MILA: Difficile est longum subito deponere amorem. |
¿Qué
había pasado en todo este tiempo para que mi mejor amigo me tratase de esa
forma?
¿Habría
hecho sumamente mal en salirme así sin más?
Lo
único que quería en aquel momento era poder ser libre por unos instantes, las
circunstancias por otro lado me llevaron por otro camino tan rápido, sí,
digamos que 78 días eran muchos pero ahora estaba tan acobardada que no quería
pensar en absolutamente nada. Deseaba que mi mente se quedara en blanco
por un largo letargo.
—¡Hey!
¿Sucede algo? —dijo Georg—. Estás temblando.
—¿Qué
hora es? —balbuceé.
—Ahm,
es, son las catorce con quince. ¿Anda algo mal?
Hice
un cálculo mental del tiempo que nos tomaría llegar hasta el lugar donde me
quería ver Izaskun, estábamos en tiempo justo.
—Puedes
llevarme a Alt-Benneckenbeck, sabes
dónde está Gutspark…
—¿Sobre
la L50?
—No,
del otro lado —suspiré resignada a lo que me pudiera esperar.
—De
acuerdo, ya sé dónde. Si te sirve de algo, cuentas conmigo para lo que desees.
No
tuve que decirle nada más con mi silencio y seguramente con mi cara y pesar lo
convencieron de que lo mejor era guardar silencio. Nos tomó el mismo tiempo que
había calculado para llegar, Georg insistió en seguirme hasta el segundo piso
que era donde estaba el departamento con el mismo argumento de la maleta
pesada. Pretexto que no me estaba molestando en lo absoluto.
Cuando
salimos del ascensor, recordé dos cosas: la primera, había salido de casa sin
llaves y la segunda, mamá había puesto varias masetas sobre el corredor y
debajo de una de ellas estaba una copia de la llave. Confiaba en lo más
profundo que siguiera ahí.
—¡Claro
el viejo truco de la llave! —dijo Georg al verme en cuclillas—. Siempre he
pensado que eso sólo es un buen indicador para que algún raterillo logre entrar
con mayor facilidad a realizar su ilegal trabajo.
Cuando
me erguí e iba a proseguir a introducir la llave en la chapa, literal, el mundo
se detuvo.
Como
si estuviera frente a una gran pantalla, mi vista se bloqueó la puerta frontal
de mi casa estaba ahí pero al mismo tiempo en ella ahora sólo aparecía una
perspectiva del departamento completamente vacío como si le hubiesen quitado el
techo y viera todo sentada sobre el muro. Sin cortinas y con la luz entrando a
raudales. En el centro donde debería haber estado colocada la sala sólo estaban
mis hermanos, todos, Maika sentada en el suelo tenía en su regazo a Mosses que
estaba entretenido con algo en sus pequeñas y rechonchas manitas. Mila revoloteaba
de un lado a otro queriendo atrapar las motas de polvo que se veían con
perfección por los rayos intensos de luz. Meltón estaba recargado en una
esquina, iba a no prestarle atención hasta que vi lo que traía en la mano
izquierda: la mochila de Mila rosada y miraba con aire despreocupado hacía la
ventana que daba a la cocina.
Alguien
faltaba en todas esas imágenes tan desconcertantes.
Volví
a la realidad cuando escuché el clic de la llave embonar y girar, no había
dejado de hacer nada; al mismo tiempo las imágenes aquellas de mis hermanos
seguían sobre mi saturada mente, cuando ellos escucharon la perilla girar de
inmediato dejaron todo y voltearon hacia la puerta.
Exhalé.
Pude
sentir todas y cada una de las respiraciones detenerse del otro lado de la
puerta, sentía la respiración calmada de Georg detrás de mí. El vibrar ligero
del metal en mi mano al abrir la puerta se sintió como una descarga eléctrica.
La
puerta se abrió con ese ligero rechinado que le caracterizaba. Un olor me
golpeó como recibimiento, no era el típico olor que recordaba como mi casa, no,
simplemente era un olor a vacío, soledad y una ligera capa de polvo acumulado. ¿Desde
cuándo me percataba del más mínimo olor?
La
poca visión que debía haber tendido con escasos centímetros de abierta la
puerta, era de una mesa de madera y sillas iluminadas por la luz del ventanal
con su cortina blanca calada ondeando sin embargo: no había nada.
Empujé
más la puerta con las yemas de los dedos y vi el delgado cuerpo de Mila
tremendamente quieto y expectante. La abrí por completo y vi a todos mis
hermanos, ahora Maika estaba de pie y Mosses se había movido tan rápido que
escondía el cuerpo y asomaba los ojos detrás de las piernas de Meltón.
Di un
paso hacia delante y Georg lo dio conmigo como una sombra perfectamente
coordinada.
—¡Meghan!
—Mila saltó de emoción y después pegó una carrera hasta estrellarse conmigo—
¡Volviste! ¡Volviste! Les dije que volvería —se colgaba de mí como podía
llenándome de abrazos y apretujes.
