Capítulo XXX [ Parte 1 ] En la noche... sólo contigo.



. . . 1825, Territorio Americano.

Un gran tren, lleva pasajeros desde el Viejo Continente, Europa, a tierras Norteamericanas. Gente muy rica, opulenta y poderosa es la que puede darse el lujo de realizar un viaje como ese.

La gente nativa de estas tierras promueve la anarquía; dividida, unos castigan por hurtar caballos y otros tantos maltratan indios sin ser injustica alguna. El rubro de los grandes y habilidosas bandidos, se engalana al encontrarse recompensas como esas.

A la impresionante velocidad que corre el gran ferrocarril, se les logra emparejar un sequito de bandidos, tan rápidos son en su cabalgata, a ritmo de golpeteos, aquellos jinetes miden la distancia y su salto al tren.


- One! Two! THREE!


Grita un caballero de característico sombrero negro con un pañuelo rojo cubriéndole medio rostro, las espuelas en sus botas suenan al contacto certero de caer en la superficie metálica de aquel vagón. Tres más le siguen y de inmediato se distribuyen rápidamente. Aquel que parece ser el cabecilla, al entrar al vagón toma sigilosamente a la primera dama que ahí encuentra, ella distraída se asusta al ver que tiene una pistola colocada en la sien y aunque no le comprende lo que el bandido le dice por el miedo que la ataca súbitamente, se queda de pie sujetada a él.

Un freno se siente; están deteniendo la marcha del tren, el rechinar de los metales y la brusquedad de la inercia a todos desconcierta, muchos ya se percatan de lo que ocurre. Antes de viajar a Norteamérica pasajeros son advertidos de "Los Bandidos sin escrúpulos" que para la mayoría de los europeos sólo son habladurías e historias fantasiosas.

Aquella joven damisela no sabe con exactitud lo qué ha ocurrido, asustada porque su recién marido no se encuentra a su lado mira sin parar a todos los extremos que su vista le brinda. Un bandido sigiloso la ha tomado desprevenida y la amordaza. Su marido presuroso llega a ver como es sujetada con violencia y forzada a caminar por el pasillo, ella gimotea y llora del miedo, él la jalonea mientras recoge lo que los pasajeros con titubeos le entregan.



- ¡Du dummer Mensch! Nehmen Sie ihre Hände weg von meiner Frau – grita asustado al ver así a su esposa.

- ¡Shut up man! – le grita el bandido omitiendo la diferencia de habla y detrás de su colorido paliacate ríe malvadamente y sin piedad. Ya está listo.

- ¡Nein! – grita al ver que las manos del bandido amenazan con tocar el cuerpo de su bella dama y pretende abalanzarse sobre él.



Un estallido en seco asusta a todos ahí. Aquel joven no siente nada, su vista se fija en quien más ama, el mar de sus ojos tiemblan y destellan como los de él, cae de rodillas; ella, siente filosas navajas atravesar su corazón; sus fuerzas se van haciendo nulas. Ambos ya no sienten nada, ambos se dirigieron la última mirada, ambos fueron atravesados al corazón por la misma bala...




- ¡Mariella! ¿Qué te duele?



La había dejado dormir un poco más, no la quise amedrentar pero la escuché merodear desesperadamente por toda la habitación por un largo rato en la madrugada, decliné la orden de servicio al cuarto, recuerdo que todos habíamos fijado una hora cerca del medio día para almorzar. Me quedé en el cuarto de baño perdiendo el tiempo merodeando entre todo lo que había hasta que la escuché gritar, nunca le había escuchado tanto pánico en su tono de voz.

Salí a trompicones directo a la cama donde ella estaba desnuda del torso, con una de sus manos tocándose cerca del corazón con gran temor, completamente sudada y agitada en su respiración, la vista la mantenía fija en un punto del alto techo de la habitación.



- Mariella, amor ¿Qué te sucede, estás bien? – con jadeos por la carrera que emprendía a ella y asustado por su miedo empezaba a sentirlo yo también.

- ¿Mariella? – se escucho una voz preocupada fuera de la habitación.

- ¿Chicos están bien? – otra femenina y un poco más madura voz también se alzó.

- ¿Podemos pasar? – la dulce voz que ahora pude reconocer como la de Amélie, me preocupo.

- Sí, claro… denme un segundo… por favor.



Rebuscando con la mirada pude encontrar no muy lejos de mi posición mi pantalón con el que podría cubrir mi desnudez, pateando lo que se hallaba a mi alrededor, volví a la cama a ver la cara de aún de shock que pesaba en Mariella. De los puños que fuertemente tenía cerrados y entre ellos parte de la sábana, tuve que ejercer presión en uno para retirársela y cubrirle el pecho. En tres pasos largos corrí a la puerta para desactivar el seguro y ver las caras de preocupación de Sophia y Amélie que acariciaba constantemente su vientre.



