Georg: Volo ut Sis. |
Fue
sólo una nota musical.
Fue
el sonido del cristal de las copas colisionando una contra de otra ligeramente
y así como había sucedido… los labios de Meghan y Georg estaban unidos en fuego
por completo.
Un
fuego peligroso.
Meghan
estaba atrapada entre la pared y el cercano cuerpo de Georg, se robaba su
respiración cada que sus labios se unían y él se la cedía con goce.
Las
alas de Meghan no sufrían ninguna injuria, eran flexibles, dóciles al tacto
pero a la vez más fuertes que unos aguerridos brazos y en ese momento brillaban
como un vivo polvo de nácar esparcido sobre ellas, tenue pero perceptible a los
ojos curiosos de Georg.
Eran
uno sólo en caricias rápidas, besos vertiginosos y sudor mezclado.
—¿Estás segura de que quieres hacerlo?
Pregunta
Georg deteniéndose sobre los labios de Meghan.
Los
humanos necesitan respirar se recordó ella y con dificultad también lo hacía.
—Lo
he deseado, más que quererlo, desde siempre, desde que crucé la primera mirada
contigo. Que no lo haya admitido es completamente diferente —sonríe sutil ante
esa declaración a voz firme.
Georg
la mira directamente a los ojos.
Sorprendido.
Aquello
fue extraño, no era esta vez el sonido cálido de Meghan a través de la mente,
sucedió como un silbido muy suave, como recordaba en su momento lo que fue su
voz.
Su
humanidad estaba ahí. Latente.
Una
sonrisa de lado, de malicia y lujuria juntas.
Él
cerró los ojos con parsimonia y cortaba con lentitud la distancia entre ellos
hasta llegar a sus labios una vez más.
Hasta
llegar a la suave sensación de encanto. Hasta la sensación de amor. Hasta
llegar a la habitación, pronto, a la del edredón de la cama.
Las
alas de Meghan habían desaparecido por voluntad propia sin haberse dado cuenta,
ocupando el lugar que les correspondían. Se contrajeron a la espalda y brazos
como el tatuaje distintivo marcado en su piel al que todos creían ver. Brillaba
con intensidad. Pasaba de los colores metálicos a los nacarados; por el cian,
purpura, de momentos escarlata, sonrosado, níveo puro, dorado, aloque y en un
orden desesperado el patrón se desconfiguraba y se repetía. Sin parar. Un
universo de colores que reflejaban sus emociones y sensaciones.
Ella
sobre de él levantó la cabeza, la echó atrás.
Él le
besó el cuello con vehemencia, placer, dilección… y la ropa comenzó a
desaparecer…
1 Alas:
*Scarlett está tirada en el suelo, con un ataque y ganas de asesinar a la autora, madre de Meghan por ese capítulo taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan CORTO*
Publicar un comentario