—Te
extrañé mucho Mila —sonreí y le di un beso en la mejilla, acaricié su largo y
lacio cabello, había crecido más.
La
casa estaba vacía. Completamente vacía, como lo había visto segundos antes. Sin
cortinas, sin muebles, sin nada.
—¡Te
volviste loca! —dijo con su tono enfurruñado, su torcer de boca y de brazos
cruzados Maika.
—A ti
también te extrañé —la miré con los ojos entrecerrados, sabía que la hostilidad
de Maika era completamente natural por haberme ido tan bruscamente y no haberle
prevenido.
—Te
extrañamos mucho —volvió a repetir Mila mirando con una sonrisa de oreja a
oreja a Maika y mirando hacia lo alto.
—Suficiente
Mila —la calló Maika antes de que la pudiera echar de cabeza ante Meltón y el
desconocido que venía conmigo…
—¡Ah!
Lo siento —giré como pude por el abrazo de Mila para ver a mi acompañante—, él
es Georg. Georg ellos son: Mila, Maika, Meltón y el pequeñín detrás de él Mosses,
ellos son mis hermanos —Georg saludó a todos en general—. Hey, ¿Mosses no me
vas a saludar?
—Si
comprendes que la última vez que te vio, hace dos meses por cierto, lo hiciste
llorar ¿Verdad? —dijo Meltón con su misma postura—. No lo culpes si no se te
quiere acercar. Hola por cierto —dijo para Georg—, y bueno, ya que ella no tuvo
la dignidad para decirnos en dónde andaba, podrías tú… —Meltón movió la quijada
en señal para Georg y él se desconcertó por la pregunta tan directa.
Él
dudó y me miró a mí.
—Y si
mejor me ponen al tanto… ¿Por qué está vacío el departamento? —arremetí.
—Es
genial Megh —pidió mi atención Mila—, nos mudamos a una casa nueva con el nuevo
novio de mamá y su hijo.
—¿Qué?
—los ojos casi se me salen.
—Suficiente
Mila —se escuchó una voz fuerte e imponente. Mila se cuadró de una manera
singular, tanto que hasta su sonrisa desapareció—. Meltón hizo una pregunta
primero Meghan.
Era
Izaskun.
Las
piernas me temblaron como gelatina, quería salir corriendo de ese lugar que
para mí ya era completamente ajeno, incluso el propio Izaskun me lo parecía.
Caminó un par de pasos fuertes saliendo de una de las habitaciones y Mosses lo
siguió saliendo detrás de las piernas de Meltón para irse a las de él.
—Soy
Izaskun, tú eres… —extendió la mano hacía mi acompañante.
—Georg
—a pesar de lo que pude pensar y a como estaba yo, Georg no se inmutó, mucho
menos intimido. Su saludo fue completamente firme y conciso.
—No
queremos ser altaneros —dijo Izaskun mirando de reojo a Meltón que refunfuñó y
después sonrió malvadamente.
—¡Oh!
Ya iba a sacar los chacos, le quitas la diversión —mi hermano volvió a sonreír
y relajó su postura completamente.
—Simplemente
estábamos muy preocupados por ella —Izaskun ignoró a Melton. Georg comenzó a
mirarme muy desconcertado.
—Bien,
bueno tal vez yo no sea el indicado para decir qué es lo que pasó en todo este
tiempo, yo sólo soy un compañero de trabajo y me ofrecí a traerla de regreso a
su, la que fuera su casa, ya que no confiaba en el chico de seguridad…
—¿Compañeros
de trabajo? —dijeron demasiado sincronizados Meltón, Maika e Izaskun.
Aunque
la verdad de las cosas hasta ahí lo que menos me molestó fue su intromisión tan
coordinada, al contrario me dio enteramente igual. Lo que me enfado de
sobremanera fue aquello que dijo Georg, vaya, ni siquiera sabía exactamente el
por qué, simplemente fue enojarme por la palabra “compañeros”.
Seamos
realistas él jamás me había dirigido la palabra durante toda la gira y ahora
quería zafarse haciéndose pasar por un compañero. Que odioso…»
—¡Odioso!
—explotaron en risas Izaskun, Bill y Tom al mismo tiempo.
—¡Vaya
Megh! No te tomó mucho averiguar lo que Hagen era en realidad —dijo Tom privado
con lo último que había escrito—. Aunque, de acuerdo, que te tomó tu tiempo
¡ah!
—¡Oh
pequeño idiota! —dijo Hagen aventándole una botella de agua medio llena, que,
él otro por estar riendo no se percató que fue certera y le dio justo en un
hombro.
«Ha
sido lo más largo que he podido escribir, vaya que te tardaste en interrumpir
Tom» —pensé abiertamente y todos al momento guardaron silencio a pesar de que
mi rostro tenía una ligera sonrisa.