- ¿Está bien? – dijeron ambas a la par evitándome y mirándola directamente a ella.

- Creo que está en shock, probablemente fue una pesadilla.



Expresé mi hipótesis y ambas mujeres a la par caminaban al pie de la cama para ver a mi mujer con la mirada fija en el blanco techo.



- Mallie, cariño, te encuentras bien.



Con voz sumamente amorosa y un tanto suplicante Sophia se acercó a su hija y acarició con ternura su frente. Mariella de inmediato reaccionó, saliendo de su espasmo con brusquedad por la reacción que expresó su rostro, confundido, seguramente seguía dormida al momento en que soltó el gripo. A todos nos miró y su pronta reacción fue derramar lágrimas enormes seguidas una de otra. Reconoció al tacto la sábana que le coloqué y soltó un fuerte alarido, presté atención pues no sólo el grito había provocado que me doliera hasta la última célula que existe en mi cuerpo, miré uno de sus dedos, largos y blancos, miré mi mano, la cual estaba marcada pero vacía y en ese mismo segundo nuestras miradas se encontraron en el mismo punto. Como si me llamara con el pensamiento, como un imán corrí a sus brazos y al mismo tiempo estiró su mano libre hacia mí.



- Me duele.



En apenas un hilo de voz, me recitó en cuanto estuve abrazándola, Sophia seguramente escuchó la cansina voz de su hija y cordial se separó de Mariella, caminó con Amélie al marco de la puerta y sigilosas nos dejaron a solas.



- Tranquila por favor, linda – besando su mejilla y acariciando la otra limpiando las constantes lágrimas que le brotaban quería consolarla.

- Me duele el corazón. Nunca me dejes por favor – suplico.

- ¿De qué hablas? ¡Claro que no lo haré! – dije sintiéndome de pronto tan preocupado por nosotros – ¿Por qué estás tan altera, nena?

- Por segunda vez – guarda silencio queriendo sobreponerse del llanto – no fue nada, sólo un repentino pesar por perderte de nuevo.



Deja caer la sábana que le cubre el pecho y se abalanza contra mí en un abrazo desesperado, que de la misma forma respondo. Viendo lo preocupada que se ve, declino la invitación por muy descortés que sea para el desayuno y me quedo con Malle hasta que le llaman para que acuda a su cita con la estilista que se encargará de su arreglo para la boda. Se ve cansada y sin ánimos, espero que reuniéndose con sus amigas recobre la energía que tanto la caracteriza.






El crepúsculo cae lentamente. El frío no se siente por ningún lado y los nervios del novio al pie del altar se imponen para los invitados que aguardan pacientes en el elegante salón del Castillo donde se oficiará la misa, sólo se espera a la novia, él mira a todos los presentes, les dirige sonrisas y espontáneos saludos, reconoce rostros y se impacta al ver a sus familiares presentes desde su lejana Italia; examina con precaución a los que no conoce y formaran parte de la llamada “familia política”. Más atrás en unas bancas ve a sus amigos, un par de chicos estrafalarios que para nada van vestidos con la etiqueta que marca la parafernalia, ambos se ven muy platicadores con la menor de las Castella. El cejo se le junta al identificar a Mariella y su familia un par de bancas atrás, ella sonríe con su rostro reflejando un poco de cansancio, él le regresa el saludo agitando levemente su mano y después una señal de pulgar arriba mientras el chico que está a su lado se ve entretenido con los dos chicos de aspecto desatinado, es una ligera aprobación para su mejor amiga que por fin se ve completamente feliz y ese, es uno de los grandes regalos personales en su día especial.

Los asistentes se acomodan y no paran de arreglar sus atuendos. Un par de campanadas se hacen sonar en el imponente salón creando un eco que a más de uno hace que el estomago gire dentro de ellos; un sacerdote con paso seguro y firme camina a lo largo del pasillo que se crea por las dos hileras de bancas que se han colocado de cada extremo del salón. La marcha nupcial anuncia lo que todos esperan ver entrar. Una pequeña niña camina con gracia, sonriendo a todos los presentes que la miran, de su canasta blanca de mimbre toma pequeños puños de pétalos de rosas. Detrás de ella aparece en el umbral por fin la novia prendida del brazo de un galante caballero, sus pasos cadenciosos hasta el altar hacen que el novio al fondo se inquiete con cada uno.

