Capítulo XVI [ Parte 1 ] Teníamos 16 y se sentía tan bien.




No había que decir lo feliz que estaba Bernardette, que ya decía y hacía planes con respecto a que, en la casa que estaría desde luego era la suya. Por otro lado Tabatha miraba las paredes y todo lo del Jardín lleno de colores. Después de platicar con el personal de la escuela y que mi niña pidiera ir a jugar con los niños de un aula, me indicaban todos los procedimientos para que ella pudiera asistir cuanto antes. Por su puesto no fue difícil explicarle a la niña que ahora viviríamos un tiempo aquí en Alemania y que ésta sería su escuela, era demasiada felicidad y no se forzaba al repentino cambio que le estaba dando a su pequeña vida.

  • - ¿Estás segura? – dijo mi madre, mientras mirábamos como interactuaba con los pequeños.
  • - Sí, sólo será este año para que por fin pueda hablar bien el alemán.
  • - Eso, es un buen punto Sophia – dijo Ryszara – miré, que si el Señor Alun, que en paz descanse, no me hubiera enseñado a hablar noruego tanto como a sus tres hijas, me las vería a oscuras con la pequeña.

La tristeza de mi madre radicaba que ella tendría que volver a Noruega y no nos vería tan seguido, desafortunadamente. Cuando decidimos que era hora de marcharnos tuvimos un pequeño percance; Tabatha se rehusaba a hacerlo y tuvimos que esperar hasta la hora de la salida de los pequeños para que entendiera que nosotras también debíamos irnos. El resto de la tarde se nos fue volando entre meditar los detalles y haciendo llamadas a Noruega. Darle la noticia a la Abuela Olga fue un tanto difícil, por las altas expectativas que tenía para la pequeña. Pero era indiscutible mi decisión acerca de que ella pasara un año aquí.

Hemos llegado a casa y un prominente sonido sale de ella, música a la que seguramente no están acostumbradas mis mayores y que graciosamente Tabatha baila sin parar, sacándonos estruendosas risas. Mi abuela está sorprendida y entra con miedo a la mansión debido a la vibración de los ventanales en la planta baja. Miro hacia la estancia que para mí es lo más lógico, mientras el resto busca del otro lado, es Amélie... ¿Quién más? posada en un sillón con ropa de descanso, los ojos cerrados y gritando la canción que se escucha a todo volumen.

  • - ¡Eso es todo! – alzo la voz cuando el volumen de la música disminuye y Tabatha le aplaude muy animada, vaya ejemplo que es mi hermana para mi hija. Amélie se levanta de un golpe que es notorio que la marea.
  • - ¡Wow! – expresa y me acerco a apagar el "ruidoso aparato" como lo apoda Bernardette.
  • - ¡Cuidado! – le grita Sophia al ver su escena.

Después de los regaños y saludos para Amélie, que de mi parte tiene poco más de una semana que no la veía, es avisada que la cena será en compañía de Xavier y se muestra feliz por aquello. Hasta ese momento no recordaba un detalle, no tenía ninguna de mis pertenencias en la mansión, menudo problema... ¿Cómo estaría lista para la cena?

  • - ¿Cómo llegaste aquí? – le pregunto a Amélie pasado un rato, mientras está tumbada en un sillón con Tabatha viendo TV.
  • - ¡En auto! – dice jugueteando con la goma de mascar en la boca – ¿Por qué?
  • - Dame las llaves – le estiré la mano pensado en que seguramente fue el Camaro que sacó del departamento.
  • - ¡Estás loca! – gritó e hizo que Tabatha se sorprendiera de aquello.
  • - ¡Vamos juro que no me tardaré! será rápido necesito arreglarme para la cena y aquí no tengo nada mío.
  • - ¡No! Sí, ese no es el problema, la cosa es que la camioneta es de tu hermana y así como son... sí se entera.
  • - ¿Y? ¿Tú le vas a decir? – sin encontrar su punto de objeción, le pregunté, al final de cuenta era un auto – el caso es que tengo que irme, ¡anda!
  • - ¡Yo te acompaño! – dijo muy asustada e incorporándose del sillón – sí le pasa algo a la camioneta, Mariella me echará la culpa...
  • - ¡Oh no dramatices! – me miró con pesadez y no me quedó de otra – De acuerdo, ven conmigo, además ni que manejara tan mal – farfullé.
  • - ¿No? sólo porque ahora ya tienes a la niña...
  • - ¿Qué? – me paré de golpe en el descanso de las escaleras.
  • - ¡Que nada! que vamos a dejar a la niña.

