Capítulo XVI [ Parte 3 ] No creo que pueda soportarlo por más tiempo.




Sin fuerza de voluntad para retenerlo y decirle que no se fuera al menos ésta noche de mi lado, sólo pude ver como el aire que hizo la puerta al cerrarse, provocó que las pequeñas flamas de algunas velas se movieran amenazando con extinguir su luz, casi como la mía se extinguía cada que respiraba.

Me levanté de la cama a la puerta, el camino que hice a ella fue, el rastro del aroma fresco que aún volaba en el ambiente, su encanto que percibían mis sentidos. Mi mente se suspende en un letargo, no termino de asimilar lo que acaba de ocurrir y cómo es que ocurrió, prefiero no hacerme cuestionamientos, sólo recuerdo detalle por detalle, todo, lo que en segundos pasó aquí y me asombro de la capacidad que tiene mi mente para mandar sobre mi corazón hiriéndome hasta lo más profundo de mi alma y mi ser sin que yo me lo proponga conscientemente...

Reaccionó sobre mí misma, corro al balcón, donde puedo ver a Georg salir de la mansión a prisa con zancadas largas, con su cabello suelto ondeándose por la velocidad con la que camina; lo acompaña una chica más alta que él, con su cabello dorado en ondas perfectas lo lleva en una coleta semi recogida, su complexión delgada no puede ser más que la de una sola persona; mi hermana. Dispuesta a detenerlos, abro la puerta para salir corriendo y que sean retenidos en alguna de las salidas de la residencial hasta que yo les de alcance.

  • - No irás a ningún lado – fueron las palabras que escuché, provienen de Amélie que me detiene por los hombros con facilidad, pues es más alta que yo, me empuja hacia atrás.
  • - ¡No digas ridiculeces! – traté de quitarme sus manos que sólo se aferraron un poco más para que pudiera retroceder – ¡Es Melissa! está aquí con Georg – dije alarmada – ¡Ella está aquí! ¡Se va con Georg!
  • - Se van porque así se lo pediste a él, Malle – me tomó de la mano y me llevó a la cama y se sentó a mi lado – esta noche le ha quedado muy claro, él te dejará en paz de ahora en adelante, lo dijo antes de salir Malle, esta, era su última oportunidad, para ti, para él, para ella… – espetó con tanta seguridad que parecía, yo, la hermana menor ahí.
  • - ¡Pero...! Melissa, Melissa estaba aquí, quiero verla, ¡hablarle! – imploré con desesperación.
  • - Ella sólo vino porque mañana por la noche Tabatha debe volver a Noruega – aquello me cayó como un gran balde de agua fría, me congelo por completo – Venían juntos, sí y pudiste aprovechar para enfrentarla, para arreglar todo de una buena vez.
  • - Vino para no volver... nunca más – dije triste sabiendo las posibilidades que poder volver a ver a la niña, eran casi remotas.
  • - Aún está aquí, está en mi habitación, puedes pasar la noche allá sin problema, yo me quedo aquí...
  • - ¡No! no, no – interrumpí – las quiero a las dos conmigo – la tomé de la mano para ir a su habitación – será la última noche...
  • - Tranquila Malle...

Toda la noche estuve despierta, haciéndome millones de preguntas:

¿Qué hacía aquí Melissa?
¿Por qué justamente esta noche Georg?
¿Cómo se conocieron?
¿El conocer a Tabatha fue un regalo de cumpleaños de parte de Melissa?
¿Melissa planeó que Georg viniera esta noche?

Pero la más dolorosa y que ni yo comprendía era: ¿Por qué había dejado que Georg se fuera? A caso me costaba reconocer que mi mente imaginó más allá y que de verdad lo quería a mi lado... y simplemente lo dejé ir.

Pasaban las horas tan rápido como mis parpadeos, la cena por mi cumpleaños se organizó en la mansión Turner, una velada con familiares, mis amigos, mis compañeros de trabajo y de la universidad; una celebración que se me fue como agua entre los dedos; todo el tiempo se me fue en pensar la hora en que mi madre tomaría las pequeñas maletas de la recepción y saliera al aeropuerto con Tabatha en brazos...