Al tenerlos de frente. Saluda de mano y un fuerte abrazo a quien en pocos minutos será oficialmente su suegro. La novia por su parte muere de ganas porque el velo que la cubre sea despojado de su rostro y comience el ritual que la unirá de por vida al hombre que por varios años la ha acompañado.



- Bienvenidos, sean todos ustedes – con voz recia y decidida anuncia el sacerdote – hoy, estamos aquí para unir en santo matrimonio y los lazos que el hombre tiene poder nulo ante los de Dios, a la dama Ela Haushoffer y el caballero Carlo Minutti…



Así comienza el ritual que por cuarenta minutos se puede ver a la pareja sonreírse constantemente. Los asistentes conmovidos hasta las lágrimas miran como ambos jóvenes se funden en uno sólo. Al finalizar la conmemoración por demás romántica, todos los presentes acuden a uno de los jardines para la recepción y continuar la celebración con los novios. Más tarde y una vez cenado y que los novios tuvieran un momento exclusivo para ellos al centro de la pista de baile pasaron mesa por mesa agradeciendo a los internacionales invitados.



- ¡Hola chicos! – saluda muy animado Carlo para los amigos con quienes compartió varios años la casa de su mejor amiga y su ahora esposa. Rápidamente se acerca Mariella con su pareja, Georg.

- Hola a todos – dice traviesa y con una sonrisa.

- Hola, Mariella – dicen atropelladamente entre todos mirando la alegría de la chica.

- Hoy que es un día de alegrías pues yo les quiero anunciar que Georg y yo ya somos novios desde hace un par de meses.

- ¡Ya era hora! – musita entre todos los presentes de la gran mesa Tom.



Y ahora es tiempo de felicitar a dos parejas, los chicos rápidamente se levanta a darles abrazos y buenos deseos; lo siguiente en la lista era dar muestra del gran sentido del humor a la pareja que se unió en santo matrimonio. A un costado, una pequeña mesa decorada con un mantel blanco y sobre de ella representando a cada uno de sus mejores amigos, una piña con algo distintivo. Lentes, corbatas, una bandera del orgullo gay, tacones de Barbie, una moto miniatura, una revista y una cámara eran algunos de los distintivos.



- ¡Por Dios! ¿Qué es esto? – con las mejillas entumidas por ver la detalla caracterización para cada una de las piñas, en voz fuerte, Ela entona.

- ¡FELICIDADES! – gritan todos a coro.

- Recuerdo, maja – muy propia Kin sin su ya férula en la pierna y engalanada por unos altos tacones que la hacían ver más alta – que os has dicho que en Japón sois un gran hit que a los novios os regalen piñas.

- Y nosotros trajimos piña por cabeza – congratula extasiada Deieu – somos más originales que los Japoneses.

- ¡O sea, sí! – incrédula Ela no para de mirar las caras de orgullo en sus amigos y como Carlo sufre por aguantar la risa – pero en Japón una piña cuesta demasiados Euros.

- Bueno, Ela, ¿Qué desprecias nuestro esfuerzo? – reclama Mariella – todavía que las decoramos para que distingas. Eso no hablará bien de ti cuando recordemos este evento en futuros años…

- De acuerdo chicos, con calma no despreciaré tan lindo detalle – Ela encantada realmente aprecia aquel cómico regalo.



Se desata la ola de abrazos y felicitaciones extensas para el matrimonio Minutti-Haushoffer. Sin percatarse tres chicos y una chica han desaparecido entre tanta faena. Ela felicita a sus dos mejores amigas por haber hecho que la fiesta más importante de su vida haya salido completamente a la perfección, no había fallas todo estaba bajo control y ella sólo se había resignado a no interferir y por supuesto a disfrutar cada momento que pasaba. Pronto se escuchó un pequeño golpeteo en un volumen alto proveniente de algún micrófono.



- ¡Hola! ¡Hola, buenas noches! – anuncia en voz cadenciosa la pequeña Gabrielle desde un mediano escenario, detrás de ella hay un manta blanca que impide la visión, los invitados poco a poco centran su vista en ella – esta noche que es muy especial para nuestros amigos, hermanos, hijos que hoy han cumplido un sueño especial, el de unir sus vidas para siempre. Nosotros en muestra del gran aprecio que les tenemos les queremos dedicar una canción que no sólo va dirigido a ustedes, no, no duden que todos nosotros, sus amigos, estaremos ahí para cuando nos necesiten. Así que les pido un aplauso para tres de los chicos de la banda Tokio Hotel con la canción In die Nacht.