Bajamos rápidamente las escaleras, Tabatha se quedaría con mi madre debido a que seguramente sería toda una odisea llevarla y seguramente podría escapársele algunos detalles. Antes de salir mi madre gritó por una de las ventanas:

"¡Pero no se te ocurra no volver! Ya no tienes 16 y no estás con Mariella"

Eso me hizo reír descomunalmente hasta abordar la camioneta.

  • - ¿Qué fue todo ese griterío? – dijo Amélie intentando cerrar la puerta cuando ya había arrancado con velocidad considerable.
  • - ¿Recuerdas aquella ocasión qué teníamos una cena importante con las Tías Abuelas Anastasia y Geraldine?
  • - ¿A las qué apodaban las brujas sacadas de cuentos de hadas tú y Malle?
  • - Las mismas que vestían y calzaban; recuerdas que esa vez sólo fuiste tú, Ryszara, mamá y la Abuela...
  • - ¡Es cierto! – reclamó apuntando acusadoramente con el dedo.
  • - Mariella me convenció de irnos unas horas antes... – le di un leve golpe en el dorso de la mano para que bajase su dedo.
  • - ¡Par de mustias! – vociferó – recuerdo como sufrí aquel día soportando a dos viejecillas que despedían por sus poros medicamentos...
  • - ¡Vale, vale! quita esos ojos de tortuga – dije para que posara su mirada en otro lugar.
  • - Y a todo esto ¿A dónde fueron?
  • - ¡Eso!, me encantaría que se lo preguntaras a tu hermana – aclaré para que no me cuestionara más – aún así recibimos nuestro castigo por huir y suficiente tuvimos con la moral bastante aturdida, con la que quedamos después de aquel día.
  • - ¡Eran detestables cuando estaban aliadas! aún lo recuerdo.
  • - ¡Uy pobre bebé! – me burlé porque sabía que reclamo venía enseguida de eso – no te puedes quejar de tu infancia a nuestro lado Lielie, cada mes tenías un corte de cabello diferente... ¡Seguro eras la envidia de las nenas en el colegio!
  • - Alégrate de que no haga lo mismo con "Ricitos de oro" – me lanzó la mirada más fea y aterradora que pudo en ese momento.
  • - Con el cabello de mi hija no te metas – advertí entre carcajadas – ¡vamos! ¿bajas o te quedas? no tardaré.

Se percató que había estacionado la camioneta al pie de un edificio de prominente altura -Pensé que estarías en un hotel- exclamó confundida, cuando marcaba una serie de números sobre un teclado en la puerta de cristal y al llegar al elevador éste ya marcaba el piso número 5. Aclararle que estaba con un "viejo amigo" fue suficiente, la dirigí directamente a la habitación que ocupaba para que no husmeara y encontrara algo que le diera pistas de quién era ese departamento. Tomé un par de cosas y así como entramos salimos.

Al arribar a casa me recibían miles de reclamos de Tabatha, se rehusaba a ser bañada, sino era exclusivamente su tía Mariella o yo; ¡vaya mañas que puede adquirir un infante tan rápido! Afortunadamente terminé a tiempo para salir, al pie de la mansión un chofer ya nos esperaba.

Sabíamos que Xavier ya estaba en el restaurante, cuando lo vi, cataba un par de copas de vino que algunos mozos le mostraban. Al vernos enseguida reparó en Tabatha pero guardando una distancia considerable, era algo gracioso, parecía que tenerle pavor a los niños.

  • - Es idéntica a tu hermana – fue lo primero que dijo tocándole su pequeña nariz, a reflejo, Tabatha cerró los ojos pensando que le haría algo más.