Volver a parpadear, me hace darme cuenta que el tiempo sigue su inminente e infinito curso. Ha pasado más de una semana, ya, desde que Tabatha ha regresado a Noruega; mi madre partirá hoy mismo por la noche, sus vacaciones y tiempo libre han terminado, la Abuela se encuentra nostálgica; Amélie me acompaña todo el tiempo al trabajo, ha hecho buenos amigos y disfruta de lo que se hace en el estudio, no pierde oportunidad para hacerme hincapié de lo feliz que está por estudiar lo que resta de la universidad ahora que nos mudemos a Hamburg, por fin tendrá tiempo para su noviecillo Andreas y que casualmente estudiarán en la misma universidad...

Extrañaré todo, he decidido que Amélie y yo volveremos al departamento, una manera de que sea un poco más fácil separarme de mi actual ritmo de vida, que llevo así desde la universidad, separarme de mi grupo de amigos, Ela, Kart, Kin y Deieu, que, aunque sé que debo volver constantemente aquí, no será en definitiva lo mismo. No habrá peleas matutinas por el cereal y porque no hay zumos, como dice Kin... en fin millares de cosas que hemos pasado juntos. Por otro lado mi mejor amigo del trabajo Paulo, no aceptó el proyecto, próximamente se casará y desea la tranquilidad de Magdeburg para comenzar una familia. Zahary una de mis incondicionales amigas, irá a Suecia el año que entra, viajará tanto que seguramente estaremos sin contacto por mucho tiempo.

Renuente a los cambios precipitados, pues el orden y el equilibrio son lo que más disfruto, este último se ha visto muy afectado y no tengo nada en un lugar correcto, veo con frecuencia cada que cierro los ojos aquella escena de Georg y Melissa saliendo a prisa de la mansión, me impide muchas veces por las noches dormir, la cuestión es que comienza a ser notorio para los de mi alrededor, grandes círculos oscuros en cada uno de mis ojos son perfectamente visibles, me ausento mentalmente con facilidad cuando la gente se dirige a mí, me hundo en el recuerdo de aquel beso a media luz, aquello que simplemente deje ir... perdí mi oportunidad por partida doble, mi hermana y a Georg. Reflexionado todo esto, será lo más prudente alejarme de las muchas cosas que me recuerdan aquello e inmiscuirme en nuevas que me distraigan del momento.

Camino por uno de los tantos pasillos del estudio dirección a mi oficina, regreso de dar una clase que me subió el ánimo, muchos de los chicos que venían aquí poseen una energía particular que me levantaba unos cuantos grados el ánimo. A mitad del camino me encuentro con Paulo...

  • - Mariella, ella, ella, el teléfono de tu oficina suena sin parar desde hace un par de minutos – me canturrea moviendo las manos y agitando un par de cosas que lleva con él.
  • - ¿Y mi hermana?
  • - La chica creativa, se está divirtiendo en las cabinas de audio con los ingenieros.
  • - ¡Gracias! – lo tocó levemente del brazo y emprendo una carrera a mi oficina, donde mi celular es el que ahora suena… – ¿Hola? – contesté rápido, había salido de mi oficina sin él.
  • - Malle, necesito que vengas urgentemente – decía agitada, nerviosa.
  • - ¿Estás bien? – le pregunto, de verdad su tono de voz me preocupa bastante.
  • - Ahh sí… pues y mirad… no sé es mejor que sois tú la que venga a mí, sois de las representantes con el seguro y los autos…
  • - Kin… no me digas que…
  • - Malle por favor sólo venid, me urge, de verdad.
  • - De acuerdo, en seguida voy.

