Génesis [Capítulo 1.013] - Sobre mi cadáver.

Sentadas en una de las mesas de la biblioteca con Maureen y Chiara frente a mí, dejaba ir mi mente por todo lo que estaba ocurriendo y ellas ni se daban cuenta, en especial Chiara. No podía quitarles la mirada de encima. Maureen estaba completamente absorta con una lectura de fantasía que había sacado de un estante, tan privada la tenía que no había dicho nada al respecto de sentirse enclaustrada de estar en la biblioteca pero Chiara por su parte peleaba con sus mapas de Geografía, estábamos en el primer bimestre del año escolar, Maureen por fin se había acoplado al sistema del CUM pero Chiara seguía frustrada porque alegaba que no era lo mismo que en el apartado Católico del CUM.
Cuando menos lo sentí vi la cara de susto de Maureen mientras se hacía chiquita en su asiento y miraba a Chiara con pavor.
– Qué diablos te pasa –dijo Maureen.
– No logro aprenderme los países del continente Americano –Maureen la vio con cara de espanto.
– ¿Y? Ni siquiera vives ahí.
– Pero existen los exámenes Maureen ¡Los exámenes!
– ¿Y? –volvió a repetir con el mismo susto Maureen, además de no encontrarle sentido.
– Y… y… y ¡Tu amiga me distrae! –dijo torpemente al no poder rebatir con la indiferencia de Maureen. Yo sólo me limité a enarcar en alto, muy en alto las cejas.
Desde aquel día en el que había encontrado a Chiara en los baños y habían explotado las tuberías por alguna extraña razón desconocida, que, la verdad es que sí la sabíamos aunque Chiara no la quería aceptar y parecía que cada que estaba cerca de mi lo único que quería era correr y mientras ella más corría yo estaba aún más cerca. Era una especie de imán sobre natural, cuando menos me lo esperaba ya estaba a su lado.
Es bonito saber que le adjudicas culpas que no tienen nada que ver al que está a tu lado… – dijo Maureen sin despegar la vista del libro.
– Yo… yo no le echo la culpa a nadie –balbuceó Chiara.
– Yo no estoy hablando de ti –dijo con burla Maureen– estoy leyendo en voz alta.
En ese momento me hubiera gustado saber qué era exactamente por lo que se iba a poner a discutir, en realidad no, con algunos datos que tengo de buena fuente, seguramente Chiara se quedaría callada en ese momento y Maureen ni lo tomaría en cuenta. Pero era la misma Chiara quién se asomaba por detrás de uno de los estantes que estaban repletos de libros, la cuestión aquí era que había dos Chiara en el mismo lugar; la que estaba escondida me hacía ligeras señales que de inmediato capté.
– ¡Oye! –reprochó un vez que llegué a ella– no puedes dejar que te hable así.
Fruncí el cejo.
– ¿Disculpa? –dudé– estás, Chiara estás diciéndome que le diga a Chiara que no me hable así.
– Básicamente –dijo ella muy feliz.
– ¡Ahá! Y qué, quieres que me de media vuelta y le diga: Chiara, dice tu Yo Astral que me respetes.
– Vaya, vaya, no de esa manera Andras pero ese pudo ser un buen momento para que no te quedarás callada. Mira que sé lo dura y difícil que soy y en ese momento pudo surgir más palabrería y ve –se señaló y a Maureen– ahora quién sabe qué le reprocharé…
– Dijiste que te distraía –me alcé de hombros– oye esto de perseguirte no es nada cómodo y lo peor es que no me doy cuenta hasta que me gritoneas a la cara que te deje en paz.
Chiara, de tal vez unos 21 ó 22 años sonrió. Hubiera querido que en ella se marcaran algunas arrugas pero era ilógico desde luego.
– Ya sé es divertido –torcí el gesto– de acuerdo, tal vez para ti no pero mientras más rápido actuemos, más fáciles serán las cosas…
– ¿Qué cosas? –interrumpí.