Comprendía
que para ellos era completamente difícil asimilar las cosas que yo podía hacer
y otras tantas que ya no hacía. También lo era para mí. Mi rostro de inmediato
cambió, esa era una de las cosas que a veces no podía evitar, no me podía
acostumbrar al hecho de que las cosas en mí cambiaban con facilidad y podían
ser muy evidentes de una manera algo tétrica. Los chicos se percataron de eso.
—¿Estás
bien Megh? —dijo en seguida, con su manera peculiar y sobre protectora Izaskun.
Asentí
con la cabeza.
—¿Segura?
—mi rostro volvió a la dureza de siempre—. Vamos no hay ningún problema conmigo,
lo sabes.
«No
me gusta sacarlos de balance, no me gusta asustarlos, no me gusta cómo me
miran, muchas veces llenos de pánico por mi…» —pensé exclusivamente para
Izaskun. Todos nos miraban alerta.
—Pero
para ellos está bien, ellos no tienen ningún problema con lo que tú eres, con
cómo lo haces. Ellos te quieren y aceptan tal cual eres, lo único es que no
están acostumbrados. Los cambios han sido particularmente duros y tú sabes que
un cambio requiere de una adaptación.
Izaskun
se acercó y tocó mi rostro, ya de por si blanco, parecía de una textura
marfileña.
«Todo
está bien». —Sonrió—. «Podemos irnos ahora, podemos dejarlos descansar,
dejarlos tranquilos, ha sido un día de bastantes recuerdos, de muchos
recuerdos».
«No
quiero que sientan que los estoy corriendo». —Pensé para él de una manera
alarmada.
«No
te preocupes, toma en cuenta que así como es entretenida esta idea de
recopilarlo todo, también es un poco cansado. Ellos son mortales».
Sonrió
de lado. Esa sonrisa tenía un trasfondo.
«¡Traman
algo!». —Lo pillé—. «¡Claro! No mientas, seguro se irán de juerga por ahí
¿Cierto?»
Rió
en voz alta y hasta ese momento volví a caer en la cuenta en que los chicos nos
miraban absortos y muy atentos.
—Nos
descubrió chicos.
Dijo
ahora en voz alta y en seguida comenzaron a refunfuñar, gritar, alardear,
quejarse y todo lo que los hombres suelen hacer como si fueran niños chiquitos.
Hagen abrió la boca y en seguida la cerró. Lo capté en un instante.
«¿Qué
le dijiste?». —Dije abiertamente.
—Nada
—dijo Izaskun.
—Nada
—dijo Tom.
—Sí,
nada —dijo Bill.
El
timbre sonó.
—¡Yo
voy! —gritó Hagen.
«¡Hey!».
—les grité.
«¿Ya
se enteró?» —gritó a su manera Gustav desde la entrada del departamento de
Hagen—. «¿Corremos? ¿Ahora? »
Comenzaron
a despedirse y a amontonarse unos contra otros en la entrada, las risas no
paraban y la palabrería no se comprendía. Eran unos tontos y yo eso me lo
ganaba por estar tan confiada de ellos.
De
pronto me sentí sola, el departamento se sintió completamente ligero, sin la
presencia de los chicos, aspiré aire, tanto como mis pulmones me lo
permitieron. Me puse alerta. Aún había una persona dentro del mismo lugar.
Volví a aspirar. Había un olor dulzón en el ambiente, uno que probablemente no
me era tan perceptible por los diferentes aromas y combinaciones de las
lociones que usan los chicos a diario, el olor se fue intensificando cada vez
más. Mis sentidos se bloquearon cuando lo vi de pie a un par de metros de mí,
serio con sus ojos verdes fijamente posados sobre los míos y dos copas con un
líquido ambarino y burbujeante dentro.
Sonreí
ligeramente, él me imitó.
—Feliz
cumpleaños —bisbiseó.
Ahora
era tan común en él cada que estábamos solos sus palabras en voz alta sólo
fueran ligeros murmullos, él sabía que yo los escucharía perfectamente a metros
de distancia.
Lo
escucharía así estuviera al otro lado del mundo.
1 Alas:
Waaaaaaaaaaaaa... Por tu ´che culpa voy a chillar
"—Feliz cumpleaños —bisbiseó.
Ahora era tan común en él cada que estábamos solos sus palabras en voz alta sólo fueran ligeros murmullos, él sabía que yo los escucharía perfectamente a metros de distancia.
Lo escucharía así estuviera al otro lado del mundo."
Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww! *Scarlett se limpia la lágrima del ojo*
Eres una maldita que juega con mis sentimientos. Creo que este capítulo me gustó más que todos nada más por ese final combinado con la canción, que sigues sin decirme vía Tuitaaah cuál es xD
Quiero maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!!
Ahm... Con su cumpleaños empezarán a pasar más cosas de lo que es? Ö
Besotes de Stefan (´so qué xD)
Atte: La que se dice ser tu Parabatai ♥ xD
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