MEGHAN: Utrimque roditur. |
—Este definitivamente no es mi día de suerte —dice un pequeño
demonio.
—Anda vamos, muévete —le ordena una voz muy gruesa—. Los
automóviles no se acomodarán solos.
El chico demonio con un aspecto muy común y parecido a un humano
pero con diminutas montañas de diferentes tamaños desde su frente hasta la nuca
reniega un poco, pestañea al tiempo que se materializan a su lado izquierdo dos
demonios idénticos a él y uno de su lado derecho. Cada uno camina en dirección
a cada auto de donde sale como conductores Georg, Izaskun, Gustav y David Jost.
De cada auto bajan los respectivos invitados junto con la cumpleañera. Se
reúnen en la alta entrada del SchwarzLinie
y su fachada de columnas griegas. Son dieciséis personas en total, para
Meghan verlos reunidos a todos la hace más que feliz.
—Tengo que aclararles un par de cosas —dice Stiffens para llamar
la atención de todos que están un poco dispersos pero de inmediato guardan
silencio—. La manera de entrar a este lugar es con sinceridad, nadie nos hará
nada y no creo que alguno de nosotros tenga intenciones de hacer algo indebido
aquí además de que la mitad de nosotros no tenemos nada fuera de lo común para
enfrentarnos con los que asisten a este lugar…
—Lo pintas como el mejor de los lugares de mala muerte de la
cuidad —Melton elevó sus dos pulgares y guiñó su ojo.
—Sólo no hagas muchas estupideces esta noche niño —le palmeó la
espalda Liam que estaba cerca de él, junto a la que Meghan pensó debería ser su
novia y hasta ese momento tenía el placer de conocerla, lo único certero que
sabía de ella es que no era humana. Acto seguido la tomó delicadamente por la
cintura, era tan delgada, que la mano de Liam bien podía rodearla y tocar el
ombligo, en caso de que lo tuviera.
Izaskun comenzó a avanzar y le siguió el paso Georg tomando de la
mano a Meghan, por detrás caminó Maika, Rooney y Melton; Gustav, Tom y Bill
hicieron su marcha en un grupo por aparte; David y Christopher caminaban con
esposa y novia a un costado de los chicos de la banda. Al entrar por completo
al SchwarzLinie daba la impresión de
ser tan amplio y pulcro, el piso era de un mármol rojo escarlata, las columnas
que protegían el área por donde caminaban eran color arena y el hueco entre
ellas era completamente negro, la iluminación era tan misteriosa como la de un
museo de arte delicado. Meghan alzó la mirada y descubrió que el techo
prácticamente era inexistente o hasta donde daba su visión ella no lo
localizaba, frunció el cejo. El lugar estaba completamente vacío y se preguntó
hacía donde iba toda la gente que entraba a este lugar exactamente, mientras,
la oscuridad del medio de una de las columnas estaba más próxima al grupo.
De entre las sombras salió un hombre de tez oscura, con la cabeza
brillante y muy robusto, portaba un simple atuendo en negro, vaqueros y
playera. Él hombre les mostró con la mano al espacio en negro al que debían
atravesar.
Parecía sólo una cortina aunque sin sentirla, del otro lado, era
un reducido espacio con iluminación ambarina, con los muros cubiertos de un
tapiz en rojo con bordado de óvalos verticales con hojas y flores dentro. En el
pequeño lugar había una mesa negra del lado izquierdo, detrás de ella otro
hombre muy similar al primero con una gran esfera en el centro de la mesa llena
de cartas de diferentes tamaños, algunas parecían pertenecer a barajas. Del
lado derecho en el muro tapizado había una especie de estrado con barandillas
de color oro. El lugar carecía de temperatura a diferencia del exterior de la
ciudad que estaba un poco frío.
—Meghan Tanneberger —dijo el hombre con voz metálica sacándola de
su meditación—, se bienvenida al legendario SchwarzLinie
este lugar es neutro, todo lo que suceda aquí es libre de magia, poderes,
habilidades sobrehumanas, hechizos y todo lo que en sus cuerpos, fuera de la
fuerza en el contenga, pueda lograr o les esté permitido por medio de un
contrato establecido por la administración del lugar —miro a todos y cada uno
de los presentes a los ojos con severidad—. Les mostraré una carta y ustedes
tendrán que decirme qué tiene. Por favor Meghan al estrado.