– Cosas… cosas –giré los ojos por la poca información que daba– ¡Ay Andras no te pongas hostil!
Chiara volvió a sonreír como si todo esto que sucedía fuera extremadamente gracioso y tal vez lo era, lo era para ella que ya lo había vivido o tal vez en su plano Astral las cosas fueron diferentes y por eso le causaba mucha más gracia.
Hasta el momento Chiara (en su cuerpo Astral de más edad) no me había mostrado nada, sólo se había dedicado a palabrear sin parar de la unión que se debía formar. Iba y venía constantemente argumentando que estar en este plano Astral, en su cuerpo y no en el de la puberta Chiara era una desgaste de energía masivo.
Una tarde que estaba tirada en el jardín de mis abuelos, se acercó sigilosamente.
– ¿Qué haces? –dijo a mi oído.
– Salvo al mundo de una gran destrucción con mis poderes aniquiladores invisibles.
– Tú no tienes poderes activos Andras –levanté mi vista hasta encontrarme con ella en cuclillas.
– ¿Qué? –dije en mi tono más desesperado– Eso no es justo…
Y justo cuando comenzaría mi mejor rabieta en contra de ser un Touraya Chiara desapareció en medio de una bruma, segundos después de que mi vista se aclarara apareció Maureen y alguien más en realidad dos más, dos chicos flanqueándola, tan desiguales que causaban gracia, por un lado estaba su mellizo con ese cuerpo tan diferente al de Maureen pero a la vez tan parecido en estatura y por el otro, se encontraba un pequeño rubio con unos lentes redondos que le llegaba más o menos a la altura del hombro a ambos mellizos.
 Juraría que estabas con una versión de Chiara, algo así como reloaded – dijo antes que otra cosa Maureen.
-          ¿Qué…? ¡Qué haces aquí! –dije precipitadamente.
-          Vivo del otro lado de la calle –Maureen señaló con la mirada– ¿lo olvidas?
-          ¡Ah no, claro que no! Es sólo que… olvídalo. ¿Qué decías?
 Juzgaba el aspecto de la chica con la que estabas y que –miró para todas direcciones– y ahora no está.
-          ¡Oh! Sí, ella es mi prima… entró a la casa… está de visita –trastabillé.
 Como digas –me ignoró y se volvió hacia su mellizo– bueno Moritz, hemos llegado del largo viaje de cruzar la calle con guardaespaldas –ante eso, el pequeño, rió– y entonces supongo que los veo hasta la hora de la cena –su mellizo asintió. A veces era tan callado que juraba que tenía problemas de habla– ¡Ah! Por cierto, Andras, él es Wolfgang y al revés.
 Hola –recitó aquel niño, porque eso parecía con su escasa estatura, un niño– mucho gusto –finalizó con una sonrisa muy tierna.
-          ¡Hola!
 Hasta la vista… ¡Moo! –dijo su mellizo tomándola por sorpresa y apretujándola hacia él, tanto que por poco pierde el equilibro y ella sólo se medio quejó entre risas.
Una vez que estuvimos solas y deambulamos un rato por las calles no pude evitar pensar en mil cosas a la vez, tanta que no le prestaba la suficiente atención a Maureen hasta que gritó:
 ¡Ay demonios! –y prosiguió a dar un buen brinco– la gente debería tener más cuidado –miraba para todos lados con la vista enfurruñada en como unos niños iban y venían corriendo por el parque sin control– de esos niños malcriados –señaló.
-          ¿Qué? –dije sin saber.
-          Que, esos malditos niños pusieron petardos en este tambo de basura…
Hubiera querido seguir mi mirada primero al enfado de Maureen pero mi cuerpo reaccionó ante un berrido del otro lado de la calle, era Chiara. Con las mejillas completamente encendidas, trabada en una posición bastante dura y con el entrecejo muy junto. Miré inmediatamente el bote que había estallado a un costado de Maureen con unas leves llamas naranjas que la poca basura dentro expedía.
