Génesis [Capítulo 1.011] El inicio.







Era un patio enorme y plano, lleno de terracería donde sólo había una vieja resbaladilla de fierro que en sus mejores momentos fue de un rojo brillante y ahora estaba toda descarapelada, unos columpios igual de viejos que solo sumen a la gente en depresión en aquel día, yo estaba ahí jugando con los niños que vivían cerca, correteándonos, intentando atraparnos unos a otros.

Nos detuvimos en seco todos, cuando escuchamos un terrible y sordo estallido, todos nos cubrimos los oídos el sonido no era muy lejos de ahí, nos miramos todos de la misma manera incrédula, nos paralizamos y después corrimos desquiciados hacia lugar de dónde provino aquel aterrador sonido. Estábamos corriendo a toda velocidad, o la máxima velocidad que podrían correr unos niños de seis años, giramos a la derecha donde se percibía el característico olor a humo, indudablemente algo se había quemado, levanté los ojos y vi una enorme nube negra que se levantaba hacia dentro de la calle.

Seguí corriendo, ya no me interesaba saber dónde había sido la explosión, lo único que quería era llegar lo más pronto posible a mi casa, quería que mi mamá me abrazara y mi papá me dijera que todo estaba bien pero mientras más me acercaba a mi casa, estaba más cerca de la explosión, el olor a humo era más intenso y mi miedo más aún. Por todo aquel humo en el ambiente se nos dificultaba respirar, tosíamos a cada instante y dejamos de correr, caminábamos cubriéndonos la boca con nuestras playeras. Escuchaba los gritos de las madres de mis amigos para que se alejaran del lugar, gente hablando, bebés llorando, todas las mascotas de la calle aullando, todo era un completo escándalo; yo no podía ver claramente los ojos me ardían, empecé a caminar sin pensar en nada, sólo en mantenerme en pie, seguir un paso adelante y otro más, nadie parecía percatarse de mí.

Entré a la casa destrozada.

La madera quemada crujía, bajo mis pequeños piecitos a cada paso que daba, para tratar de entender lo que estaba viendo, todo mi mundo estaba convertido en cenizas, mi casa había explotado, las lágrimas salían sin control de mis ojos, miraba todo a mi alrededor sólo quedaban algunos muros de carga de pie, algunas flamas aún encendidas, hollín por todos lados, mis pies no parecían tener control seguía caminando por los escombros de lo que había sido mi casa, miraba al suelo, por no tener la capacidad de levantar la vista y entonces debajo de una enorme piedra pesada, lo que había sido la pared de la cocina, lo primero que vi fue el zapato de tacón bajo aún puesto en el pie derecho de mamá enseguida su pierna… ya no puede ver más, de cualquier manera no habría tenido el valor de hacerlo, sentí que mi pequeño cuerpo era levantado con mucha fuerza de aquel lugar, me alejaron de ahí, me sentía como un cuerpo sin vida.

Por estar absorto contemplando toda aquella destrucción, no me di cuenta en qué momento empezó todo el alboroto de patrullas, ambulancias y bomberos, sólo hasta el momento en el que me sentaron en una orilla de la ambulancia con paramédicos a mí alrededor fui consiente de su presencia, no paraban de preguntarme ¿Cómo me sentía? ¿Qué si me dolía algo? ¿Qué había pasado?

Justamente eso es lo mismo que yo quería saber ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba mamá y papá? Lloraba sin terminar de comprender lo que estaba sucediendo, estaba asustado, quería a mí mamá ¡Por qué nadie me decía dónde estaba mi mamá!

Orlando había aparecido tan sólo unos instantes después de que los paramédicos me sentaran en la ambulancia, cuando lo vi, tuve una enorme sensación de alegría de verlo ahí, en estos seis meses de conocerlo se había vuelto parte fundamental en nuestra vida, bajé de un salto para correr hacia él, los paramédicos intentaron detenerme pero yo fui mucho más rápido y fuerte con los empujones que les proporcioné; Orlando ya me esperaba agachado con los brazos abiertos, yo me aferré a él en un fuerte abrazo, necesitaba saber que no todo estaba destruido, que aún me quedaba alguien en el mundo.