Meghan tomó una bocanada de aire y de dirigió al estrado con tan
sólo dar un paso y medio. Un resplandor de color azul se iluminó frente a ella
y los ojos del hombre, comenzó siendo una línea que dibujó un rectángulo y
desprendiendo un ligero humo como si en el aire hubiese algo, una vez
completado el marco, la luz azul neón se iluminó en el centro y una tarjeta de
baraja española de color rojo en su parte trasera flotaba ante sus ojos. El
hombre alzó las cejas esperando la respuesta de Meghan con inquietud.
—Tres de espada –dijo Meghan con su voz firme y clara.
Lo que ella no sabía es que esa carta representaba mucho más de su
vida que un simple acceso a un lugar de ocio y aquel hombre lo sabía. Él era un
Vidente.
Los naipes de Espadas escasamente salían a la luz. Sólo estaban
destinados para la nobleza o guerreros de cualquier género o raza y ellos, no
solían visitar un lugar como ese o al menos no por esa entrada tan
reglamentaria puesto que esos naipes no se regeneraban dentro de la esfera que
contenía las cartas; en su larga historia al frente del SchwarzLinie el Vidente no
había visto aparecer muchas de ellas, casi ninguna.
La carta después de unos segundos se convirtió en un dragón de
fuego algo teatral que giraba para convertirse en un uróboros y desaparecía.
Así mismo fueron desapareciendo y sumándose sobre el estrado las
personas a un lado de Meghan, una vez terminados todos fueron regresados a la
enorme sala del Partenón por la que habían ingresado, esta, seguía tan sola y
vacía como cuando entraron.
—¿Un poni Maika? —alegó Melton.
—¿Qué? —dijo ella con un tono de inocencia escapándosele de su
apariencia de adulta.
—Creo… —Tom se acercó a Melton recargando su brazo en su hombro—
que un poni es mucho mejor, mil veces, que una carta en blanco.
Tom y Bill estallaron en risas y uno que otro le siguió la
corriente. Lo que ellos desconocían era que las cartas iniciales a su acceso
eran la revelación de lo que ellos eran o portaban; para los humanos con Visión
de Dimensiones eran cuestiones de carácter. La carta en blanco de Melton,
revelaba mucho para el Vidente.
—Es hora de entrar —dijo Stiffens—. Los elevadores están de este
lado para quienes deban usarlos—Stiffens señaló a la oscuridad de unas columnas
a su derecha—. Los demás por acá.
—¿Lista? —dijo Georg al oído de Meghan. Ella sonrió.
Los hermanos y amiga de Meghan fueron escoltados por Jost con su
grupo. Los que se quedaron en el centro del Partenón fueron: Georg, Izaskun,
Gustav, los gemelos, Meghan y por supuesto Stiffens.
—Una última cosa Megh —voltea Stiffens—, vas a tener que abrir las
alas porque ya no hay nada y lo bueno, es que automáticamente sabrás en que
momento parar, —giró para encarar la oscuridad y con voz fuerte gritó—:
¿Listos?
Todos los chicos gritaron y fueron desapareciendo Stiffens, Gustav
y los gemelos en la oscuridad, pocos segundos después ya no escuchó nada.
—¿Lista? —dijo nuevamente Georg.
—Puedes dejarlas cerradas y abrirlas cuando lo creas necesario —detrás
de ella aún estaba Izaskun—. Saltaré después de ustedes.
—¿Saltar? —gritó con pánico Meghan y rebotó su voz en el eco del
Partenón.
Georg le giñó un ojo lleno de malicia y sin ella esperárselo la
hizo atravesar por la oscuridad.
Meghan no tuvo tiempo de pensar en lo que sucedía, simplemente ya
no sintió el piso duro y estable bajo sus pies pero si una gran presión y
velocidad, vértigo mezclado con adrenalina por todo su cuerpo con una rápida
ráfaga de aire rozando piel. Todo era completamente oscuro pero si miraba a lo
que ella sentía que era abajo veía un tenue resplandor, si miraba a arriba
reconocía el halo de las alas de Izaskun. Comprendió que estaba cayendo y no
veía a Georg por ningún lado y temía el abrir sus alas.