Así que al final de todo no sólo había hidroquinesis… ¡También piroquinesis!
¡Chiara era toda una máquina de matar!

… Γ έ ν ε σ ι ς …

Era la segunda vuelta que le dábamos corriendo al circuito del parque, en donde estábamos entrenando. Mia se la pasaba quejándose de en qué momento se me había ocurrido que ella debía aprender a pelear, esto no era para nada lo suyo, ni los golpes, ni correr, pero yo sabía que esto le sería útil… algún día.
Además de todo, cómo podía alegarnos algo de no haber sido por mí o Chiara, no habría podido entender, soportar o sobrellevar todo esto de los Tourayas.
 Muy bien, Mia cuando lleguemos de nuevo con Maureen, yo me detendré y tú seguirás corriendo, para que yo pueda tomarte el tiempo.
Miré a lo lejos como Maureen estaba desparramada sobre las gradas boca arriba con los audífonos puestos ausente de toda la verdad, de todo esto y hasta cierto punto ella me preocupaba más que el resto.
 ¿Estás segura? Porque a mí no me gusta correr y menos si lo tengo que hacer sola, mejor sigue corriendo conmigo y que Moo tome el tiempo…
 No Mia, debes hacerlo tú sola –gimió, de todas formas lo haría y si seguía quejándose no tendría aliento para seguir discutiendo y corriendo.
Yo me detuve cuando llegamos nuevamente a la parte del parque donde estaba Moo muy entretenida con un nuevo juego en su celular, Mia siguió corriendo y por si no fuera poco la había hecho correr con la mochila en la espalda. “Tienes que estar lista en cualquier circunstancia” le había dicho alguna vez y lo tenía que hacer con completa concentración, no música, no distracciones banales para hacer dicho entrenamiento lo que debía ser y no una de las fiestas a las que estaba acostumbrada.
Correr sola era mucho más fácil, lo hacía más rápido porque no iba platicando con nadie y todo su aliento era en función de la velocidad, pequeñas gotas de lluvia empezaban a caer, debía terminar su vuelta, quizás la lluvia detuviera el entrenamiento, seguramente era su esperanza, pero en medida que avanzaba la lluvia empezar a ser más copiosa, cuando llegó nuevamente con nosotras o donde debíamos estar ya no nos encontró.
 Sigue corriendo, no te detengas –le grité para que no se detuviera, siguió corriendo hasta que nos localizó con la vista, nosotras estábamos perfectamente resguardadas de la lluvia en la pequeña casa de juegos del parque.
 A esto te referías con «cualquier circunstancia» –gritó a través de la lluvia.
 ¡Exactamente! Da dos vueltas más y nos alcanzas aquí.
Grité a todo pulmón y Maureen hizo gesto de molestia.
Completamente empapada llegó unos momentos después, la verdad es que dejamos de ponerle atención mientras terminaba y reíamos muy plácidamente en la comodidad de lo seco alejadas de la lluvia.
Ella llevaba a penas una semana en todo el entrenamiento, le había prometido aprender golpes y patadas pero cada minuto que pasa se veía más ansiosa por aprenderlos, la cuestión era que aún no podíamos hacer ese tipo de rutinas, no sin antes pusiera a raya su temperamento, fuerzas y energías. Así que sólo hacíamos ejercicios complicados a los que ella no estaba acostumbrada pero Mia era aún más complicada de sobrellevar, lo que en su momento fue entrenar a Chiara; día a día me inventaba rutinas para apaciguar sus ganas de comerse al mundo y la mareaba con todo esto del acondicionamiento físico, según lo que ella me explicaba, con el ballet no trabajaba varios músculos y le advertí que seguramente después de estos días le dolerían algunos que seguramente no sabía que tenía.
 Entre AIM y tú van a acabar conmigo, todo me duele, vaya, hasta respirar. Yo no quería aprender todo esto…
 Pero es necesario aprender a defenderte. Mira Mia, todo esto por lo que estás pasando es nuevo para ti, no es fácil sobrellevarlo.