– A partir de ahora yo me haré cargo de ti y de tu hermano, Drako ya no llores más.

Cuando escuché sus palabras entendí que todo lo que estaba viendo era real, mi casa se había quemado por una explosión, mis padres habían muerto y sólo quedábamos Ray y yo, me solté a llorar incontrolablemente.

No sé que habría sido de mi vida de no ser por la presencia de Orlando, fue él quien había hecho llamadas y movido a todos sus contactos para conseguirle una beca a Ray en el sistema educativo de preparación a la Universidad de Cambridge, fue una suerte que Ray hubiese volado apenas días antes a Inglaterra, justo por eso ahora seguía vivo.

A partir de ese momento Orlando se había vuelto nuestra única familia, me llevó a vivir a su casa se hizo cargo de nosotros, los gastos de Cambridge de Ray, mi propia educación y mucho más…

– Por eso es que le debo tanto Didi, no te das cuenta, es como un padre para mí; le debo todo lo que soy.

– Pero casi mueres la última vez, que por tu ciega lealtad, lo dejas experimentar contigo de esa manera…

Didi, tienes que entender que le debo mi vida entera a Orlando, me prometió que tendría una vida feliz y la he tenido, me prometió lujos, dinero y si trabajo es por mero gusto y para estar a tu lado; me prometió fama y todo Mancher conoce mi cara, pero lo más importante me prometió el amor y tengo a ti. No lo puedo defraudar, no lo puedo abandonar ahora, así como él no me abandono cuando más lo necesitaba. Tú debes comprender lo fabuloso que es ser un Gigvidia. Tú eres uno.

Tal vez Dirce jamás entendería mi relación con Orlando, yo sabía que todo lo que quería era el bienestar para todos nosotros, incluyéndola a ella, tal vez sus métodos eran un poco radicales, pero quién era yo para criticarlo, sus razones tendría para hacer las cosas de ese modo, yo le ayudaría sin cuestionar en todo lo que estuviera en mis manos.

Nuestra discusión se terminó cuando llegamos a la casa de Orlando, ya nos esperaba para darle su entrenamiento a Dirce, pocas veces me dejaba estar presente, sobretodo si se tornaba exhaustivo o demasiado exigente, ella aún no estaba lista al cien por ciento y a mí me ponía nervioso verla enfrentarse a los duros entrenamientos que Orlando había diseñado, era en esos momentos que podía entender un poco el miedo que sentía mi Didi, pero conocía a Orlando más que a nadie, él jamás nos haría daño, nos exigía mucho porque sabe que somos capaces de dar mucho más de nosotros mismos, y él no tiene miedo a explotar todo nuestro potencial. A explotar la energía de los Tourayas.

Pero había veces, como hoy, que yo era parte del equipo para entrenar a mi Didi, tomábamos breves descansos de tal vez diez minutos para que Dirce se recuperara, asimilara todo lo que estábamos haciendo y reflexionara sobre sus malos movimientos o actos dentro de una simulación por computadora fabricada por Orlando.


… Γ έ ν ε σ ι ς …


No podía creer lo débiles que eran estos niños, se rendían a la menor provocación de sufrimiento, un poco de sacrificio de su parte no les vendría mal, hasta sería en su propio beneficio los haría más resistentes y fuertes, pero no, se ponía a chillar por niñerías y cursilerías románticas.