¿Cuánto iba a durar?
¿Estaba cerca de estamparse en el suelo?
Si es que existía uno…
Sin pensarlo ya mucho, las extendió, lo que fuese a suceder, no
podía esperar más para soltar el grito contenido en la garganta. Las alas se
materializaron y el brillo tenue de estas iluminó lo suficiente para poder ver
a Georg a su lado con una gran sonrisa en su rostro por una fracción de segundo
también vio el cabello de Georg alborotado. Del otro lado vio a Izaskun lleno
de confianza que por fin pudo hacer escapar ese grito.
Segundos después e involuntariamente movió sus alas para frenar el
aire y caer de pie. Su primera reacción fue volver sus alas a la espalda.
—¡Wow! —exclama Bill eufórico—. Lo hiciste genial Megh, la primera
vez que yo lo hice grité como un poseído —Tom se recargó en su hermano para
acomodar el ancho pantalón en sus tenis.
Meghan seguía un poco confusa.
—¿Cómo es que lo hiciste? —mira a Georg.
Él mira a Izaskun, placido se cruza de brazos y sonríe.
—¿Él es tu Guardián?
Impresionada de saberlo infiere que Izaskun lo retiene de alguna
manera con un magnetismo para que no se vaya y estampe directamente al fondo
donde están parados.
—¿Cómo lo hicieron si no tienen alas? —ahora mira a los gemelos,
mucho más asombrada.
—No lo sabemos—responde Tom—. Simplemente podemos y no nos
oponemos…
—Gustav tus… tus alas —Meghan lo mira con pánico, él está detrás
de los gemelos y ve sus alas desplegadas.
«Shhh…», escucha el sonido de la voz de Gustav en su interior. «Hay
algunos secretos que no se pueden revelar en la superficie», el tono en que lo
dice expresa tanta diversión y burla. Prosigue a desaparecerlas.
Detrás de ella escucha un tintineo. La campana del elevador. Se
gira y la luz se hace presente de la nada. Pareciera que el lugar detecta en
que parte van los humanos normales para iluminarlos y que no caigan o tropiecen
en lo que parece este lugar lleno de oscuridad y extrañeza. Ahora con el lugar
iluminado, y reunidos todos, salen a la luz varios rostros confusos.
—¿Tuvieron buen viaje? —pregunta Stiffens que parece llevar la
batuta—. Vamos a lo que de verdad nos
interesa.
Da un par de pasos al frente, contrario a donde estaba el
elevador. Estira los brazos y con las palmas de las manos colocadas sobre un
muro, resulta ser un par de puertas enormes de metal que se abren de par en par
y revela un mundo completamente diferente.
Un lugar tan inmenso lleno de luces neón y estrobos a ritmos
mareantes, gente por doquier, tanto en el suelo como en el aire. Del lado
izquierdo Meghan ve luz de un color azul tenue como el de una televisión, un
escenario, cae en cuenta. La música golpea de pronto con sus bits acelerados y
de pronto lentos. Reunidos comienzan a caminar dentro del lugar.
Ahora que Meghan ha dado varios pasos y ve que hay todo tipo de
seres a su alrededor, se siente más adaptada que afuera con la mitad de lo que
ella es. Voltea para mirar lo que reconoció como el escenario y ve una gran
pantalla, de enormes dimensiones, con una gran frase:
“Feliz cumpleaños Meghan”
Las letras flotan sobre un líquido que cambia de color
constantemente contrastando. Gira su rosto para ver a sus amigos que al unísono
le gritan felicitaciones. Son llevados rápidamente a una zona medio piso
elevado de la pista de baile general.
—Las advertencias —toma la vos de mando nuevamente Stiffens que
ahora su brazo ha encontrado a una chica de ojos verdes por la cintura—. Las
bebidas rojas son alucinógenos, las azules están destinadas para los alados de
todo tipo y son una versión alcohol. Hay por supuesto licores y vinos como los
de consumo normal. Las bebidas verdes son por lo general drogas o estimulantes…
—Pffff… —se escucha a Tom—. Apunten, son de las peores.
Termina haciendo una cara de asco, que le recuerda a Meghan que
ellos han estado varias veces aquí, tan es de ese modo que Stiffens tiene las
alas abiertas de par en par y eso la sorprende.