 Ya vi –se quejó con amargura– he perdido infinidad de cosas, Maureen tiene suerte de despertar en su cama todos los días y no en la cocina, en el estacionamiento o en alguna bodega al otro lado de la cuidad.
 Todos tenemos puntos débiles, el tuyo puedo casi asegurar, es tu cercanía o peor aún te lejanía con Dirce y la mala relación que llevan.
 Hemos tenido algunos… muchos… quizás casi puros malos momentos, pero al final de todo somos familia…
 Me temo, que eso sea lo que la impulse sinceramente, la influencia de Orlando es impresionante. Tienes que aprender a defenderte mental y físicamente. La verdad es que no comprendo cómo es que siendo he…
 ¡Shhhh! No lo digas, ni se te ocurra escupir esa palabra.
 ¡Pero es la verdad! ¿En qué momento dejaron de tratarse como tal? Si ustedes pusieran atención a lo que realmente sucede las cosas serían mucho más prácticas, tanto como para ustedes como para todo el universo seguramente.
 Ni si quiera sé cómo es una relación de ese tipo…
 Pero nunca es tarde para comenzar Mia, claro está que yo tampoco tengo lazos de esa índole pero somos un grupo y debemos actuar como tal, entre todos debemos llegar a ese clímax de unión mas no podemos dejar que ningún eslabón ande suelto y mucho menos causar problemas… o bueno dramas de ese tipo.
 Y… ¿Qué me dices de los amoríos?
 Ahmm… eh pues… verás –tartamudeé.
 «Ahmm… eh…» –entrecomillo las palabras– ¡Vamos Andras seré neófita pero no soy estúpida! Y sé lo que te traes desde hace mucho tiempo con Orlando, bueno, mejor dicho a Maureen se le salieron unas cuantas cosillas y la verdad es que no entiendo –se quejó y eso me abrumó– tú por un lado nos dices unas cosas y por el otro al menor descuido estás con él y él ¡Por Dios! que mente tan mal sana tiene ese hombre, si con el paso de los años odié aquella gala a la que a Cole se le ocurrió invitarlo hace tres años y que curiosamente fuera el dueño de NORS… ¡Arg! –pude jurar que su ruido fue tan similar a un bramido– lo odio. Lo único que ha hecho era complicar la ya mala relación entre Dirce y yo.
Mia suspiró con añoranza e imaginé que el tema estaría muerto por un largo tiempo y eso me exoneró de muchas más acusadoras preguntas de Orlando. A pesar de todo, ese discurso la había convencido de estar aquí aprendiendo a dar patadas. Lo siguiente que hicimos fueron ejercicios para desarrollar la potencia de sus piernas, parecía que toda una vida de bailarina no era suficiente y sus piernas aún debían sacar lo mejor de ellas.
 ¡Pero ya tengo un precioso par de piernas! –tanto Maureen como yo elevamos los ojos.
 Mia tienes elasticidad y fuerza en las piernas, pero necesitas potencia, no es lo mismo saltar para que te carguen en ballet que saltar para salvar tu vida mientras golpeas a tu atacante.
 Yo creo que Moo también debería entrenar –dijo mientras hacía una serie de sentadillas, súper complicadas que Chiara había inventado.
 ¡No espérate! Yo qué, a mí no me metas –alegó de inmediato Maureen que, aunque, portaba ropa deportiva para acompañar a Mia en la mayoría de los entrenamientos ella simplemente se acunaba en su pereza y se burlaba con constancia de los reniegues de su mejor amiga.