¡Ah cómo añoro esos días! Cuando empecé a entrenar a Drako, cuando aún era un pequeño niño. Que no le importaba si le provocaba la más impresionante de las jaquecas, o mareo aturdidor o perder la conciencia, por complacer a su maestro. Nos matábamos noche tras noche investigando y descubriendo a los Tourayas, reconociéndonos, acoplándonos, creando nuevas teorías y formas de vida. Contactar a los demás Círculos de Anger era por demás una tarea difícil, aunque como una de las tantas razas en el planeta, somos pocos, los Círculos completos y bien formados son muy cerrados, comparten sus enseñanzas y forma de vida. Hace ya muchos años logramos encontrar en la lejana Mali, en Tombuctú, un Círculo de Anger completo, fascinados, Drako y yo pasamos un par de meses descubriendo quién era él y el poder que poseía el niño de tan sólo 8 años. Fuimos bien recibidos, en especial yo que en ese tiempo no sabía con exactitud que era uno de ellos y aquel Círculo nunca mencionó nada. Pude hacer observaciones y anotaciones en un diario que me sirvió para concebir un nuevo plan e ideas que se amoldaran a una nueva forma de vida para Drako y yo juntos hasta encontrar al resto de los que lo acompañarían en el camino.

Todo esto había comenzado por los privilegios de ser catedrático tan reconocido del C.U.M. lo que me daba acceso a toda la información que necesitará, la Biblioteca Central del País que albergaba todo tipo de libros mitológicos, proféticos, en los que me había informado sobre todo acerca de los Touraya, que para muchos de los que registraban aquellos libros no eran más que historias fantásticas de algún loco pero lo que describía son certeza era lo siguiente: seres humanos dotados con dones sobre naturales, que en un nivel diferente en la mitología están destinados para equilibrar las fuerzas del universo, con las cuales los seres humanos y sus ambiciones inconscientemente destruyen la energía natural el cosmos.

Según los mitos de aquellos libros, el Dios Sarum advirtió está situación a más de una de las razas existentes, que los humanos son seres gobernados por sus rabias incontrolables, por lo cual el equilibrio del universo del que todos dependían estaría en peligro a lo largo de los años de vida de los humanos, por esta razón desprendiéndose de su hija Anger con el don del equilibrio eterno para espaciarlo entre los humanos la hizo convivir con ellos. Cuando su trabajo terminó y regresó al Reino de los Dioses, se le había negado la entrada, la razón: era impura.

Anger había sucumbido a uno de los más tentadores de los pecados de los humanos, no supo controlar sus instintos y perdió la verdadera misión, ella estaba en cinta de un mortal. Su castigo fue que ella y su descendencia, mal vista, fue condenada a vivir entre los mundanos, su amado fue asesinado, sus sentimientos reprimidos y a partir de ahí una nueva raza de hombres nació, mortales como su padre, pero con los dones de su madre, marcados serían por su destino, marcados con una aura especial y la cicatriz imborrable del acto de su madre, dotados de un don, unidos por la secuencia de la misma marca, implantada a más de uno, desde tiempos ancestrales para conformar un grupo y no ser derrotados tan fácilmente por la ambición.

Guerreros, maestros de magia, seres míticos, criaturas humanoides, incluyendo las razas de otros planetas con sus diferentes culturas y conexiones con este mundo y plano muchas veces lograban que los Círculos de Anger jamás llegaran a cerrarse debidamente y muchos murieran sin saber siquiera que eran un Touraya.

Entonces comprendí que había leído tanto sobre todos los mitos que la humanidad había dejado de lado para mofarse de ellos en diferentes épocas del año como usarlos a diversión en su imaginación, tanto ignoraba yo de mi vida, que me sorprendió cuando ese pequeño niño de no más de seis años, se acercó una tarde al terminar mis clases del C.U.M.

Pequeño y enclenque con su melena abundante toda revuelta, no tenía sentido que un niño tan pequeño vagara por las aulas de una escuela tan grande como lo era el C.U.M, me detuve a mirarlo detalladamente mientras hablaba, un pequeño ladeo de su cabeza hizo que nuestros destinos cambiaran. Ese niño insignificante tenía la marca, una bella cicatriz blanca iluminada sin querer por un rayo de sol, era la prueba ineludible de un Gigvidia; no sabía si él ya lo habría descubierto pero tenía que arriesgarme a verlo de cerca y asimilar que eso era tangible.

