - ¡SORPRESA! – dijeron a mis espaldas mi Abuela y Madre al unísono dejando trabadas las palabras de Ela y Amélie salía tras de mi agitando la mano a modo de saludo con una sonrisa maliciosa.
  • - Señorita Ela Susanne Angelina Haushoffer Liedtke – entonó mi Abuela y al mismo tiempo Amélie y yo expresábamos un sonoro “Uhhhh” de miedo entre risas. Le quité a Tabatha de los brazos y dejé que se posara de pie – dígame usted si podría pasar a su humilde morada o me tendrá esperado aún más al pie de las escaleras viendo mi notoria avanzada edad – no pudimos contener la risa y burlarnos de Ela. Bernardette no era una altiva persona, sólo le gustaba hacer bromas a menudo a la gente.



Después de presentar a nuestras respectivas familias y ver que congeniaban tan bien como nosotros lo hacíamos, presentarles orgullosamente a mi sobrina y dejar un par de quijadas desencajadas al decirles que tenía también una hermana mayor (pude notar que muchos tenía una larga fila de signos de interrogación plasmados en la frente por no haberles comentado tal cosa en todos estos años). Mi Abuela invitó a todos mis amigos a cenar, así en gran caravana citamos a la reunión a los padres de Ela, muy afines a mi familia y sobre todo a Bernardette.


Los recuerdos familiares no se hicieron esperar para cada una de las tres completas familias dejando a Ela, las tres Castella y a nosotras las Dekker en más de una ocasión con la sangre acumulada en las mejillas por los bochornos, los únicos ahí libres de culpas y burlas eran Francios y Carlo que continuamente limpiaban sus ojos por las lágrimas de risa que provocaban nuestros padres.


Al termino de la cena las cosas se volvían algo complicadas, los Señores Castella tenían reservada una estancia en un hotel al centro de Magdeburg pero Bernardette ya se hacía notar con su galante hospitalidad y los “obligaba” a residir en el departamento por el tiempo que ellos lo quisieran de su hijo (el Tío) Xavier. Hasta cierto punto no les quedó de otra que aceptar tan amable imposición e incluso al traslado de las maletas de los cinco Castella (pues Kin y Deieu decidían ir también a lado de su familia) a dicho lugar, mi Abuela le quitó las llaves del Camaro a Amélie brindándoselas al Señor Carlos; un rápido recorrido por todo el lugar les di fugaz.


Regresamos a casa un poco más tranquilos despidiéndonos de lo que yo en un principio creí sería sólo mi familia y mayúscula y llena de agrado fue la noticia que Bernardette y Sophia me pedían que pasara con ellas el tiempo de su estancia (la cual nunca me fue especificada). Di un salto de completa alegría, aunque fuera poco o mucho el tiempo que estuviesen aquí quería disfrutar a mi familia. Era incierto el tiempo que estarían de nuevo así a mi lado y más aún si volvería a ver a la pequeña Tabatha.


Amélie festejaba conmigo y de pronto se detuvo en seco, no presté atención pues ya me despedía de los chicos y de mi adorada Ela que se quedarían solos en la casa. En todos estos años no nos habíamos separado sin por lo menos planearlo minuciosamente. Miraba de reojo como Amélie hablaba por el móvil, algo, juraría bastante nerviosa, por mi mente cruzó Andreas y dejé de ponerle atención a su gran drama en el que se hundía.


Tomaba a Tabatha envuelta en una frazada completamente perdida en sueño para salir de la casa; Amélie tendría el honor de manejar mi camioneta, mi mamá iría a su lado y la Abuela, la niña y yo en la parte trasera.


  • - Te vez muy linda jugando al papel de mamá – me dijo cuando pasé por segunda vez a despedirme de François.
  • - Algún día jugaré de a verdad – le sonreí.
  • - Cuidaré de Mercury el tiempo que no estés aquí si es que decides dejarlo – me recordó a mi fiel Airedale que ya merodeaba confundido de porque tanto movimiento en casa y sobretodo inspeccionado muy serio a Tabatha.
  • - Ahora que lo dices creo que debería llevármelo, sólo que no será hoy – le respondí y lo llamé para despedirme de él. Me dirigí a Carlo.
  • - Te voy a extrañar mucho… Il mio amico principale – me dijo muy bajito al oído para no quedar en evidencia. Carlo y yo llevábamos una relación un tanto extraña y complicada de explicar. Por último Ela y volvía a casa, la que siempre fue nuestra casa…




No había dejado muchas cosas fuera de las maletas que trajé conmigo, las compras que realicé hace un par de días atrás las metía en otra con ayuda de Georg que Ryszara me llevó después de cuestionarme y regañarme por la forma tan brusca que salí por la tarde, sin decirle nada a nadie y ahora la tenía tras mío recitándome "sus buenas razones" por las cuales debería quedarme en cuanto le dije que Mariella arribaría en escasos 20 minutos para pasar un tiempo en familia. Georg por momentos apoyaba las teorías planteadas por Ryszara y a codazos tuvo que cesar su apoyo.


De pronto me quedé casi en shock, una cosa era: salir de casa prácticamente huyendo y otra muy distinta salir sin...