Cae en cuenta que las miradas no se fijan en un punto fijo, todos
parecen tan adaptados a verse entre sí con sus fachadas diferentes y Meghan
oprime las alas más a sus costillas, como si frunciera el trasero… sólo que con
las alas.
Acoplados todos comienzan a disfrutar del ambiente embriagante,
Georg se percata que Meghan se siente fuera de lugar.
—Ven.
La llama, la toma de la mano para detenerse en el borde de la
pista donde una brecha ligera se extiende libre de la aglomeración.
—¿Qué te preocupa?
Meghan niega con la cabeza y levanta los hombros.
—Este es un lugar para ser tú, un lugar de diversión. Vamos Meg,
deja esos nervios —la música suena en bits
lentos, Georg la toma de la estrecha cintura y ella sonríe ligeramente.
Eso, ya es un avance.
Comienza a moverse tan cerca de ella y la hace dar un paso atrás
para entrar a la pista de baile. Acaricia con sus labios y recorre el filo de
su rostro hasta llegar a sus labios. Los bits
se lanzan a unos más constantes y altos. La cadencia de movimientos ahora es
coordinada y sin desearlo las alas de Meghan se despliegan, tan grandes como lo
es su altura en una posición relajada sin extenderlas en toda su envergadura, no
obstante crea una honda de expansión que a varios empuja al centro de la pista
sin ella darse cuenta; los bailadores seres se abren un poco más para darles
espacio.
En medio de sus movimientos mira al techo y ve esferas de
diferentes tamaños muy brillantes, las pocas luces del escenario se apagan y
luces láser apuntan a variadas direcciones hacia los presentes en la pista con
forme a la música. Las luces comienzan un baile frenético en aire, se juntan,
se alejan, cambian juntas generando formas y figuras, por el rabillo del ojo
mira a Izaskun bailar con Rooney, que para ser su primera ocasión en un lugar
peculiar, se ha adaptado muy bien, por el otro extremo Tom baila con Maika. Las
esferas en el aire se tensan con forme al ritmo de los bits y en cada cambio la ovación enloquece.
«Quién hace eso», Meghan apunta con la mirada.
—Ellos —apunta al escenario con el rostro y Meghan se percata de
dos rostros familiares—. Stiffens un Nefilim, su novia una Potestad tengo
entendido y el del centro es un Brujo llamado Bane.
De las manos del Brujo ve pequeños rayos de color azul metálico
corresponden a los mismos colores en las esferas, la Potestad tiene un aura
morada y Stiffens verde neón.
«Qué hay de la advertencia de la magia y poderes y la cháchara que
nos dieron al entrar», replica Meghan.
—Stiffens y su novia han bebido algún buen estimulante y el Brujo
seguramente tiene una vara muy alta para hacer ese tipo de demostraciones.
Después de un rato abandonan la pista y vuelven a sus lugares, ven
a Bill mantener una conversación con un chico vestido de smoking, animados,
Bill ríe a carcajadas mientras que el chico que aún les da la espalda a Meghan
y Georg parece jugar con un encendedor en su mano derecha. Sin ellos
esperárselo el chico gira para recibir a la pareja.
Sonríe, y mucho.
Meghan por un momento da un traspié, trata de fingir demencia para
que Georg no haga preguntas pero el ser con el smoking es bastante astuto… o
astuta.
—Meg —se levanta Bill—, te presento a Dam, es hermana menor de
Samantha —Meghan frunce el ceño no por Dam, sino por esperar a saber quién es
Samantha—. Oh, sí, por nombre no creo que la reconozcas, Samantha es la novia
de Stiffens.
—Ya, lo tengo —Meghan finge una cordial sonrisa y un saludo.
Georg toma vasos para preparar bebidas pero en cuanto lo intenta
con el primero una mano se materializa de la nada y termina siendo un cuerpo
completo, un ser de color índigo que Meghan empieza a analizar pero Dam la
interrumpe.
—Meg, crees poder acompañarme al sanitario —lo dice más como una
afirmación que una pregunta.
—De acuerdo…
Responde ella mientras los dedos se deslizan de los de Georg.
Meghan espera estar lo suficientemente lejos de alguien que
conozca para cuestionar a Dam.