Aunque las marcas solo eran visibles ante otro Touraya. Eso me convertía a mi en…

– Y consideras que lo que haces es divertido –reprendí con fuerza– puedes lograr que alguien salga herido… sé lo que haces.

– Lo siento, no me gusta hacerlo. No quiero hacerlo. No quiero hacerlo –comenzó a elevar su chillante voz– usted investiga cosas raras ¡Ayúdeme! –vociferó.

¡Ah! Su respuesta fue una maravillosa música para mis oídos, su poder estaba emergiendo y ahí estaba parado frente a mí un verdadero Touraya-Gigvidia pidiendo mi ayuda ¡Por supuesto que lo ayudaría! A cambio de una ciega e irrompible lealtad a mí. Me sentía fascinado con todo lo que aquel niñito me contaba, según él había matado a su gato sin saber cómo. La respuesta era sencilla él estaba dotado de los poderosos estallidos psiónicos.

– Drako, si quieres que te ayude tendrás que decírmelo todo, todo lo que pasó, lo que viste, lo que sentiste. Tienes que confiar en mí.

– Pues el gato, la mascota de mi hermano, siempre me molestaba, me rasguñaba, me hacía tropezar con su cola y cada que yo intentaba defenderme Ray me regañaba y me decía que dejara a su gato en paz y yo me enojaba, hasta que un día ese tonto gato me saltó a las piernas dejándome enterradas sus afiladas uñas y yo lo aventé, pero me miró como si fuese a atacarme, mi enojo estaba fuera de control, en ese momento sentí como si nuestras mentes se conectaran, podía sentir mi enojo fluir en su mente y el gato se retorcía de dolor y yo sabía que era por mi causa. Pero después de eso me sentí muy cansado, me dolía la cabeza, la primera vez que pasó pensé que estaba loco, había sido sin querer, pero cada que me hacía enojar pasaba lo mismo, era como si yo pudiera entrar a la mente del gato, no me gustaba hacerlo, pero no podía controlarlo.

»También uno de mis vecinos me gritaba y siempre burlaba de mí por lo pequeño que soy, un día me hizo enojar, pero yo tenía miedo de enojarme y que pasara lo mismo que con el gato pero mi enojo fue mucho más y pasó, estaba en su cabeza, mi vecino chilló y se retorció de dolor, pero en esa ocasión pude ver toda clase de cosas, cosas de él, cosas que sólo él había visto.

«Entré a casa asustado y aún enojado, Ray acariciaba a su gato y mamá gritaba porque yo no me había comido mis verduras, el gato se me atravesó y me arañó las piernas, nuevamente estaba fuera de mí y nuestras mentes se conectaron, fue como si todo mi enojo y miedo se los pasará al gato… y murió. Yo lo maté.»

Este niño era fascinante me sería de mucha utilidad, no podía imaginar hasta donde podría llegar con un Gigvidia a mi servicio, lo entrenaría y lo haría a mi forma y conveniencia, no tenía miedo de él y de sus poderes era lo suficientemente fuerte para matar a un gato pero a penas doloroso para un adulto.

Cuando lo traje a vivir conmigo, necesitaba tenerlo sólo para mí, para poder estudiarlo, entrenarlo sin que nadie me lo impidiera, por eso me ofrecí muy bondadosamente a pagar los estudios Ray Olliet su hermano mayor y mantenerlo lejos, lo más lejos posible.

Tenerlo tan cerca alimento mi obsesión por él, estudiaba día y noche, sobre lo que serían capaz de hacer los de su clase, leí todos los libros, los mandé pedir del extranjero, los traduje de cualquier idioma posible, para poder amoldarlo. Nos habíamos encontrado, mi buen alumno Drako, al que nunca le importó cuánto sufría en algún entrenamiento, si sangraba de la nariz por su máximo esfuerzo o perdía la conciencia, todo aquello él lo comprendía que era por su bien y lo crié como el hijo que nunca quise tener.