  • - ¿Qué pasa? – dijo Georg mirándome fijamente…
  • - ¡Vamos joven Melissa reaccione – imploró Ryszara.
  • - ¿Qué voy a hacer sin Tabatha? – dije confundida – es mi niña…
  • - Joven Melissa, sé que su relación con su hermana Mariella no es la mejor de todas pero le puedo asegurar que el día de hoy ha sido uno de los más felices. Déjela disfrutar de la niña unos días...
  • - ¿Unos días Ryszara? pero para mi será una completa eternidad – dije con demasía tristeza, no me dolía dejarla en manos de mi familia, al final y al cabo sabía que no le harían ningún daño, sólo era el hecho de estar separada de ella.
  • - No pasará nada, la niña está acostumbrada a estar con Sophia y la joven Amélie y en dado caso de que la niña aclame su presencia la llamaremos... ¿en dónde estará? – eso era una muy buena pregunta, sólo había pensado salir corriendo de ahí ¿dónde iba a estar yo?
  • - ¡Conmigo! – dijo Georg – en mi departamento, es un par de calles lejano a donde reside Mariella y sus amigos – le decía muy amable a Ryszara, dando santo y seña de la ubicación exacta mientras ella tomaba nota y reaccionando sobre lo ocurrido me percataba que ya iba entrando al departamento de él.


Comprendió que lo único que deseaba en esos instantes era descasar y sin escalas me guió a la habitación que ocuparía por "días". La noche me fue inmensamente larga, infinitamente larga, le di más vueltas a la cama que los metros que recorre un maratonista, pude ver cada uno de los colores que aparecen en el cielo al amanecer, sentí el frío de la madrugada y lo fresco de la mañana, de duché, me bañé, di vueltas por la habitación, acomodé, desacomodé, miré el departamento y tan sólo eran las siete de la mañana, estaba en el balcón cerca de la estancia y ya veía autos ir y venir, jugueteaba con el celular en las manos hasta que este por fin sonó.


  • - Buenos días – era la dulce voz de Sophia, mi madre – ¿Cómo estás?
  • - ¡Hasta que llamas! estoy como león enjaulado, de un lado a otro sin saber de Tabatha.
  • - Tranquila – me dijo – aunque no me sorprende que no me preguntes por tu hermana y todos esos rituales, en unos momentos podrás revisar tu mail y encontrarás una foto que acabo de tomarles, tu hija está perdidamente dormida y enroscada con Mariella – aquello que decía sonaba tan curioso, lo imaginé y desee verla en ese mismo instante, el día ahora parecía uno más radiante y la sonrisa me volvió al rostro.
  • - Aha... – contesté en un tono sin importancia – ¿Cuánto tiempo estarán ahí?
  • - Meli, Meli... por favor no prives a Malle de pasar tiempo con Tabatha – reprochó sutilmente mi madre…
  • - No he dicho nada al respecto, sólo quería saber cuánto tiempo estaremos así.
  • - Y de ahí jamás te sacaremos, es una lástima que te pierdas de ver a tu propia hermana e hija pero si te preocupación es verla, Malle sale en un par de horas con Amélie al trabajo y nos veremos de nuevo hasta la hora de la comida así que tendrás toda la mañana para esquivar a tu hermana sí así lo deseas.
  • - Mándame un texto en cuanto pueda ir hacia allá...


En cuanto terminé la llamada la alarma de mi teléfono me indicaba que el ansiado mail había llegado. Una fotografía muy curiosa antes mis ojos desplegó la pantalla. Abrazadas, cubiertas por una fina sábana blanca me dejaba ver los alborotados rizos de Tabatha, sus mejillas estaban con un rubor especial; el largo cabello de mi hermana formaba largos caminos por la almohada, de frente una contra otra aquella foto me dejaba ver el armonioso momento. Repasaba una y otra vez la imagen sin parar hasta que la voz de Georg me llamó.


  • - ¡Hola! buenos días – se acercó a saludarme y recargarse en el grueso barandal – gracias por cortarla fruta pero... – podía ver que contenía la risa y trataba de averiguar qué era lo gracioso para él – mis dientes mudaron hace ya algunos años, no era necesario el corte en pequeños trozos.
  • - ¿Eh? – reaccioné lento, qué tenía que ver... – ¡oh! lo siento – reí al entender la broma – es el complejo de mamá.


Desayunamos tranquilos, expuso los por menores por hacer el día de hoy, iría a Hamburg donde se ubicaba el principal estudio de la banda, incluso cortes me invitó, lo cual tuve que rechazar, no podía dejar pasar la oportunidad de ver por lo menos un par de horas a Tabatha. Le recordé que debía ir a tocar también un tema impórtate con su amigo y sí ambos querían a mi hermana deberían llegar a un acuerdo. Nos despedimos dejando aquella plática inconclusa y en menos de 20 minutos me encontraba ya con mi hija entre los brazos llenándola de besos que me eran correspondidos con su peculiar alegría. Me sorprendió la facilidad con la que interactuaba conmigo en alemán, al parecer Mariella era buena maestra, y ella me relataba que tenía una "nueva tía"…







2 Alas:

OreoEffeckt dijo...

como te gusta hacerla de emoción we¡¡¡ xD

shaira beluga dijo...

ay ya q se arreglen carajo jajajjjajajaj

pd. Tabatha se lleva la historia eh... yeso de la fruta estuvo bueno XD jajajaja


mas parny a escribir!