La cortina blanca sube y rápidamente se ve a los tres chicos, Georg y Tom con un bajo y guitarra acústica comenzando los acordes de una suave canción y pronto se incorpora Bill para entonar completamente la canción que entre todos los chicos había decidido dedicarles a la pareja. Los chicos se ganan los aplausos de todos y cada uno de los presentes y más aún de los recién casados y así la fiesta continua alegremente.

En la mesa de los Dekker, donde se encontraba la imponente Reina Olga a un lado de la pequeña Kin, se les veía muy animadas, platicadoras y felices. Mariella al percatarse de aquello fue directamente hacia ellas.



- Kin… ¿Qué es lo que haces exactamente? – pregunta abrumada.

- Pues mira que regresaba del sanitario cuando su Alteza me ha llamado para brindar por los novios – ambas mujeres con una gran sonrisa en el rostro alzan sus copas y las hacen chocar.

- ¡Salud! Porque ésta chavala os ha hecho un buen trabajo organizando vuestra boda ¡Salud!

- Abuela, Abuela no es mi boda – corrige Mariella al escuchar a la Reina arrastrar un poco las palabras – Abuela ¿Estás alcoholizada? Kin ¡Embriagaste a mi Abuela! – con cara de incredulidad mira los rostros de su madre y Abuela materna que no soportan la risa viendo a la Reina “tan descarriada”



Al menos algo le quedaba completamente claro a Mariella: La Reina no tenía ningún rencor contra las Castella por haber dejado en diferentes condiciones uno de los salones principales del palacio.



- ¡Kin! ¡Kin, linda! – pide sonoramente La Reina – que os has hecho tan buen trabajo que queréis que decorad por completo el Palacio Dekker en Noruega.

- Doña Olguita – dice igual Kin con un tono muy raro en la voz – yo os prometo con la mano y copa en alto que lo haréis…

- ¡Fabiho, Kin ya está ebria! – entona Mariella para la mesa de un costado para el novio de su amiga que conversa con Georg, Andreas y los chicos Kaulitz.



Así, la velada transcurrió con distintivos momentos inolvidables tanto para los novios como para los invitados que en su mayoría eran alemanes e italianos.



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In die Nacht - Tokio Hotel

En mi interior empieza a hacer frio
¿Cuánto tiempo podremos estar aquí juntos?
Quédate aquí
Las sombras quieren cogerme
Si nos vamos
Vamos sólo los dos
Tú eres todo lo que soy
Y todo lo que fluye por mis venas
Siempre nos apoyaremos el uno al otro
No importa donde vayamos
No importa la profundidad

No quiero estar aquí solo
Quedémonos juntos
En la noche
Algún día llegara el momento
Quedémonos juntos
En la noche

Yo oigo cuando gritas silenciosamente
Yo respiro cada respiración tuya
Incluso si el destino nos separa
No importa lo que venga después lo compartiremos

No quiero estar aquí solo
Quedémonos juntos
En la noche
Algún día llegara el momento
Quedémonos juntos
En la noche

En la noche... algún día
En la noche.....sólo contigo juntos

Sujétame sino de otro modo estaré colgado solo en la noche
Llévame contigo y abrázame
De otro modo estaré colgado solo en la noche

No quiero estar aquí solo
Quedémonos juntos
En la noche
Algún día llegara el momento
Quedémonos juntos
En la noche

Tú eres todo lo que soy
Y todo lo que fluye por mis venas.



3 Alas:

Karla Díaz dijo...

Vaya amiga hasta que publicas!! jaja
Ela no se puede quejar su boda fue todo un éxito!una piña por cabeza jaja
y la reina muy agusto con kin platicando ya alcolizadas!! gran toque!

JANDA/Alex dijo...

HOLA ZAY!!..

Que lindo capítulo, en definitiva las bodas siempre alegran hasta el más indolente y alérgico de éstos temas...(YO)...^_^...y la canción no podía estar más acorde a la ocasión, es preciosa y mi favorita de TH...

Según me enteré por el Twitt. estuviste de vacaciones, (obvio)... ojalá hayan estado de lo mejor y que regresaras renovada y lista para este nuevo año que para muchos ya comenzó y volvemos al trabajo y el estudio...^_^...

Muchos saludos desde Colombia, Alex!!...

Y pues tarde pero llega: FELIZ AÑO 2011...Prosperidad, mucha salud y felecidad para ti...(y buena economía, IMPORTANTÍSIMO...^_^...)...Y para nosotras tus lectoras: GRACIAS POR REGRESAR!!

matve dijo...

si ehhh hasta que publicas!!! y me trajiste algun llaverito??? jejeje que lindo capitulo... yo quiero una boda de esas!!! y no quiero piñas prefiero sandias jajaja genial!!! saludos