Estaba tan emocionado por tener a un verdadero Gigvidia en mis manos, que tarde algún tiempo en entenderme a mi mismo, ver su iluminada cicatriz blanca en mi presencia, era porque sólo un Touraya podía reconocer a un igual, fue hasta entonces en las primeras practicas con Drako cuando el pequeño niño me atacaba, yo podía atacarlo y defenderme de la misma manera, con estallidos psiónicos. La primera vez que sucedió el mismo se retorcía del dolor mientras me gritaba que parara de causarle dolor. Yo no comprendía lo que acontecía.

Yo no era un Gigvidia con despertar tardío, pero semanas después mi propia cicatriz estaba surgiendo, pero no era la marca de un Gigvidia, sino de un Brecket, yo era un deflector.

Comprendí mi potencial, mis debilidades pero sobre todo tenía mi ambición y a Drako, seguramente todo lo que ya había aprendido por mi cuenta no era suficiente, tan solo éramos dos personas de un Círculo al cual, nosotros, no nos adheríamos ni lo haríamos, a las reglas que todos los Círculos han manejado a lo largo de su existencia y comenzamos por meternos en la cabeza el por qué no hacer unas nuevas, mejores; dejar de ser una raza que se mantuviera en la sombra y zozobra.

Qué más daba que los humanos se mataran entre ellos si nos teníamos a nosotros mismos. Así de exclusivas y cerradas eran otras razas en el planeta. Si nosotros nos uníamos, cada vez más Tourayas de Círculos de Anger diferentes, nuestra raza llegaría a ser pura nuevamente sin rastros de la humanidad de aquel con el que comenzó todo e incluso los poderes serían mejores, nuevas marcas, nuevos Angers directos en cada círculo.

La unión y fortalecimiento de Moussas, Alix, Gigvidias, Breckets, SeaGliders, Cronoquinésicos; fuertes descendencias, puras e incluso híbridos de nosotros mismos, solo Tourayas y por qué no, con la unión con los demás mundos y géneros mágicos para dejar a los humanos para utilizarlos como experimentos y crear algunos Implantados.

Pero para antes de construir un futuro con los Tourayas debía enfocarme en mi pequeño presente, la forma en que Drako concebía el mundo de entrada era un poco fatalista, eso debido a la pérdida de sus padres, crear vínculos o lazos amorosos le era muy complicado, ya no se diga creer en ellas, la confianza era completamente mía. Aunque aquello en determinado momento no me serviría de absolutamente nada, los humanos crecemos y cambiamos de perspectiva de la vida a cada decisión y movimiento; el mío fue más astuto.

Caminado por las calles de Mancher en uno de esos terribles domingos por la mañana en donde los restaurantes se llenan de familias que toman el brunch, también asistía con Drako para hacerlo cambiar de rutina y fijarle una nueva, él se entretenía coloreando el mantel interactivo mientras tomaba con el tenedor los pequeños trozos de un wafle mientras que mi vista periférica se percataba de dos cosas a la vez, de mi lado izquierdo en una mesa se encontraban dos pequeñas niñas, de edades similar, ambas pretenciosas y arrogantes entre ellas, se molestaban la una a la otra mientras que los dos señores sentados entre ellas prácticamente no les prestaban ni la mínima atención a sus pleitos. El caballero portaba como barrera un periódico, la dama acariciaba el ridículo y perfecto peinado que portaba la niña de tez bronceada, ésta con enfado le retiró la mano a disgusto y miró a su alrededor, nos miró. Cuando volvió su rostro para hacerle mal gestos a la niña rubia que tenía frente a ella, en su cuello y nuevamente ante mis ojos apareció ese fulgor que sólo nosotros podíamos detectar.