La cena comenzó y la repartición de noticias por igual, la primera fue Amélie...

  • - Bueno yo, les quiero decir... – se aclaró la voz tomando un sorbo de agua de una copa frente a ella – que he decidido terminar la universidad aquí en Alemania.
  • - Muy interesante – apremió el tío Xavier.
  • - ¿De verdad? – anonadada por aquella coincidencia, la miró sin creérmelo – yo he decidido que Tabatha curse el Jardín de Niños aquí en Magdeburg.
  • - Me llena de alegría saber que nuevamente las corrientes unen sus causes – dice Xavier con los brazos sobre la mesa y la mirada iluminada – pensé que nunca volverían a estar juntas una vez que se fueron a Noruega – de pronto se quedó callado y volvió a reaccionar en cuestión de segundos – ¡Y bien! – aplaudió – cuando hay que comprar útiles escolares – ambas nos miramos de golpe y sin evitarlo reímos ante su comentario.
  • - ¡Ahm! Tío – dijo Amélie con el rostro rojo del esfuerzo de no reír más – digamos que los cuadernos son un poco obsoletos ya, sabes y pues...
  • - ¡Está bien!, ¡está bien! entonces que sea un ordenador de esos que llevan por todos lados.
  • - ¡Laptop Tío! – dice Amélie bastante divertida.
  • - La pequeña también utilizará una "laptop" – me pregunta confundido.
  • - No, Tío ella sólo usará juguetes – me rió sin evitarlo por lo que él cuestiona.
  • - ¿Nos concederás todos nuestros deseos como a Malle? – preguntó Amélie muy animada a lo cual tuve que patearla porque era obvio lo que se avecinaba. Mi Madre, Abuela y Ryszara se hacían las desentendidas poniéndole extrema atención a Tabatha para lo que fuese que hiciera.
  • - Todo será redituable Amélie.
  • - O sea cómo Tío…
  • - Muy fácil, haré exactamente lo mismo que hice con Mariella, al parecer funcionó se volvió muy responsable y va por buen camino.
  • - Te dije que te callaras – le dije al oído haciendo que Xavier riera.
  • - ¡Rebelde Melissa! – me señaló con su dedo – pero en tu caso, no estás exenta, quiero imaginar que mi madre ha dispuesto de la hospitalidad de la mansión Turner – mi Abuela asintió sin aparente atención a nuestra plática – te ofreceré un empleo para que tengas en que invertir tu tiempo libre, ¿Has terminado tus estudios en fotografía cierto? – asentí – bien, podremos utilizar tus servicios tanto en el banco como en el estudio…
  • - ¿Estudio? – dijo de pronto Sophia – ¡Oh no! Xavier pero ellas no...
  • - ¡No puedo creerlo! – dijo cambiando su cara a una de fastidio impresionantemente rápido – siguen con aquellos dramas juveniles ¡por Dios! ya no son unas niñas – se llevó las manos a la barbilla y su tono fue uno muy amargo, de desilusión, y el silencio comienza a gobernar entre nosotras – en fin... – suspira – para tu buena suerte Melissa, no habrá problema alguno, Mariella será transferida de sede...
  • - ¿A qué te refieres Xavier? – preguntó la Abuela que básicamente era la que cuidaba de Mariella.
  • - A la junta que asistió hoy con los empresarios de Hamburg, le han mostrado un plan de trabajo, si es inteligente no se negará ante tal oportunidad.
  • - Esperaremos a llegar a casa y que nos diga cómo le ha ido – dijo Sophia sosteniendo una cuchara que Tabatha seguía con una mirada desesperada.
  • - Lo mismo será para ti pequeña Amélie, decidirás tu cuidad y lo acompañaras del trabajo – Amélie puso un gesto de fatiga y miedo, mientras se hundía en su silla.

Con todas esas indicaciones nuestra vida parecía estar resuelta por lo menos en un gran periodo de tiempo. Nos hemos despedido de Xavier que partía a su departamento. Era de suponerse que todos estarían muy ocupados el día de mañana con alguien en particular.




1 Alas:

shaira beluga dijo...

Tabatha rules! ajajajaj