«¿Qué es ese ridículo smoking?», las cejas de Meghan están a nada
de juntarse una con la otra.
«Dijiste que era tu cumpleaños y Samantha dijo que era tu
cumpleaños y yo pensé: me vestiré adecuadamente para la ocasión», parlotea
hasta llegar a los sanitarios.
En el proceso libera unas alas negras.
«¡Oh, déjate de ridiculeces!», Meghan la mira divertida. «Y cómo
es que pasaste a ser la hermana menor de Samantha, Damabiah, siendo tú un
Serafín y ella sólo un Potestad».
«En realidad, le ayudo con algunas cosas prácticas y sobre todo a
encubrir su romance con ese Nefilim que te protege».
«No tenía idea de que Stiffens tuviese una pareja y menos una de
ese tipo», Meghan medita en lo misterioso que de por sí ya es Stiffens.
Damabiah encoge los hombros y tuerce la boca desinteresadamente.
Ambas están recargadas en el muro al final del área asignada para los
lavamanos.
«¿Cómo vas?», Damabiah sacude un poco su cabello rubio corto en
locas direcciones.
«Un poco confundida, perdí un tramo de saber y la novedad es que
siento cosas humanas, es decir hambre o frío, más aún sorpréndete…»
—Puedo hablar en voz alta —dice con una ácida sonrisa.
—¡Vaya, estás en muchos pinches problemas!
—¿Los de tu estirpe pueden decir malas palabras? —ataca por otro
lado Meghan.
—No, pero no estoy en horas de servicio con los de allá arriba —una
tierna sonrisa se planta en sus labios.
—Esa cara no te va a funcionar conmigo. Volviendo a lo de los
problemas: ¿tienes algo para mí? No sé, un pasaporte para huir a otro país,
dimensión. ¿Algo innovador?
—Te encontrarían en cualquier lugar, eres un blanco fácil de
detectar Meg —Damabiah, palmea su hombro—, lo único que puedo hacer es llevarte
con el Abraxas…
—¿Estás demente? —vocifera Meghan llena de nervios—. No puedes
hacer eso… no…
—Estás lista. Has roto todo vínculo de pureza, lo llevas en la
sangre. Sino mira a tu padre —dice con irnonía—. El círculo de amigos que te
rodea no puede protegerte al cien por ciento, de hecho, debe ser al contrario.
También me han dicho que hay un Divergente que le es fiel a Izaskun y
seguramente no tardarán en caer en la cuenta donde me pueden encontrar y a
quien estoy conectada. Los huecos en el coco que tengas una vez que estés allá
serán aclarados, nunca llegarán a sellar tus alas y podrás decidir si serás el
primer Abraxas Divergente. Es un bien mayor, si no lo haces tú, Izaskun
encontrará la manera de arrastrarte hasta ese punto.
—No me siento como un Abraxas, no como me dices que son. Me siento
más una humana.
—Pero no lo eres, es decir, una parte de ti lo es, pero hay otra
que es más grande y la supera por mucho a la primera. Esa es la razón por la
cual La Guardia te quiere de su lado o te quieren muerta…
—¿Chicas?
Es la voz de Georg detrás de la puerta.
—¿Meg estás ahí?
Damabiah mira a Meghan con un poco de aturdimiento, si Georg
escuchó algo que no debía probablemente están fritas.
«¿Cuál es el plan?», pregunta Megh.
«Nos vamos ahora o nunca», Meghan abre los ojos con pánico. «No te
preocupes, el Abraxas está aquí, me refería a salir del baño».
Meghan rueda los ojos y camina hacia la puerta de la cual tira
para ver a Georg con dos chicos de cada lado con sus rostros son blancos,
marfileños, uno posee una mirada como el mar y el otro unos ojos pequeños,
tanto que parecen negros.
«¡Oh-oh!», escucha el eco de la voz de Damabiah en sí. «Alas Negras… Alas Negras - Divergentes…»
1 Alas:
Quiero máaaaaaaaaaaaaaaaas... comadre, este te quedó re interesante, y con toda la spoileada que ya me diste en Whatzapasos, pues quiero saber más xD
Peeeeeeeeeeeeeero...
¡Queremos el capítulo de Iaskun!¡Queremos el capítulo de Iaskun!
Un besote con baba! ;)
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