La misión a partir de ese momento era indagar quién era esa chiquilla, aunque no fue nada difícil una vez que el caballero retiró de su rostro el diario que leía con atención. Era nada más y nada menos que el inversionista más solicitado de Mancher: Cort Dumarc.

Y fue el momento perfecto para llevar a cabo todos aquellos conocimientos aprendidos con el Círculo de Anger en Mali.

Desprenderse del cuerpo para realizar una proyección astral a un plano que se desea en el tiempo alterado, fue un trabajo duro pero no por eso imposible, una vez que logré hacer posesión de aquella habilidad nata, lo siguiente era romper con el paradigma y llegar hasta el presente avanzado para encontrar a Drako.


– ¿Orlando? –escuché el timbre de voz de Drako, aunque más maduro– ¿Estás aquí?

Y de pronto un joven maduro hacia arribo a una pequeña sala de estar donde me encontraba en el cuerpo de un yo mucho mayor. Haciendo acopio de toda mi energía para poder subyugar a mi adulto yo y hacerme de mi propio control.

– Ya veo sigues aquí, seguramente indagando todas esas nuevas formulas para enredar a tus alumnos ¿verdad?

– Sí… –dijo una parte de mí– quiero decir –carraspeé– No.

– ¿No?

– Estoy aquí por una razón mucho mejor que simples ecuaciones matemáticas que no sirven para nada…

– Orlado, ¿estás bien? Te noto… diferente.

– Así es.

Con toda pulcritud y porte me levanté del sillón de donde desperté, apenas conocía a Drako pero este joven que estaba de pie frente a mí no cambiaba sus expresiones de asombro aunque los años de diferencia eran bastante.

– ¿Cuántos años tienes Drako?

– ¿Qué? –dijo sorprendido– ¿ahora qué mal te pico?

– ¿Cuántos años tienes? –repetí.

– Los suficientes para decirte que ese tono de hombre malvado que estás empleando, ya no funciona. Ya no tengo ocho años, eso es definitivo.

– Bien, has crecido y yo a mi fecha real de vida sigo lidiando con tu yo de, correcto, ocho años –suspiré– te lo explicaré de una manera más sencilla. Hice un viaje astral con un solo motivo…

– ¿Qué? –escupió– ¿Qué hiciste qué?

– Cállate y escucha –aguardó– De la vida que has llevado hasta el momento, nada se compara con lo que nos espera. He encontrado una nueva forma de lograr que todos esos viajes para conocer los Círculos de Anger completos, que, por lo que veo, aquí no se logró completar ninguno.

– No hay más Tourayas, los buscamos, no descansamos. Era sólo un niño para cuando entendimos que lo mejor era darse por vencidos y si ellos venían a nosotros los aceptaríamos y de lo contrario seríamos un buen par de Anjou.

– ¡Un buen par de Anjou! ¿Qué demonios dices? ¡Qué me habrá hecho volverme tan conformista!

– No había nada más que hacer, Orlando, o quién quiera que esté en tu cuerpo.

Dijo Drako bastante arrogante y burlón de la situación. Claro, en ese momento él las llevaba de ganar, sabía perfectamente qué le había pasado cuando yo sólo era un viajero astral.

– Bien, pues ahora las circunstancias han cambiado, encontré a una niña que puedo asegurar es una Anger… ¡Una Anger!


… Γ έ ν ε σ ι ς …


– ¡Diablos Orlando! ¿Qué hacemos en este lugar? ¡Dios! Dejamos de vivir en esta casa hace más de diez años.

– Yo sigo viviendo aquí y lo quiero seguir haciendo.

– Pues en el futuro, mi presente, cambiaste de opinión hace mucho tiempo atrás ¡huh!