 No es mala idea Maureen, no está de más que aprendas tú también a defenderte –la miré por escasos segundos en los que esa idea pareció perfecta ante mis visones e información tan valiosa que alguna vez el Yo Astral de Chiara salió súbitamente de mi armario cual monstruo de caricatura. Sólo que sin la gracia dé…
 No yo para qué, no, me niego rotundamente y para eso estás entrenando a Mia, para me defienda y entonces yo me convierta en toda una damisela en apuros y llegue ésta con saltitos de hada y los aniquile con súper patadas de heroína e inesperados los atacantes sin aliento queden en el suelo y con la baba escurriendo moribundos y llegué la policía y se quede impactados y una vez más salgas en los tabloides ¡ah! Pero eso sí con una historia mucho mejor.
 ¡Ves demasiada televisión Maureen! –alegué.
 Mi amiga como goza burlándose de mí –dijo Mia– supongo que con lo poco que ha visto ya se dio cuenta que yo no soy una promesa de los enfrentamientos.
 Pues no pero igual me divierto viéndote sufrir –se carcajeó Maureen.
 Bueno ahora te voy a enseñar los golpes básicos, imítame –ignoré sus comentarios y nos colocamos en la posición para combatir– primero pie izquierdo atrás, los puños cubriendo la cara uno más arriba que otro, eso así y sueltas el golpe directo, limpio como si le dieras en la cara así y regresas a la posición de defensa. Este golpe se llama Yap. Inténtalo.
 ¿Así? –Mia lanzaba el golpe sin éxito.
 Sí… pero con más fuerza. Otra vez…. No Mia no es baile, no debe ser delicado, con fuerza – mientras ella intentaba sacar fuerza para dar un golpe y que no pareciera un delicado movimiento de baile, Moo se reía por lo bajo sus vanos intentos.
Lo estaba intentando sólo con el brazo derecho, hasta dominarlo, sin moverse de su lugar, unas cuantas repeticiones y luego lo intentó con el brazo izquierdo.
La lluvia en esta época del año seguía cayendo hicieras lo que hicieras y donde estuvieras. Nuestro lugar de entrenamiento era la casita de juegos que había en un parque, no nos mojábamos pero se sentía la ligera brizna que nos llegaba fría, hacía aire y lo impresionante era que a pesar de estar entrenado Mia tenía la piel más fría que como había empezado.
 Bien ya lo tienes ahora intenta avanzar alternando el yap, derecho, izquierdo.
 Y ¿Cómo  avanzo? –preguntó Mia frenando sus movimientos.
 Ah, sí, claro lo harás: derecho, izquierdo –le decía a la vez que ella lo iba haciendo– y después avanzas, así, como dando un saltito. Ves uno, dos avanzas, uno, dos avanzas.
 Ok.
Realmente lo intentó, trataba de dar los golpes con fuerza y directos mientras avanzaba, pero su cuerpo ya se manejaba solo, hacía movimientos inconscientes que no notaba y tampoco podía evitarlos, eso, lo noté por la explosiva carcajada que soltó Maureen al verla intentando avanzar y golpear.
 No Mia, no muevas la cadera, no estás bailando. No, no los hombros que no se muevan así, el salto no es en puntitas. Mia, fuerza.
 Ella pelea como baila –las risas de Maureen continuaban y estaba a nada de revolcarse en el piso– ya viendo como pelea mi amiga, mejor cargó un ladrillo siempre en mi mochila, no es que dude de tus capacidades para defenderme amiga, pero… –ya no terminó su frase por otra carcajada que soltó.
 ¡Ay no! Yo me rindo. Los golpes no son lo mío –dejó caer los brazos de la posición de defensa abatida.
 No Mia no te rindas, sólo necesitamos seguir entrenando. Vamos, una vez más.
 Esto será más complicado de lo que había pensado… –murmuré lo más inaudible que pude.


… Γ έ ν ε σ ι ς …

«Estasis cronoquinésica inestable…»
«Estasis cronoquinésica inestable…»
«Estasis cronoquinésica inestable…»
Y así nos la habíamos pasado durante mucho, mucho, mucho tiempo una vez que Maureen cayó en la cuenta de lo que era y lo que poseía…
 ¡Deja de jugar ya! –dijo exasperada Mia.