Salí deprisa a la dirección que a medio señales me había proporcionado Kin entre sus nervios más o menos pude comprender dónde se ubicaba, no me tomó mucho tiempo el llegar y la escena que podía ver a unos cuantos metros no era nada grata. Dejé el auto a una calle antes para poder ir a pie, al llegar unos policías me abordaron, al mostrar mi identificación y que el personal del seguro del auto de Kin me reconocieran me dejaron pasar y pude ver con claridad las cosas; Deieu ya estaba con ella.

Tres autos estaban involucrados en un severo accidente junto con el tranvía, no se veía que alguien hubiera salido gravemente lastimado, sin embargo estaba una ambulancia atendiendo a unas chicas del auto más dañado y que había quedado prensado con el tranvía, el auto de Kin quedó en medio de ese auto y un tercero detrás de ella. Estos dos últimos sólo estaban con leves golpes comparado a con el BMW, el personal de nuestra aseguradora hablaba con un chico, al parecer el causante de aquel accidente, Kin estaba nerviosa pero en perfectas condiciones, afortunadamente sólo lo material estaba dañado.

Los paramédicos se acercaron y dieron atención necesaria para Kin mientras yo me dirigía con el chico que, ya afirmado por el ajustador, causo el emblemático choque.

  • - Señorita Dekker, el Señor Shäfer y su asegurador, quienes serán los encargados de los gastos que origine el Mazda de la compañía – dijo el ajustador y enseguida el Señor Shäfer que se encontraba en su auto salió del mismo a dar la cara…
  • - ¿Gustav? – dije enseguida, lo miré, estaba pálido y un tanto demacrado, supuse por el susto.
  • - Mariella, eres ¿cierto? la amiga de Georg, ¿no? – dijo con la misma sorpresa.
  • - En efecto, la misma – acepté, con un poco de pesadez, los ajustadores nos miraban un tanto confundidos – disculpa, pero ¿no me digas que tú has causado todo esto?
  • - Lamentablemente sí – dijo soltando un largo suspiro y miró hacia el tranvía – no me digas que he provocado que tu auto saliera involucrado…
  • - Pues mi auto directamente no, es… es de la compañía de un familiar, soy la responsable del mismo, ahora la están atendiendo los paramédicos…
  • - ¿Ella está bien? – dijo presuroso.
  • - Sí, está bien sólo algo asustada, ha pasado por varios percances automovilísticos no muy agradables y suele alterarse con demasía.
  • - ¿Podemos ir a verla? – me preguntó con un dejo de culpabilidad – las dos chicas que venían abordo conmigo ya las han llevado al hospital.
  • - ¿Ellas están bien? – fue mi turno de sorprenderme, mientras caminábamos a donde estaba Kin.
  • - Sí por suerte y no tengo idea de cómo, me han dicho que no ha pasado nada con nadie ni en los autos privados ni en el tranvía…
  • - Mira, ella es…
  • - ¡Oh no! – exclamó Gustav muy precipitadamente al ver a Kin sentada en el borde de la ambulancia.
  • - ¿Oh no? – repetí, como si sus palabras no hubiesen sido muy claras que una gran sorpresa se había llevado al verla, pero la pregunta era por qué.
  • - Vaya, él es el majo responsable de que mis nervios se dispararan – preguntó Kin ya mucho más tranquila y con Deieu a un lado.
  • - No me recuerdas cierto – dijo Gustav.
  • - Vale, chaval mirad que estoy muy nerviosa aún y… no espera sí, joder, tú eres del grupo de Georg, los que recientemente entrevisté, ¡ostias! Este tío es de la banda de Georg, Mariella…

Georg otra vez…







2 Alas:

OreoEffeckt dijo...

Justiciaaaaaaaa, al fin un capitulo largoooo hahahaahahaha
y no sabes la risa que me dio lo del tranviaaaa
yy las señales weeeeee
pd: Malle, de plano si estas medio wey....

shaira beluga dijo...

jajajajjaa oye eso no pasa en alemania, perfecto control de los tranvias eh jajajajjaaj o sea q iba ebrio el wey o q no lo vio? jajaja eso de Kin me resulto taaan familiar,, pudo ser un ciclista mi parny pero un tren! fo favo! jajaja

saludines