– Déjate de fanfarronerías y repite esto…

El que se decía un joven Orlando y que realmente lo parecía por el brillo de sus ojos tenía un gran ser astral, había logrado apaciguar al Orlando de mi tiempo. Me impresionaba la cantidad de energía que emanaba de él y me preguntaba con qué fin habría venido hasta este plano, parecía que no le importaban las arrugas prematuras en su rostro más sin en cambio se movía con agilidad y precisión, una, que no le recordaba hace mucho tiempo.

– ¡Oye, oye, oye! ¿Quieres que repita este cantar?

– Así es y que sea rápido, cuanto antes mejor, cuando te encuentres con ella me creerás.

– Punto número uno: Las Angers natas, están casi extintas, es una probabilidad casi nula que un Círculo tenga una piedra angular de tanta fuerza con sus integrantes. Punto número dos: éste… éste cantar no es el cantar ancestral de un Touraya, esto se lee… maligno.

– Veo que lo único que aprendiste a mi lado fue contar del uno al… dos.

Miraba a Orlando con esa pasión en la mirada que en algún momento de mi infancia me hizo temblar de miedo, pero también me recordaba el valor y el ímpetu que se le debían poner a las cosas cuando uno deseaba algo.

Aquel cantar era una modificación extraña del original que un Círculo de Anger que conocimos en Mali, nos habían enseñado para llevar a cabo el desprendimiento del cuerpo etéreo del físico, nos había dicho que eran las palabras más valiosas que preservaban de aquella bella Diosa Anger.

Orlando seguía mirándome.

– ¿Quieres dejar de mirarme de ese modo? –pedí.

– No vine aquí a gastar todas mis energías para que te quedes contemplando como un estúpido un trozo de papel –dijo con ese tono irónico que le caracterizaba– que aquí en tu época se ha terminado eso y ahora viven de la tecnología ¿ah?

– ¿Estás seguro de lo que puede significar el modificar las palabras de Anger?

– ¿Sabes lo que significa la muerte? –amenazó– No es nada arriesgado, nada de lo que no sepa controlar, he cuidado de ti muchos más años de lo que me puedo imaginar y sé perfectamente que una modificación de esa magnitud será solo para salvarnos el pellejo y completar el Círculo que nunca logramos unir.

Miré una vez más aquellas palabras y las repetí lentamente.


Todo es tan oscuro como la verdad lo es.

Tan extenso como la realidad pueda ser.

Tan fuerte como quieras que sea la existencia de tu sentir.

Las respuestas en tu camino son encontrar la diferencia.

Todo es tan nítido tal cual lo ves.

El equilibrio es un juego de niños.


– ¿Qué lugar es este?

– Un jardín de infantes qué no ves –de pronto me sentí mareado.

Hacia bastante tiempo que no necesitaba desprenderme de mi cuerpo para atravesar algún plano de vida

– ¿Estamos en el presente viejo? ¿Cuántas dimensiones atravesamos?

– Más de las que te puedes imaginar y yo el doble que tú sobre dos cuerpos diferentes; al menos me consuela que logré hacerte un Gigvidia fuerte para atravesar varias dimensiones sin que te desmayes en el intento.

– En mi tiempo no nos hacía falta estar mudándonos sobre nuestros cuerpos para estar espiando a la gente –puse atención al lugar dónde Orlando nos había traído– ¿El drama de tu visita solo fue para traerme hasta acá? a ¿Un jardín de niños?

– Mira de entre todas esas chiquillas. Mira bien, busca por instinto quién es nuestra Anger, a la que le pertenecemos.

Mi mirada se paseó una y otra vez por todas aquellas niñas y de pronto las cosas a mi alrededor dejaron de tener sentido, mi corazón se detuvo por un par de segundos y la respiración me amedrentaba la visibilidad por completo. Era una pequeña niñita traviesa, de enorme y carismática sonrisa, sus ojos tan vivos, fue inevitable no enamorarme de ella. Aquel día cuando jugaba con sus demás amigas correteándose todas en el jardín de niños, peleando por ser la primera en subirse al columpio, era tan gracioso verla correr.