 Claro, lo siento. No… ¡Espera! –dijo un tanto ofendida– No me puedes venir a pedir eso –dirigió Maureen su dedo a Mia– tú menos que nadie. La que me hizo creer que sufría de un «repentino sonambulismo por abandono de hogar» y por eso hasta un día amanecí en la terraza sin explicación alguna en medio de un fuerte invierno.
Chiara se revolcó en el sillón privada de la risa y aunque Mia sí había hecho pasar varios momentos raros a Maureen, ella, por mañosa estaba sacando de quicio a Mia acelerando o retrayendo el tiempo a su antojo una vez que estalló dentro de ella aquella marca en su cuello y supo con más habilidad que las demás el cómo activar su poder.
Esperamos no mucho tiempo más dentro de la sala de espera donde se encargaban de darnos o mantenernos en forma, física y mentalmente como los Tourayas que éramos. Este era un lugar de completa paz. Una señora de estatura muy baja se acercó a nosotras, llamando a Maureen por su apellido.
 Señorita Zandervang y acompañantes, favor de seguirme.
Y así lo hicimos, nos dirigimos por un pasillo el cual nos llevaría a nuestro destino, pero ya era muy típico de Maureen quejarse por todo y esta no fue la excepción.
 Qué iba yo a saber, yo con mis alegres colores y ustedes tan propios de blanquito.
Aparentemente tranquila pero en el fondo muriendo de nervios por lo inesperado que resultaba todo esto en la vida de Maureen, ella, va escoltada hasta el frente por mí, detrás de ella la señora que parece antigua y llena de sabiduría; de su lado derecho flanqueada por Mia y de su lado izquierdo por Chiara. 
 Señorita Zandervang permítame aclarar que así mismo usted puede vestir con el color más sombrío y aquello no significará que realmente se sienta de esa forma. 
Aquella mujer a pesar de su sobriedad y respeto que imponía parecía divertida por el comentario tan inesperado que Maureen había soltado en medio del silencio por aquel largo pasillo por el que llevábamos caminando como si no hubiera fin en él. 
De paredes infinitamente pulcras, cubiertas de una capa de pintura blanca tan penetrante que no se distinguía de alguna forma donde comenzaba el muro, el techo o el piso puedo asegurar que estábamos cerca del medio kilometro caminando.
 Pero una cosa sí le puedo recomendar –Maureen puso atención– dejaremos de andar por este pasillo tan pronto usted se sienta segura de sí misma.
 ¿Qué quiere decir con eso? –expresó Maureen deteniéndose y a su vez casi mecánicamente Chiara y Mia. Yo me volteé para encararla.
 Significa que llegaremos a nuestro destino en cuanto tu mente esté en paz y calma y deje de divagar en quién sabe qué tanta cosa.
 ¿Significa que también leen mentes?
Chiara y Mia se soltaron a reír a la par, a veces, Maureen era un tanto ingenua.
 No señorita Zandervang, lo que aquí sucede es que posee muchas dudas y esas mismas no la llevaran a ningún lado, junto con nosotras, que sólo seguimos su camino. Debe encontrar su centro de energía para que podamos llegar a esclarecer todas sus preocupaciones.
 ¿Y cómo logro eso que usted me está diciendo?
 Respira profundo –interrumpí– e imagina la típica historia en tu mente de ver la luz al final de un túnel oscuro, busca esa luz dentro de tu mente y llegaremos tan pronto como tú quieras.
 Bien, aquí vamos…
Y más que pronto, logramos que Maureen encontrara su centro de energía, hallamos una puerta no muy lejos, en la que de igual manera, todo era tan blanco e inmaculado, tan perfecto como nunca me lo pude imaginar que fuera. Ahora que el círculo de Anger estaba completo podía apreciar con claridad lo bello y perfecto que éramos.
 Hemos logrado lo que en pocas partes de este planeta dentro de este universo se ha logrado, somos un Círculo de Anger completo y nuestra misión ahora es conservar su pureza y vitalidad –dijo una voz salida de la nada prácticamente. A todas nos sobre saltó–. Cumplir con las reglas y mandatos no debe ni será difícil para aquellos Tourayas que se comprometen con su ser, con su vida, con su alma y el salvaguardar la vida de la humanidad de cualquier origen que la rodea. Así mismo encontraran que no todo lo que menciono está al alcance de su mano. Breckets y Gigvidias han iniciado un camino en lo incorrecto, en lo blasfemo de lo puro en que la mente humana debe seguir su camino y lo ha mezclado con nuestra raza de una forma incorrecta. Ustedes como poseedoras de un gran poder están destinadas a buscar el equilibrio. Ustedes con ayuda de su Alix deberán volver a colocar su piedra angular en el sitio adecuado para que vuelva todo a funcionar. De no cumplir con el mandato debido reducirán el Círculo con la muerte de quienes no centren su ser en lo correcto. Bien así, están aptas ahora para usar sus cuerpos Astrales en el presente para mejora del futuro.
Una fuerte luz nos cegó a todas en cuestión de pocos segundos en que la misteriosa voz se esfumó y el silencio mortal reinó. Maureen fue la primera en hablar:
 Tenemos que matarla…
 ¡Jamás! –interrumpió Mia– sobre mi cadáver, antes morirá él –y las miradas se dirigieron a mí.
 Si en tu destino está en cumplir a costa de lo que sea tus creencias o deseos, Mia –dije con voz tenue– habrá entonces que sacrificar la vida de muchos para que aquello se cumpla.
 No piensas defenderlo ¿o sí? –dijo Chiara con la voz centrada.
 Eso sería lo peor que pudieras hacer –agregó Maureen.
 Voy a defender lo que crea correcto –aclaré– si debo de morir yo para que esto funcione, lo haré, se cuales son mis mandatos, desde hace mucho más que ustedes y ahora que Maureen sabe qué es lo que debe de defender, hará lo mismo que yo si ella fuera yo, morir.
Días más días menos fueron los que me tomaron estar a solas con Maureen, ahí la veía presa de un miedo inminente.
 Andras, escucha, yo… yo no quisiera interponerme en la vida de nadie, la mía ya de por si es complicada. Yo no quiero verme entre la espada y la pared por ninguna de las dos.
 Lo sé –suspiré.
 ¿Lo amas cierto?
 Como no tienes una idea –la miré a los ojos esperando que me entendiera– sé que no estás realmente consciente de lo mucho que amas a Tom pero sé que me puedes comprender cuando te digo que de mi boca podrían salir las mismas palabras que dijo Mia en el cuarto blanco: sobre mi cadáver.
 Ella también le ama, aunque no lo acepté –moví la cabeza afirmativamente.
 Y es un nexo completamente diferente, jamás entenderá lo que una mujer enamorada puede hacer…
 Pero eso es sanguíneo, definitivamente no lo puedes comparar para nada –dijo Maureen– por mi hermano también haría hasta lo imposible. Mataría por él o por los que amo pero creo que el destino nos tiene planeado algo mucho más macabro que aquello que matarnos los unos a los otros, puedo asegurarte que la vida va a ser lo menos que lleguemos a lamentar perder si no logramos que alguno de ambos mandos deje de luchar por algo que nunca valdrá la pena. Yo no quiero morir –la miré con los ojos como platos– sé que soy la más nueva pero sé también cosas y he visto mi cuerpo tendido en la arena sin vida. He visto el derrame de sangre que aproxima si no nos damos prisa. Mi muerte si no nos damos prisa…






1 Alas:

Itzel dijo...

O_o ¡Andale! La Moo ya se vio morida! Ö

La Mia y la Didí her...? ¿Eso? Ö ¡No lo creo!.. o leí mal??

Un des... papaye con tanto nombre... pero sobreviví ¡Eeeehhhhh!...