– Su nombre es Dirce –dijo Orlando a mi oído– de una gran dinastía de poderes que no tienes idea. Nacida sobre una de las mejores familias de Mancher, no viene solo y su fuerza angular podrá ser nuestra salvación. Podemos hacerla nuestra, nos llevará tiempo que comprenda lo que la vida le tiene destinado, podemos salvarla de lo que la vida le tenía preparada en mi tiempo, aún tienes ocho años, aún podemos unirte a ella y buscar al resto de los Tourayas.

– La quiero a mi lado, ella será mi todo…


… Γ έ ν ε σ ι ς …


Glosario.

Gigvidia

Ser que está dotado de la capacidad de crear un nexo con la mente de un ser vivo para usar su habilidad de borrar la mente, causar dolor y sobrecargarla al grado de crear desde un desmayo hasta la muerte.

En esta categoría se ha logrado integrar a los Implantados, con la habilidad de absorción de energía por contacto físico o capacidad psíquica; defecto que se desarrolló probando con un Anger natural.

Touraya

Seres con la insignia en la sangre y marca en la piel que son descendientes de la Diosa Anger y un simple mortal. En los que destaca: Gigvidia, Brecket, Moussa, Alix, Anger, SeaGlider y Cronoquinésicos.

Círculo de Anger

Un conjunto de Tourayas marcados en un orden en el cual integran su círculo o clan se protegerán. Estos siempre superarán con el paso de las eras, su fuerza.

Sarum

Antiguo Dios y padre de Anger.

Estallido psiónico

Habilidad para sobrecargar una mente ajena, luego de haber establecido un vínculo psíquico con la mente de esa persona, causando dolor, pérdida de memoria, inconsciencia, estado vegetativo o incluso la muerte.

Brecket

Ser que su principal defensa y poder es la deflexión y el mimetismo.

Moussa

Seres que usan los sueños de las personas para alterar la realidad a una mejor o peor, ayudándose de la orbitación de cosas tangibles al plano irreal.

Alix

Manipuladores de energía cósmica.

SeaGliders

Seres que se ayudan de dos de los elementos de la tierra: agua y fuego para defensa.

Cronoquinésicos

Seres que manipulan el flujo del tiempo y espacio.

Implantados.

Creaturas creadas a base de experimentos químicos para su modificación, sin otro uso más que el combate.

Anjou

Exclusivamente dos Tourayas de diferente o igual tipo que se ayudan en combate de entrenamiento o pelea.

Anger

Seres que tienen en su ser la identificación, control y manipulación de energía del cuerpo, mente y alma en severo equilibrio. Estos suelen ser la piedra Angular de un Círculo de Anger. En muchas partes del Universo sé cree que estos seres están extintos.

Visión Astral

Consiste en poder crear un vínculo a través del Tiempo-Espacio con una versión de sí mismo; uno puede trasladar su conciencia a una versión de sí mismo en el pasado y/o futuro para alterar su presente, teniendo el control del cuerpo y alterar las acciones en ese momento. Una desventaja de este poder es el de recibir los daños en ambos cuerpos (al cual se trasladado la conciencia y el presente).





1 Alas:

Itzel dijo...

¡Chispas de chocolate!...

Este capítulo me costó entenderlo más que otros, peeeeeeero déjame te digo, por todo lo que se saco aquí… que tu fic me está gustando cada vez más, mujercita.

¡Eso de la magia ya me gusto!

Aunque si esta medio cañón no perderse al leer entre tanto nombre raro, pero bueno, eso se resuelve viendo el diccionario. ¡Muy bueno, Zaybet!...

Creo que has creado tu propio mundo alterno de manera perfecta -Al menos yo pienso eso-, que me gustaría ver…

¡Caramba!... ¿Cómo no te hacen una película? :P

¡Muy bueno, chica!
Me voy

P.D… Hiciste que me acordara de Cazadores de Sombras :D

Besos!

S.K